Mi compañero David, relatos de vida universitaria.
Relato de intrucción, a los cambios en la vida de dos amigos, que se van juntos a estudiar a otra ciudad
Mi nombre es Pedro, tengo 21 años y estoy estudiando una ingeniería, este es mi tercer año y cada vez me encuentro más cómodo en esta ciudad. Cuando salí de mi pueblo con 18 años para comenzar esta etapa universitaria no podría imaginar, lo bien que estaría en este sitio, una ciudad pequeña, pero con todo lo necesario para no aburrirte nunca, cuando las mis obligaciones de estudiante lo permitían.
Tengo que decirlo soy un chico que estudio mucho, pero que me gusta salir y nunca se han resentido mis notas por saber compaginar bien los estudios y las fiestas o las vacaciones o tiempo que dedico al deporte.
La unión de estas cosas, estudios, fiestas, vacaciones y deporte hacen que me encuentre muy unido a David, un chaval de mi edad, amigo desde la infancia, compañeros de instituto y porque no decirlo, también compañero de novias o ligues, no es que las compartiésemos, pero como somos de un pueblo pequeño, pues al final casi siempre nos liábamos con las mismas chicas, amigas de la panda o alguna compañera de instituto. No es que seamos dos ligones, pero siendo dos chavales jóvenes y algo guapetes, pues teníamos nuestro público como se suele decir.
Bueno que me voy del tema, había empezado a hablar de mi amistad con David, es un chico al que aprecio mucho, siempre hemos estado muy unidos, y mucho más desde que hicimos las maletas y nos fuimos a estudiar la carrera a la misma ciudad. Somos muy parecidos físicamente y con el paso de los años y vivir juntos, cada vez compartimos más aficiones y hacemos muchas cosas en común. La convivencia nos había hecho como hermanos, al principio cada uno hacia un poco su vida, estudiábamos carreras diferentes y obviamente cada uno hizo sus amistades, pero solíamos juntarnos cada cual con los amigos del otro.
Nuestra vida universitaria transcurría muy bien, de vez en cuando alguno de nosotros llevaba alguna chica a casa alguno de los días que salíamos, o directamente hacia noche en casa de alguna amiga, tampoco era todos las semanas, pero vamos, que de vez en cuando algo había.
La mayor diferencia que teníamos era que a mí me gustaba mucho hacer deporte y a el no. En nuestro pueblo yo jugaba en el equipo de fútbol, cosa que deje al tener que irme a estudiar, pero ya en la universidad por la falta de tiempo libre, comencé a probar otro tipo de deportes, salir a correr, natación, gimnasio. David por el contrario no era muy deportista, se mantenía bien físicamente pero no hacía casi deporte, montar en bici ocasionalmente y poco más. Con el paso del tiempo hice que David se fuese aficionando a salir conmigo a correr, aunque la natación y el gimnasio no le hacían gracia.
Pero un hecho cambió un poco todo y desencadenó algo que no hubiese imaginado nunca, pero que a día de hoy lo celebro a cada momento. Por lo poco acostumbrado que tenía David el cuerpo al deporte, aunque mantenía siempre un buen tipo, tuvo algunos problemas en las rodillas, al salir a correr, tras un leve parón en la práctica deportiva, convencí a David a que probase ir a la piscina y comenzar a nadar, yo siempre iba antes de comer, porque mi horario universitario me lo permitía, pero el sólo podría ir a última hora de la tarde, que si alguno de vosotros es habitual de las piscinas, bien sabe que esa hora es impracticable por el gran número de personas que hay siempre. Al poco tiempo David dejo de ir, vamos que solo fue 2 o 3 veces muy distanciadas en el tiempo, porque entre ir solo y que se acercaban los exámenes ya teníamos menos tiempo.
Cuando volvimos de navidad y pasamos los exámenes del primer cuatrimestre, reanudamos la actividad deportiva. David tenía otro horario y ya le permitía ir conmigo a la piscina. En la segunda semana de clases nos decidimos a ir a nadar los dos juntos. Antes de la hora de comer, en una piscina cerca de la universidad. Era una piscina normalita, no era muy grande y a esa hora como mucho habría 5 o 6 personas, que normalmente solían terminar antes que nosotros, muchos días, nuestros últimos largos eran con la piscina para nosotros dos solos.
Cuando decidimos que ya habíamos hecho suficiente deporte, nos fuimos a los vestuarios para ducharnos y cambiarnos, he de decir, que muchas veces antes de esto nos habíamos cambiados juntos y nos habíamos visto desnudos, en excursiones, quedadas a dormir en casa del otro y desde que compartíamos piso alguna vez que otra si alguno pasaba al servicio y estaba el otro en la ducha, no era nada nuevo para nosotros. Recogimos el champú y la toalla y nos fuimos a la zona de duchas, una habitación con una fila de 5 o 6 duchas en cada una de las paredes. Me sitúe en la ducha donde normalmente solía ducharme y David que llego unos instantes después se situó en la ducha de enfrente, ahí ya los 2 sin el bañador y sin ningún reparo nos duchábamos mientras que charlábamos, los 2 desnudos sin darle mayor importancia a ese hecho. Cuando terminamos cada cual con su toalla nos dirigimos hacia donde teníamos nuestra ropa y nos comenzamos a vestir.
Esto se repetía con normalidad todos los días que íbamos juntos a nadar. Pero poco a poco, me di cuenta que cada día esperaba con más impaciencia el momento de ir a nadar para poder compartir ese rato de intimidad con mi amigo David. No me excitaba, pero verlo ahí con su cuerpo cada vez más definido por el deporte, me llamaba cada vez más la atención, disfrutaba de las duchas con él al lado, era un momento que no quería que terminase y cuando terminaba estaba deseoso de volverlo a repetir al día siguiente.
No conseguía descifrar aquella situación, nunca me había fijado en ningún hombre, me había duchado infinidad de veces con otros compañeros de equipo, gente desconocida en el gimnasio o la piscina, pero esta sensación de ver a David desnudo, cada vez era más placentera. Poco a poco empecé a darme cuenta que quizá la cercanía que teníamos, podría hacer que empezase a sentirme atraído por él.
En mi cabeza, poco a poco, con más frecuencia aparecía la imagen de David con su cuerpo desnudo, mojado por la ducha, hasta tal punto, que muchas veces, esa imagen hacia que me excitase muchísimo. Cada vez era una obsesión mayor, no podía quitar esa imagen de mi cabeza, había pasado de masturbarme con videos porno hetero, a hacerlo con la imagen del cuerpo desnudo de David, imaginándome siendo yo quien recorría con mis manos su cuerpo mojado, recorrer cada centímetro de su piel. Esta circunstancia hacia que en las duchas de la piscina cada vez me resultase más difícil contener la erección que me producía ver a mi amigo desnudo frente a mí.
Esto no podía seguir así, debía plantearme muchas cosas.
CONTINUARÁ…….