Mi conversión total

Una primera referencia sobre las primeras impresiones y reflexiones transexuales para llegar posteriormente a narrar las experiencias eroticas mas intensas en una segunda parte y tercera parte.

MI CONVERSIÓN EN MUJER COMPLETA

Mi vida durante la niñez y adolescencia fue muy semejante a la mayoría de las transexuales femeninas. De un momento a otro sentí una extraña fuerza interior que me inducía a sentirme mujer y comportarme como tal. Paralelamente se me presentó un extraño interés, fascinación y deseo irresistible de colocarme prendas femeninas. Recuerdo que empecé por las medias de nylon y los sostenes, luego con las tangas, sustraídas. Cada vez que me ponía alguna prenda de mujer me excitaba mucho, puesto que me imaginaba tener un precioso cuerpo femenino. y no podía evitar masturbarme. Paulatinamente fui agregando otros elementos, hasta llegar un día especial cuando quedé sola en casa, y procedí por vez primera a vestirme casi por completo como una chica, incluido el maquillaje. Esta fue una experiencia emocionante y muy excitante, a partir del momento de quedar completamente desnuda y proceder a colocarme lenta y ansiosamente cada prenda interior, viéndome luego muy impresionada frente al espejo, admirando mi mágica y agradable transformación, puesto que veía a una atractiva muchacha, más aún con mis rasgos femeninos naturales, hasta completar toda mi vestimenta exterior y el maquillaje, sobre todo al pintarme los labios ya casi no podía contenerme de placer, quedando finalmente hecha toda una mujer. En esa oportunidad fui muy feliz, y sobre todo me sentí muy mujer, lo cual me condujo a una dominante excitación, a las caricias o frotamientos que me condujeron al éxtasis y a un orgasmo intenso. A partir de tal oportunidad no dejaba de aprovechar los momentos en que me quedaba sola en casa, para poder vestirme de muchacha y disfrutar placentera y plenamente de tan especial vivencia, sintiéndome casi realmente del sexo femenino, anulando mentalmente mis genitales impropios. Verdaderamente era toda una delicia hallarme vestida de mujer, intensamente excitada, imaginando que poseía impresionantes senos y una maravillosa vagina, debido a ello caminaba con las piernas juntas, muy delicadita, lo mismo al sentarme cruzaba mis hermosas piernas como toda una señorita, luego recorría por toda la casa que suponía mi palacio y yo toda una princesa, permaneciendo así hasta que ya era hora de cambiarme antes de que me sorprendieran, esa era la parte más triste, el tener que quitarme mi agradable atuendo.

En el transcurso de mi existencia posterior a lo mencionado, al no tener aún información sobre los estudios científicos de mi conducta secreta, surgieron en mi muchas dudas sobre mi extraña vida, hasta creer de que era negativo o inmoral lo que hacía y pensé que podría modificar esa costumbre tan dominante e intenté dejar de realizarla y cambiar tal supuesta incorrecta forma de vivir.. Pensando así intenté comportarme como varón, inclusive buscaba tener alguna chica con quien salir, pero en cada intento todo salía mal, tal vez porque inconcientemente no quería dejar de ser mujer, a pesar de luchar contra mi profundo deseo, por lo cual al salir con otra mujer como mi pareja, me dedicaba más a examinarla disimuladamente y admirar su ropa, sus adornos, su maquillaje y pensar en lo bien que me quedarían si tuviera la posibilidad de usar tales cosas, por lo cual era imposible enamorarme, y así a los pocos días nuevamente volvía a ser dominada por ese impulso incontrolable de sentirme mujer y desear vestirme como tal, y así abandonaba sin pensarlo mucho a mi sorprendida pareja de turno para correr desesperada a encerrarme en mi habitación y transformarme en chica para proceder a disfrutar de tan placentera vivencia, inclusive algunas veces imitaba los estilos que había captado en mis furtivas parejas como, en su forma vestir, delinearse los ojos o aplicarse las sombras, en fin. Luego con una excitación que se hacía muy intensa, temblorosa y jadeante, tras admirarme en el espejo procedía a acariciarme y finalmente autosatisfacerme hasta que lograba alcanzar el clímax. Y así consecuentemente ya no volvía a buscar a otra chica, y empezaba a pensar e ilusionarme con algún chico que me gustara como pareja, pero no de una forma dominante. Es cierto que las transexuales no poseemos una forma definida de pretender a un varón heterosexual, ya que podemos muy bien suplir tal carencia de muchas formas. Esto depende del dominio mental personal, puesto que hay transexuales que se desesperan ante la falta de un varón, o pierden inclusive la vida en tal pretensión, así como también hay algunas que subsisten muy bien sin tener a un varón de complemento en su existencia.

Creo que la enorme satisfacción o gozo que sentimos las transexuales cuando nos hallamos vestidas de mujer, de lo que realmente somos, al sentirnos momentáneamente realizadas, es todo un gran privilegio exclusivo, que nadie que no sea lo que somos podrá alguna vez obtenerlo, jamás, tal vez sea un privilegio de diosas terrenas. Tal vez sea una vivencia especial en compensación a nuestra fatalidad innata. Definitivamente considero hasta hoy que sentirse mujer en nuestro estado transexual es algo muy extraordinario. A veces cuando me deprimía por mi extraña vida reaccionaba rápidamente al deducir que ser transexual no era ninguna desgracia, mas bien una gracia, una gran dádiva de la vida, que muchos desearían experimentar al saber los momentos de gozo que disfrutamos. Y mucho más aun, comparto la teoría de que las transexuales tenemos un criterio de mayor nivel frente a la vida, lo cual en cierta forma nos ubica en un sitial superior frente a los heterosexuales mediocres de estrecho o limitado criterio mental que no nos soportan ni menos aún nos comprenden, por lo general esa gente de bajo nivel personal cultural y científico, esa gente miserable o despreciable que se ríe o burla de nosotras, tanto varones y mujeres de escasas neuronas, esa gente estúpida o idiotizada que nos desagrada terriblemente. Lo justo sería que nosotras nos burlemos de ellos, por su deficiencia mental e ignorancia de la realidad o diversidad sexual. Sin embargo, es preciso reconocer que lo negativo en algunas de nosotras es que damos lugar a que el vulgo nos vea mal, ya que de primera intención muchas de nosotras se prostituyen y como resultado pierden las cualidades o condición especial referida que poseemos, la dignidad transexual, aunque obtengan mucho dinero por sus servicios, o peor si ganan poco. Sin embargo debo aclarar que no todas las prostitutas transexuales son completamente negativas, bajas o vulgares, puesto que muchas de ellas tienen un comportamiento muy alturado. Pero, es mejor no ser prostituta. Me parece que lo ideal es tener un varón culto o dos a lo mucho como pareja permanente, puesto que al estar o salir con varios por lo general se da paso al menosprecio de la transexual ofrecida o fácil, ya que tarde o temprano termina mal, si es que no pierde la vida por esos trajines de los bajos mundos y por el sida. Lo peor en una mujer es la vulgaridad, que es propia de los varones, por lo tanto una transexual pierde su feminidad al ser vulgar y se asemeja mucho a un rudo varón inculto.

Bien, a lo que pretendo llegar con el comentario anterior, es manifestar que , mi concepción sobre la transexualidad se positivizó considerablemente, llegando a idealizar al género femenino, a pesar de la existencia de mujeres negativas, ya que existen mujeres que poseen características que desdicen su condición como persona femenina, considerando que la mujer es el género perfecto pleno de cualidades privilegiadas. Es una pena que existan mujeres malévolas, egoístas, vengativas, frías, calculadoras, ladronas, despiadadas, asesinas, etc., pero felizmente son pocas y al final siempre pierden. Así, al idealizar a la mujer perfecta o positiva, mis impulsos instintivos femeninos se fortalecieron y surgió en mi la ilusión o esperanza de poder convertirme completamente en una hermosa mujer, tanto externa como internamente y triunfar en la vida, así como muchas que lograron el éxito solamente por ser mujeres atractivas, de buen cuerpo y todo eso. No dejaba de pensar en la posibilidad de poder llegar a tener un subyugante rostro mucho más femenino, una maravillosa vagina, unos impresionantes senos, una cintura estrecha, unas caderas amplias,. en fin, solo pensaba constantemente en ser toda una mujer, vivir como tal y alcanzar la fama. Soñaba con la vida artística. Ser una gran actriz o una afamada cantante, una princesa actual, ser tratada como tal y vivir junto a un príncipe azul que me protegiera y estuviera pendiente de mi.

Recuerdo muy bien que siendo aún estudiante, como a casi todas nos sucedió, también en el colegio era acosada por mis compañeros que no me veían como a un varón, mas bien me trataban como a una chica y eso hacía que me sintiera muy especial, más mujer, hasta en algunas oportunidades pretendieron violarme pero yo no lo permitía. No niego que sí me gustaban algunos de mis compañeros, pero yo no me ofrecía, quería mantener un nivel de respeto a mi real condición de señorita de familia. Ya en el último año de estudios dejé traslucir mi condición real, dejándome el pelo más largo de lo reglamentado y también ya usaba polvos compactos, sombras y a veces me delineaba las cejas, por lo cual se notaba más mi aspecto femenino, atrayendo más a los chicos y algunos me piropeaban. No me olvido de un día hasta el propio regente escolar gritó cuando vio que no ingresaba a la formación: "esa señorita va a entrar o no ", pero yo me fui del colegio, avergonzada y feliz a la vez.

Al llegar el momento de iniciar mis estudios superiores inicié una carrera libre que favoreciera mi vida transexual, finanzas y contabilidad, pero la dejé, ya que no podía dedicarme a estudiar al estar pensando más en mejorar mi apariencia, en mostrarme femenina, usando ropas llamativas y el pelo muy arreglado en toda su extensa longitud, pretendiendo así atraer a los varones de la calle, que sí los atraía, al ser admirada mediante silbidos y piropos, inclusive en las aulas universitarias era admirada o codiciada por alumnos y algunos profes, ya que mi apariencia evidenciaba mi condición real. También me enamoré de dos de mis amigos de la universidad, pero ellos prefirieron no comprometer su prestigio heterosexual. Resultaba imposible que me dedicara a estudiar, puesto que las horas en que debería estar realizando los trabajos encargados por los catedráticos, yo las dedicaba a vestirme de chica al hallarme sola en casa. En ese tiempo incrementé mis investigaciones sobre los tratamientos hormonales y la transexualidad lo cual me condujo a comprar hormonas que yo misma me inyectaba, y esto me produjo una extraña sensación de intensa feminidad que me impelía a usar prendas femeninas y sobre todo faldas, puesto que se incrementó mi sensación genital femenina. A los pocos días sentí un dolor en el pecho y noté que empezaban a crecerme unos pequeños senos, pero en el transcurso se me presento una dificultad y tuve que suspender mi autotratamiento. A partir de entonces sentí la irrefrenable necesidad de poseer vagina y senos desesperadamente.

. Siendo aún universitaria, una de esas noches que me hallaba en completa apariencia de mujer, con un mini vestido entallado , no pude resistir la tentación de salir a la calle por la zona cercana a mi casa, y estando ya fuera por vez primera ocasioné la sorpresa de algunos transeúntes que se quedaban boquiabiertos, estúpidos. Otras noches salía solamente maquillada, y me agradó mucho cuando al pasar junto a unos muchachos que me vieron el rostro escuche que dijeron que sin duda yo era una mujer. Una noche fui víctima de unos policías que me obligaron al sexo oral. Hasta que un día decidí retirarme de la universidad e irme de la ciudad para vivir como mujer en otro lugar, y lo hice, permaneciendo un corto tiempo en tal variación de mi vida anterior. Lamentablemente en ese cambio brusco me fue mal, se aprovecharon de mi, me engañaron y hasta fui violada, como les sucede esto a muchas de nosotras cuando pretendemos surgir, es muy común y a mi me pasó lo mismo. Esta mala experiencia me afectó fuertemente y pensé nuevamente que debería corregir mi vida, en el sentido de reintentar volverme varón, muy a mi pesar, y así tuve que dirigirme a otra ciudad, a casa de un familiar que irónicamente era machista, muy viril, y no soportaba a las transexuales, por lo cual tuve que mostrar conductas varoniles frente a él y los demás miembros.

Así empecé una nueva lucha por dejar de vivir como mujer , durante casi cuatro años, actuando como varón, mientras estudiaba otra carrera universitaria y a la vez asistía a centros religiosos, pensando que podría cambiar mi instinto o naturaleza femenina. En un principio parecía que todo marchaba bien, teniendo escasa actividad sexual, pero me sentía muy infeliz, vacía, desilusionada, fracasada, y muy desconcertada sobre mi condición reprimida, sobre todo me alteraba cuando veía mujeres atractivas en la calle o en televisión, a quienes aún envidiaba por lo que eran, hasta que nuevamente recordando mi pasado, de un momento a otro sentí que mi represión había llegado al límite, y ya no me pude contener. Comprendí que mi farsa de ser varón ya no daba para mas, entonces volví con mayor fuerza a mi tendencia supuestamente vencida. No había desaparecido la mujer que existía en mi.Y así empecé a recorrer nuevamente muy ansiosa por los lugares donde vendían lencería femenina, lo cual me excitaba mucho, hasta que me animé a comprarme una preciosa tanga de seda satinada rosa melón y su brasier, para luego apresurarme en llegar a casa y colocarme tales prendas completamente excitada, dando curso a una desesperada masturbación. A los siguientes días procedí a reunir todo tipo de prendas de mujer. Entonces comprobé que mi caso no tenía remedio, ya que no podía eliminar mis deseos innatos. Cada vez que salía de la universidad al llegar a casa y no encontrar a nadie procedía a transformarme en una muñeca, a veces lo hacía durante las mañanas, antes de dirigirme a mis estudios de las tardes.

Al concluir la universidad y titularme retorné a casa de mis padres en donde luego de instalarme y ambientarme al cambio a los pocos días tímida y temeraria retomé y perfeccione el rito de vestirme de dama por completo cada vez que me quedaba sola, y también descubrí que me sentía más femenina cuando lo hacía con música y bailaba con movimientos totalmente femeninos, imitando a cualquier cantante o actriz de moda frente al espejo. A partir de entonces no dejaba de bailar cada vez que me transformaba, como acostumbran muchas de nosotras. Actualmente poseo un dominio especial en el arte de la danza, que sin ánimo de presumir creo que bailo mejor que cualquier otra mujer heterosexual, que creo que también es algo muy natural en muchas de nosotras.

Al poco tiempo de llegar a la ciudad donde se hallaban mis padres conseguí mi primer trabajo profesional formal al cual inevitablemente asistía como un aparente normal varón, inclusive tuve que acortar mi preciosa cabellera, pero cuando me hallaba sola en casa mantenía mi agradable costumbre de transformación. Casi al siguiente año logré ganar un concurso y obtuve otro puesto laboral, donde conocí a otros varones y mujeres con quienes hice amistad. Llegué a compartir momentos inevitables de jolgorio y licor con los varones pero en contra de mi deseo, puesto que jamás me agradó beber y tenía que hacer trucos para no marearme o echar el líquido sin que me vieran o servirme poco, y era muy horrible estar mareada, tampoco me sentía a gusto con sus costumbres machistas o malos hábitos, con sus manera y lenguaje vulgares, además siempre me insistían para que me case pronto con alguna mujer, y también que participara en los deportes masculinos, pero yo no tenía la intención de perder mi feminidad y mucho menos compartir mi vida con otra mujer al casarme por la fuerza u obligación. Era todo un suplicio tener que compartir las costumbres varoniles en las festividades. Detestaba mucho los deportes masculinos y jamás mostraba interés por aprender sus juegos, odiaba el fútbol y nunca me desnudé en medio de varones para compartir sus deportes. Varias veces pude percibir que algunos colegas ya se habían dado cuenta de mi extraña condición, inclusive a veces podía escuchar que hablaban de mi, de lo que yo ocultaba, de lo que podría ser, indirectamente se referían a mi en femenino, que era un maricón y todo eso, pero no me preocupaba.

Así con el paso de los meses en mi nuevo trabajo llegué a conocer a Rosmary, una preciosa muchacha impresionante de rostro y cuerpo, que me ocasionó un súbito e increíble cambio profundo, puesto que poco a poco, sin darme cuenta me sentí muy atraída por ella, sintiendo la apremiante necesidad de tener que comportarme como varón para estar junto a ella, descubriendo que por primera vez en mi vida me había enamorado de otra mujer, por un rezago de lo poco de varón que me quedaba, y eso hizo que me alejara ocasionalmente de mi costumbre secreta, pero cuando le confesé que le amaba no fui correspondida, hasta me trató mal, tal vez porque yo sabía que no era su tipo, ya que a ella le atraían los tipos muy varoniles o muy viriles o fornidos, y así me cortó su amistad. Esa experiencia de rechazo y alejamiento de Rosmary dio lugar a que me pusiera muy mal durante varios días, en los cuales seguía sufriendo por ella, puesto que realmente la amaba mucho, hasta que ella me volvió a aceptar como un amigo condicionado. La verdad es que yo no la quería perder, ya que era una mujer encantadora, que como ninguna otra llegó a removerme el piso, y por eso me quedé feliz y conforme con su decisión de volver a frecuentarnos.

Consecuentemente saqué conclusiones y tuve que reconocer que mi nuevo intento de cambiar se había derrumbado estrepitosamente y opte por volver a lo que yo era en verdad, una transexual fatal, y pensé con plena seguridad que era por demás pretender ser varón, ya que en mi ser interior jamás moriría esa mujer que llevaba siempre, por lo cual no funcionó tal intento de jugar al varón enamorado o conquistador, no era lo mío y peor aún mostrar un aspecto físico varonil, ya que nunca me agrado la idea de masculinizar mi cuerpo. Finalmente deduje que había caído en un amor lesbiano, yo como mujer me había enamorado de otra mujer.

Esa vez más que nunca pude comprobar la fuerza de mi verdadero género sexual mental y de mi estructura genética programada para comportarme como lo que era, una mujer. Resultaba absurdo e infértil pretender vivir como varón, hasta cierto punto, me estaba pasando ya de estúpida por querer ser varón a la fuerza, sabiendo que era imposible. Fue así como finalmente, ya derrotada en todas las batallas y en la guerra misma, decidí vivir mi vida real con mayor autenticidad, dejando salir libremente a la mujer cautiva en mi prisión corporal. En mi cambio atrevido comencé a usar permanentemente prendas intimas femeninas y a la vez siempre miccionaba sentada, lo cual me extasiaba intensamente al imaginar poseer genitales femeninos y cuando podía ingresaba furtivamente a los servicios higiénicos de damas, donde experimentaba una maravillosa sensación de ser mujer.----------- Luego decidí dejarme crecer el pelo hasta tenerlo notoriamente poco varonil, que hasta mis amigas me pedían que me lo cortara, justo porque me daba un aspecto femenino, pero yo lo rebajaba escasamente. Además comencé a utilizar perfumes femeninos, polvos compactos o base de maquillaje, que también lo notaban, continuando me depilé las cejas y las delineaba, al poco tiempo la sombra en los párpados y finalmente decidí delinearme los ojos y utilizar rimel. Para que no lo notaran en mi centro laboral, tenía que ponerme gafas. Además me dejé las uñas largas y algunas veces no me quitaba el esmalte, por lo cual acostumbraba usar guantes para que nadie lo notara. Además ya me alejaba marcadamente de los grupos masculinos para evitar comportarme como varón a la fuerza. Me sentía mucho mejor al permanecer en grupos femeninos, especialmente con mis amigas favoritas, con quienes me agradaba conversar sobre temas de mujeres. Además al no permanecer con los varones ya por fin podía dejar de beber con los varones y retirarme temprano de las fiestas junto con mis amigas después de beber moderadamente licores suaves, lo cual me hacía sentir muy mujercita, puesto que los varones se quedaban hasta emborracharse.

Lo que me hacía sentir mucho mejor es que ya había tomado una decisión, ser paulatinamente toda una mujer, asumiendo los riesgos y prejuicios existentes, puesto que había tomado al toro por las astas, al decidir mostrarme como lo que realmente era, una transexual. A partir de entonces no dejaba de observar a las mujeres más atractivas, a las cuales yo alguna vez pudiera asemejarme. Pasaba mucho tiempo en internet observando cuerpos desnudos de impactantes mujeres y especialmente admirando excitantes vaginas, seno, caderas, piernas,en un estado depresivo, puesto que tal actitud me conducía a un placentero sufrimiento con la ilusión de poder posee algun día lo que más deseaba.. Durante las noches de fin de semana ya era inevitable que me transformara en lo que realmente me sentía, en lo que era de verdad, y con tal cambio vivenciaba una serie de conductas femeninas que me brindaban mucha felicidad.. Así fui adoptando paulatinamente durante el día, todo lo que pudiera alejarme del aspecto varonil. Un día de esos Rosmary notó que yo utilizaba polvos compactos y lo negué, le dije que era bloqueador, pero una noche también se dio cuenta que tenía los párpados pintados, también le dije que no era así, y a partir de entonces ella empezó a observarme detalladamente con suspicacias y se me ocurrió decirle que era un metrosexual, dejándola muy dudosa. . En otra oportunidad me coloqué unos pequeños aretes, que fueron vistos por algunos de mis amigos, no dijeron nada, pero le avisaron a Rosmary y yo lo negué, aunque no me creyó.

Hasta que aconteció un hecho que ponía en peligro mi amistad con Rosmary y yo no quería perderla a pesar de todo, me quedaban rezagos del extraño amor por ella, entonces para que no se alejara de mi vida me vi obligada a confesarle la verdad , y ella al enterarse de mi género real se quedó muy confundida, casi desolada, sin saber que decir, pero llegó a reaccionar y poco a poco empezó a comprenderme y aceptarme como mujer, inclusive reconoció que ella había actuado mal conmigo en ciertas ocasiones al no saber mi verdad. Ese inolvidable día amé a mi subyugante amiga más que nunca. Lo que me pasó después fue algo muy extraño. El amor que aún sentía por Rosmary se tornó en una obsesión sexual muy erotizada. No dejaba de pensar en ella, la deseaba con gran pasión y soñaba con hacerla mía. Constantemente solía imaginarme su cuerpo desnudo, acariciándola y besándola por completo hasta llegar a su maravillosa vulva , lo cual me llevaba a un elevado nivel de excitación y alcanzar intensos orgasmos, que también se daban cuando yo imaginaba ser Rosmary misma. Llegué a tener sueños eróticos donde alcanzaba a cumplir esos deseos obsesivos con mi incomparable y bella amiga. Entonces comprendí que se había incrementado mi amor lésbico y a la vez la ilusión de ser como ella. Así paulatinamente mi amistad con Rosmary fue fortaleciéndose cada vez que yo le contaba detalles sobre mi vida transexual, ante su consentimiento, cada vez más flexible, inclusive un día ella me hizo ver una de esas revistas que promocionan cosméticos y me dijo que escogiera algo, lo cual me llenó de felicidad, puesto que me hizo sentir muy mujer, y yo muy emocionada procedí a seleccionar un par de labiales, un delineador líquido, un esmalte y sombras, que a los pocos días Rosmary me entregó. Ya sola en casa y emocionada procedí a probarme tales productos, quedándome maravillada al ver como me quedaban, mas que todo porque procedían de Rosmary que ya me aceptaba como a una amiga mas. Algo que también me hizo sentir muy mujer y feliz, fue cuando ella me envio por internet un mensaje animado propio para mujeres, que se dan entre amigas y dirigido a mujeres, que obviamente significaba que Rosmary definitivamente me veía como a una amiga mas. Por todo esto ame mucho más a mi bella amiga, por aceptarme como lo que era.

Posteriormente noté que mi deseo por poseer a mi preciosa amiga, iva en aumento en forma obsesiva, y me propuse por lo menos conseguir alguna prenda de ella y ponérmela, sobretodo soñaba con sus tangas, sus medias y sus brasieres. Una vez tuve la suerte de que Rosmary me dejara casualmente un sacón suyo y no pude resistir la gran oportunidad de ponérmelo y esto me produjo una gran excitación que hasta llegué a sentir lo que ansiaba, ser ella, y fui inmensamente feliz en el breve tiempo, hasta antes de que volviera ella. A partir de ese día me dedique a reunir algunas de sus ropas y esto lo logre con una serie de ardides o descuidos, hasta que completé todo lo que necesitaba, pero faltaba algo.

De esta forma continué con mi vida normal, de día como varón raro y de noche como toda una dama. Sin embargo ya no tenía reparos en salir durante el día, cuando no trabajaba, mostrando un aspecto femenino que confundía a muchos, sobre todo el pelo largo y suelto. Simultáneamente empecé a informarme en internet sobre todas las posibilidades del tratamiento hormonal y la lipoescultura, puesto que estaba decidida a lograr un aspecto físico muy femenino. Consecuentemente acudí algo maquillada a una clínica, para dar los primeros pasos de mi conversión, donde por vez primera tuve que decirle al doctor lo que yo era y lo que pretendía, entonces inmediatamente empecé con algunas pequeñas operaciones quirúrgicas en el rostro.

Respecto a las ropas de Rosmary, yo sabía muy bien que ella, así como algunas mujeres, acostumbraba llevar una tanga en su bolso, entonces planee esperar que un día ella dejara su oficina en nuestro centro laboral ya que ella siempre dejaba su cartera al lado de su silla, y así, llegó la oportunidad e inmediatamente decidí acercarme sigilosamente a su escritorio, obviamente nadie me veía, y efectivamente el bolso estaba ahí- Luego rápidamente me acerqué a examinar su contenido, hasta que descubrí lo que buscaba y casi me paralicé de satisfacción por completo al ver una tanga de seda roja doblada minúsculamente, y sin pensarlo ni un instante procedí a coger el envoltorio y guardarlo en uno de mis bolsillos , alejándome rápidamente antes de que Ruth me encontrara.

Al tener en mi poder la tanga de Rosmary se me presentó una intensa excitación, casi incontenible y opté por retirarme del centro laboral, antes de la hora, y así me dirigí rápidamente a mi casa y me encerré en mi habitación. Inmediatamente procedí a desvestirme hasta quedarme completamente desnuda. Seguidamente me puse a examinar y observar detalladamente la seductora tanga de mi bella amiga, y note que mi clítoris se iva erectando, y mi desbordante excitación al solo pensar en ponerme la tanga ocasionó que me mojara, por lo cual tuve que limpiarme y relajarme un poco hasta que mi pequeño miembro se encogiera. Finalmente procedí a realizar lo que tanto tiempo había soñado, ponerme la tanga de Rosmary. Temblando de placer principie a deslizar lentamente la prenda por mis piernas, hasta que finalmente esta llegó a contactar con mi parte genital. Mi paroxismo desbordante me elevó a un deleite jamás experimentado. Me sentí más mujer que nunca, me sentí Rosmary, y mi mente me llevó a imaginar posee el cuerpo y el rostro de mi amiga, y especialmente con la existencia de una preciosa vagina entre mis entrepiernas, tener el monte de venus de ella, su pubis, sus atormentadores labios vaginales. Realmente me parecía estar flotando, encontrándome inmensamente feliz. Luego me puse su brasier, sus medias con ligueros y continue con una mini falda y blusa suya, y calzados muy similares a las que gustaba usar mi linda amiga. Luego continue con el maquillaje, al estilo de mi amiga, logrando obtener un rostro algo parecido al suyo, inclusive peine mi larga cabellera como ella la llevaba. Hasta que transcurrida mi placentera labor, mirándome al espejo, veía solamente a Rosmary. Yo era ella finalmente. Concluí con el pintado de mis uñas. Y así luego de algunos accesorios y arreglos complementarios, tomé mi ..bolso y decidí salir a la calle, hecha toda una dama, dispuesta a todo, adoptando el nombre de mi amiga, Rosmary, en el inicio de mi nueva vida nocturna....

CONTINUARÄ..