Mi confusa venganza gozada ante sus ojos

El juzgar de ante mano desperto lo caliente y putita que había dejado atrás.

Mi nombre es Adriana, no tengo un cuerpo perfecto pero si deseable, tengo 23 años, casada con L y tenemos un hermoso varón. Soy enfermera, y ahora soy de las que curan bien.

Lo que les voy a contar lo hago porque se que el nunca lo va a leer ya que no puede hacer mucho.

En mi vida adolescente me encantaba seducir y dejar que los hombres me desearan. Si alguno me gustaba como novio, tenia que sufrir un poco para tenerme en la cama. Me encantaba ver como gateaban a tus pies o te seguían como perritos por una buena carne, los dejaba locos, enamorados y bien mansitos.

Dejarlos mansitos hace que puedas sentarlos en el sofá mirando televisión,

y en la cocina le preparas la cena con su mejor amigo mientras el te folla despasito sin hacer mucho ruido. Por suerte todos mis novios tenían lindos amigos bien dotados. Nadie se salvo de los hermosos cuernos. No se por que, pero así te respetaban mas que siendo fiel. Luego tenia que dejarlo, esa era la parte que

mas disfrutaba, creo que me excitaba el hecho de sentirse tan deseada, que te supliquen que no los dejes sabiendo los pequeños cuernos que tiene.

Con L no pude hacer lo mismo, el me atrapo y no me pude escapar. Es romántico, sensual, dulce, cariñoso, compañero. Un perfecto amante. No pensaba solo en la cama, tal vez eso fue lo que me atrapo. Lo único malo eran sus parientes. Tenia algunas primas que se dedicaban a la prostitucion. Siempre fue la discusión ya que el solía acercarlas hasta la casa de su tío y eso no me gustaba. Acordamos que no lo haría mas. Tal vez la familia, la edad, la profesión me hicieron cambiar de actitud.

Lo cierto es que a L no le fui infiel, siempre lo respete y suponía que el también. Incluso estando de guardia como enfermera tenia propuestas de doctores y aunque me tentara pensaba en el y en muestro hijo y simplemente ignoraba las indirectas. Una noche cuando salía de turno y me dirigía al coche donde estaba mi marido esperándome. Raul, un doctor nuevo, muy hermoso y con una reputación de buen dote por excelencia, me dice:

  • Adriana, te puedo acercar a tu casa si quieres.

  • No gracias Raul, mi marido esta a la vuelta esperándome. Tal vez otro día cuando el no pueda venir.

  • Espera un segundo, sabes que me gustas mucho y se que ignoras mis indirectas, pero cuando me darás la oportunidad de conocerte un poco mas.

  • Lo siento, ya estoy casada y no tengo intenciones de tener aventuras.

Caminamos hasta la puerta y me despidió con dos besos mientras me apretó fuerte la cintura con una mano y dejo caer suavemente rozando mi colita. Sentí que me empezaba a calentar el echo de tenerlo a mi marido mirando como el doctorcito se pasaba de listo en un simple saludo. L se puso un poco celoso y me pregunto

  • A todas las enfermeras le despide con dos besos ?

  • No, solo a mi. Las otras se van con el quien sabe donde a despedirse de otra manera.

  • Y fue necesario la mano en la cintura ?

  • No te pongas así L, sabes que te amo y no tengo intenciones de coquetear en el trabajo. Dejémoslo ahí si?

  • Discúlpame, es que me molesto como te miraba ...

  • Listo si?

La noche siguiente tuve la gran sorpresa de mi vida. Resulto que un paciente había chocado con su coche y estaba gravemente herido en la clínica. Estaba acompañado de una señorita que por su pinta era una de las que cobran para pasear en auto, una autentica putilla. Me toco dar el ultimo recorrido a los internados cuando veo que mi marido esta prácticamente enyesado y en la cama. Me quede helada viéndolo medio dormido, medio despierto, como atontado y bobo

por la anestesia.

De pronto llega el doctorcito Raul y me dice:

  • Pobre, es el que choco con el coche hace unas horas. Le salió bastante cara la jodita de tirarse a una putilla.

  • Pero Raul !!, es mi marido !!. - Le dije sin entender bien lo que estaba sucediendo.

  • Al parecer estará aquí toda la noche y no podrá llevarte a casa. Se merece por no cuidarte !.

Me quede un instante helada mirando a mi marido tendido en la cama, me daba lastima pero pensaba en que estaba con una putilla cuando choco, no sabia que hacer. De pronto siento que Raul se acerca por detrás y me dice al odio:

  • Para esto te cuidaste tanto? Ahí tienes a tu maridito fiel tirándose a putillas.

Nunca había sentido la humillación de que te metan los cuernos. Al oír eso sentí unas ganas de ahorcarlo vivo, pero ya estaba ahí en la clínica casi muerto.

Me coloque frente a mi marido y lo estaba mirando con lastima y furia a la vez cuando escucho que se llavea la puerta y  siento que las manos de Raul me acarician la cintura y me dice:

  • Es ora de sacarte las ganas. No crees ?

Sentí como el gran bulto de Raul se colocaba justo en el centro de mi colita. No supe que hacer Me estaba calentando y estaba pensado que seria una buena venganza pero me daba pena mi marido. Las manos de Raúl recorrieron mi vientre tan suavemente y se detuvieron en mis pechos, desprendieron mi chaquetilla lentamente y para sorpresa de mi marido y de raul solo tenia el sostén y una tangita debajo de la chaquetilla. Esos días de calor me iba vestida así ya que nadie se daba cuenta.

  • Raul no puedo hacerle esto a mi marido ...

  • No harás nada malo, simplemente míralo. No te puede ver bien, tampoco te escucha. Ya estas en frente a el casi desnuda y no te ha dicho nada ....

  • No Raul ... detente por favor.

  • No te saques! Deja tu colita pegado a mi paquetito. Se que te gusta porque la mueves como pidiendo que te penetre y aparte tu bragita esta toda mojadita mmmm....

  • Raul saca tus manos de miii... haaaaaaa  .... mmmm ....

  • Ves Adriana, mi deditos ya están derretidos ahí adentro de tu cuquita que ya esta bien mojadita. Parece que tu maridito quiere decirte algo.

  • Esta moviendo la cabeza como diciendo NO.

  • Que pena no? ya es tarde. Te haré mía frente a sus narices para que aprenda a cuidarte.

  • No .. Raul ... detente, es que yo ... no.. no mmm ... si... si, papito, siii. asme gozar que no aguanto mas. Deseo tener todo ese paquetito dentro de mi ... glup.

  • Ai la tenes, chúpala, comete toda, límpiamela bien como buena enfermera! Pobre tu maridito míralo como lagrimea el maricon. Le dolerá tal vez verte como putita sin poder hacer nada Míralo pero no dejes de chuparte mi rabo putita.

  • No soy una putita solo me estoy vengan.....

  • No hables perrita y solo chupatelo todo que lo haces muy bien.

No sabia si detenerme o seguir. No quería parecer a las otras enfermeras que se acostaban con el pero savia que a todas las trataba asi. Cuando pense en detenerme escuche la conversación de algunos enfermeros de la otra sala que comentaban que el tipo de auto en realidad estaba con dos putas pero a una la llevaron a otra clínica. Eso hizo que todo explotase, al muy carbón de L no le bastaba una, tuvo que llevarse a dos mientras yo trabajaba. Entonces me prendí mas fuerte por el enorme paquete de Raul lo acerque hasta la cara de mi marido y empece a mamarlo con mas ganas.

Ya había florecido nuevamente lo putita que tenia guardado y que no pense que me saldría mas. Metia el rabo de Raul asta el fondo y lo sacaba limpito, me encantaba verlo bien brillante y liso, lo movía con la mano, le acariciaba los huevos bien afeitados mientras miraba a mi marido ahi tirado con una cara de lujuria o excitación y putita a la vez cuando sentí que tenia mi primer orgasmo. Raul me agarro de los pelos y me llenaba la boca con su rabo enorme y grueso. No tardo en llenarme la boca de su espesa y abundante leche bien calentita que me la acumule todita en la boca. Tenia pensado tragarme todita cuando sentí que yo no debía hacerlo aunque me gustara. Tenia que dedicárselo a mi marido el carbón jodido que no podía moverse un centímetro.

Me levante, me di vuelta y deje que Raul me saque las bragitas mientras me incline a darle un beso apasionado y cariñoso a mi marido y le deje en su boca toda la leche de Raul. Intento moverse pero no podía ni pestañear. Con algodón en las narices no le quedo otra que tragarse toda esa mezcla que siempre quería que yo me trage.

Estaba inclinada apoyada en el borde de la cama mostrándole mis tetas a mi marido y mirándolo y detrás mío estaba Raul acariciando mi colita y yo estaba deseando que me chupe mi cuquita mojadita. Giro mi cara y le digo

  • Anda Raul, chúpame al cuquita por favor!

Mirándome fijo me dice:

  • Las putitas chupan pija y entregan su colita nada mas, el resto lo tiene que hacer el marido.

Sentí como de un solo golpe me enterró todo ese paquete en mi cuquita y empezó a follarme de cuatro frente a mi marido. En cada embestida movía todo mi cuerpo acercando mi cara a la de L eso me calentó mucho y me vine nuevamente. Raul no paraba y se movía cada vez mas. De pronto sentí que apretó mis pechos fuerte y me lleno de semen toda mi conchita. Sentí que mi vientre se llenaba de semen, era como una bomba de agua que se rompía y salía en abundancia. Cuando deposito todo eso en mi conchita, la cerré fuerte para que no se escapara ninguna gotita. Raul me dice :

  • Ahora puedes pedirle a tu maridito que te chupe la conchita.

Sentí que debía hacerlo, que era el broche de cierre para dejar bien clara mi venganza y hacerle ver hasta de lo que era capaz. Me subí con mucho cuidado a la camilla, deje mi cucuita justo sobre la boquita de mi marido que la tenia abierta ya que era la única manera de respirar que tenia, Afloje mi conchita y deje caer toda esa mescla en su boca. Intento cerrarla pero le costaba mucho por la anestesia. Cuando logro cerrarla ya no quedaba nada dentro de mi conchita. Metí mi dedo y saque un poquito y se lo pase por sus labios como sellando la venganza.

Cuando me baje Raul estaba esperándome con su rabo semi erecto y me dice:

  • Vamos putita, aun tenes que limpiarlo bien.

Me hizo arrodillar y sin decir nada se lo limpie con mucho gusto. Me levante lo mire fijamente y le dije:

  • Vamos Raul, como putita que soy ahora tendrás que pagarme!.

Me miro sorprendido pero se dio cuenta de que hablaba enserio. Simplemente le pedí la mitad de su sueldo. Eso lo haría pensar la próxima vez que quiera cogerme.

Mi marido ahora esta en silla de ruedas, solo mueve un poquito la mano izquierda. Como buena esposa y enfermera ahora cobro por su invalidez, y lo cuido. Aveces me pregunta si fue verdad o no lo que piensa que sucedió. O si fue una

alucinación por su estado o no. Lo ultimo que recuerda es haber levantado a sus dos primas para acercarlas hasta la casa de su tío.

Mi respuesta siempre es la misma:

  • Mi amor, ya te lo he dicho, si pensas que yo hice todo eso, yo podría pensar que las putillas que estaban en el auto no eran tus primas.

Lo cierto es que si eran, pero ya habían despertado lo putita que solía ser.