Mi compañera de tenis
Tras una dura sesión de tenis acerqué a mi compañera, 8 años mayor que yo, a casa. Fue el mejor polvo de mi vida.
Mi compañera de tenis
El relato que les voy a narrar es verídico por lo que para ocultar la identidad de mi amante, no diré su nombre sino que la llamaré Sonia.
Todo sucedió una tarde como otra cualquiera en la que yo me disponía a ir a mis clases de tenis. En el grupo, aparte del profesor, estábamos 4. Tres chicos y una chica. Ella, como habrán imaginado era Sonia.
Una chica de mediana estatura, pelo negro rizado, con un pecho normal, y unas piernas preciosas. Me parecía una chica agradable, muy simpática pero algo tímida y sobre todo inocente. Por cierto, yo tengo 27 años y ella 35.
Tras el siempre duro entrenamiento, fuimos como de costumbre a tomar un refresco al bar del polideportivo. Allí estuvimos hablando y hablando hasta que les dije que me iba. Les propuse acercarles a algún sitio, dado que solo yo había llevado el coche y ella aceptó. Ahí empezó todo. Nunca había imaginado nada con ella pero al quedarme a solas con ella, todo me vino a la cabeza. Llevaba unas faldas estampadas justo por encima de las rodillas pero que al andar dejaban mostrar sus preciosas piernas y mi calentura fue aumentando hasta que decidí que lo intentaría.
Estuvimos hablando en el camino hacia su casa sobre muchos temas pero uno resultó decisivo, "tenía problemas con el ordenador". Yo le comenté mi afición por los ordenadores y me ofrecí a ayudarla. Ella no puso ninguna pega y me invitó a subir a su casa. Yo me preguntaba el por qué de que su marido no le hubiera arreglado el ordenador y ella sin preguntarle me respondió: "a mi marido no le gustan esos cacharros" solo le va la televisión, además nunca para en casa por su trabajo, hasta las once no entra en casa." Esa era la mía, tenía 4 horas para "arreglar el ordenador", ja, ja.
Por fin llegamos a su casa y entré detrás de ella otra vez sin poder dejar de mirar esas piernas y esas medias que me estaban volviendo loco. Me llevó a su habitación de matrimonio que es donde tenía el ordenador y le estuve arreglando el problema. Ella se sentó al lado mío con lo que mis ojos no hacían más que mirar a sus piernas, me entraban ganas de bajarle las medias y follarmela en ese momento pero seguí arreglándole el ordenador.
Al poco rato y tras mi asombro, ella me preguntó por mi novia, por como era la vida de novios y por las cosas que se pierden cuando te casas. Ese tema me gustaba, dado que era una buena oportunidad para mi de entrarla.
Para ella todo había cambiado, ya no salían tanto, ya no se divertían tanto juntos. Yo quise ir más lejos y le pregunté sobre que los matrimonios hacen menos el amor que cuando eran novios y ella me lo confirmó. Me comentó que antes era casi a diario en su caso pero que ahora estaba de suerte si lo hacía una vez al mes. Le comenté lo difícil por mi parte de entenderlo ya que me parecía que era una chica muy guapa a lo cual ella se ruborizó y sonrió. Sin esperar más reacciones por su parte, proseguí hablándola y adulándola, diciéndola que yo no la dejaría ni respirar ni un día hasta que cuando la vi a tiró, la besé y para mi sorpresa, me devolvió el beso.
Nos levantamos de la silla y comenzamos a besarnos. Noté que ella estaba muy nerviosa y yo para tranquilizarla la sonreí y la empecé a besar por su cuello. Notaba como su respiración iba subiendo a medida que yo iba desabrochándole su camisa. Pude comprobar que tenía unos pechos muy bonitos, no muy grandes y un poco caídos por la edad pero preciosos.
El sujetador negro que tenía le realzaban sus pechos y yo no me lo podía ni creer la suerte que estaba teniendo. Fui besándola hasta llegar a un tirante de su sujetador el cual aparté con una mano. Le di la vuelta para desabrocharle el sujetador y fue cuando acerqué mi polla totalmente dura a ese culo que me moría por tocar. A la vez que le desabroché el sujetador noté como ella acercaba su culo a mi polla, lo cual me excitó más si cabe. Comencé a masajearle las tetas desde atrás, notando la erección de sus pezones. No tardé en darle la vuelta y sentándome en la cama frente a ella que seguía de pies, comencé a chuparle aquellas dos tetas y sobre todo sus pezones. A cada mordisquito que le daba en los pezones, ella me respondía con un gemido y no un gemido cualquiera, me di cuenta que ella era muy ruidosa y no le importaba gritar, cosa que por cierto, me encanta en las mujeres.
Cansado ya de comerle las tetas seguí bajando hasta que me encontré con su falda. Mis manos agarraban su culo y mi cara quedaba a la altura de su raja. Qúe culo tenía, un poco carnoso pero firme. La tumbé en la cama y la agarré las piernas chupándole todas las medias desde el pié hasta la entrepierna. Ya estaba con la cabeza metida totalmente entre sus piernas y debajo de su falda. Notaba su humedad a través de las medias y su braga y sus grititos eran ya bastantes más fuertes. Poco a poco le fui quitando las medias y comencé a comerle el coño a traves de la braga ya totalmente mojada. Ya no resistí más y le quité las bragas. Ahí estaba Sonia tumbada delante de mí y abierta de piernas esperando que le comiera todo su jugoso coño. No le hice esperar y clave toda mi lengua en su mojada raja.
Ella jadeaba cada vez más fuerte, yo recorría con mi lengua desde su ano hasta su rajita, chupando todos sus pelos ya que tenía un ano bastante frondoso. Tuve que agarrarla con fuerza porque no podía quedarse quieta, levantaba sus caderas y sus gemidos ya eran exagerados, hasta que comprendí el motivo, se estaba corriendo. Soltó un chorro de su flujo que no desperdicié ni una gota, era un sabor muy fuerte y caliente pero que me excitaba muchísimo.
Cada 30 segundos volvía a soltar otro chorro y yo lo tragaba y lo lamía todo hasta que después de 5 o 6 chorros decidí follarmela. Me bajé los pantalones y los calzoncillos y se la metí con fuerza. Entro fácilmente dado lo lubricado que estaba su coño. Ella seguía jadeando fuertemente y mi polla se salía de su coño cada vez que soltaba uno de sus chorros (nunca me había pasado nada igual y todavía no lo entiendo) hasta que ya no pude más y me corrí llenando su labios vaginales y su ombligo de mi semen.
Me tumbé junto a ella, nos miramos silenciosamente y nos besamos, fue un beso tierno y noté como con ese beso me estaba dando las gracias.
Nunca más he vuelto a estar con ella, pero fue el mejor polvo que he echado nunca y también, por qué no decirlo, el más extraño. Quien sabe, igual un día de estos la llamo y vuelvo a revivirlo.
Si queréis contactar conmigo, solo tenéis que escribirme a: Josu_merino@hotmail.com