Mi compañera secreta

Encuentro sexual secreto con una compañera de de teatro

Me desperté con ganas de vos. Así que a pesar de todas las trabas en mi cabeza te mande un mensaje. Sabía donde me metía y que me habías pedido que no te escribiera más hasta que esté segura de lo qué quería. No podía dejar de pensar en los besos prohibidos que nos habíamos dado la última fiesta de cumpleaños de Martin. No dejaba de pensarlos y mojarme sin que pasara un día pero ese día estaba más decidida que otros a escribirte. Sabias que estaba casada y que solo había estado con otra mujer siendo muy chica. La experiencia no había sido buena pero sabía que con vos las cosas eran distintas, me gustabas, me excitabas, tus olores eran mágicos. Rozarte era volar y jugabas con ello.

Tardaste en responder, me dijiste que vaya a tu casa a la tarde casi a la noche. No me pude arreglar todo lo que quería, si hubiera sido por mi habría salido como lo hacía a los 22 años cuando me encontraba con alguien. Me faltaba el aire cuando toque la puerta. Las palabras se atropellaban una a una pero fuiste tierna y me calmaste con un beso y me dijiste que me sentara. Tu casa era tu reflejo. Transparente, despojada, libros, piedras, poca ropa, algunas copas. Miraba el cielo ya más calmada mientras tomábamos un vino cuando me abrazaste y me dijiste que me entendías y empezaste a masajearme el cuello con tus yemas. Estabas hermosa tenías una camiseta sin corpiño que me dejaba poco a la imaginación  y unos jeans. No tardaste en darme besos en el cuello mientras seguías con tus masajes. Me di vuelta y nos besamos. Otra vez ese perfume embriagador que me poseía. Esos besos profundos, tu lengua que jugaba con la mía, la mía que solo se movía a tu compás. Nuestros cuerpos aún no se encontraban y te reías dulcemente de mi corpiño acartonado. Me decías que te viera, que se te paraban los pezones cuando nos besábamos y eso te calentaba. Me tomaste de la mano y me la pusiste sobre un pecho. Sentí ese pecho duro y los pezones aún más . Me dirijias con tu mano. Sentía tu placer y yo sentía placer al tocarte. Me dejaste que siguiera sola mientras me desprendías el corpiño y me quitabas la remera. Me manoseaste mis pechos como nunca nadie lo hizo, jugabas con ellos, mis pezones te aclamaban, entonces te quitaste la camiseta y empezaste a frotar tus pechos contra los míos mientras nos volvíamos a besar y se empezaban a escuchar sonidos que respondían al placer. Nos íbamos desparramando en el suelo. Quedamos casi acostadas moviéndonos. Estoy segura que había tenido un orgasmo ya. En otras ocasiones pensando en mujeres hubiera frenado pero esto era como ella me lo había dicho, quería mucho más.

Fuimos reptando hasta la cama. Donde me quito el pantalón y se saco el jean. Quedamos solo con cullotes. Me beso las nalgas mientras muy suavemente me metía un dedo. Quede sin nada, se sentó arriba mío y comenzó a moverse nuestras conchas se buscaban. Me explicaba que era muy especial eso que me lo tomará con calma y me dejara llevar. Así lo hice. Me movía y la miraba, le miraba su cara envuelta en placer, nuestras conchas chocando y más entusiasmo ponía en el movimiento pélvico. Me encontré chupándole las tetas, nos escuché gritar y ver cómo se derramaba sobre mi, luego yo. Me pediste que me tocara y a pesar de que mi cuerpo estaba cansado lo hice. Me masajee las tetas y me estimule el clitoris. Fue ahí cuando me empezaste a hacer sexo oral. Me lamiste toda la concha y me metías dedos, no se cuantos, fue perfecto. Yo quería también hacértelo. No me dejaste. Me dijiste que yo era la invitada. Me masajeaste la espalda con tus tetas después mientras me dabas besos. Mi cadera se movía y me montaste, no sé cómo lograste tocarme hasta que llegue al orgasmo mientras tu sexo se estimulaba sobre mi culo. Te sentí venir.

Era tarde cuando me fui y regrese. Te mande un mensaje queriendo repetir.