Mi compañera Yoli (parte 1)
Relato de cómo unas cuantas cervezas terminan en la mejor mamada que a un hombre le puedan dar...
Mi nombre es Jesús. Tengo treinta y siete años y me gano la vida como administrativo de bajo nivel en una empresa de aproximadamente unos trescientos empleados. Para que os hagáis una idea; podría decirse que un conclave así yo sería lo que un dedo del pie pinta en el resto del cuerpo. Entro a las siete de la mañana. Me ficho. Aposento el culo delante de un ordenador durante ocho horas y me encargo de poner en orden una pequeña parte de la contabilidad y del registro de pedidos que llegan a mi mesa. Día tras día la misma mierda… Gracias a Dios que existe la masturbación. Si no es por los diez minutos que paso en la ducha cascándomela antes de salir de casa y de esa vergonzosa forma, típica de muchos tíos, afrontar con buena cara el comienzo de la jornada laboral diaria, hace ya mucho que habría dejado este jodido trabajo. Aparte de que hay que pagar el alquiler de la casa, la luz, el gas, internet… En fin, que os voy a contar que ya no sepáis.
Pero bueno, como se suele decir, de vez en cuando hasta los más tontos tienen suerte (véase mi ejemplo), y esa fiesta de empresa fue el desencadenante de una alineación de planetas que dio como resultado, al cabo de dos días, el mejor y más cerdo regalo que he recibido en mi vida por parte de la mujer más espectacular y calenturienta que jamás haya pasado por mi vida.
A finales de julio, poco antes dar comienzo las vacaciones de verano, mi empresa tiene por costumbre celebrar una fiesta para todos los empleados (en plan boda gitana), como agradecimiento al buen trabajo realizado durante todo el año por parte de los empleados. Supongo que a algún capullo se le ocurrió que hacer una barra libre con ingentes cantidades de bebida y comida en la zona del almacén para todos los operarios, independientemente del rango que desempeñen, generaría una especie de buen rollo en plan familiar, como aliciente para empezar septiembre con los agradables recuerdos acontecidos ese día. Póngase por ejemplo el tonteo inocente (por los cojones) que se traían algunos jefes con las secretarias, las vomitonas de los cincuentones a los que la mujer no deja tomarse más de dos cubatas durante el año, y que ese día se beben lo que puede tragar un pantano de Almería durante todo el mes de abril, o lo más reseñable (por lo menos para mí), la juerga que nos montamos los compis destinados en el almacén y yo cuando vamos ya un poco calientes. Todos los años igual. Me acerco al coche, cojo la guitarra (nunca podré agradecer a mis padres que me apuntasen de chaval a una academia y aprender a tocar este glorioso instrumento) y nos pasamos la velada entre cerveza, Gin Tonics, y cantando/destrozando rumbas que conoce todo buen españolito. Al caso… Llevábamos ya un rato en plan cantaores flamencos con el que escribe a la guitarra, y como siempre pasa, empieza a arrimarse la gente al grupo que nos juntamos para participar cantando o dando "las palmas" al sarao improvisado que montamos. No os engaño si os digo que cuando llevo siete u ocho cervezas en el cuerpo me transformo. En mi cabeza, a causa del alcohol, creo que soy la reencarnación del maestro Paco de Lucia (una uña suya más bien). Y entre acordes, canciones de los Chunguitos y los Chichos (grandes entre los grandes), y cantaores/as amateurs que hubo ese día, apareció ella… Yolanda. Una de las cuatro recepcionistas de la empresa. Ciento setenta centímetros de pura sensualidad. Morenaza de ojos negros y una mirada que paralizaría a cualquier hombre o mujer de este valle de lágrimas al que llamamos mundo. Cuerpo perfectamente moldeado a base de horas y horas de gimnasio, que se escondía tras un ajustado y escotado vestido que dejaba entrever unos pechos en los que desearías quedarte dormido para siempre después de haberlos chupado hasta formar una capa de espesa saliva sobre ellos. Largas y tonificadas piernas que sostenían un culo de tan excepcionales medidas que cualquier mujer daría lo que fuese para ser la poseedora de tan impresionante monumento a la humanidad. Yolanda era el pecado representado en forma de mujer. Su cuerpo incitaba a realizar con él todo lo que en vuestros sueños más depravados e inconfesables se os hubiese pasado alguna vez por la cabeza. El deseo de profanar todos los agujeros de su cuerpo follándola sin descanso y de tal forma que sólo la muerte podría frenar la incontrolable necesidad de vaciarte de semen una y otra vez dentro y fuera de ella, volvería loco hasta al hombre más fiel y decente del planeta.
Y naturalmente como cualquier buena moza que sabe perfectamente lo buena que está y los deseos carnales que despierta en todo aquel que la mira, tomó la determinación de salir a bailar en el centro del corro que se había formado. Y Dios bendito… que forma de moverse. El embrujo que desprendía, su sensual contoneo y desparpajo unido a esa mirada de gata en celo, mezclado con el sudor que hacía brillar todo su cuerpo por el movimiento, propios de cualquier bailaora flamenca, provocaron sin remedio todo tipo de miradas entre los que la rodeaban. Lujuriosas y lascivas por parte de los hombres y de envidia mezclada con odio por parte de la mayoría de las mujeres… No todas (creerme que alguna compañera habría lamido hasta el último rincón de su cuerpo si ella se lo hubiese pedido).
Que diosa paso ese viernes por allí. Los chavalillos más jóvenes y los hombres más veteranos trataban de esconder la tremenda e incontrolable erección que tenían cuando Yoli les sacaba a bailar al centro con ella. Sabía cómo arrimarse de forma que sin prácticamente tocarlos, ponerlos tan calientes como un reactor nuclear… Y por Dios que la cabrona lo hacía mejor que nadie.
Mi guitarra se movía ya sola. Mis manos eran las que hacían que sonase, pero mi mente y mis ojos eran propiedad de mi compañera ya; cuando su preciosa cara se giró hacia mí. Sus oscuros y endemoniados ojos me traspasaron con la mirada. La media sonrisa y ese guiño que me dedicó, hicieron que me uniese al resto de los tíos allí presentes y formase parte cómo uno más del club de: "a ver quién la polla más empalmada".
Pero ya se sabe… Todo lo bueno siempre se acaba. Y a eso de las once de la noche, algún cretino llamó por teléfono a nuestra vampiresa. El gesto de Yolanda cambió en un segundo de forma. Con una sonrisa que ablandaría el granito, se despidió de todos cual una estrella de cine, dejando un reguero de mentes sucias que en su subconsciente soñaron durante la velada en terminar con ella ese día en la habitación de algún hotel (ya sabéis lo tontos que somos los tíos, nos miran un poquito y…). Rompió de un plumazo la incontrolable tensión sexual que había en ese lugar, provocada por ese ángel que se dignó calentar todas las pollas (y algún coño) que se reunieron esa tarde al compas de una guitarra.
Ni que decir tiene que cuando llegué a casa, como habréis imaginado, lo primero que hice fue cascarme un par de pajas en honor a mi compañera; soñando en cómo sería destrozar a base de rabo durante horas, ese lascivo cuerpo que me mató con su mirada de loba en celo horas antes.
Irremediablemente llegó el lunes y vuelta a la asquerosa rutina. Insultos al despertador, café bien cargado, ducha masturbatoria y al trabajo. Lo acontecido el viernes ya era agua pasada… Te quedas con el buen recuerdo de lo visto y a otra cosa mariposa. A ver… No soy el tío más atractivo del planeta, pero bueno, algún pibón a caído en mis redes. La práctica de ciclismo a diario tiene sus recompensas en lo que a al cuerpo se refiere. Eso sí, uno ya tiene una edad y demasiados "tiros" pegados, como para andar pensando en que alguien como Yolanda se podría interesar por mi… Pero por suerte, estaba equivocado.
Serían las once de la mañana cuando sonó el teléfono de mi puesto de trabajo.
Buenos días, Jesús de administración, ¿en qué puedo ayudarte? -Suelto esa chorrada siempre que descuelgo el jodido teléfono.
Hola flamenquito!!, soy Yoli, de recepción -Esa voz aniñada sonó como música en mis oídos.
Ehhh, hola -no me salían ni las palabras cuando respondí-, ¿que necesitas Yolanda?
No, no, nada, jajaja. Es que estaba aquí y he pensado en llamarte a ver qué tal terminasteis el viernes… Vaya sarao que montamos ¿eh?. Oye, y como tocas la guitarra de bien Jesús, tío. No sabía nada de tu faceta artística, jajaja.
Muchas gracias Yolanda. -Si te hubieses molestado en dirigirme la palabra en algún momento de los nueve meses que llevas en la empresa, sabrías algo de mí, zorra. Pensé-. Bueno, pues bien. Ya sabes… Cuando el personal va un pelín afectado por la bebida todo se ve de otra forma, ¿no?. Eso sí, cuando se fue de repente la bailaora principal se acabó la gracia del asunto, jajaja. -Le solté a ver que decía.
Jajaja. Gracias por lo de bailaora principal, guapo. Ya…Puff, es que me surgió algo y tuve que irme corriendo. Jooo!!, con lo bien que me lo estaba pasando -y la cantidad de pollas que levantaste, jodía, me decía a mi mismo-. Es que me encanta el flamenco, y cuando os vi allí con la guitarrita no pude contenerme, jajajaj.
Bueno pues ya te digo. No duró mucho más la cosa. A las doce yo me fui a casa, estaba cansado ya -si te hubieses quedado me habría desollado los dedos con las cuerdas si hubiese sido preciso hasta la hora que fuese, me dije-. Hubo que llamar a unos cuantos taxis para los que peor iban, algunas discusiones tontas provocadas por la cerve… Como todos los años, vamos.
Jajaja, es que no veas cómo se pasa el personal, ¿a que sí? -y lo dice la que se puso a calentar al personal vestida como una puta poligonera, pensé-. Bueno yo me lo pasé súper bien, Jesús. Me encanta bailar. Tenemos que repetirlo algún día, ¿vale?. Oye, ¿te apetece tomar una cervecita cuando salgamos de trabajar?, así nos olvidamos pronto del lunes, jajaja.
Se me paralizó todo el cuerpo cuando escuché eso. ¿En serio esa pedazo de tía me estaba proponiendo tomar algo con ella después?. Joder, me acababa de tocar el euro millón sin haber comprado lotería. Pero había que hacerse un pelín el duro (igual que tenía el rabo en ese momento), que no notase que estaba babeando pensando en verla.
-Ehhh, me encantaría Yolanda, pero es que los lunes estoy que me duermo en la silla por acostarme tarde ayer, y estoy deseando que den las seis para… -Me interrumpió al momento.
-Jooo!!, venga Jesús, que tengo ganas de hablar un ratito tranquila contigo… Nos tomamos una rápida y ya está, ¿vale?. Venga… porfa, porfa -dijo con vocecilla de niña haciendo "pucheritos" para que la compren una piruleta-. Y llámame Yoli.
-Jajaja, vale entonces. No puedo decir que no si me lo pides así. ¿Dónde te apetece que nos veamos?
-Podríamos ir al sitio donde ponen los cubos de botellines por cinco euros que hay en el centro comercial a la salida del polígono. ¿Te parece bien?
-Me parece perfecto Yoli. Luego nos vemos entonces.
-Genial!!, venga, luego hablamos. Un beso. Chao feo.
-Hasta luego, fea -a Dios pongo por testigo que no me corrí en ese momento de puro milagro.
Pasé el resto del día mirando el puto reloj, a ver si daban las seis de una jodida vez. No sabía ni lo que estaba haciendo delante del ordenador. ¿En serio me estaba pasando esto a mí?. Algo bueno tendría que haber hecho en otra vida, aunque no me imagino que coño podría haber sido. Pero que cojones… Iba a inflarme a cerveza con la mujer más espectacular que había visto. Y me había llamado ella a mí. No paraba de pensar en sus tetas, su culo, su cara, su voz y su mirada de tigresa. Virgen santa que buena que estaba la cabrona. Perdonar si parezco un pobre baboso, pero si os ha pasado algo parecido alguna vez (espero que sí), sabréis de lo que estoy hablando.
Por suerte dieron las seis. Llegó la hora de salir de trabajar para encontrarme con mi compañera pibonaco. Cogí el coche y me planté en cinco minutos en el parking subterráneo del centro comercial. Subí las escaleras cual alma que lleva al diablo dentro, y llegué al lugar en cuestión donde habíamos quedado. Allí estaba ella. Lucía un vestido azul veraniego de una sola pieza con tirantes que dejaban ver sus hombros, su generoso escote y una pequeña parte de sus piernas por encima de la rodilla. Su piel perfectamente bronceada y su pelo negro hacían de ella el ser más sensual de ese jodido sitio. Mientras me acercaba y ella me saludaba con la mano, me percaté que no menos de tres tíos la devoraban con la mirada al pasar a su lado.
-Hola Yoli, ¿qué tal? -rezaba porque mi polla no se empalmase en ese momento-. Perdona por el retraso, pero me han liado los de contabilidad. ¿llevas mucho esperando?
-Hola guapo -Me dio un par de besos acercándose peligrosamente a la comisura de mis labios. Y que olor, Jesús bendito. Por poco me derrito allí mismo-. Acabo de llegar, no te preocupes. Oye, te parece si entramos. Estoy deseando tomar algo fresquito ya… que calor hace, ¿no?
-Claro, vamos para adentro a dar buena cuenta de la cerveza de esta gente. Jajaja.
No pude parar de mirar su trasero mientras nos acercábamos a la barra. Qué forma de andar. Noté la mirada de reprobación de una señora que se dio cuenta de lo lascivo de mi mirada hacia la "popa" de mi compañera. Poco me importó lo que pensase de mí. No pensaba reprimirme mirando ese culo mientras pensaba en como seria lamer hasta la saciedad lo que escondía debajo de su ropa.
Pidió el cubo de botellines de cerveza y nos sentamos en una mesa el uno frente al otro. No pude controlar un ligero vistazo a su brillante escote producto del calor propio de un día a finales de Julio. Por descontado que se dio cuenta, pero en vez de tratar de poner alguna barrera entre mis ojos y esa obra maestra, se inclino un poco más si cabe, lanzándome la primera señal; como diciendo con tal gesto: -Estas tetas están para mirarlas, y hoy vas a ser tu el que disfrute de ellas.
Pasamos un buen rato hablando del trabajo y de tonterías propias de dos personas que prácticamente no se conocen y no saben cómo empezar una conversación interesante. Pero bueno, hay que reconocer que la chica, aparte de estar cañón, era muy simpática y graciosa. Bebimos esos cinco botellines y otros cinco más en menos de una hora. Pedimos el tercer cubo. La cosa iba bien, parecía que Yoli estaba a gusto en mi compañía. Me pitaban los oídos por culpa seguramente de los pensamientos insultantes y envidiosos de los hombres que había en el local hacia mi persona (que se jodan todos). Me sentía el rey del mundo por ser yo quien estuviese allí. Pero sentía mucha curiosidad por lo sucedido el viernes y la forma tan repentina que tuvo en marcharse de la fiesta; con lo cual comencé a interrogarla.
-Oye Yoli, espero que no te moleste la pregunta, pero vi que el otro día alguien te llamó y desapareciste de la fiesta… ¿era algo grave?, ¿va todo bien?
-Ahh, si claro, jajajaj. Todo está bien, no pasó nada. Fue una llamada del capullo de mi ex. Me llamó para decirme lo de siempre. ¿a qué hora vas a venir?, ¿con quién estás?. ¡Seguro que ya estas zorreando con alguno como siempre! -al salir esa palabra de su boca sufrí lo que se denomina un empalmamiento vergil repentino. ¿de verdad me estaba contando eso a mí?- Dani es un celoso de mierda. Pero ya me he cansado de sus tonterías. Hablé con él y le dije que ya estaba harta de sus celos, y que lo nuestro se había acabado. Y que pensaba follarme en menos de una semana a un compañero del trabajo en el que me había fijado hacía tiempo y que me había puesto cachondísima mientras bailaba esa noche -cuando termino la frase me guiñó un ojo.
Si amigos, si. Ese montón de cerdadas salieron de aquella boca. Y estaba claro, por imposible que parezca que me había lanzado la cuerda a ver si yo la recogía. Y por supuesto que la iba a coger. Esta guarra no se me escapaba hoy. Pero como supongo que os pasará a vosotros, me encantan las conversaciones subidas de tono, y pensaba calentar la situación mucho más si cabe. Clavé mi mirada en sus ojos y extendí mi mano hasta encontrarme con la suya.
-Joder tía, me has dejado sin palabras. Siento lo de tu novio, pero entre tú y yo, ese menda no se merece estar un minuto más contigo. Ni en un millón de vidas dejaría escapar yo a una chica como tú. Es más… Me encantaría ser la envidia de todos los hombres si me viesen contigo Yolanda… como está pasando ahora. ¿Ves como todos estos tíos no paran de mirarte de reojo mientras parecen mostrar interés por lo que les está contando su mujer?
Sacó su mano debajo de mi zarpa y la puso sobre ella, mientras empezó a juguetear con sus dedos y uñas sobre mis venas, llegando a clavar una de ellas con fuerza entre los tendones de mi mano.
-Claro que me he dado cuenta en cómo me miran estos tíos. Vas a pensar que soy una guarra, pero no me importa. Me encanta que los chicos me miren, y saber que soy el objeto de sus deseos mientras fingen hablar con sus chicas, me pone súper caliente -guarra es poco para describir lo que pensaba de Yolanda en ese momento.
Acto seguido cogió mi botellín y se lo acercó a los labios. Sacó su lengua y empezó a lamer la boquilla. Miro a ambos lados para atraer la atención de sus espectadores, para a continuación bajar la botella a sus piernas y levantándose ligeramente la falda introducir la cabeza de este en húmedo sexo. Después de soltar un imperceptible gemido lo saco otra vez y me lo puso en la mano. Ni tres segundos tardé en llevármelo a la boca. La mezcla del sabor de la cerveza con el manjar liquido y salado procedente de su encharcado coño me supo como la leche que extrae un bebe de su madre al chupar su pezón por primera vez. No os engaño si os confieso que ese fue el momento más erótico que había tenido en mi vida. Acababa de saborear el interior de mi compañera mientras notaba como un grupo de infelices babeaba a mi alrededor mientras no perdían ojo de lo sucedido.
-Yolanda, ¿qué te parece si pedimos la última ronda y nos vamos a mi coche para seguir hablando y evitar que rompas algún matrimonio hoy? -le dije mientras posaba mi lasciva mirada en sus "zainos" ojos.
Cogió mi mano mientras abría la boca para meterse mis dedos índice y corazón en el fondo de su boca. Pude notar como los lamía con la lengua mientras yo los movía lentamente por todo su interior hasta llegar a su campanilla y provocarle una pequeña arcada que ella supo contener como una buena profesional. Saco lentamente mis dedos de su boca mientras sus labios acompañaban el movimiento para limpiar la saliva acumulada en ellos.
-No quiero más cerveza Jesús. Desde que te vi el viernes no he parado de pensar en hacerle a tu polla lo que acabo de hacer a tus dedos. Ya has probado el sabor de mi interior. Ahora me toca a mi ver a que sabe el tuyo -me dijo mientras su lengua jugaba con la comisura de sus labios-. Vamos a pagar y vámonos ya por favor.
-Como tú quieras guapísima. Y no te preocupes, que no vas a tardar mucho en probar lo que quieras hasta que te canses -eso ha sido lo más cerdo que he dicho a alguien nunca.
Diez minutos tardamos en llegar a mi coche que afortunadamente ya se encontraba solo prácticamente a causa de las altas horas. Nos sentamos en la parte de adelante para acto seguido unir nuestras bocas en un largo y sensual beso. El romanticismo duró poco ya que mi mente solo pensaba en recorrer con mi lengua todo el interior de su boca. Nuestras lenguas se cruzaron en una lucha para ver cuál de las dos ganaba la batalla. Diez minutos estuvimos ensalivando nuestras bocas hasta que el liquido escapaba de estas manchando la ropa de ambos. Saque mi lengua de su interior para lamer con avidez primero sus labios y luego el resto de su preciosa cara, cual perro hace con una herida. Mi comportamiento animal llegó hasta avergonzarme, pero no cese en mi empeño. Ensalivé sus ojos, sus orejas, sus pómulos, su barbilla, sus mejillas. Todo su rostro era ahora una paleta brillante de pegajoso líquido producido en mi interior. Bajé mi mano hacia sus muslos mientras lentamente me abría camino hacia su empapado tanga. Sin ningún miramiento arranque su prenda de un tirón y después de introducir dos dedos en su boca, los introduje de un golpe en su encharcado coño. Empecé un lento movimiento para deleitarme en cada parte de las paredes de su vagina.
-Ummmm, ahhhhh. Sigue por favor… no pares. Sigue, sigue.
Mis lentos movimientos en su interior dieron paso a un acompasado movimiento de mete y saca con mis dedos que poco a poco cogieron ritmo, mientras los primeros sonidos empezaron a salir de su encharcado sexo, al compas de los gemidos de mi compañera.
-Si, si, si… ahhhhhh, sigue papi. Ummmmm, dale más fuerte, méteme otro dedo por favor. Quiero otro dedo más dentro de mi -me decía con la voz entrecortada a causa de la agitación y el placer.
Sin hacerme de rogar obedecí su orden, y mi dedo anular acompañó a sus hermanos para empezar un frenético movimiento, violando brutalmente aquella húmeda cavidad que se entregaba totalmente a mi ya encharcada mano. Durante más de diez minutos estuve perforando sin piedad su coño mientras los gemidos de Yoli se transformaron en gritos que a duras penas pude sofocar introduciendo mi mano libre en su boca. Cierto que estábamos solos en ese desértico aparcamiento, pero es imposible que alguien no escuchase los berridos de mi puta al acercarse sin remedio al orgasmo más brutal que mi mano pudo darla.
-Si, si, si, me voy a correr joder… dame más fuerte cabrón. Dame, dame, dame -me decía mientras su mirada y su brillante y sonrojada cara me suplicaban como una perra.
-¿Me vas a regalar una buena corrida?. Vamos dime que te destroce el chocho hasta hacerte terminar -toda clase de improperios salían de mi boca buscando su total sometimiento.
-Uhhh, ahhhhh, siiiiii, me corro, me corro, me corrooooooooooo!!!
Saque mi mano de su boca para dejar que sus chillidos acompañasen a su brutal orgasmo. De su coño comenzó a salir a borbotones una amalgama de líquidos formados por sus jugos y su orina provocándole un squirt vaginal, que habría dejado en ridículo a la mejor actriz porno del momento. El chorreo fue tal que puso perdido el asiento y gran parte del salpicadero de mi coche. Seguí perforando su cavidad mientras mi compañera luchaba por cerrar sus piernas intentando que aquellos dedos dejasen de torturar su sensible y dolorido sexo que agotado por la intensidad de la masturbación buscaba el merecido descanso.
-Para Jesús, por favor… Ya no puedo más. Me lo vas a dejar en carne viva. Para por favor. Me vas a matar joder. Ahhhhh, ya, ya… déjame descansar cariño -me dijo con voz suplicante.
Pero no pensaba detenerme. Quería más y más. Iba a machacarle su enrojecido chochito hasta que terminase rendida por el placer. El interior del coche era ya un compendio de fuertes olores a fluidos y meados que no paraban de salir del interior de Yoli, unidos al vaho que cubría los cristales producido por el calor que desprendía su cuerpo. Su segundo orgasmo no tardo en llegar. Exploto de nuevo de una forma más brutal aun si cabe. Los gritos que salían de su boca ya no tenían freno posible. Se estaba entregado al placer de tal forma que hubiese avergonzado a la puta más experimentada de la ciudad. El sonido del chapoteo que producían mis dedos al taladrar sin piedad su agotado coño, terminó en el preciso momento que los saqué de su interior para bajar mi cabeza y recoger con mi lengua todo lo que salió de su interior por segunda vez. Poco me importó el sabor fuerte de tan sucio manjar. Tragué todo lo que pude, aunque la gran mayoría de sus maravillosos líquidos fueron a parar en gran parte a toda mi cara y al ya encharcado asiento (ya me encargaría después de limpiar todo).
-Ahhhhhhh, ummmmm, si, si, así mi vida, bébetelo todo mi niño. Es para ti -me decía entre risas ahogadas y sollozos provocados por tan terrible orgasmo.
Ese era mi momento. Había provocado el mayor placer posible a esa pedazo de tía que se había entregado por completo a la animal profanación de su interior por parte de mi diestra mano. Seguí lamiendo lentamente su coño durante cinco minutos más hasta dejarlo completamente limpio. Cada paso que daba mi lengua por sus sensibles labios y clítoris, provocaba pequeños espasmos en el cuerpo de Yolanda. Los sollozos provocados por la hipersensibilidad de mi acompañante, consiguieron que me apiadase y terminase con la tortura placentera a la que la estaba sometiendo desde hacía ya más de una hora. Lamí los restos de flujos que brillaban por el interior de sus muslos para terminar dando un beso a su precioso y rasurado sexo.
-Gracias, gracias, gracias…. Bésame por favor, bésame Jesús.
Me lancé a devorar su boca otra vez dándole a probar el sabor de los fluidos que habían salido de ella.
-¿Cómo se lo ha pasado mi niña? -dije mientras sonreía pícaramente mirando su sudorosas facciones.
Con voz jadeante, restableciéndose poco a poco del esfuerzo al que la había sometido su cuerpo, me respondió entrecortadamente:
-Joder, Jesús. Me has matado cabrón. Pensaba que no ibas a parar. ¿Dónde has aprendido eso?. Me has dejado mi coñito para el arrastre. Hoy ya no puedo meter nada más ahí adentro sin que se me salten las lagrimas. Pero ha sido la mejor dedeada que me han dado en mis veinticinco años.
Si las mujeres supieran la información de índole sexual que un hombre puede almacenar en su cerebro gracias a años y años viendo porno y practicando de vez en cuando con alguna chavala que caiga en sus redes, no serían tan remilgadas a la hora de entregarse sin miramientos al placer al que podemos someterlas.
-Perdona si me he pasado un poco, pero es que no podía controlarme. Cada vez que escuchaba tus gemidos y el sonido de tu coño, quería darte más y más. ¿Me perdonas?... -le dije, aun sabiendo que había disfrutado como una perra en celo.
-Claro que te perdono tonto… jajajaj. Has hecho que me venga dos veces de la forma más brutal que recuerdo. Pero hoy ya no vas a poder follarme como te hubiese gustado. Esto te pasa por ansioso, jajajaj. Por cierto, perdona por cómo te he puesto el coche de sucio, pero me has jodido con tus dedos te tal forma que has conseguido hasta que me mee -sus sucias palabras sonaron para mí como el himno nacional cuando España ganó el Mundial.
-No te preocupes por el coche. No voy a tener prisa por limpiarlo. Quiero que huela durante un tiempo a ti y a todo lo que ha salido de tu interior. Pero sabes que me vas a tener que pagar de alguna forma esto, ¿no? -le dije mientras agarraba su mano y la ponía encima de la bragueta de mi pantalón.
-Ummmmm, no sé, no sé -con esa voz que tanto me pone imitando a una niña con su piruleta, me dijo- la nena quiere ver tu "cosa"… ¿Me la enseñas "papi"?, tu niñita quiere jugar con tu colita… porfa, porfa, ¿me vas a dejar jugar con ella? -que zorra que es la hija de puta, pensé. Normal que su ex novio estuviese todo el día celoso. Razón no le faltaba…
Por supuesto que iba a seguirle el royo tontorrón que llevaba.
-No te lo mereces. Has sido una niña muy mala. Mira cómo has puesto todo se sucio… No sé si dejarte jugar con mi "bibe". Si te dejo me prometes que la vas a tratar muy bien y te vas a beber toda la lechita cuando termines, como una nena buena.
-Si, si, papi -pone morritos y sigue-. Tu niña va a ser muy buena y se va a beber todo lo que el nene la de, ¿vale?. Porfa, porfa, déjame jugar con el "tete" -Oscar a la mejor interpretación zorril.
Me deshice del cinturón y me desabroché los pantalones para quitármelos del todo. Con ellos puestos no iba a poder hacer todas las cerdadas que estaba imaginando realizar con esa gloriosa boca. A continuación me quite los boxer que contenían a duras penas la terrible erección que mantenía desde hace más de una hora. Y por fin dejé libre a la bestia. Veintiún centímetros de carne extremeña. Empalmada y repleta de venas a más no poder, esperando pacientemente su merecida recompensa.
-Ummmm, madre mía nene, vaya pedazo de polla que te gastas guapo. No sé si me la voy a poder comer toda sin que se me desencaje la mandíbula, jajaja -me decía mientras me miraba con sus ojos de gata y se relamía los labios.
-Pues es toda para ti corazón. Venga, empieza a chupármela. Ya me has calentado bastante. Aquí tienes tu recompensa…
Apartó a un lado su negra melena y sin más preámbulos me descapulló el pene y se lanzó a besar suavemente cada centímetro de este. A continuación sacó la lengua y me lamió toda la polla empezando desde el comienzo del tronco y terminando recreándose en la punta. Estaba claro que no era la primera vez que lo hacía. Abrió la boca y se metió de un golpe la mitad de mi estaca, para permanecer en esa posición unos diez segundos. Al sacarla un hilillo de saliva se quedó pegado a sus labios y puede ver como Yoli reprimía las ganas de toser que la había producido ese acto. Yo no tenía la culpa, había sido ella…
-Ummmm, que rica joder. Me la voy a comer entera -dijo la muy glotona.
Y empezó a comérsela de verdad. Al principio succionando poco a poco todo el glande para después repetir la primera acción una y otra vez. El movimiento fue progresivamente más y más rápido. Su cabeza subía y bajaba de forma frenética, empalando su boca con mi rabo hasta dar con su campanilla en cada movimiento. La saliva empezaba a brotar por toda mi polla y pude ver como las primeras lágrimas empezaron a aparecer en sus ojos producto del esfuerzo. Mi niña lo estaba haciendo de maravilla; pero había sido muy mala, y su magnífica forma de mamar no iba a ser suficiente para perdonar como había puesto mi coche de flujos y orín, producto de sus brutales orgasmos. Aprovechando uno de los momentos en los que se quedaba con ella metida en la boca durante unos segundos, aproveché para agarrarla de la nuca y empujar con mi mano su cabeza más hondo aun si cabe, hacia el fondo de mi verga. Y vaya si lo conseguí. Acompañado de un envite caderas hacia arriba logré que cinco centímetros más de rabo se introdujesen sin piedad en el fondo de su garganta. Aprisioné su cabeza en la misma posición durante veinte segundos mientras con la otra mano tapaba su nariz. Yolanda me miró con ojos suplicantes mientras el rímel y las lagrimas se mezclaban en sus mejillas, producto del esfuerzo a la que estaba siendo sometida. Pero estaba claro que era una chica dura y disfrutaba con ese tipo de guarradas. Cerró los ojos y aguantó todo lo que pudo hasta que sus manos golpearon mis piernas pidiendo la liberación y buscando el aire que tanto ansiaban sus pulmones. Solté mis manos y levantó su cabeza, dejando un reguero de babas a su paso, liberando así su boca de ese pedazo de carne que la tenía sometida. Un golpe de tos siguió a dos bocanadas de aire que cogió como buenamente pudo, buscando respirar, hasta que mis manos volvieron a hacer de la suyas y agarré su pelo otra vez para repetir la misma operación. Esta vez mi niña aguantó casi un minuto en la misma posición. Esa chica había nacido para hacer realidad las fantasías más depravadas que se me estaban ocurriendo. Volví a sacar mi polla de su boca, la cual era ya una camisa de babas de mi compañera en ese momento, para atraerla con rudeza hasta mi lengua. Besé y lamí su enrojecida cara mientras notaba el sabor salado de sus lagrimas en mi paladar. Metí mi lengua lo más profundo que pude en su boca buscando los lugares que me rabo acababa de profanar segundos antes. Yoli me respondió abriendo su boca todo lo que pudo para ayudarme más si cabe en mi depravado cometido, mientras que con su mano comenzaba a pajearme de forma frenética para que mi polla no perdiese ni un ápice de dureza.
-¿Quiere la nena probar otra cosa ahora? Te estás portando muy bien. Estás siendo una niña muy buena y mereces que te deje chupar mis huevos como recompensa -habréis comprobado que mi depravación no tiene límites.
-Siiiiii, claro, claro -decía mientras se limpiaba la boca con el antebrazo- la niña quiere meterse esas cosas en su boquita para ver si están ricas. ¿Me las puedo comer?, ¿me dejas?... ¡Gracias, gracias! -si yo era un degenerado mi compañera no se quedaba atrás.
Después de darme un lascivo morreo, agarró mi troco con la mano y se lanzó con avidez a devorar mis testículos que a duras penas mantenían mi semen dentro de ellos. Poco la importó el fuerte sabor que seguramente tenían estos producto de un día entero aprisionados dentro de mis calzoncillos. Succionaba uno y el otro estirándolos hacia atrás con su boca y soltándolos de golpe, para con ello, provocarme un ligero dolor que me llevaba a la gloria. Sabía lo que hacía… y lo hacía mejor que nadie. Durante cinco minutos estuvo ensalivando mis pelotas mientras procedía con maestría a masturbarme con su mano. Cuando terminó hizo algo que me descolocó por completo, por lo guarro e inesperado, pero Yolanda era una caja de sorpresas. Levantó su cabeza, me miró con ojos desafiantes, y me dijo:
-Papi, date la vuelta y ponte de rodillas en el asiento mirando hacia la ventanilla, que la niña quiere probar otra cosita ahora -la miré con cara de sorpresa y asombro sin saber cómo reaccionar.
-Venga, porfa, porfa… Haz lo que tu putita te pide, veras como te va a gustar.
Os habréis imaginado lo que mi compañera se proponía. Y claro, que iba a hacer yo. Exactamente lo mismo que habríais hecho vosotros. Me puse de rodillas en el asiento y con la cara pegada a la ventanilla puse el trasero mirando hacia Yoli. Acto seguido noté como sus manos abrían mis glúteos dejando mi ojete a disposición de esa máquina del sexo con forma de mujer. Gracias a que, como he comentado antes, el practicar ciclismo hace que tenga por costumbre rasurarme todo el pelo de las piernas y mis partes íntimas para evitar en lo posible las rozaduras producidas por el contacto con el sillín. Y naturalmente el "ojete" no iba a ser menos. Mi compañera comenzó a formar círculos con la punta de su lengua alrededor de mi culo, para poco a poco empezar a chuparlo lentamente. Su tranquilidad inicial dio paso a un desenfreno de lamidas de mi inexplorado agujero que me llevó hasta el séptimo cielo. Parece que ese demonio quería hacer desaparecer esa parte de mi trasero con su lengua a base de saliva. Poco me faltó para correrme en ese momento. Nunca me habían hecho algo así, pero aunque me estaba encantando, todavía no había terminado con mi cometido.
-Para, para… por favor Yoli -mis palabras se negaban a salir de mi boca.
-Jooooo, ¿por qué?, ¿no te está gustando?... La nena quiere seguir chupando tu culito.
-Y el nene quiere que nos vayamos a los asientos de atrás y te tumbes en ellos. Papi quiere usar tu boquita como un coño y te quiere follar la garganta hasta que no pueda más. ¿Vas a hacer eso por tu papi? -que cerdo que soy, la hostia puta.
-Vale papi. Hoy he sido una niña muy mala y tengo que obedecerte para que me perdones y me des el premio que me prometiste si me portaba bien -que cerda era ella también, la puta hostia.
Abrimos las puertas delanteras y fuimos a la parte de atrás. El garaje estaba ya desierto. No sé cuánto tiempo llevaríamos metidos allí. Seguro que ya habrían cerrado las puertas de salida, pero me daba igual si me tenía que quedar allí a dormir esa noche junto a mi compañera. No me iba a ir hasta que terminase mi cometido. Yolanda se tumbo boca arriba como la dije y me senté a horcajadas sobre sus pechos.
-Abre bien la boquita, que voy a empezar. Y no quiero que te quejes en ningún momento. Ahora papi va a darte tu merecido por guarra y ensuciar mi coche.
-Vale papi, te prometo que voy a ser buena e intentaré aguantar el castigo todo lo que pueda, ¿vale?. Venga, empieza a follarte la boca de tu neni… aggggjjjj.
No la di tiempo a terminar la frase. De un golpe le incrusté mi enorme polla en el fondo de su boca. Una, dos, tres, cuatro, veinte brutales envestidas que terminaban en el fondo de su garganta provocando una serie de arcadas que Yoli aguanto para evitar vomitar. Deje caer todo el peso de mis caderas sobre su cabeza como antes había hecho, pero con más rudeza si cabe. Mantuve esa posición hasta que sus manos golpearon mis nalgas pidiendo con ellas que la dejase respirar. Volví a sacar mi polla durante cinco segundos para acto seguido volver a destrozar su garganta con cada acometida de mi rabo. Más de diez minutos estuve violando literalmente esa preciosa boca. Su cara era un autentico desastre producido por la follada. Las babas, el rímel y las lágrimas provocadas por el esfuerzo hacían de su precioso rostro se transformase en una visión divina que desataba mi lujuria. Su saliva bañaba mi polla y gran parte caía sobre el asiento. Los sonidos guturales que salían de su garganta eran como música celestial para mis oídos. No sé como esa chica pudo aguantar tanto tiempo sin apenas quejarse. Y otra vez, y otra, y otra… Mi cadera se movía a tal velocidad que goterones de sudor empezaron a aparecer por todo mi cuerpo. Ese coche olía a coño, a culo, a sudor, a babas… Ese coche olía a sexo. Pero todo tiene su final, y este estaba próximo ya. No iba a poder aguantar mucho más. Saque mi polla que había cogido el color rojo carmesí del color de los castigados labios de mi compañera y comencé a pajearme en su cara mientras le decía:
-Quieres que papi te dé ya tu regalo, ¿eh?... ¿Quieres un poquito de leche que tengo guardada para ti?
-Si, si, dame tu lechita porfiiiiiii. Me he portado muy bien… Dame mi lechita ya… -no sé cómo podía hablar después de todo lo que había hecho con su boca. Pero era una diosa del sexo y durante dos tres horas había sido enteramente mia.
Solté lentamente un escupitajo que ella recibió gustosa recogiendo toda la saliva con la boca bien abierta, para acto seguido introducir mi gran polla en el fondo de su garganta y correrme dentro de ella de la forma más brutal que jamás había imaginado. Hasta siete intensas lefadas salieron de mi rabo en ese momento, mientras soltaba un grito ahogado para acompañar los espasmos que produjo mi gran corrida en todo mi cuerpo. Yoli tragó como una campeona gran parte de mi descarga pero fue demasiado para ella terminar con todo. Después de un golpe de tos producto del atragantamiento, una parte del semen que no pudo ingerir, salió por su nariz y la comisura de sus labios de forma tan violenta que recordaba a una explosión de lava escupida por un volcán en erupción. Esa imagen… Verla así, con la cara llena de fluidos varios, los ojos vidriosos y mi polla latiendo en su interior, quedó grabada a fuego en mi cerebro, como fotografía final de el mejor desenlace posible de mi depravado exceso para con su cuerpo. Cuando me disponía a sacarla negó con la cabeza para clavarme sus uñas en mi sudorosas nalgas. Como la buena niña que era, quería limpiar hasta el último resto de semen y saliva que quedaron en mi rabo. Durante unos minutos lamió con delicadeza mi polla hasta dejarla reluciente y extremadamente sensible a causa de su experimentada lengua. Finalmente soltó mis glúteos y liberó mi carne dándome por entendido que había quedado saciada te tan brutal follada. Acerqué mi boca a la suya y nos fundimos en un apasionado "beso blanco", para dar por concluida tan maravillosa experiencia.
-¿Estás bien Yoli?, espero no haberme pasado demasiado, pero no he podido contenerme, cariño.
-Ha sido la mejor experiencia sexual que he tenido. Me ha encantado que me tratases como a una puta -razón tenía en lo que a puta se refiere-. De hecho quiero que sepas que he tenido otro orgasmo mientras me follabas a placer la boca. Nunca me lo habían hecho con tanta rudeza, y has conseguido ponerme como una cerda. Pero Jesús… No creas que con esto he tenido suficiente. Quiero más, quiero mucho más…
-Lo tendrás Yolanda, lo tendrás…
Continuará…
Este ha sido mi primer relato. Espero os haya gustado y me dejéis algún comentario o consejo para seguir compartiendo con vosotros/as más y mejores historias. Un abrazo.