Mi compañera de piso italiana

Al principio solo tengo ojos para ella, pero me doy cuenta de que Francia también tiene cosas que ofrecer...

Cerré la puerta y resoplé. Después de todo el día viajando, por fin había llegado. Deshice mi maleta, me desnudé y cogí las cosas para ducharme. Abrí la puerta con cuidado, asomé la cabeza mirando alrededor y cuando me cercioré de que no había nadie, rápidamente me metí en el baño.

Mientras me relajaba bajo el chorro de agua caliente, no pude evitar pensar en mi nueva compañera de piso... pero bueno, creo que es hora de hacer las presentaciones.

Mi nombre es Manu y tengo 24 años, por motivos de trabajo he tenido que venir a Roma unas semanas y para pasar este tiempo de forma más o menos económica, he pillado un airbnb y comparto piso con una chica... ¡y qué chica!

Nada más llegar, hablando con ella, descubrí que se llamaba Valentina, que era jugadora de voleyball profesional, con un cuerpazo de infarto y un culo redondito y firme, tenía unos ojos claritos y el pelo castaño. No diré que no intenté evaular sus pechos porque sería mentir, pero como iba con una sudadera deportiva anchita no me quedó claro el tamaño. Resultó ser además muy simpática y risueña, me explicó todo lo que necesitaba saber sobre la casa y se disculpó diciendo que tenía que ir a entrenar. Confieso que no logré entender todo lo que me dijo porque mi calenturienta mente no paraba de imaginársela vestida de voley, con esas mallas marcando más ese culo perfecto.

Pues resulta que en todo esto pensaba yo mientras me duchaba relajado bajo el agua caliente. Miré mi cuerpo y no pude sentirme un pelín acomplejado, a pesar de que soy atlético y practico mucho deporte, no tengo un cuerpo escultural como tenía ella. De todas formas no me puedo quejar, tengo una espalda ancha, unos brazos fuertes por el deporte pero no enormes de gimnasio, unas piernas definidas y un torso en el que hay un pequeñito asomo de barriga, nada preocupante por el momento, o al menos eso me repito a mi mismo cada vez que me veo al espejo. Pero sobre todo, no puedo quejarme por la polla que tengo, no es excesivamente larga pero la palabra que más he oído en mis ocasionales escarceos amorosos ha sido "me llenas entera hijo de puta" o "qué gorda, me revientas" o alguna variante que me pone cerdísimo.

En todas estas cosas pensaba yo y no pude evitar ponerme tontorrón, así que tuve que dedicar mi primera paja en Roma a mi nueva compañera de piso mientras pensaba en todo tipo de situaciones (cada cual más inverosímil) hasta que me acabé corriendo con un bufido que si hubiera estado mi compañera en casa hubiera oído desde su habitación. Pedí una pizza a domicilio, cené y me fui directo a la cama.

Al día siguiente fui a trabajar y conocí bastante gente de muchos sitios, ya que había un ambiente bastante internacional. Mucha de la gente acababa de llegar, igual que yo, lo que agradecí bastante porque así sería más fácil congeniar con la gente. De todo el grupo de personas, me fijé especialmente en una francesa muy guapa, Marylou, que me pareció que me miraba un par de veces. Era bastante pequeñita, con unos pechos no muy grandes, un culito muy firme y unos espectaculares ojos azules. No sé decir si era guapa de cara, pero sé que era muy atractiva para mi, con cara de no haber roto un plato en su vida y con una sonrisilla siempre en el rostro. Pero como yo soy muy de montarme películas, lo dejé correr, seguro que la chica no me miraba a mi, miraba a toda la gente nueva para quedarse con nuestras caras. Además, yo ya estaba completamente cegado por Valentina así que no iba a distraerme tan fácilmente.

Cuando llegué a casa del trabajo Valentina estaba allí, con ropa cómoda de estar por casa, y pude comprobar que, efectivamente, me quería morir allí mismo. Tenía unas tetas que no sé cómo cojones no las vi el día anterior con el chándal. No eran unos melones inabarcables pero solo de imagninarme cómo tenía que botar eso cuando jugaba a voley me empalmé en el acto. Como el día anterior, estuvo super simpática conmigo pero, para mi desgracia, noté como mantenía la distancia. Al cabo de un rato me dijo que tenía que irse a entrenar y yo me quedé solo en casa.

Transcurrió así una semana en la que todos mis esfuerzos por acercarme a ella fracasaron estrepitosamente y ya empecé a estar un poco harto. No de la chica, ella no me dio esperanzas en ningún momento, estaba harto de hacer el ridículo, así que la idea de follarme a esa belleza poco a poco abandonó mi cabeza. Por otro lado, en el trabajo, congeniaba estupendamente con todos los empleados nuevos que venían de fuera como yo y descubrí que Marylou era muy simpática y, sobre todo, graciosa. Era una de esa gente que tiene gracia natural y, aunque era bastante tímida, en círculos pequeños de confianza se soltaba y nos acabábamos tronchando con sus comentarios.

La hipótesis descabellada que se me ocurrió al principio sobre que yo podría atraer a Marylou iba cobrando fuerza cada día. Cuando salíamos con la gente del trabajo me lanzaba siempre alguna que otra mirada y me di cuenta de que se solía quedar hasta que yo me quedaba y que cuando nos íbamos a casa, aprovechaba para charlar conmigo, bromear... tontear, vaya. Me dije a mi mismo ¿por qué no? Y poco a poco fui uniéndome al tonteo, respondiéndole a sus miradas y nuestro juego se volvió cada vez más osado.

Llegó un sábado en el que salimos de fiesta unos cuantos del trabajo a un sitio bastante chulo. Marylou estaba espectacular, o al menos a mi me lo parecía, quizás porque ya se me había metido en la cabeza que quería follar con ella. El garito era todo lo que se le puede pedir a un garito, música alta, mucho alcohol y poca luz. Entramos y comenzó a correr el alcohol, todos los compañeros del trabajo estábamos cerca de la barra y ya cada uno con nuestra bebida, así que empezó el momento de ir a bailar. Mis movimientos de baile son limitados, controlo el "tronco" y el "yo no bailo, déjame", así que, sutilmente me apoyé en la barra dispuesto a dejarles a ellos todo el protagonismo. Mi plan funcionó de perlas al principio, pero Marylou enseguida se dio cuenta de mi retirada y se acercó a donde estaba yo. Después de meterse un par de veces conmigo por ser un "aburrido" se pegó mucho a mi y empezó a hablarme al oído diciendome que bailase un rato con ella. Como al principio no cedía estuvo un rato cerca de mi y me puso cachondísimo, así que acabé cediendo con la promesa de que se restregase un poco más conmigo.

Al principio, al ver mis pasos de baile le entró la risa floja y no perdió la ocasión de meterse conmigo pero conforme iban cayendo las copas, más me iba soltando yo y Marylou se pegaba cada vez más. No recuerdo donde acabaron nuestros compañeros de trabajo, solo recuerdo que el baile derivó en un frote-frote que me tenía empalmadísimo. Yo también aprovechaba y le toqué el culo varias vecess sin que ella se quejase lo más mínimo. En una de las canciones lentas se acercó a mi, se puso de puntillas y me empezó a dar besos en el cuello. Me estaba volviendo loco y cuando me iba a lanzar definitivamente empezó otra vez el reggaeton, Marylou se separó de mi, se puso de espaldas y empezó a restregarme el culo en el enorme bulto que tenía. Ahí ya se me fué totalmente la olla y le agarré por los pechos mientras le besaba yo a ella el cuello. La suerte quiso estar de mi parte esa noche y recordé que Valentina me había dicho que ese fin de semana tenía un partido en Milán y que estaría fuera todo el fin de semana, así que tenía la casa entera para mi solo. Le susurré al oido a Marylou que nos fuésemos a casa, me cogió la mano y me sacó del garito.

Estábamos a unos 15 minutos de mi casa, pero hicimos el trayecto en una hora. En cada esquina nos devorábamos como si fuésemos dos adolescentes mientras ella me sobaba la polla por encima de los pantalones. Llegamos a mi casa, abrí el portal, nos metimos en el ascensor y le metí las manos en los pantalones, me abrí paso por su diminuta braguita y comencé a masajearle el clítoris. Ella estaba agarrada a mi cabeza, con su boca prácticamente en mi oreja, jadeando de placer en mi oído. Fue un auténtico milagro que no follásemos allí mismo.

Al salir del ascensor, cogí las llaves, que de los nervios se me cayeron tres veces mientras que Marylou se cachondeaba de mi, abrí la puerta y fuimos directos a mi cuarto. No me he desnudado tan rápido en toda mi vida. Marylou se quedó delante de mi sólo con unas diminutas braguitas y se fue poniendo poco a poco de rodillas. Me la empezó a chupar de arriba a abajo sacando su lengua y llenándomela bien de saliva, todo ello sin parar de mirarme a los ojos. Intentaba metérsela hasta el final pero no podía.

  • Nunca me había metido una polla tan gorda- Me dijo en inglés con ese acento francés que me volvía loco.

Intentó varias veces tragársela entera, pero cuando llegaba un poco más de la mitad se atragantaba y se la tenía que sacar. Me estaba poniendo cerdísimo ese jueguito y, de repente, se la sacó de la boca y me empezó a mamar los huevos mientras me pajeaba.

  • Me estás poniendo cachondísimo, nadie me la había chupado como tú. Eres muy guarra.

Marylou sonrió, se levantó, me empujó sobre la cama boca arriba y se subió encima de mí hasta que se sentó con su coño encima de mi boca.

  • No sabes lo cachonda que me has tenido desde que empezaste a seguirme el juego, cabrón. No me podía centrar en el trabajo porque me tenías mojadísima a todas horas.

Yo no podía contestarle, estaba restregándome su coño perfectamente depilado por la boca y yo lo único que podía hacer era comérmelo, saborear sus flujos y disfrutar. Poco a poco iba subiendo el ritmo y prácticamente me estaba cabalgando.

  • Y esta noche no iba a dejar que te escapases, te iba a follar sí o sí y te iba a llenar toda tu boca de coño, para que saborees bien los flujos que están aquí por tu culpa desde hace días. Mmmhh ahhh

De repente, los movimientos de su coño se convirtieron en espamos y empezó a correrse en mi cara mientras gemía como una perra. Cuando terminó de correrse no me dió opción a moverme, se dio la vuelta y me empezó a comer la polla en un 69 de lujo. Por lo visto, seguía teniendo ganas de que le comiese el coño y yo no la iba a decepcionar.

  • Joder que cerda eres Marylou, como sigas así me voy a correr en tu boca y te voy a llenar de leche- en realidad, no tenía intención ninguna de correrme todavía, pero lo dije para ponerla más cachonda todavía, y funcionó, porque Marylou empezó a masajearme los huevos.

  • Que guarro eres, lléname de leche la boquita por favor- O al menos creo que eso fue lo que dijo, porque no se sacó mi polla de la boca en ningún momento.

Retiró la mano que me masajeaba los huevos y me la pasó por la verga dos o tres veces, llenándola de mis fluidos y de su saliva para luego llevar uno de sus dedos a mi agujero del culo. La verdad es que pegué un respingo, no me lo esperaba, no fue desagradable, pero es que no me lo esperaba. La aparté y me levanté de la cama y ella se levantó también y me cogió de nuevo de la polla, pajeándome mientras me decía:

  • Venga, no seas aburrido, si me dejas que juegue yo contigo te dejo yo que me llenes el culito de polla.

Le agarré firmemente, le quité la mano de mi polla, le dí la vuelta y le dije:

  • Yo no tengo que dejar que hagas nada, con lo cachonda que estás me ibas a dejar que te llenase el culo de todas formas.

Le agarré del cuello, obligándola a ponerse a cuatro patas en la cama y le metí la polla por el coño mientras gemía

  • Cabrón, me estás llenando el coño entero. Joder qué polla tienes.

Empecé a bombear más y más fuerte mientras que me ensalivaba los dedos y empezaba a jugar con su culito. Cuando notó mis dedos en su culo giró la cabeza y con una sonrisa de zorrita me dijo:

  • Acércame el bolso.

Se lo di y sacó un pequeño dildo:

  • Tiene lubricante dentro, échalo en la punta y ábreme el culo.

Poco a poco, con el dildo en su culo en círculos, le fui abriendo el culo más y más. En ese momento agradecí ser una persona monotarea porque si no llego a estar tan concentrado en abrirle el culo no hubiera aguantado tanto bombeando, me abría corrido y me habría quedado sin catar ese culo.

  • Déjame el dildo dentro un rato.

Se lo metí bien hasta el fondo mientras gemía, se levantó y me empezó a cabalgar con el dildo dentro del culo.

  • Cómeme bien las tetas.

Le estuve acariciando los pechos y chupando los pezones mientras me gemía cada vez más fuerte al oído. Llegó a correrse por segunda vez pero le tuve que decir que parase o que también me iba a correr yo sin follarle el culo. Se quitó de encima y se puso a cuatro patas con la cara pegada en la cama y el culo en pompa. Con las dos manos se abrió el culo y me dijo

  • Reviéntame

Le saqué el dildo y empecé poco a poco a metérsela. Cuando iba por la mitad soltó un gemido que debieron oir en todo el vecindario. Me paré asustado, pensando que le había hecho daño.

  • No pares, cabron, sigue metiendome la polla. Ahora si que me estás llenando entera, reviéntame el culo por favor.

Cuando se la metí entera empecé poco a poco a bombear mientras ella gemía como loca. Se puso a cuatro patas y le agarré del pelo trayéndomela hacia mí mientras le decía al oído:

  • Te voy a reventar. Voy a llenarte el culo de leche, ¿te gustaría que me corriese en tu culito?

  • Sí, sí, sí, lléname de leche.

  • Qué zorra eres, cómo disfrutas de una buena polla en el culo. Me voy a correr dentro de tí.

  • Síiiiiii oooohhh

Subí el ritmo de bombeo y me corrí dentro de ella. Exploté como no había explotado en la vida y cuando ella lo sintió empezó a gemir y a correrse mientras se frotaba el coño con su mano libre. Nos tumbamos en la cama y Marylou se abrazó a mi

  • Qué polvazo, te voy a dejar seca esa polla hasta que nos vayamos.

Marylou empezó a darme besitos por el cuello, piquitos en la boca y estaba tumbada encima de mi, restregando de vez en cuando su coño en mi polla ya flácida. Al cabo de un rato volví a ponerme cachondo y ella lo notó y puso su sonrisa de zorra.

  • Ahora sí me vas a dejar.

Y se bajó hasta mi polla, empezando de nuevo a mamármela. Ensalivando toda el tronco y volviéndome loco. De repente noté algo en el culo y miré hacia ella, que me miraba sonriendo con mi polla en su boca. Había cogido el lubricante de su dildo, se lo había puesto en los dedos y me estaba masajeando el culo.

Esta vez, dejé mis prejuicios a un lado y me dispuse a disfrutar. Con la mano izquierda me masajeaba el tronco de la polla mientras me hacía una increíble mamada y con la mano derecha jugaba con mi culo, al principio por fuera del ano y poco a poco metiendo un dedo. Yo estaba cachondísimo y a pesar de que me había corrido hacía solo una media hora, me tenía a punto de correrme.

  • Me voy a correr Marylou.

Se sacó la polla de la boca y me dijo:

  • Sí, ahora correte en mi boquita que quiero saborear tu lefa- Se volvió a meter la polla en la boca mientras que me metía uno de sus dedos hasta el final en el culo. No pude más y me corrí en su boca mientras bufaba de placer.

  • Me voy a duchar Manu.

  • De acuerdo, déjame que coja aire y ahora voy yo también.

Mientra Marylou se iba a la ducha me tumbé un rato, disfrutando del momento. A lo lejos sonaba ya el agua cayendo y de repente, ví un movimiento a través de la puerta entornada de mi cuarto. Me dió un vuelco el corazón, ahora que se me había pasado un poco la borrachera me acordé de repente: Valentina no se iba este fin de semana, se iba el siguiente...

Continuará...