Mi compañera de piso, su amiga y una webcam
Eva gemía con descaro, moviendo sus caderas en círculos, gracias al placer que le proporcionaban los dedos de Marina, que aumentaba la velocidad con cada gemido. Con su mano libre Marina se masturbaba, siguiendo algunas peticiones del chat lateral, que ponían mi polla a reventar cuando se cumplían.
Apenas pasaba la hora de comer y estaba tirado en el sofá, aburrido mirando una serie mala, cuando entró Marina en casa, con una de sus compañeras de la facultad.
-Hola, Álex, esta es Eva.
-Encantado.- me levanté para saludarla, aprovechando para echarle un buen repaso. No estaba nada mal la chica, morena, estatura media y un cuerpo que se intuía atlético debajo de su ropa.-¿Vais juntas a clase?
-Sí.- me respondió Eva.- Venimos a hacer un trabajo.
-Entonces no os molestaré.- sonreí.- También tengo que estudiar.
Y, sin más, desaparecieron pasillo abajo hasta la habitación de Marina.
Entré en Instagram, cerrando la puerta de mi cuarto. Si Marina y Eva eran amigas de la facultad, seguro que se seguían. Y así fue, apenas en medio minuto de búsqueda encontré el perfil de Eva, público y con casi 30.000 seguidores. Y normal que tuviera tantos seguidores, casi todas sus fotos eran en bikini o lencería, todas con poses sugerentes. Me recorrió un escalofrío y me toqué la polla sobre los pantalones a medida que deslizaba fotos, esa chica era todo un monumento.
Me estaba calentando demasiado cuando decidí salir de su perfil, no sin antes seguirla y dejar caer un par de "me gustas" por sus últimas publicaciones. Debía hacerme notar, quería tener posibilidades de ligármela.
Justo cuando me estaba planteando meterme en la ducha, mi móvil vibró y abrí la conversación de Marina, viendo una invitación para unirme a un enlace.
La curiosidad pudo conmigo, y casi se me cayó el móvil ante lo que se abrió.
En la pantalla aparecían Marina y su compañera, desnudas de cintura para arriba, besándose mientras se acariciaban los pechos. Tragué saliva reconociendo la habitación, joder, ¡estaban grabando una webcam porno aquí al lado!
Eva bajó la boca a las tetas de Marina, y esta se inclinó hacia atrás, dándole mejor acceso mientras miraba un segundo su teléfono, haciendo vibrar el mío.
Esa notificación emergente terminó de encenderme y me senté en mi escritorio, sacando mi polla de los pantalones, medio erecta viendo el espectáculo.
Marina acababa de introducir sutilmente una mano en su ropa interior, frotando al tiempo que Eva seguía comiéndole las tetas, comenzando a gemir levemente. Me mordí el labio comenzando a acariciarme lentamente, viendo cómo ambas se ponían de pie, de espaldas a la pantalla y comenzaban a bajarse la ropa interior con sensualidad.
Yo ya estaba más duro que una piedra, cuando Marina apoyó una mano en la espalda de Eva, gesto que le sirvió a la chica para ponerse de rodillas en la cama, separando las piernas en posición de perrito, mostrando su bien depilado coño. Marina comenzó a acariciarla, chupando dos de sus dedos antes de introducirlos lentamente, haciendo gemir a Eva. Se miraron con sonrisas de complicidad, y Marina comenzó un mete-saca delicioso con una mano, mientras con la otra acariciaba el clítoris de su amiga.
Eva gemía con descaro, moviendo sus caderas en círculos, cada vez más inclinada hacia delante gracias al placer que le proporcionaban los dedos de Marina, que aumentaba la velocidad con cada gemido. En cierto punto, cogió un consolador que había sobre la mesa, en el que yo no había reparado; era de color morado, largo y con dos pequeñas lenguas para el clítoris. Marina lo untó bien en lubricante antes de empezar a introducirlo, provocando que Eva se abriera más de piernas y comenzara a gemir sin ningún pudor.
Con su mano libre Marina se masturbaba, siguiendo algunas peticiones del chat lateral, como darle azotes o chuparle los pezones a Eva, peticiones que ponían mi polla a reventar cuando las leía y las veía cumplirse.
Las piernas de Eva comenzaron a temblar y se aferró fuerte a la silla, liberando sus gemidos cuando llegó al orgasmo gracias al vibrador y a la mano de Marina. Se fundieron en un sensual y húmedo beso, tocándose mutuamente, chupando sus jugos.
Pero el espectáculo no iba a acabar aún, ya que el chat se llenó una vez más de comentarios, la mayoría pidiendo una comida de coño que, por supuesto, no tardó en llegar.
Marina se sentó en la silla, apoyando las piernas en ambos brazos mientras Eva se arrodillaba ante ella, bajando y lamiendo sus pechos y su abdomen, antes de llegar a su monte de Venus. Marina se estrujó una teta, rodeándose el pezón con dos dedos mientras Eva daba largas pasadas a su coño, concentrándose lentamente en el clítoris.
Comencé a masturbarme más rápido a medida que veía gozar a Marina con la boca de su amiga, miraba directamente a la cámara mientras gemía y eso no hacía más que encenderme, viendo cómo se estremecía a medida que su orgasmo se acercaba. Empezó a gemir con descaro y a mover las caderas, abriendo sus piernas lo más posible antes de soltar el último grito, el definitivo que me hizo correrme y liberar toda mi semilla en mi mano.
Paré de pajearme lentamente, alargando mi placer mientras este desaparecía y las dos chicas de la pantalla se besaban, despidiéndose.
Me quedé mirando unos segundos la pantalla cuando esta se volvió negra, procesando todo lo que acababa de ver. Mi compañera de piso estaba hecha toda una perra en celo y yo pensaba volver a follármela en cuanto pudiera, mi masturbación solo había valido para bajar parte de mi calentura, pero eso no saciaba las ganas que me habían entrado de ella en la webcam.
Decidí meterme en la ducha, el agua fría me ayudaría a despejarme y a pensar en mi siguiente paso, a la vez que me bajaba la nueva erección que se me había formado al recordar las imágenes.
Justo acababa de cerrar la mampara, cuando la puerta se abrió y su voz resaltó sobre el sonido del agua.
-No creo que necesites una ducha fría si yo te vuelvo a calentar, ¿no?