Mi Compañera oculta II
Segunda parte de una relación oculta con una compañera de teatro. La relación está más consolidada aunque la otra mujer no ha cambiado su situación
Era la tarde y me cayó un me mensaje tuyo. Era simple, claro y directo: “Te espero en casa. Me aparece tenerte entre mis sábanas” Sabias mi situación, que todo era complicado, mi matrimonio, los chicos pero que siempre caía en tus brazos rendida como un gatito cuando me escribías.
Llevábamos en esta relación oculta ya seis meses. Mi cuerpo nunca había sentido y pedido tanto. No me inundaba la culpa sino las excusas por dejar todo y salir corriendo a tu encuentro.
Así que una vez más llame a la niñera y le pedí que me salvara la tarde. Llegue a tu casa, me esperabas con un conjunto de ropa interior que te había regalado y una bata. Nos besamos como siempre con mucha energía sintiendo que era nuestro ultimo beso y comencé a decirte que resplandecías con ese conjunto mientras ya te metía la mano por debajo del corpiño. Me habías enseñado muchas cosas para dar placer a una mujer y yo había sido una excelente alumna. Además había investigado por mi cuenta en internet. Me apoderé con una mano de tus pechos mientras con la otra iba acariciandote el vientre dulcemente hasta llegar a tu ingle en donde me gustaba jugar por los alrededores. Yo estaba vestida pero me quitaste el vestido que llevaba y de a poquito sacaste mis prendas íntimas dejándome desnuda. Yo ya estaba masajeando esa tanguita que te había comprado y buscaba hacerla a un costado para meterte unos dedos cuando sentí que me estabas mosdisqueando mis pechos. Se sentía un poco doloroso pero al final era extasiante así que te pedí que siguieras mientras arremetía con mi dedo. Empecé también a tocarte esas tetas con el corpiño, prácticamente te lo arrebate de como hervía mientras seguías mordiéndome los pezones. Quedamos desnudas las dos y me subí arriba tuyo sin pensarlo. Me movía sin parar. De a poco fuimos acomodándonos hasta que nos encontramos y acabamos.
Me dijiste que te encantaba verme perder los estribos. Nos chupamos la concha la una a la otra como si fuera una paleta que lamemos. Gemíamos de placer. Comenzaste como la última vez a darme besos en el culo y esta vez no te frene. Me gustaba. Sentí tu lengua jugar ahí y sin que me diera cuenta habías metido un dedo. Grite de placer y seguí dándotelo con mi lengua y los dedos que entraban y salían de tu concha. Me gustaba olerte. Los movimientos involuntarios que hacían nuestras caderas y pelvis respondiendo al placer era hermoso. Seguimos así un ratito más . Hasta que nos abrazamos y nos besamos en la cama. Como siempre la despedida se hacía difícil así que me dijo que que quedara para un último round. No podía decirle que no. Y la vi llegar con esos penes de plástico dobles y tuvimos que lubricarnos con besos, manos, chupadas de pezones que se sentía mágico otra vez hasta que probamos con ese juguete. Al principio se sentía raro y coordinar nuestros movimientos se hizo complicado pero agarramos ritmo en unos momentos. Y fue estar siendo penetradas por algo que era lo mismo. Lo veía entrar y salir a nuestro movimiento de ambas conchas y más me humedecía. Ella lo ponía en el lugar para que no se moviera tanto. Estuvimos así como 30 minutos, fueron una lluvia de órganos, besos, levantarse y tocarnos el culo la una a la otra,rasjuñarnos las tetas y pedir más. Terminamos con el pene doblado y las conchas latiendo abrazadas de nuevo en la cama cuando anochecía y sabía que debía volver.
Esa despedida fue especial nos besamos despacio y con dedicación desde la puerta hasta que llego mi remis. Me pedía que me quedase a dormir. Nunca habíamos dormido juntas.
Llegue a casa, estaba ya mi marido . Le di un beso, le pregunté por los niños y me dijo que lo transferían con un ascenso de filial al sur. Me quede sin palabras. Simplemente lo felicite