Mi conservadora tía se torna en maestra y amante
Creo que como todo buen relato, necesita de lo lean y recién saquen sus conclusiones... sólo les adelanto que es real!
Todo ocurrió en el verano del 98, era un verano muy particular, los días eran más calurosos de lo normal, y por consiguiente también la noche. Estaba en casa de mi abuela, una casa algo vieja, de construcción antigua. Hay un corredor en la planta alta que por un lado da una vista al patio y el jardín, ambos muy extensos, y por el otro hay un gran ventanal que es el cuarto de mi abuela; al final del corredor se encuentra el baño.
Tenía yo entonces 18 años, y aún gustaba de jugar con mis primos menores, de un pelotazo rompimos uno de los vidrios de la puerta del baño, aquel que por su cercanía a los postes de la puerta casi tocaba el ventanal del cuarto de mi abuela. Como ya era tarde y no había en dónde comprar el cristal, sólo se puso una toalla para cubrir el hueco en el cristal. Todos salieron de la casa quedando en ella solo mi tía y yo; estaba yo en la sala cuando la vi que se preparaba para darse un baño, aprovechando la soledad de la casa y la cercanía y resguardo de la habitación de mi abuela decidí preparar todo, y dispuse a espiar a mi "riquísima" tía; así que fui hasta el baño y acomodé la toalla de tal modo que me diera un ángulo de visión directo a la regadera GENIAL, coloqué la videocámara tras la ventan del cuarto de mi abuela, ya sólo me quedaba esperar. Regresé a la sala para no despertar ninguna sospecha y entonces vi salir de su habitación a mi tía con sólo una diminuta bata de baño negra. WOW se veía tan sexy que de inmediato, y pensando en lo que estaba apunto de ver y que deseaba desde que despertó en mí el deseo, sentí una enorme excitación.
Ella entró en el baño y se desnudó cosa que no pude ver desde mi posición, la cámara estaba montada esperando la aparición de esa bella mujer, tardó mucho tiempo y por un momento creí que se había dado cuenta, y comencé a sentirme inseguro, pero todo eso se fue cuando la vi aparecer completamente desnuda bajo la regadera. Me moría de ganas por tocarla, quería acariciarla, sentía en mi cuerpo una sensación nueva, no era lo mismo a lo que me hacia sentir las chicas de mi edad. Una suave brisa nocturna corría, y se colocó por el hoyo en la ventana, el contacto del viento fresco con su piel cubierta con la tibia agua, fomento el erizamiento de sus pezones, yo disfrutaba de ese espectáculo, e instintivamente mi mano se dirigió a mi pantalón y desato mi pantalón con ansias, mi miembro estaba sumamente caliente y erecto, yo sólo podía mirar e imaginar y desear con toda mi fuerza que esa mano que acariciaba mi piel era la de ella. Desde el lugar en donde estaba sólo podía ver sus pechos, y eso me tenía un poco molesto, yo quería ver más, la quería a ella, quería poseerla, deseaba ser el agua que recorría su cuerpo, deseaba conocerla, entrar en ella inundar cada espacio en su cuerpo perfecto, recorrer su piel, hurgar en su intimidad, entrar en todos sus recovecos; pero sólo estaba ahí deseando.
Entonces la toalla se movió cubriendo por completo la ventana a mi gloria temporal. No sabía qué hacer, tenía que seguir viéndola, tenía que hacer algo para conseguirlo; y sin importarme nada salí de la habitación de mi abuela, caminé silenciosamente por el corredor y llegué hasta la puerta del baño, corrí un poco la toalla y una vez más pude verla en ese momento me olvidé de todo. Mi respiración se aceleró, mis pupilas se dilataron permitiendo la entrada de esa bella imagen, pero quería ver más. Así que abrí un poco más la cortina; ella se dio cuenta pero continuó con su baño, de pronto cerró la regadera, y tomó del tocador una bolsita de la que sacó una pequeña toalla blanca, se sentó en la bañera y comenzó a limpiar su sexo, apoyando su pie en el lavamanos, pude ver el esplendor de su sexo, rasurado llamándome, invitándome a ir por él, pero me separaba una puerta y un prejuicio familiar. Estoy casi completamente seguro que ella notó mi presencia tras la puerta, por que su lavado era cada vez más profundo, y en su rostro se dibujaban gestos de placer, hasta que dejo a un lado la toalla y comenzó a tocarse, yo estaba que no me lo creía. Quería tumbar la puerta entrar y hacerla mía. Cuando hubo terminado se puso nuevamente en pie, y se dirigió hasta la regadera, sin dejar de ver a la puerta, abrió la regadera y continuó con su baño mirando siempre de reojo a la ventana. Cuando estaba dispuesta a tallar su cuerpo el jabón resbalo de sus manos, ella se empinó completamente a recogerlo, dejando a mi vista, la piel rosada de su sexo húmedo. El movimiento en mi mano se torno cada vez más violento, y en un descuido mi mano toco la puerta, espantada se dio la vuelta y al verme me grito QUÉ HACES AHÍ¡¡¡¡? Y me arrojó el jabón en la cara.
De inmediato salí corriendo del lugar y fui directo a su cuarto, vi sobre su cama su ropa, y busque la interior, era una tanga muy pequeña de color guinda, sin pensarlo comencé nuevamente a masturbarme. Mis sentidos estaban completamente fuera de sí, que no escuché la puerta abrirse, y de pronto Sólo sentí sobre mí una mirada penetrante, que me obligó a voltear y ahí estaba ella, sentada en su buró con la mano bajó la toalla, sin decir nada se levantó y caminó hasta donde yo, no sabía qué hacer, mi pene aún en la mano seguía erguido, estaba muy nervioso no sabía qué esperar, se acercó a mí, me miró; su mirada era una mezcla de ternura, repudio y sensualidad, me quitó la prenda de la otra mano, en ese momento me sobresalté, como si hubiera despertado de un letargo, y espantado traté de cubrir mi evidente excitación, tomó mis manos y las puso sobre sus nalgas, son tan ricas; ya en anteriores ocasiones las había tocado mediante un roce, o al sacar algo de su bolsa, pero esta vez fue diferente. En ese momento miles de ideas ocupaban mi cabeza, experimentaba mil diferentes sentimientos.
Casi sin darme cuenta le quité la bata, y al instante mi boca estaba en sus enormes pechos, mientras mis manos vagabundeaban en su cuerpo su cara era de placer absoluto, poco a poco me despojó de la ropa hasta quedar desnudo, no pude aguantar más y metí uno de mis dedos en su cavidad vaginal, estaba tan caliente que casi me quemaba, pero su humedad acopló al invasor, se recostó en la cama, y entonces pude besar su piel completa, a mi antojo, la recorrí una y otra vez, desde la punta de sus pies hasta su boca, primero de frente pasando por sus muslos, llegando a su vientre, jugando con su ombligo, escalando sus pechos, rodeando su cuello, empapando su boca; y luego por la espalda, midiendo cm. a cm.
La extensión de sus largas y bien formadas piernas, llegando hasta sus nalgas fenomenales, dando pequeños mordiscos, posando mi lengua justo en el centro de su espalda, subiendo y bajando desde las nalgas hasta la nuca. Sus piernas se abrieron ante mí invitándome a beber de ese elixir maravilloso, mi lengua jugueteaba con su escurridizo clítoris mientras mis dedos cavaban en su estrecha piel. De pronto sin decirme nada se levantó y me tumbó en la cama, se puso casi sobre mí y empezó a mamarme, WOW nunca nadie lo había echo así, cambiamos de posición para esta vez montar un 69 no soporté más, estaba apunto de estallar, le dije que se quitara para no ensuciarla y me dijo que quería tragarlo exploté dentro de su boca y cuando hubo probado un poco sacó mi pene de su boca para recibir el faltante en su cara, la vista de su rostro y su boca llenos de mi semen incremento mi excitación.
Cambiamos de posición quedando esta vez ella sobre la cama boca abajo la arrastre hasta la orilla de la cama, para imitar una posición que había visto en una revista algunos días atrás, ya en el borde de la cama la tome por la piernas, tratando de abrirlas al máximo y la jalé hacia mí, la penetración fue un poco difícil, por que ella es muy estrecha y yo algo ancho, pero poco a poco logré entrar, su paredes estaban dilatadas al máximo, y yo podía sentir en mi miembro invasor las palpitaciones de su sexo, solo podía escuchar sus gemidos y mi agitada respiración, me pedía cada vez mas fuerte y mas rápido, hasta que ya no pude más y exploté dentro de ella, caí casi sin fuerzas sobre ella, pero no era suficiente queríamos más, así que tras un ligero descanso, la coloqué otra vez en la orilla de la cama, esta vez poniendo una almohada bajo su cadera, y con sus piernas en mis hombros, esta vez la penetración fue mucho más fácil y profunda, entré en ella de un solo empuje, y un suspiro involuntario escapo de su pecho generando un ligero gemido. Ella ya se había corrido algunas veces, sus ingles y la cama estaban mojadas, muy pronto entramos en ritmo, y el movimiento unísono de nuestros cuerpos producía ruidos extraños jajajajaja. Mis embestidas eran cada vez más fuertes y profundas, una oleada de placer recorría nuestros cuerpos, y terminamos una vez más, esta vez al mismo tiempo, ella me apretó contra sí con las piernas muy fuertemente.
Me tomó de la mano y me llevó hasta la sala y ahí frente al los retratos de mis abuelos y tatarabuelo y familiares, se arrodilló en el sillón, inclinando su cuerpo hacia el respaldo, metió un dedo en su boca y ya ensalivado lo paseó por alrededor de su ano, entrando y saliendo muy despacio y después más rápido, yo me masturbaba una vez más, pero me pidió que hiciera lo mismo. Cuando hubo estado lista, me pidió que esta vez se lo diera por atrás, - Pero despacito, que me lo estrenarás- Me coloqué tras ella y la tomé por las nalgas, enfilando la punta de mi lanza a la boca de su ano, de un golpe, pero poco a poco metí solo la cabeza, un gemido de dolor salió de su boca, y para el segundo golpe metí casi una tercera parte de él, se estaba ya acoplando a mí cuando de un empujón metí todo el restante, en su cara se reflejaba una mezcla de dolor y placer, dentro de ella se libraba una guerra entre el sigue y el detente, me apretaba muy fuerte, pero me gustaba esa sensación. Una vez más terminé dentro de ella, esta vez irrigando sus entrañas, con mi semen, al sacarlo lo llevó directamente a su boca, y lo mamó hasta dejarlo completamente limpio, al terminar nos fundimos en un apasionado beso, y nos quedamos tumbados en la cama, sólo abrazados, desnudos, piel con piel. Me vestí y salí de su habitación, fui a la sala y encendí el televisor en el momento justo en que mi madre y mi abuela llegaban a la casa, desde ese día dejo de ser eso para convertirse en mi mejor amiga. Las paredes de esa vieja casa guardan muchos de mis secretos que en alguna otra ocasión les contaré.