Mi compañero de piso Erasmus (3)

Continuación del relatos sobre mis compañeros de piso. Cómo hay relaciones que perduran y cómo las hay que no , dejando paso a nuevas.

NOTA: Recomiendo leer las partes anteriores para seguir ésta.


A partir de ese día Daniel empezó a dormir en mi cama conmigo. Se mostraba más cariñoso si cabe. Mi cama era de cuerpo y medio (1,05m) por lo que los dos cabíamos justos. Por lo menos en Valencia a mediados de Marzo aún no hacía calor y podíamos dormir los dos debajo del edredón abrazados. El cuerpo de Daniel parecía siempre estar más caliente que el mío, convirtiéndose en una estufa humana y acabé por dormir en ropa interior o desnudo sintiendo su piel calentarme y protegerme por la noche. Recuerdo esas noches como de las que mejor dormí, tranquilo, plácido y con la sensación de que nada malo podría pasarme.

Me despertaba antes que él normalmente y me quedaba mirando como dormía con todos los músculos de su cara relajados y parecía que incluso durmiendo podía sonreír. Cuando nos levantábamos él se duchaba mientras yo preparaba algo de desayuno, desayunábamos juntos y yo me arreglaba mientras él fregaba los platos. Me encantaba que hiciera eso, no me gusta nada lavar los platos.

Por las noches yo me ponía a leer en mi habitación mientras él veía la tele en el comedor o jugando al ordenador. Y cuando quería venirse a dormir, venía y se echaba encima de mí rodeándome con sus brazos y frotándome el paquete en uno de mis muslos o nalgas. Yo notaba como su paquete iba engordando por segundos mientras él me decía guarradas como:

-Estuve todo el día pensando en tú chupándome la polla-

-Tengo mucha leche para ti crezcas-

-Quiero follarte la boca pequeñita hasta mis huevos en tu cara-

Todo esto lo decía mientras se quitaba la ropa que tuviese y empezaba a escalar por mi cuerpo frotando su entrepierna por toda mi anatomía, como marcando su territorio. Yo me giraba, quedando bocarriba extremadamente cachondo, y lamía cada centímetro de su piel que se ponía al alcance de mis labios. Sus brazos se llevaban mordiscos en los bíceps, su pecho besos en los pezones y su duro vientre lengüetazos en el ombligo. Lo adoraba y a él le encantaba mi adoración. Finalmente su polla se frotaba con mi cara hundiendo mi nariz entre su vello púbico, su gruesa barra de carne y sus testículos. El aroma era suave pero persistente en la nariz y me parecía uno de los mejores afrodisiacos del mundo. Normalmente a partir de ahí me follaba la boca suave  y profundamente a su antojo. Hasta que al final se corría en el fondo de mi garganta. Otras veces si estaba más tranquilo o cansado se tumbaba y me dejaba chuparle la polla tranquilamente a mi placer hasta que se corría levantando su cadera y apretando mi cabeza contra ella. Yo tragaba el delicioso manjar al que ya era adicto. Luego limpiaba cada uno de los pliegues de la piel de su polla. Finalmente  subía hasta quedar los dos a la altura y dormíamos abrazados, o yo con mi cabeza en su pecho o brazo.

Mi relación con Sara creo que iba a mejor. Todas las veces que no me corría con Daniel repercutían en que estuviese más cachondo con ella y me comportara como un campeón. Incluso sin tener una gran polla (16cm) me la follaba 3 o 4 veces la misma noche y volviéndome más dominante con ella, cosa que al parecer le encantaba. Me volvía loco cuando por fin podía descargar a gusto y un instinto salvaje se apoderaba de mí para poder estar entrando y saliendo de ella toda la noche como un animal mientras lamía y mordía todo su cuerpo, desde su cuello hasta sus caderas pasando por sus grandes tetas. Le follé por primera vez la boca, aunque ahí me controlé un poco. Alguna noche me la follé a 4 patas pensando que era Daniel el que estaba delante de mí con su fantástico culo duro al que daba fuerte palmadas mientras me lo follaba para después correrme en lo más profundo de su estrecho trasero mientras masturbaba su enorme polla. Los gemidos de mi novia corriéndose con mi rabo aun dentro suyo y mi mano masajeando su clítoris me devolvían a la realidad. Ella me preguntaba con la voz entrecortada que desde hacía un mes que me había vuelto mucho mejor en la cama, con más fuerza que qué me pasaba. Yo le respondía cariñosamente, como en broma, que era como Asterix, que tenía mi pócima secreta y me la tomaba antes de venir a verla. Ahora lo pienso y no sé si considerar eso una mentira, sólo que la pócima venía en una botella un tanto peculiar.

El resto de mi vida había cambiado poco. La universidad continuaba siendo un coñazo, tenía a mis amigos con los que pasaba mis penas y glorias, saliendo de cervezas muchos días. Continuaba yendo al gimnasio aunque la maldita barriga de la felicidad no se me iba, de hecho parecía que aumentaba. Claro está que las copiosas cenas que me hacían preparar los germanos no ayudaban. Su plato favorito era solomillo de cerdo con salsa de champiñones que yo preparaba con nata y brandy y acompañaba de arroz blanco. Se podían comer casi un solomillo pequeño por cabeza. Así que claro que no perdía peso, sino que aumentaba. Yo pensaba que Kazim por ser musulmán no tomaría, pero me explicó que su familia y él simplemente no bebían que cerdo sí que comían.

Durante Las fallas, la fiesta tradicional de Valencia, Daniel y Kazim se vinieron con mis amigos, Sara estaba de viaje con sus padres así que Daniel y yo casi actuábamos como novios cuando no había nadie cerca. Kazim por su parte, aunque estaba bien incluido entre mis amigos apreciaba más nuestra compañía aunque sólo fuera por estar en confianza. Su cariño hacia mí había aumentado y se mostraba detallista conmigo pero no en exceso. Algún día dejaba entrever que le encantaría volver a repetir lo de la mamada pero al final yo no me lo tomaba en serio y siempre acababa yendo con Daniel a la habitación.

Una de las últimas noches de Fallas todos bebimos bastante y al final a las 3 nos despedimos de mis amigos y nos fuimos para casa tambaleándonos y cantando alguna canción que no recuerdo bajo la luz naranja de la ciudad y sorteando toda la gente que estaba de fiesta.

Al llegar a casa yo me desnudé y me metí en la cama mientras Kazim y Daniel tomaban unas galletas para que les bajara el alcohol. Yo iba un poco mejor que ellos pero más cansado. Cuando Daniel entro en mi cama se acostó encima de mí como de costumbre. Yo esperé que empezara a subir por mí pero no me dejó darme la vuelta y empezó a frotar su paquete de un lado de mi culo al otro. Alternando entre mis nalgas para apoyar su bulto. Sentía su vello púbico y su enorme y caliente verga empujando mis glúteos junto con su peso y temperatura en mi espalda, quemándome. Cuando cambiaba su polla pasaba por en medio de mi raja donde Daniel se apretaba contra mí encajando la barra de carne entre mis cachetes. Me parecía raro pero lo dejé hacer. Después empezó a frotar su pene directamente en mi raja como haciéndose una cubana. Ahí empecé a sospechar por donde iban los tiros:

-Dani, ni se te ocurra hacer nada más- le dije serio

-No no no voy a hacer nada solo frotarme un poquito y ya- me dijo muy convencido. Mientras continuaba haciéndose un masaje entre mis dos nalgas- Son muy suaves y blanditas, me gustan- Al decir esto se incorporó un poco dejando cada uno de sus muslos a un lado de mi cadera, cerrando mis piernas y metiendo su polla entre ambas. Ahora su cabeza se frotaba inclinada hacia abajo, creando presión cuando pasaba en toda mi raja, en especial en mi ano.

-Daniel, no puedes metérmela, ¿Lo tienes claro? No quiero que lo hagas- Se lo dije muy serio, no quería que eso pasara, tenía miedo.

-No no, pero cuando yo corro puedo poner la punta en el agujero ¿sí?- me decía excitado por el roce.

-Pero no la metas Dani, por favor- Ya no sé si la quería o no, se sentía bien ahí, el calor y el morbo, pero tenía miedo, sabía que iba a doler y no quería convertirme en un maricón.

  • No no no, yo no, sólo la punta y ya- decía cada vez haciendo más presión en mi raja y por tanto en mi agujero. Se levantó y puso un cojín debajo de mi cadera levantando mi culo otra vez.

Se volvió a acostar encima de mi rodeándome con sus brazos, su aliento que rozaba mi oreja olía a alcohol y notaba el vello de su pecho haciéndome cosquillas en la espalda mientras todo su peso parecía que se concentraba en su enorme rabo que se frotaba en mi culo. A los pocos minutos se incorporó y se volvió a poner en la postura anterior, ahora dejó caer saliva donde mi culo estaba tocando a su glande. Con una mano se apoyaba en el centro de mi espalda, con la otra apuntaba su polla hacia lo que hasta ahora había sido una salida.

-Dani, sólo la punta por favor- le supliqué

-sí sí-decía él, pero creo que ni me escuchaba.

Al final hizo fuerza y la cabeza de su pene empezó a atravesar mi esfínter. Todo se convirtió en una pesadilla mientras un dolor punzante me recorría. Pero nunca se detuvo en sólo eso y continuó invadiéndome. Yo empecé a llorar por el dolor y la impotencia, le pedí que parara que me dolía, notaba como me estaba partiendo en dos. Intenté salir de debajo suyo pero era demasiado grande y fuerte para hacerlo. Me atravesaba lento, nunca hizo un golpe brusco. Y cuando estuvo completamente dentro se tumbó otra vez encima de mí y me abrazó besando mis lágrimas, besando mi cuello y mordiendo mi hombro. Noté su cuerpo más cerca que nunca, sus músculos y su vello por toda mi espalda y nalgas. Ahora sí que no me podía mover.

-Ya está toda dentro, ahora eres mío- me susurraba al oído. Con la intención tranquilizarme- tu culo es tan estrecho mmm y calente- ronroneaba como un gato. Empezó a salir poco a poco, pero cuando llevaba la mitad volvió a arremeter. Me estaba follando, ahora era oficial, lo hacía muy despacio pero su polla era tan gorda que aun notaba como si me estuviesen partiendo en dos.  Sollozaba y me quejaba pero sus oídos eran sordos a mis suplicas. En unos pocos minutos sin haber acelerado a penas la follada se corrió dentro de mí. Yo aún tenía lágrimas de la impotencia y noté como su polla se hinchaba en lo más profundo de mí y se vaciaba chorro a chorro con un grave gruñido al lado de mi oído y mientras me aprisionaba con sus brazos contra su cuerpo.

Se dejó caer en la cama al lado de mi cuerpo, recuperando su aliento ajeno a mí. Yo lloraba, era impotencia y dolor de que alguien a quien querías tanto te hubiera hecho eso. Con la poca fuerza que me quedaba, puse brazos y piernas hacia él y lo empuje fuertemente de la cama. Él no esperándoselo cayó y cuando se levantó para ver pasaba vio mi cara, llena de lágrimas y de resentimiento. Me encontraba furioso. Me había hecho daño. Su cara cambió a miedo, intentó acercarse a mí, se estaba dando cuenta de lo que acababa de pasar.

-Ángel… yo… no…- tartamudeaba.

-¿Cómo me has podido hacer esto?¡Joder, te dije que pararas!¡VETE DE MI HABITACIÓN!- grité fuera de raciocinio, llorando.-¡VETE!

-Pero, no te he hecho tan…- intentó argumentar, tratando de convencerse a sí mismo

-¡NO TE QUIERO VOLVER A VER NUNCA!-mi cara estaba congestionada, llena de lágrimas- ¡VETE A TU HABITACIÓN Y NO VUELVAS A PISAR ÉSTA!- le gritaba lleno de ira con la vista borrosa por la rabia y las lágrimas a partes iguales. Se quedó callado, no se movía y su cara le cambió a un gesto de dolor que nunca le había visto.

Me levanté, lo empujé fuera de mi habitación y cerré la puerta. Esa noche solo sé que me dormí llorando, ya no por el dolor, sino por la pérdida del primer hombre que quise.

Al día siguiente, mi cabeza seguía con la misma idea y cambié para evitar todo contacto con Daniel. Me convencí de que todo era culpa suya, de que era el malo. Ya no cocinaba, me hacía ensaladas o platos para uno, ya no entraba en el baño a su misma hora, ya no le ayudaba con los deberes. Intenté no fijarme en él para nada más. Quería volver a ser hetero que mi cabeza no dudara, no rayarme. Al final cuando Sara vino del viaje hice la maleta y me fui 3 días a su casa. Ella lo notó, notó que algo había pasado, intentó consolarme, incluso haciéndome alguna de sus estupendas mamadas. Me fui tranquilizando y volviendo a mi vida normal. Pero tenía que volver al piso. Y la verdad es que echaba de menos tener un hombre para mí en casa.

Allí la dinámica había cambiado, bueno Kazim y Raúl seguían igual. Yo empecé a juntarme más con Kazim, cenábamos juntos la mayoría del tiempo. A Daniel no se le veía nunca, no sabíamos si estaba o no. Tendría una rabieta como el niño pequeño que era.

Una noche, mientras Kazim recogía los platos se acercó a mi lo suficiente como para que su paquete se restregara bien contra mi brazo, ya que yo estaba sentado. De hecho se paró ahí y dijo:

-Yo lavo los platos, ¿tú quieres lavar otra cosa?- mientras sus caderas frotaban el bulto contra mí y se mordía el labio inferior.

Yo no quería pero fui débil a sus insistencias y al final le dije que le esperaba en mi habitación cuando acabara con los platos. Me acosté a leer. Llegó:

-Tú fuera cama, yo me acuesto- me dijo en cuanto cerró la puerta. Me levanté de la cama en un saltó y él se acostó.

-Desnúdame- me dijo un poco seductoramente. Yo sin decir nada me acerqué y  empecé a descubrir la piel morena de debajo de su ropa.

Cuando solo le quedaba unos bóxer rojos pegados a su cuerpo empecé a besarle el ombligo, no necesitaba más órdenes, pensé en ir despacio, pero él  tenía otra idea. Me cogió de la cabeza y empezó a frotar su bulto fuertemente contra la cara, levantando sus caderas para poder hacer más fuerza. Su olor penetró mi nariz poseyéndome y provocando que mi boca se hiciera agua.

Definitivamente esto iba a ser algo distinto a Daniel, antes de quitarse el bóxer, subió mi cabeza hasta su axila con algo de vello agarrándome el cabello con una mano y me hizo olerle mientras me decía:

-Ole, ise es el olor de tu macho-  a mi no me disgustaba el olor pero tampoco me entusiasmaba, lo que me ponía cachondo es que ese niñato hiciera de mi lo que quisiera.

-Ahora chiupa despacio, disfruta- decía mientras me empujaba la cabeza hacía abajo y se quitaba el bóxer con una mano, dejando a la vista ese precioso miembro moreno, circuncidado, largo y morcillón. Le di un beso en el glande  con cariño como si fuera un amigo al que hace tiempo que no veo.

Al contrario que Daniel, Kazim tenía esto preparado, lo noté porque vi su vello recortado o depilado casi todo el cuerpo,  solo tenía un poco en las axilas y justo encima de la polla la verdad es que era más cómodo chupar una verga con el vello recortado. Empecé a juguetear con mi lengua en su cabeza, él sólo sonreía y se dejaba hacer. Yo subía y bajaba por su tronco, metiéndome hasta la mitad su polla. La sacaba y me daba golpecitos en la lengua, luego en la frente mientras le chupaba los huevos. Él parecía el niño más feliz del mundo. Su enorme y larga polla hacía rato que se encontraba al 100%.

-Chiúpala intera, vamos, como la otra vez- decía mientras ponía su mano en mi cabeza y empujaba hacia abajo. Acostumbrado a un grosor mayor, la suya pasó sin mayores problemas, me quedé unos segundos ensartado por su polla porque es lo que me gusta que me hagan a  mí. Mis manos recorrían sus abdominales y pectorales duros y suaves como el culito de un bebé. Pero cuando fui a levantar la cabeza.

-No, no, un poquiito más- mientras sujetaba fuertemente mi cabeza y sacaba y metía a penas uno o dos centímetros de mi boca, notando como su glande estaba bien enterrado. Me empezaba a quedar si aire. Él no me dejaba sacármela. Me estaba poniendo rojo, pero sé que lo que quería era mi cara ahogándome con su polla, así que actué un poco y empecé a removerme como si necesitase aire, gimiendo limitadamente por tener mi garganta ocupada.

Cuando ya estaba morado y me faltaba bastante la respiración Kazim me soltó y salí disparado de su polla que se encontraba llena de babas. Había unos cuantos hilos de saliva uniéndonos, de lengua y labios a pollón. Intentaba recuperar el aire, lamía su polla y huevos mientras tanto, recuperando parte de mi saliva.  Eso le parecía que le gustaba, mirar como lamía limpia su polla que estaba llena de babas solamente porque él era un cabrón conmigo. Volvió a poner el glande en mi boca y esta vez empujo bien fuerte hasta que, atravesando toda mi cavidad bucal volvió a enterrarse en mi garganta y dejarme ahí por lo que consideré demasiado tiempo. Empezaba a tener arcadas por la follada de los últimos centímetros y me mareaba por la falta de aire, cuando me dejo sacármela otra vez. Él gemía cada vez que su capullo legaba a lo más hondo y mi barbilla se mojaba por tocar sus testículos húmedos. A penas podía decir nada del sabor de su líquido preseminal pero el olor de este cuerpo tenía algo, algo especiado, algo nuevo que me gustaba.

Repitió la asfixia, como la llamaba yo, unas 3 o 4 veces más pero nunca tan larga como la segunda vez.

Luego se levantó de la cama y me indicó como acostarme. Estaba con mi cabeza fuera de la cama, colgando un poco y un poco apoyada en las primeras cervicales, boca arriba. Él se arrodilló delante de mi boca  pude ver su cetro de carne apuntándome la boca que abrí y entonces empezó a follarme la boca, al principio tranquilamente pero profundamente, a un ritmo suave, como dejándome disfrutar de su polla y al final brutal y rápidamente como una maquina. Su pistón masculino entraba libremente en mi garganta, mientras sus huevos colgantes chocaban con mi nariz y mejillas. Él gemia con la voz entrecortada. Me costaba respirar entre embestidas.  Su fuerza aumentó con la velocidad y notaba como mi garganta se resentía. Mis manos masajeaban su duro culo. Notaba la fuerza de las embestidas en las contracciones de sus glúteos. Una vez para dejarme respirar avanzó un poco y me puso su culo en mi nariz para que oliera; mientras respiraba entrecortadamente, mi contestación fue una gran inspiración en su culo, que me llenaba de feromonas, y un lengüetazo que le pasó justo por el agujero, provocándole un respingo y un gemido. Pero pronto volvió hacia atrás y volvió a follarme la boca de forma brutal. Su sudor caía de su cara a mi cuerpo y de su cuerpo se deslizaba hasta llegar a la polla en la que posiblemente acababa en mi boca. Finalmente con su miembro enterrado en lo más hondo de mí y varios gemidos, su polla se endureció más y empezó a bombear semen a mi garganta con las típicas pulsaciones de polla que ahora mi boca conocía tan bien. No me quedó otra opción que tragar.

Sólo noté el sabor cuando después de un minuto en mi garganta, su polla salió más blanda que hacía unos momentos. El sabor no era el mismo, era más salado que el de Daniel. No sé cual me gustaba más. Me empezó a pasar toda su entrepierna, centímetro cuadrado a centímetro cuadrado por mi boca para que la lamiera y limpiara de babas, sudor y semen mientras recuperábamos la respiración los dos.. Yo lo hice con gusto y besé repetidas veces la cabeza de su polla por si salía un poco más de ese néctar que me volvía loco.

Se sentó en la cama y me empujo para que cayese al suelo de lado. Me dijo que quería dormir y me pidió que entrenara para aguantar más la respiración mientras me dedicaba una sonrisa traviesa y se tapaba para irse a dormir.

Cuando salí de la habitación de Kazim, vi que saliendo de la suya estaba Daniel, vestido con su pantaloncito para dormir. El corazón me dio un vuelco y empezó a latir fuertemente. Hacía días que no lo veía, casi dos semanas desde el incidente. Había cambiado, tenía barba de una semana o más, parecía más alto y su cara un poco más pálida. Pensé que tal vez estaba enfermo, que tal vez no comía adecuadamente. Quería cuidarlo, quería que se pusiera bien, quería que me volviera a abrazar.  Él se quedó de parado al verme salir de la habitación de su amigo, su cara era de desconcierto, de incredulidad. Apartándome la vista y soltando un bufido se volvió a meter en su habitación y cerró. Pensaba que había superado lo de Daniel, pero el hecho de verlo voló en un instante toda defensa. Y me fui a mi habitación derramando una lágrima por mi mejilla.

Con Kazim mi relación evolucionó, no era lo mismo que con Daniel, él sólo quería placer, le daba igual yo, es más, disfrutaba humillándome. Le gustaba mandarme y cada vez era más autoritario. Yo volvía a cocinar, pero ahora mis tareas no se limitaban a eso. Limpiaba su habitación también, al igual que hacía sus tareas de la casa y limpiaba los platos. Incluso vino un amigo suyo a hacer un trabajo y me tuvo ordenándome cosas toda la tarde como que preparara algo de merienda y de cena para ambos. Le gustaba que le hiciera masajes como los que le hacía a Daniel y siempre acompañarlos con frases adulándolo y diciendo que me gustaba servirle, algunas las sentía, otras simplemente le gustaba que las dijera.

En el terreno sexual, por suerte, se limitaba al oral, le encantaba atarme a la cama y follarme la boca hasta dejarme sin aire. Muchas veces pensaba que me desmayaría si él continuaba así. Le gustaba que se la chupara sin que él se hubiera duchado y a veces su olor era demasiado fuerte para mí, pero me obligaba a comer. También se sentaba en mi cara para frotar su duro culo contra mi boca y nariz, ofreciéndomelo para lamerlo, me encantaba.  Recuerdo no pensar mucho en la situación, tan sólo obedecer, me gustaba ver su sonrisa de niño travieso, sus gestos de cariño. Me daba mucho morbo estar a sus órdenes. Él seguía con su novia y alguna vez la traía a casa, yo seguía bajo su dominación también esos días, cocinaba para ellos y tomaba mi cena en mi habitación para dejarles intimidad. Mi relación con Sara se recuperó de mi crisis, y ella se convirtió en mi pilar cuando necesitaba desconectar del piso.

Pero no era lo mismo, aquí me sentía obligado a hacer cosas, y aunque la mayoría las disfrutaba y me gustaba ser servicial, con Daniel, todo había sido algo que yo había disfrutado igual o más que él, y él se había preocupado por mí, no sólo por su placer. ¿O no? Aquella noche él no se había preocupado por mí, y se lo pedí. Intenté recordar algún momento en el que él se hubiera sacrificado por mí, una sola vez en la que yo hubiera sido una prioridad para él ¿sólo había sido sexo?¿No había habido cariño?¿Había sido todo una actuación de Daniel? Eso explicaría porque no había vuelto a hablar conmigo. ¿Había sido una cara de dolor lo que había visto o una cara de decepción porque no podía tener más a su juguete? Mi corazón se partió un poco más por pensar en Daniel, pero era la verdad. Un día Kazim me dijo que ahora estaba con una chica con la que salía por ahí, yo estaba seguro de que él ahora era más feliz, seguramente la chica le dejaba follársela cuando quisiera sin protestar. Daniel pasaba poco tiempo en casa porque estaba con su nueva novia. ¿Había sido una cara de dolor lo que había visto o una cara de decepción porque no podía tener más a su juguete?

Yo tampoco había sido tolerante en ningún sentido, me sentía mal por cómo habían acabado las cosas con Daniel. No me había comportado bien, lo normal hubiera sido hablar las cosas después de aquella noche… pero estaba tan furioso en aquel momento, tan dolido, con la sensación de ser tan despreciado.

La siguiente vez que vi a Daniel era mediados de Abril. Nos reunió a todos los del piso para decirnos que se mudaría el mes siguiente de piso y acabaría su Erasmus en casa de una amiga. Era verdad entonces, tenía novia, yo no era suficiente para él. Fue un golpe para mí, me desmoroné un poco y empecé a aceptar a Kazim como la nueva figura masculina en mi vida, mi nuevo ¿Amante?... Sonaba raro al menos.


Y hasta aquí la tercera parte, espero haber compensado la falta de detalle del encuentro con el musulmán de la parte 2 que a muchos os hubiera gustado.

El

siguiente relato será el final de la serie

representando el final de curso. Espero que os haya gustado y no olvidéis que los comentarios, e-mails y valoraciones son la gasolina de los autores.

Busco ideas para nuevas series ya que esta acabará a finales de este mes o principios del siguiente. Así que si tenéis alguna que queréis compartir no dudéis en enviarmela.