Mi compañero de banco (escrito por mi esposa)

...Así que dejé que pudiera ver buena parte de mis tetas, mis pezones erguidos, mis muslos descubiertos, mis bombachos, mi culo y los labios de mi concha apretados dentro de pantalones ajustadísimos...

Hacía tiempo tenía ganas de hacer un curso de jardinería, no solo como una salida laboral interesante y alternativa sino también para poder arreglar mi propio jardín con cierta autoridad. Empujada bastante por mi esposo me decidí y me anoté en un vivero cercano que me habían recomendado.

Si bien soy cuarentona, mi esposo se encargó de convencerme de que yo no iba a desentonar para nada si se formaba un grupo con gente algo más joven que yo, al contrario.

Debo aclarar (los que leyeron alguno de nuestros relatos anteriores ya lo saben) que tengo un buen matrimonio, bastante liberal en cuanto a que cada uno puede expresar lo que le plazca, incluidas las fantasías sexuales más íntimas, sin que el otro se horrorice o cambie lo que siente desde hace muchos años.

Me presenté el primer día del curso puntualmente, vestida en forma muy formal ya que no sabía con que ambiente me iba a encontrar. Seríamos unas 15 personas en total y para mi sorpresa me encontré con una buena cantidad de hombres. El que luego conoceríamos como el dueño del lugar nos invitó a pasar a un aula y sentarnos mientras esperábamos a la persona encargada de sacarnos de la ignorancia.

Manteniendo un perfil bajo no muy habitual en mi, me senté en el fondo del salón y contra una de las paredes laterales. Cada uno de nosotros tenía un pequeño escritorio individual y una silla algo más cómodas que las convencionales.

Pocos minutos después llegó nuestro "profe", un hombre de unos 50 años pero bastante mal llevados. Se presentó junto con el dueño del lugar y comenzó preguntando nuestros nombres y por qué estábamos allí. Pasado esto encaró con una charla introductoria que resultó muy divertida. En eso estaba cuando entró al salón un "alumno" rezagado. Calculo que este andaría por los 65 años pero mi primera impresión fue que los llevaba de maravillas. Él terminó sentándose a mi derecha, luego de las disculpas correspondientes.

Nuestra primera clase continuó muy amena y casi sin notarlo llegamos al primer descanso. El "alumno rezagado" aprovechó entonces para terminar de acomodarse y luego giró su cabeza hacia mi, me miró de arriba abajo y sin perder nunca su fresca sonrisa se presentó, incorporándose y dándome un beso.

"Parece que vamos a ser casi compañeros de banco", me dijo.

"Así parece, espero que seamos buenos compañeros", le respondí tanteándolo.

Él solo me sonrió y se fue a saludar a otros/as compañeros/as.

Tratando que no lo notara, lo estuve observando durante unos 5 minutos mientras aparentaba interesarme lo que me comentaban mis acompañantes ocasionales de recreo. Evidentemente era jovial y sociable. Presentaba un físico admirable para su edad, tenía buena altura, era elegante y lucía un bronceado poco común aunque se notaba que no era artificial.

Después de esos 5 minutos mi cabeza comenzó a trabajar. La verdad es que no hizo falta mucho para que aflorara mi eterna fantasía de hacer el amor con un hombre bastante mayor que yo. En mis especulaciones mentales anteriores, cuando me cruzaba con un madurito siempre le encontraba una contra : demasiado viejo, muy gordo, muy deteriorado, muy baboso, etc., etc., pero en esos 5 minutos de observación minuciosa a este no había podido encontrarle su lado flaco o negativo.

¿Había encontrado al fin al hombre mayor de mi reiterada fantasía?

La cosa fue que las clases se fueron sucediendo (2 por semana) y yo sentía cada vez más deseos de seducirlo, de hacer que se interesara por mi como hembra y no como compañerita de banco... Obviamente y como siempre se lo comenté a mi esposo : "¿sabés que en el curso hay un maduro muy interesante? La verdad es que tengo muchas ganas de empezar a provocarlo, ¿qué te parece?"

Mi esposo me escuchó atentamente y me dijo sin dudar un instante : "si mal no recuerdo los maduros son una de tus debilidades. Me parece bárbaro que lo hagas!!! Lástima que yo no pueda estar presente pero espero que después me cuentes todos los detalles sin demoras". Con semejante respaldo las mínimas dudas que tenía se esfumaron. Comencé entonces a desplegar toda mi artillería en post de un solo objetivo : volverlo loco de deseo.

En poco tiempo la combinación de escotes, transparencias, polleras cortas, pantalones ajustados y sandalias altas derrumbó todas sus barreras e inhibiciones y puso en total evidencia que yo le resultaba muy atractiva.

Así que dejé que pudiera ver buena parte de mis tetas, mis pezones erguidos, mis muslos descubiertos, mis bombachos, mi culo y los labios de mi concha apretados dentro de pantalones ajustadísimos. Infinidad de veces me agaché delante de él a recoger cosas del piso que se me caían "sin querer"...

Comencé también con los contactos físicos. Usualmente yo iba hasta su silla, le apoyaba una mano en el hombro, le daba un breve masaje y me inclinaba con la excusa de plantearle alguna duda sobre lo explicado por el "profe" para que viera mis tetas O también le tomaba el brazo mientras hablábamos en los recreos, cosa que lo ponía bastante nervioso.

Efectiva e inevitablemente él comenzó a volverse loco. Sus ojos, sus manos, su voz lo delataban permanentemente : yo imaginaba que su principal objetivo era llevarme a la cama para brindarme un buen agasajo... Y esto me ponía muy caliente...

Entre estos hermosos juegos y su deseo creciente transcurrió el semestre que duraba el curso de jardinería. Solo habíamos sobrevivido nueve alumnos y en la última clase cada uno de nosotros debía presentar un proyecto original y creativo de decoración de un parque o de un gran jardín, con la alternativa de poder trabajar de a dos o de a tres personas. Aprovechando esto decidí invitar a Julio (así se llamaba) a casa. Mi intención era "matar dos pájaros de un tiro" : por un lado hacer el trabajo entre los dos y por el otro terminar de tentarlo. Pero yo no debía olvidar que la cuerda ya estaba bastante tensa así que el juego no estaba exento de cierto riesgo. Igualmente yo deseaba jugarlo...

Nos reunimos cerca del mediodía así que nuestra actividad comenzó comiendo unas pizzas, tomando cerveza bien fresca y planificando un poco el trabajo que íbamos a realizar por la tarde. Yo tenía un look muy sobrio y decidí que ya era hora de cambiarlo. Aprovechando que hacía mucho calor y que estábamos con un poco de modorra le propuse un cambio de plan : "¿Nos damos un buen chapuzón y después arrancamos con el trabajo?"

"Estaría buenísimo pero no me avisaste que tenías piscina... No traje nada que pueda mojarse... Si no, ¿cómo me voy después?"

"No hay problema. Si querés te presto unas bermudas de mi esposo..."

"Dale... Acepto"

Sus ojos comenzaron a brillar, calculo que imaginando el chapuzón. Subí hasta mi habitación para cambiarme y para buscar ropa adecuada para Julio. Me puse una ropa interior que me quedaba muy sexy y que el verano anterior había comprado en Brasil. Había decidido "excusarme" por no encontrar mi bikini por ningún lado...

Para Julio elegí unas bermudas de mi esposo que también compramos allí y que cuando se mojan se tornan muy transparentes... Una tentación...

"¿Vos vas a la playa con eso?", me dijo Julio asombrado al verme bajar las escaleras y acompañando su pregunta con un silbido de admiración y una mirada que me recorría toda.

"No Julio. Solo la usé en Brasil y ahora la uso en casa y cuando no hay gente extraña... No pude encontrar mi bikini por ningún lado, mentí. Ponete las bermudas así nos refrescamos un poco..."

Entró al toilette para cambiarse mientras yo preparaba las toallas y un poco de café...

Escuché que al rato salía, seguramente ya preparado, y que venía a mi encuentro en la cocina. Pero cuando lo vi entrar me asombré como pocas veces antes. Estaba completamente desnudo y creo que en el máximo de su erección... Quedé boquiabierta y sin poder dejar de mirar su miembro, más grande de lo que yo había supuesto.

"Me volviste loco desde que te conocí... Hoy me invitaste a tu casa y te aparecés con ese modelo... Decime, ¿qué hacemos con esto...?". Primero señaló su hermosa vara y luego comenzó a masturbarse muy lentamente sin dejar de mirarme.

Su cuerpo desnudo no era para nada desagradable. Como podía una imaginarse al verlo con ropa, se mantenía muy bien, en muy buen estado. Me sorprendió la firmeza de su sexo, su imponente grosor y su color, bastante más oscuro que el resto de su piel.

Semejante combinación de estímulos me excitó mucho y me decidió. Estaba dispuesta a cumplir mi fantasía más soñada... Me acerqué con una leve sonrisa mientras él no dejaba de sobarse muy lentamente. " y... con eso podemos hacer muchas cosas...", le dije con la voz desfigurada por la sequedad de mi boca provocada por mi calentura creciente. Aparté la mano de su verga mientras le daba un terrible beso de lengua. Él respondió casi desperado, besándome, chupándome los labios, el cuello, las orejas y apretándome contra su cuerpo velludo.

"Por ejemplo podemos hacer esto...", le dije mientras me apartaba, me ponía de rodillas y llevaba aquel manjar dentro de mi boca. Su gusto y su aroma eran deliciosos. Tuve que esforzarme para abarcarla toda con mis labios pero cuando lo logré comencé a hacerla entrar y salir sin descanso y con un ida y vuelta que increíblemente la endurecía cada vez más. Julio comenzó a gemir como desesperado y comenzó a alentarme : "Mmmmm, así, así. Que bien lo hacés...!!! Así dulce, guardala toda en tu boquita... Mmmmm, que bien me la chupás...!!! Como me hacés gozar...!!!"

"¡Que hermosa que es. Mirá lo que me estaba perdiendo...", le dije en un descanso mientras pasaba mi lengua por sus huevos una y otra vez para después lamer su enorme e inflamada cabeza. Eso lo enloquecía...

"¿Te gusta? Comela toda, chupala, haceme acabar con tu boca...". Julio no daba más de calentura pero yo tenía otros planes para él... "Vos me vas a hacer acabar con la boca!!!", le dije incorporándome y dándole un beso impregnado de su propia lubricación. "Vení...".

Lo llevé hasta el comedor mientras me iba quitando la escasa ropa que tenía puesta. Tomé el teléfono y me acosté en un cómodo sillón de dos cuerpos con mi cola descansando sobre el apoyabrazos, una pierna colocada en la parte alta del respaldo y la otra descansando en el piso. Mi sexo estaba totalmente expuesto y listo para un buen tratamiento...

"Ahora quiero que me chupes vos papi y que me hagas acabar como a una puta... Quiero que empieces por las tetas... y no te asombres ni te detengas por nada de lo que puedas escuchar..."

Se acercó con expresión de haber conseguido el tesoro más preciado y comenzó a chuparme muy hábilmente, yendo y viniendo con su lengua y con sus labios por mis tetas y deteniéndose especialmente en mis pezones que a esa altura estaban tan rígidos como sensibles. Sin dejar de disfrutar, dando ahogados gemidos y alentándolo con el placer que me proporcionaba, llamé a mi esposo por teléfono a su trabajo. "Te llamo para darte una muy buena noticia". Julio me miró intrigado pero yo le hice señas para que continuara haciendo de las suyas con esa deliciosa lengua.

"¿De qué se trata? Te escucho un poco rara"

"Vos me pediste que cuando yo me decidiera vos querías enterarte lo antes posible... ¿Te acordás?. ¿Te acordás que querías todos los detalles sin demora?"

"No. A qué te referís?"

"Bueno, te llamaba para contarte que estoy en casa con Julio. ¿Te acordás que te conté de Julio? Pues bien, me decidí, ahora mismo me está chupando las tetas y cuando yo se lo pida me va a chupar la concha hasta hacerme acabar como a una perra..."

"Es mi esposo...", le dije a Julio.

Instintivamente y muy asombrado trató de separarse pero yo lo conduje suavemente hacia mis pezones. "No te hagas problema, Julio. Está todo bárbaro..." Por la forma en que me siguió chupando se ve que mis palabras lo tranquilizaron bastante.

"¿CÓOOMO?, dijo mi esposo casi gritando. "Pero, ¿cómo puede ser?"

"Tal como habíamos acordado te llamé para que lo supieras..."

Sin poder terminar la frase comencé a gemir con mi respiración entrecortada.

"¡¡¡Así... así Julio, así...!!!, como me estás haciendo gozar... mirá como tengo los pezones. Chupame la concha, por favor, chupame la concha, chupame todos los jugos que tengo para vos y haceme acabar... Chupame por favor que no doy más..."

"No cortes, por favor, no cortes. Dejame escuchar...", imploró mi esposo.

Y Julio me dio un tratamiento inolvidable : me lamió, me chupó, me recorrió sin descanso y hasta me escupió, pero el colmo del goce fue cuando comenzó a penetrarme con su larga lengua sin cesar... Uno tras otro comenzaron a sucederse mis orgasmos. El final de uno era el comienzo del siguiente. Temblando como una hoja comencé a festejarlos con gritos desesperados y en medio de obscenidades dirigidas a Julio y a mi esposo.

Y entre mis gritos pude escuchar por el teléfono los terribles gemidos de mi esposo, imagino que acabando sobre su escritorio como un animal, sin control y sin temor a ser descubierto.

Julio tenía una cara rebosante de satisfacción. Sabía que me estaba proporcionando una tarde inolvidable. Con mis orgasmos su miembro, que se había relajado un poco mientras "trabajaba" como un maestro, había recobrado todo su esplendor.

Mi túnel estaba lubricado y listo para recibirlo...

La realidad estaba superando con creces a la fantasía tantas veces soñada...