Mi compañera de piso, un vibrador y un taxi.

-El viaje fueron 17 euros. Marina se rio tirando de mi mano, dejando al hombre en medio del rellano. -Date por pagado.

Llamé a la puerta de la habitación de Marina antes de entrar, viendo que estaba estudiando. Eran las ocho de la tarde, tenía tiempo de sobra de arreglarse para mi plan.

-¿Tienes planes para esta noche?- le pregunté sutilmente.

-No, ¿por qué?

-Está bien, salimos a cenar.- le guiñé un ojo antes de irme.- Tengo una sorpresa para ti, ponte sexy.

Apenas dos horas después, Marina salió de su habitación, cambiada y maquillada, con un vestido rojo muy provocativo, tal y como le había pedido que fuera. Me acerqué a besarla, subiendo su vestido hasta la cintura.

-Alex...- intentó decir.- Llegaremos tarde...

-Shhh, déjame hacer.- murmuré agachándome, quedando arrodillado entre sus piernas. Toqué su ropa interior y la enganché por los laterales, bajando su tanga de hilo de un tirón.

-Esta noche, sobra.- impuse empezando a acariciarla. Levantó una pierna, dándome mejor acceso y dejándome sentir su humedad. Apenas la había tocado y ya estaba chorreando. Metí mi cabeza entre sus piernas, pasando la lengua por toda su rajita, centrándome en su clítoris antes de introducir dos dedos dentro de ella, dilatándola mientras gemía. Bombeé lentamente, mi objetivo era excitarla pero sin que llegara a correrse, ya que eso arruinaría la diversión de la noche.

-Sigue tocándote.- le ordené antes de levantarme.- Voy a por tu sorpresa.

Asintió, sustituyendo mi mano por la suya siguiéndome expectante con la mirada cuando volví con una cajita negra en las manos. Un vibrador por control remoto estaba en su interior y le enseñé la pantalla del móvil.

-Esta noche tendrás que portarte muy, muy bien.- dije mientras volvía a agacharme, sacando el vibrador de la caja. Lo pasé entre sus labios, apartando su mano antes de empezar a introducirlo, activándolo a su velocidad más baja. Tembló y presioné su clítoris, logrando que liberara un gemido.

-Vas a matarme...

-De eso se trata.- reí guardándome su tanga en el bolsillo.- Vámonos, el Uber nos espera.

Bajé con ella las escaleras, abriéndole la puerta del coche para que pasara, subiendo una velocidad al vibrador cuando se sentó. Se removió en su sitio, mordiéndose los labios antes de enterrar los dedos en mi muslo. Esa noche pensaba hacerla gozar.

Le tendí una mano cuando salimos del coche, dando mi nombre en el restaurante antes de que nos llevaran a la mesa que teníamos reservada. Había escogido una en particular, en una esquina del local pero perfectamente visible desde todos los ángulos.

Paré por unos instantes el vibrador de Marina cuando nos sentamos, comentando la carta y lo que íbamos a pedir.

-Ahí viene el camarero.- le advertí, volviendo a encender el vibrador a una velocidad baja.- Ordena por los dos.

Marina asintió, poniéndose roja por momentos mientras pedía, con las piernas cruzadas y bien apretadas mientras yo subía y bajaba la velocidad del juguete.

Cenamos tranquilamente, Marina cada vez más sonrojada, moviéndose nerviosa e intentando contener su placer.

-¿Te está gustando?- le pregunté inocentemente, dándole un trozo de tarta de chocolate.

-Muchísimo...- respondió con la voz entrecortada, mirándome con los ojos llenos de deseo.

-Ve al baño.- le indiqué sutilmente.- Allí te daré tu premio por portarte tan bien.

Asintió, levantándose apresurada, entrando al baño de mujeres mientras tanto yo iba a pagar la cuenta. Entré un par de minutos después, encontrándomela apoyada en el lavabo sin intentar disimular que temblaba de placer.

-Como me pones así.- jadeé cogiéndola del cuello, bajando sus manos a mi dureza mientras le levantaba el vestido y nos colaba en uno de los cubículos.

-Fóllame, por favor te lo pido.- me rogó caliente.

-Apóyate y enséñame ese culazo.

Hizo lo que le pedía, enrollando su vestido en la cintura y ofreciéndome su coño desnudo y empapado. Saqué el vibrador de su interior, sustituyéndolo inmediatamente por mis dedos, poniéndolo sobre su clítoris.

Marina gimió con un espasmo, inclinándose aún más hacia delante, dándome vía libre para comer su coño. Joder como estaba de empapada.

Chupé sus labios, alternando la lengua con mis dedos, sin separar en ningún momento el juguete de su clítoris, sintiendo como se apretaba a mi alrededor en busca de un placer aún mayor.

-Alex...- gimió avisándome.- Me voy a correr...

Aceleré el ritmo de mis dedos, incorporándome y subiendo también la velocidad del vibrador, momentos antes de sentir a Marina contraerse y gemir como una perra en celo.

Saqué los dedos de su interior lentamente, chupándolos cuando se giró colocándose el vestido. Le ofrecí el vibrador parado.

-Póntelo otra vez.

Se lo introdujo sin decir palabra y salimos del baño, atravesando el restaurante, donde volví a encender el juguete.

Regresábamos en Uber a casa y el conductor no dejaba de comerse a Marina con la mirada, pasando de sus piernas a sus pechos una y otra vez.

Me hice el idiota, fingiendo no darme cuenta de nada y saqué mi móvil distraídamente.

Abre las piernas, no deja de mirarte.

Subí discretamente la velocidad del vibrador, obligándola a ahogar un gemido.

Venga, que estás bien cachonda...

Marina se quedó pensando un par de segundos, antes de comenzar a abrir las piernas, subiendo las manos por sus muslos. El conductor clavó los ojos en el espejo retrovisor, babeando ante la visión que le proporcionaba la chica. Y, aunque no lo pudiera ver, tenía muy claro lo que le estaba mostrando: su coñito perfectamente depilado, empapado gracias a la vibración continua.

Tócate las tetas por encima, excítalo más.

Marina hizo justamente lo que le decía, sobándose las tetas sobre el vestido, pellizcando y poniendo duros sus pezones. Acerqué una mano a su pierna, abriéndola más, tocando muy cerca de su húmedo coño antes de volver a escribir.

Saca las tetas del escote. Déjalo verlas.

Marina hizo lo que le pedía, luciendo sus dos hermosas y grandes tetas sin ningún pudor, acariciándose sus erectos pezones.

¿Te has fijado en como lo tienes? Dale un buen espectáculo.

Ella asintió, bajando una mano a sus piernas, subiendo y bajando por el interior de sus muslos, recogiendo unos pocos de sus jugos antes de esparcirlos por sus pezones en movimientos circulares. Ese gesto me excitó demasiado y me coloqué la polla dentro de los pantalones. O me la follaba o iba a reventar.

-Llévenos a un sitio más tranquilo.- le pedí al conductor, que rápidamente cambió el sentido y la velocidad del coche.

Abrí aún más la pierna de Marina, dejándola totalmente expuesta frente al hombre, pasando los dedos entre sus labios, humedeciéndolos antes de tocarle el clítoris, aumentando casi al máximo la velocidad del vibrador enterrado en su coño.

-Joder...- gimió apretando sus tetas.

-Pórtate bien, nena.- le ordené en tono bajo, viendo como el coche se detenía en una calle del extrarradio, poco iluminada. Hablé al conductor.- Voy a follármela mientras usted nos mira, pero no podrá tocarla si ella no se lo pide, ¿está bien con eso?

-Por supuesto, chico, solo con el espectáculo me vale.- respondió acomodándose en el asiento, sacando una polla morcillona de los pantalones, medio empalmado y sin dejar de mirar el coño de la chica.

Marina se mordió los labios cuando lo vio, retorciéndose en el asiento, gimiendo por lo bajo. Desabroché mis pantalones, gesto que Marina interpretó frotándome por encima de la tela de mis bóxer antes de sacarme la polla de los pantalones. Empezó con una lenta paja, a la que no tardó en sumarle su boca, primero chupando suavemente todo mi tronco, hasta empezar a meterse mi glande en la boca. Levanté las caderas queriendo hundirme más en la humedad de su boca, me estaba haciendo una mamada de espectáculo y yo no podía hacer otra cosa más que gozar.

Enredé las manos en su pelo, empezando a marcar el ritmo de la mamada, elevando mis caderas en un mete-saca delicioso con su boca. Marina empezó a jadear, escurriendo saliva por las comisuras de su boca y salí de ella, levantándole el vestido. Se sentó encima de mí, colocando mi miembro entre sus piernas, frotando el clítoris contra mi polla mientras el vibrador seguía en su interior.

Era un espectáculo digno de ver, con las tetas fuera del vestido, empapada encima de mí buscando su propio placer.

-Quiero follarte ya.- le exigí sintiendo como mi polla iba a reventar.

-Por favor...- rogó parando su balanceo, alzándose para sacar el vibrador de su interior, cambiándolo por mi polla.

Se sentó de golpe encima de mí, metiéndosela toda del tirón, liberando un gemido cuando llegó hasta el fondo.

-¡Aaahhhh!- gemimos los dos a la vez.

Coloqué ambas manos en sus caderas, escurriéndome en el asiento, comenzando a dar estocadas fuertes y certeras en su interior que la hacían gritar de placer.

-¡Alex!- gimió mi nombre.-¡Fóllame! ¡Así, así! Mmmmmhhh...

Aceleré la velocidad de mis embestidas hasta que solo se oía el chasquido de mis huevos contra su culo en el coche, mezclándose con sus gritos de placer.

Marina se inclinó hacia adelante, colando su cuerpo entre los dos asientos, dándole al conductor una vista perfecta de sus tetas colgantes y a mí de su precioso culo en pompa siendo taladrado por mi polla. Estiró su mano izquierda hacia la polla del conductor, comenzando a masturbarlo a un ritmo frenético, acompasando sus gemidos al movimiento de su mano, volviéndolo loco de placer. Tiré de su pelo, obligándola a curvarse más mientras seguía penetrando su coño, cada vez más húmedo y dilatado.

Estaba casi al borde de correrme cuando Marina comenzó a temblar encima de mí, liberando espesos chorros de jugo sobre mi miembro, quedando desfallecida entre mis brazos, momento que yo aproveché para cogerla de los hombros y apretarla bien duro contra mi verga mientras seguía entrando como un animal en su interior.

Chorros de semen comenzaron a salir de mí y gruñí enterrándome en Marina, disfrutando de todo el placer que me acababa de proporcionar.

Cuando terminé me fijé en el conductor, con su pene flácido sobre su barriga y su camiseta manchada de su propia corrida.

-Llévenos a casa.- le ordené aún enterrado dentro de Marina, que ya se comenzaba a recuperar moviéndose suavemente, preparándome para un segundo round.

Cuando el taxi paró frente a nuestro portal, yo ya estaba duro como una piedra dentro del coño de Marina, empujando en su interior lentamente mientras le acariciaba las tetas, aún fuera de su vestido. Le murmuré unas palabras al oído y, cuando ella aceptó con un asentimiento, me dirigí al conductor.

-Si le interesa puede follársela, con una condición.

Al hombre enseguida le saltaron los ojos, comiéndose a mi compañera con la mirada, pensando en todo lo que podría hacerle mientras su polla volvía a endurecerse.

-¿Qué condición?- preguntó deslizando los ojos a mi polla todavía enterrada en su interior.

-Yo participo.- sonreí.- Y el vibrador no sale de su culo.

El hombre asintió, ansioso por ponerle las manos encima a mi chica. Bajamos del coche después de colocarnos la ropa, entrando al portal. Cuando el conductor fue a subir las escaleras, negué. Sería aquí.

A él no pareció importarle demasiado, porque se apoyó en una pared, agarrando a Marina por la cintura.

-Veamos si eres igual de puta conmigo.- comentó sobándole las tetas antes de empezar a comerle el cuello.

Aproveché para agacharme a la altura del culo de Marina, levantando su vestido y untando el vibrador con sus flujos, masturbándola antes de empezar a introducirlo en su pequeño agujero. No quería lastimarla, pero ella ya estaba más que preparada, porque su pequeño agujero empezó a dilatarse rápidamente, engullendo el vibrador.

Gimió cuando lo tuvo dentro y lo activé dándole una nalgada que la hizo suspirar. Me saqué la polla de los pantalones, tirando de sus caderas antes de colocarme a su espaldra, frotándome contra sus labios. El conductor tiró de su pelo, pasando un dedo por sus labios que Marina no tardó en chupar, desatando la lujuria del hombre. Ella desabrochó su pantalón, inclinándose hacia delante para chuparle la polla, gesto que yo aproveché para introducirme dentro de ella de un solo golpe.

-¡Ah!

Su exclamación me encendió y volví a repetir el movimiento, saliendo del todo antes de volver a embestir de golpe. Pero esta vez el gemido de Marina quedó ahogado, ya que el otro hombre aprovechó para meterle toda su polla en la boca. Empezamos a follarla entre los dos, acompasándonos para tenerla siempre llena, deleitándonos con los gemidos que soltaba.

-¡Mmm! ¡Sí, sí! ¡Dadme más!

-Toma, putita, trágame toda.

-¡Ah, sí...!

Yo no podía separame de sus caderas, enterrándome en su humedad mientras el hombre le decía todo tipo de guarradas que la hacían salivar. La agarró del pelo, follándole la boca a su manera, provocando que hilos de saliva escurrieran de las comisuras de sus labios. Abrí más sus nalgas, sintiendo cómo su coño comenzaba a comprimirme, signo de que su corrida era inminente. La penetré una y otra vez, acompañando su corrida, sintiendo la mía venir de nuevo.

-Oh, joder, nena...- exclamé corriéndome, sintiendo aún los espasmos de su interior.

-Mmmmmmm.- ella liberó un largo gemido, que provocó que el conductor saliera de su boca, eyaculando con grandes chorros sobre el piso.

Coloqué el vestido de Marina de nuevo en su sitio cuando se incorporó, mirando de reojo cómo el conductor seguía devorándola con los ojos. Se acercó a nosotros, tocándole el culo con descaro.

-El viaje fueron 17 euros.

Marina se rió tirando de mi mano, dejando al hombre en medio del rellano.

-Date por pagado.