Mi compañero de cuarto en la Universidad
Llevábamos ya seis meses compartiendo cuarto en aquella residencia universitaria. Nada me hacía sospechar cuando nos conocimos que compartiríamos otras cosas
Con dieciocho años, tras acabar en el Instituto y aprobar con buena nota el examen de acceso, decidí estudiar una carrera universitaria en una ciudad alejada de mi lugar de residencia. Mis padres decidieron pagar por mi alojamiento y manutención en una residencia universitaria cercana al Campus que ofrecía la posibilidad de alojarse en habitación individual con baño o en habitación doble con baño compartido.
Como mis progenitores son ambos currelas y tal cual se está poniendo el tema de las tasas universitarias, cada día más caras, decidieron que solo podrían asumir mi estancia en otra ciudad si no era excesivamente gravosa con la economía familiar. Por ende fui a dar a una de las habitaciones dobles que eran las más económicas.
Un día antes de la inauguración de curso llegué con mis padres a la residencia y me dieron las llaves de mi habitación. Mi compañero aún no había llegado por lo que sería el primero en elegir cama y armario. No tengo problemas para dormir ni por la luz ni por los ruidos y escogí la cama más cercana a la ventana.
La habitación era amplia, con dos camas de noventa centímetros de ancho por dos metros de largo, dos armarios no muy grandes, dos escritorios y dos estanterías para libros o apuntes. Para los cuatrocientos euros al mes que costaba estaba fantástica, solo faltaba saber que tal estaría la comida cada día y si estaba buena entonces sería ya superior.
A mi la verdad es que me picaba la curiosidad por saber quien sería mi compañero de cuarto.
Esa duda se despejó a media tarde. Mis padres ya se habían marchado y yo estaba colocando mi ropa en el armario y algún poster en mi parte de pared de la habita cuando tras llamar a la puerta entró el que sería mi compañero.
Dani, que así se llamaba, tenía 18 años como yo, era moreno con el pelo muy corto, ojos marrones, mediría sobre un metro setenta y cinco y se intuía que hacía deporte porque marcaba fibraete en el chándal que vestía, después me comentó que jugaba al futbol.
Por cierto, os pido disculpas porque no me he presentado como debiera. Me llamo Rodrigo y mido un metro setenta y nueve, peso ochenta y tres quilos, soy pelirrojo y con ojos prácticamente negro azabache. Muy blanco de piel, tengo algunas pecas pero no demasiadas, estoy fuerte porque desde niño juego a balonmano, de hecho en mi nueva universidad tenían un muy buen equipo y pasé las pruebas sin problemas.
Con Dani hice muy buenas migas, estudiábamos carreras diferentes, yo Biología y el Historia del Arte, pero casi mejor, para no rallarnos el uno al otro a la hora de preparar nuestros exámenes. A mi me molaba que me contase sus descubrimientos de artistas y estilos y él flipaba con mis explicaciones de alguna de las materias científicas que estudiaba.
La habita nos había quedado hecha un pastiche. En mi zona abundaban los posters de animales marinos y de mi grupo favorito, los Sigür Ros, y en la suya además de algunas venus desnudas predominaba un cartel de la actriz Mónica Bellucci con muy poca ropa. Me dijo que era su actriz fetiche desde que la había visto en el Drácula de Coppola.
Al mes de compartir habita él comenzó a salir con otra estudiante de su facultad de nombre Jenny y yo, aunque seguía sin pareja, tengo que reconocer que oportunidades de ligoteo cuando salía de marcha no me faltaban. Lo de echar un polvo era más complicado porque en la residencia había unos porteros muy pesados con las normas y no nos dejaban subir tías a las habitas. Por eso, si caía algún polvo era normalmente en los pisos de las tías con las que me enrollaba o en algún callejón solitario cerca de la zona de discos y pubs del campus.
Dani era todo un salidorro. Muchas noches llegaba más tarde de que yo me hubiese acostado, y más de una de ellas lo había visto pajeándose gracias a la luz que entraba en nuestra habitación desde la calle. Lo que había empezado como algo divertido para mi, que era espiar como se hacía los pajotes lentamente para acabar rápido y respirando apurado, acabó por resultarme muy excitante y lo esperaba despierto. Cada vez que lo veía pajeándose yo acababa con un empalme brutal y con ganas tremendas de descargar, que normalmente liberaba a la mañana siguiente en la ducha.
Su rabo me resultaba muy excitante. Era un poco más largo que el mío, que es de dieciséis centímetros, pero bastante más grueso y con las venas marcadas. Yo estaba circuncidado pero él por el contrario tenía todo el pellejo y cuando se pajeaba se lo descubría mostrando un capullo gordo y un poco puntiagudo, más que el mío que era más como un casco de soldado prusiano de la Primera Guerra Mundial.
Se solía correr sobre su vientre, levantándose el pijama y lo limpiaba con papel higiénico que tenía colocado estratégicamente cerca de su cama.
Aunque yo seguía teniendo mis rollos la verdad es que me estaba obsesionando con la polla de mi compañero de habita, y no solo con la de él, porque de una forma nada inconsciente me fijaba en las pollas de mis compañeros de equipo en las duchas. No sabía lo que me estaba pasando pero estaba salido todo el día esperando a poder ver el pajote de Dani por la noche, y cuando se dormía sin hacérsela me jodía sobremanera.
El mes de febrero llegó y con él los Carnavales. Salimos en pandilla con Dani y colegas de ambos todos disfrazados de pilotos y azafatas. Dani y su novia Jenny se piraron a mitad de la noche y yo, que no me comía un rosco, un poco contentillo de lo que había bebido decidí volver de madrugada solo a la residencia.
Me acosté y me dispuse a hacerme una buena paja. Estaba muy salido y el puntillo que llevaba me tenía contento. Llevaba un ratito en ello cuando sentí que se abría la puerta. Me tapé a toda prisa y me hice el dormido, girado hacia la cama de Dani para poder verlo completamente.
Venía también borrachín, lo noté en su dificultad al quitarse el disfraz de piloto que llevaba. También aprecié que traía un empalme importante debajo de sus gayumbos tipo short.
Mi polla estaba durísima porque yo ya veía clarinete que iba a hacerse un pajote. Así fue, se metió en su cama con el pecho descubierto y se bajó un poco sus gayumbos dejando ver el objeto de mi deseo, esa polla que me quitaba el sueño.
Empezó con un suave vaivén arriba y abajo rodeándosela con toda la mano, mientras con la otra se acariciaba el pecho. Sería por el alcohol pero me parecía que se la estaba haciendo más morbosa que nunca. Siempre se las hacía muy tranquilo porque sabía que yo tenía un sueño muy pesado, cuando caía dormido lo hacía como un lirón.
En un momento vi que recogía algo de su capullo, precum supongo, y se metía los dedos en la boca. Lo sorpresivo de ese hecho, que yo no había visto nunca hasta esa noche, hizo que inconscientemente yo modificase mi respiración, entrecortándola un poco y le alertó de que lo estaba viendo. Se tapó rápidamente y me habló
- Rodrigo, ¿estás despierto?
Yo no contesté, pero el encendió la lámpara de la mesilla. Cerré bien los ojos para que pensase que aún estaba dormido.
- Rodrigo tío, se que estás despierto, no hagas el mona
Yo abrí los ojos y lo vi sonriéndome.
- Tío, ¿estabas viendo como me pajeaba?
- ¿Qué? No…
- Si que me estabas viendo (sonriéndome) y no es la primera vez ¿no?
- Bueno… es que te pajeas mogollón.
- Jejejejeje, lo sabía. Uff (tocándose bajo las sábanas e incorporándose un poco), es que hoy Jenny ha pasado de mi y tengo un dolor de huevos brutal.
- Joder, ya imagino
- Y a ti que, te mola mirarme, ¿te molan los tíos o qué?
Mientras sonreía al preguntármelo, se incorporaba un poco más sobre el cabezal de su cama y creí apreciar que se pasaba ligeramente la lengua entre los labios.
- No tío, a mi me gustan las pavas, ¿y a ti?
- Ummm, ¿por qué me preguntas si me van los tíos?, ¿te interesa?
- Joder Dani, me lo has preguntado tu primero
- Ya, ya jejejeje. Pues a mi me molan las tías ya lo sabes pero… te lo voy a contar… una vez me la comió un pavo…
- Hostia tío, ¿si?
Creo que notó que mi pregunta la hacía con bastante interés, además porque al decírmelo abrí los ojos como platos. Imaginarme que a un tío tan macho como Dani se la había comido otro pavo hizo que hasta mi polla bajo mis sábanas diese un respingo.
- Si tío, con quince, en mi insti había un chaval que tenía fama de gay, y siempre se quedaba mirándome, que yo le molaba lo tenía claro. Un día me di cuenta que me seguía a casa y como no estaban mis padres antes de entrar me giré a verlo y dejé la puerta abierta. Subí a mi habita y empecé a desvestirme delante del espejo de mi armario y vi que entraba y me miraba. Me giré con la polla tiesa y se agachó a comérmela. Joder tío, lo sabía hacer de puta madre… (Dani bajó sus sábanas y me dejó ver todo su rabo tieso mientras se lo sobaba)…ese tío sabía lo que hacía. Me corrí y se lo tragó todo… (ahora si se pasaba descaradamente la lengua por sus labios mientras me miraba con una cara de guarro que hacía que me sonrojase)… Ummm que gustazo joder. Me corté de hacer más y después pasé ni de mirarlo, pero moló. Recuerdo como me miraba y Rodri, me estás mirando igual… (agarrándose la polla desde la base)… ¿Seguro que no quieres probarla?
- Joder tio… no se…
Dani se sentó en el borde de su cama mirándome con un brillo en los ojos y volviéndose a pasar la lengua entre sus sonrientes labios.
- Venga tío, mira como estoy… si lo estás deseando…
Me destapé dejándole acceso visual a mi rabo todo tieso también y al verlo se sonrió más si cabe, guiñándome un ojo mientras abría un poco más sus piernas.
Me levanté mirándolo a los ojos y, un poco cortado, me arrodille viendo su rabo todo tieso y húmedo muy cerca, más cerca de lo que lo había visto nunca. Me encantó verlo así de cerca y olerlo, tanto, que no dudé ni un segundo en agarrárselo con una mano y pasar mi lengua por todo su capullo. Él suspiró y dijo un “Si… así, umm” que me encendió y comencé a chupársela sintiendo sus manos sobre mi cabeza. Me encantaba la sensación de tener mi boca llena y pasarle la lengua por ese tronco tan venoso. Para ser mi primera vez chupando una polla no lo debía estar haciendo del todo mal porque me decía cosas del estilo “Como te la tragas cabrón”, “Que bueno”, Sigue así, sigue”, que me hacían esmerarme más, lamerle las bolas e ir subiendo con la lengua desde la base hasta su capullo. Yo me pajeaba mientras se la comía y estaba muy cerdo con la situación de tener por fin así a mi compi de habita.
Él se levantó e hizo que me levantase yo también, quedando con nuestras caras enfrentadas. Lucía una cara de vicio brutal y yo creía que me iba a besar, pero no, se puso de rodillas y se metió mi polla de golpe hasta la base. Joder, flipé, una descarga eléctrica me recorrió desde la punta del meñique hasta mi último pelo de la cabeza. La chupaba de puta madre, nunca ninguna pava me la había comido así. No pude evitar gemir como un loco. Me fallaban un poco las piernas así que fui retrocediendo con Dani amorrado a mi polla hasta que pude sentarme en el borde de mi cama con él dándome lengua de una forma muy golosa. Estaba en la gloria, ufff, me tenía a su merced, entonces mirándome desde abajo mientras me la pajeaba me preguntó si quería probar algo más mientras me guiñaba un ojo y se mordía el labio de una forma muy morbosa. Yo asentí y me dio la vuelta lentamente. Agarró mis nalgas y las separó. Sentí como me soplaba en el ojete y me estremecí. De inmediato noté su lengua pasando por mi culo y suspiré echándolo ligeramente hacia atrás. Eso provocó que me comiese el ojete como nunca nadie me lo había hecho. Era mi primera vez y estaba gozando como nunca. Las cosquillas que me provocaba y como poco a poco traspasaba mi ojete con su lengua me tenían a cien. No se cuanto tiempo estuvo comiéndomelo pero yo no paraba de suspirar. A veces cogía mi empalmada polla desde atrás y le daba unos lametones para, sin dejar de pajearme en ningún momento, llevar su lengua desde mis bolas por el perineo hasta mi ojete de nuevo, eso hacía que culease hacia atrás y el me lo comía de una forma más bestia.
Se levantó entonces poniéndome su rabo caliente y duro entre las nalgas y moviéndolo entre ellas de arriba abajo. Yo sincrónicamente movía despacio mis caderas y apretaba las nalgas cuando me lo iba pasando sin dejar de culear en ningún momento. Me apetecía sentirlo dentro y él fue plenamente consciente, porque, sin dejar su vaivén abrió el cajón de la mesilla y se echó lubricante sobre la polla para con su meneo írmelo untando entre las nalgas, punteándome con su húmedo capullo el ojete en cada viaje.
Oí como abría el envoltorio de un condón, y se separaba ligeramente de mis nalgas, que retrocedieron buscando seguir con ese placentero masaje. Se lo calzó rápidamente y con sus dedos llenos de lubricando fue haciendo círculos sobre mi ojete e introduciendo esa sustancia resbalosa poco a poco en mi interior. Cuando sentí sobre mi entrada algo más gordo que sus dedos apreté ligeramente los dientes preparándome para lo que sería mi glorioso desvirgamiento anal.
Poco a poco su capullo fue traspasándome y tuve una punzada de dolor, por lo que traté de cerrar mi esfínter. El me dio un fuerte cachete en una nalga lo que descontrajo de golpe mi ojete y aprovechó para meterme medio rabo. Joder, que dolor, cogí mi almohada y la mordí para no gritar y que se nos escuchase fuera de la habita.
Cuando tenía la mitad dentro paró y me acarició con mucha dulzura la espalda, esperando a que me acostumbrase al grosor. Era muy extraño sentir el culo tan relleno, era algo tan nuevo para mi que aunque de forma natural intentaba echarme hacia delante para liberarme, él me tenía agarrado por las caderas y no dejaba que lo hiciese provocando con mis movimientos que poco a poco, fruto del lubricante, fuese metiendo cada vez más porción de su rabo en mi interior, hasta que noté todo su cuerpo pegado al mío.
Al empezar a mover ligeramente sus caderas seguía sintiendo dolor pero poco a poco iba pasando a sentir un gustirrinín que me tenía el rabo tieso y con una sensación de calambre y de que me meaba encima total. No se en que momento había tirado la almohada y era yo mismo el que movía mi culo en busca de sentir esa polla más adentro y que me diese más placer.
Dani empezó a bombearme suave para poco a poco ir subiendo el ritmo. Me sacaba prácticamente toda la polla del culo para clavármela de golpe y provocar mis gemidos de placer.
En uno de esos bombeos me la quitó de golpe y me sentí vacío girándome ansioso hacia él y viéndolo sonreírme. Me colocó sobre mi cama boca arriba y subiendo mis piernas sobre sus hombros me la metió de nuevo. Joder, era un follador cojonudo Dani, me tenía loco sin parar de gemir. Bajando una de sus piernas descendió su tonco hacia el mío y guiñándome de nuevo un ojo me morreo deliciosamente. Estuvo bastante rato morreándome sin dejar de bombear y yo ya noté que me corría. Se lo hice saber y él se irguió ligeramente para pajearme. Empecé a venirme y él salió de mi interior para lanzarse a comérmela entera mientras me corría. Dioss, ninguna tía de las que me había follado había hecho nunca eso y flipé viéndolo, con mis ojos entrecerrados por el placer, tragándose mi lefa. Con un poco de ella goteando desde sus labios se sacó el condón y se pajeó lanzando sus chorros sobre mi vientre y mi pecho para después recogerlos con su lengua y darme un morreo lleno del sabor de ambos. Era también mi primera vez probando semen y me moló un montón. Con él sobre mí, morreándome y rozando nuestros cuerpos, me encontraba pero que muy a gusto.
Nos miramos y sonreímos ambos para seguir besándonos y acariciándonos… Nuestra relación de compañeros de habita había cogido un cariz del que disfrutaríamos más veces, estaba muy… pero que muy claro.