Mi compañera de piso fue una escort 4/4 FINAL

Despedida y cierre de esta sucesión de relatos. Contiene sexo con maduras, trans, tríos, orgías, infidelidad y lluvia dorada.

Era la última semana que pasaba en el piso. Sofi se había pasado todos los días fuera de casa desde que le avisé de mi marcha, pensaba que estaba enfadada o molesta, entendía que sintiera tristeza pero no esperaba esa reacción. La mayoría de mis cosas las había trasladado el fin de semana anterior y ya solo me quedaba la ropa de vestir y un par de cosas, algunas de las cuales tiraría antes de irme. En la empresa me daban dos semanas libres de vacaciones, realmente eran vacaciones que tenía atrasadas y me las tomaba ahora, así que no sentía ninguna prisa. Esos días, con todo recogido y solo en el piso, me los pasaba yendo a mis sitios favoritos, paseando o en despedidas con los compañeros. Finalmente, al cabo de cinco días, mi compañera reapareció, con la cara seria y una maleta, soltó sus cosas y se dejó caer en el sofá. Decidí confrontarla, para saber que estaba pasando.

-Sofi, entiendo que esto te moleste, pero no comprendo que estés pagándolo conmigo- Le dije en una actitud seria, pero conciliadora.

Ante mi asombro, ella se echó a reír, se puso bien y me abrazó para besarme la mejilla entre risas. Se echó el pelo hacía atrás y se tranquilizó, tras unos segundos, para volver a hablar.

-A ver, molesta estoy, pero no estoy enfadada- Dijo sonriendo todavía-Claro que me jode que te vayas, eres el mejor compañero y casi el mejor amigo que tengo, pero no es eso.

Se levantó y fue a la cocina, sacó una botella de ron de la nevera y se sirvió, junto a cocacola, un cubata. Me ofreció otro y volvió a sentarse. Miró su vaso un buen rato antes de volver a hablar, la notaba incomoda con la conversación.

-He estado con mi penúltimo cliente- Dijo en tono serio.- Lo dejo, me ha ofrecido un acuerdo, muy bueno y voy a aceptarlo… No interrumpas… He estado con Joan, ya sabes el señor que solo quiere compañía. He pasado estos días con él en la costa y me ha ofrecido que me quede con él. La oferta es sencilla, me pagará mis gastos, me montará un estudio de yoga para mis clases y podré dejar todo esto atrás, vivir tranquila, trabajando lo que me gusta y sin hacer esto más.

Volvió a beber, lentamente.

-La condición es que me retire, me case con él y le dé un hijo legalmente suyo.- Dijo mirando a la televisión apagada, mirando a su reflejo.- Me parece un buen trato, quiero ser mamá, pero no quiero tener una pareja, quiero tener mi libertad y el me la ofrece. Por su parte, él quiere que alguien herede su dinero, sus casas y negocios, que los sobrinos de su mujer no se queden con todo… no los aguanta desde que pasó lo del accidente.

Yo estaba asombrado, Sofi parecía vulnerable, frágil, pero convencida de su decisión. Sin embargo había un detalle…

-Joan fue el que perdió a la mujer y a su hija ¿no?- Le dije mirando mi copa- Me dijiste que... bueno, que quedó imposibilitado para… ya sabes, eso.

Ella sonrió y volvió a beber.

-Yo tendré ese hijo de otro padre, legalmente figurará como suyo, que nos hemos sometido a un tratamiento de fertilidad- Dijo sacando unos papeles de su bolsa- El padre biológico firmará un acuerdo de confidencialidad, solo se revelará esto en caso de enfermedad del hijo.

Me enseñó los papeles, todo parecía bien atado. No habría responsabilidad económica, legal o de ningún otro tipo. Solo en caso de enfermedad para tener el historial y figuraría como si fuera un donante de esperma. Tras releerlo detenidamente, se lo pasé a mi compañera. Ella me miraba de una forma extraña.

-He hablado con Joan, está de acuerdo- Dijo mirándome, mordiendo y arrastrando cada palabra, con cierta vergüenza. Me divirtió ver a una chica tan extrovertida sintiendo tanto corte.- Quiero que seas quién me deje embarazada.

Yo solté la copa, con la boca abierta, las palabras no me salían. Sofía se adelantó, me besó la mejilla y me tomó la cara entre sus manos. Susurraba, tranquilizadora. Me miraba fijamente, con sus ojos clavados en los míos.

-Escúchame. Eres el hombre al que más quiero en este momento, no te amo… pero te quiero, es complejo de explicar- Sin embargo lo entendía perfectamente, me sentía igual- Tienes tus vacaciones, será nuestra última fantasía. Joan nos paga una semana de vacaciones en un complejo liberal al que suelo ir con clientes, pasaremos esa semana como si fuéramos una pareja de enamorados, despidiéndonos, quiero que seas mi último cliente.

Yo estaba abrumado, entendía lo que me pedía, en cierta forma me parecía razonable. Me levanté y volví a sentarme. Bebí de un trago mi vaso y el de ella. La miré, parecía al borde de las lágrimas. No me pude contener, fue un impulso, la besé. Notaba su sonrisa acompasando el beso, noté como su corazón se aceleraba. Ella sabía que eso era un sí.

-Firma, firma…- De repente se paró- Hay una clausula…

Yo la había leído, sabía cuál era.

-No volveremos a vernos mientras Joan viva… aunque dice que podremos hablar de forma no presencial.

Ella asintió, casi llorosa. Nos abrazamos y lloramos un poco. Era algo triste y alegre. Una despedida casi absoluta, sin embargo me alegraba hacerla feliz. Firmé y nos dedicamos unos días a prepararlo todo. Al tercer día, maletas en mano, estábamos de camino al complejo. Era un antiguo hotel para guiris, con playa propia, piscinas, restaurantes que había cerrado por las deudas de sus antiguos dueños. Un matrimonio holandés lo había comprado y remozado, para convertirlo en un hotel nudista liberal. La piscina junto al mar era enorme, rodeada de camas balinesas de blanco impoluto, había un bar enorme en una isla central y una pequeña escalera bajaba a la playa nudista privada. Nos dieron una habitación preciosa, con una bañera de hidromasaje en el centro y un balcón amplio. Joan no había reparado en gastos, sabía que era hombre de gran fortuna, casi me daban ganas de casarme yo con él, algo que a Sofi le provocaba la risa y un ligero enfado, que se le pasaba enseguida.

Cogí el folleto de normas, pero mi compañera me lo arrebató de las manos. Se rio mientras me miraba. Se apartó de mí y empezó a desnudarse.

-Norma número uno, el único vestuario permitido es el calzado, pareos o gorros. Norma número dos, se permite el sexo en todas las instalaciones salvo en los comedores y restaurantes- Me arrojó su vestido, mientras se desabrochaba el sujetador.- Norma número tres, todas las relaciones deben ser con consentimiento y protección… exceptuando las que ocurran en la discoteca o en la sala oscura. Norma número cuatro, el personal del hotel no está disponible durante sus turnos de trabajo. Norma número cinco, queda prohibido grabar o fotografiar lo que ocurra en el complejo, última norma la firma del contrato de registro implica la aceptación de estas normas… Y mi norma especial, te correrás dentro mía siempre ¿Aceptas estas normas?

Cuando terminó, su tanga azul caía por sus rodillas hasta el suelo, los apartó con un delicado gesto con sus tacones, quedando totalmente desnuda. Me acerqué a ella y empecé a besarla, a tomarla en brazos, pasando sus piernas a mis lados. Ella hacía peso, arrastrándome hacía la terraza mientras yo, desesperado, buscaba penetrarla ansiosamente. Ya en la terraza, ella se inclinó apoyando sus hombros en la barandilla, agarrándose con las manos. Sus piernas me rodeaban mientras mi polla se hundía en ella. Sentía los ojos de algunos mirones, escuché algún que otro vitore, pero me centré en follarla, fuerte, sin pausa. Ella se corría y yo reventé dentro de ella escuchando sus bramidos.

-Sí, preñame cabrón… Fóllame así, joder, así…- Su respiración se entrecortaba- Lléname de leche, lléname.

Pasamos unos días llenos de sexo. Follamos en las camas libanesas, en la playa, en la piscina. Había ratos en los que íbamos por separado, a ver qué pasaba. Una de esas tardes conocí a una señora, alemana, venía todos los veranos. Era viuda y tenía una habitación propia. Recuerdo que me llevó a su habitación, en un español torpe me decía que me parecía a un amigo de su nieto, y que este chico era muy tímido, y quería jugar a que yo era él, que venía con mi familia a un hotel nudista y me encontraba con ella. Me hizo esperar fuera de la habitación, llamé y ella me abrió, me tomó de la mano y dando un tirón duro me hizo entrar. Me miraba enojada, me tiró del pelo con suavidad, como guiándome, sin lastimarme.

  • Jacob, sucio pervertido- Dijo enfadada en inglés- ¿Al fin tienes lo que querías no? Mira bien esto, esto es lo que quieres ver cuando vienes con mi nieto a mi casa… por esto me espías ¿no? Pajillero, pervertido…

Hizo amago de pegarme, pero me cogió el pelo nuevamente, tiró hacía ella y me acercó la cara a su mojado coño. Me restregaba su pubis por la cara con un movimiento lento. Mientras seguía regañándome.

-Vamos cerdo, comételo…- Yo empecé a comérselo, con ganas, aquella mujer cincuentona, delgada, con los pechos operados y duros, rubia, me estaba excitando tremendamente.- Oh, sí cabrón… voy a cobrarte todas esas pajas que te has hecho mirándome.

Estuvo así un rato hasta que se corrió, apretando mi cabeza contra su vagina mientras yo hundía mi lengua dentro de ella. Me levantó y me empujó hacía la cama. Cogió un preservativo, que me arrojó con desdén. Me lo puse y ella se subió, clavando sus uñas en mi pecho.

-¿Te gusta cabronazo? Ahora eres mío… dilo, cerdo- Me abofeteaba juguetonamente mientras me cabalgaba- Dilo cabrón, quiero correrme oyendo quién es tu ama.

-Tú eres mi ama- Dije mientras ella apretaba sus caderas, metió una de sus tetas en mi boca, notaba como se corría compulsivamente- Ama, ama, córrase, ama.

Se levantó de mí, me sacó el condón con cuidado, arrojándolo lejos. Se tumbó boca arriba, separando sus nalgas mientras me miraba. Yo miraba sin saber qué hacer, pensé que habíamos terminado, pero pronto me saco de dudas.

-Jacob, quiero tu semen en mi culo- Se la metí de un golpe, ella no paraba de gemir lo mucho que amaba a su esclavo Jacob hasta que me corrí dentro su ano. Ambos estábamos sudando, nos mirábamos y ella sonrió con un gesto pervertido- Ven al baño.

Se arrodilló en la bañera y me miró sonriendo, y me dijo “méame”. Yo empecé a orinar sobre ella, mientras ella se masturbaba, cuando terminé ella seguía tocándose. Me tomó la mano y tiró de mí, hasta meterme entre sus piernas y noté como se corría y se meaba a la vez sobre mi cuerpo, poniendo mi polla dura de nuevo. Ella aprovechó para empalarse a la vez que seguía meando. Cuando terminamos, nos duchamos, magreándonos. Antes de irme me dijo, este año creo que haré al verdadero Jacob muy feliz. Fui en busca de Sofi, que salía de un reservado cerca de la piscina, junto a una chica transexual. Venían ambas cogidas de la mano y cuando se me acercó, vino corriendo con ella para presentármela.

-Ella es Tina, la conozco de todos los años. Su especialidad es iniciar a parejas en el FemDom- Dijo entre risas. Cuando notó mi cara de incomprensión, Tina procedió a explicármelo.

-Dominación Femenina… Yo me encierro con parejas, sin que él sepa que soy Trans y cuando está sobre su mujer, le damos la sorpresa… bueno, le doy la sorpresa, directamente en el culito- Se agarró la polla, no era muy gruesa, más bien era pequeña- Y al principio todos parecen quejarse, pero al final nadie se queja.

Sofi me miraba la cara de sorpresa.

-Tina, vas a tener que sorprender a este- Dijo riéndose.

-A ver, estás muy buena, pero yo no soy…- Dije yo, medio cortado.

Tina se acercó a mí, poniendo sus tetas casi en mi cara y tomando mi cara con su mano derecha y acariciando mi polla con la otra.

-Estar conmigo no te hace gay, soy un mujer- Se acercó a mi oído- Y no hay hombre a quien no le guste después de probarme. Bueno Sofi, me voy a duchar, estoy agotada.

Me dio un beso en la mejilla, cerca de los labios, sin soltarme la polla que estaba de nuevo dura. Y luego morreó a Sofi antes de irse. Mi compañera se descojonaba, mientras volvíamos a la habitación no paró de recordarme a Tina entre risas, aunque yo no estaba muy convencido de la idea, sin embargo, había conseguido ponérmela dura. En la habitación decidimos quedarnos tranquilos, volví a follar con ella para su “tratamiento de fertilidad” y cenamos plácidamente viendo una película. Los días se sucedieron y las experiencias, Sofi y yo hicimos un trío con una chica mulata que había venido con su marido, que era canadiense y estaba en ese momento en la playa. Repetí con mi amiga la alemana y conocí a una chica francesa con quien pasé una tarde de playa muy sexual. Era nuestra última noche y Sofi me comentó que su plan era ir a la discoteca conmigo, habíamos acordado no ir por separado y ella me decía que no se le apetecía ser sobada por extraños aún.

Entramos al pasar la medianoche, ambos desnudos, mi compañera solo llevaba sus tacones altos. Empezamos a bailar y la cosa se caldeaba. En la oscuridad notaba manos que nos buscaban, una mano anónima empezó a sobar los pechos de Sofi mientras otra buscaba su coño, ya mojado. Dejé mis manos ir, noté el cuerpo de una mujer rellenita, de tetas enormes, empecé a manosearla y ella me acariciaba la polla, me quede quieto cuando noté una boca chupando mis cojones. Mi amante gordita, se empezó a correr y se alejó tras besarme, buscando recuperar el aliento y encontrar a su marido. Yo caminaba entre un mar de cuerpos, era imposible no rozar a nadie. Una mano me agarró.

-Eh, soy Sofi- Me relajé- Me han follado el culo ya… por eso solo lo hago la última noche…

Empezamos a besarnos, hasta que sentí que la alzaban en vuelo. Noté vaivenes y ella empezó a gemirme. Empecé a masajear sus tetas, mientras sentí como alguien me acariciaba la polla, lentamente y fui notando como ponía su culo contra, restregándose. Sentí como me ponían un preservativo con extremo cuidado y como la chica se metía mi pene. Solté a Sofi y me dedique a mi amante anónima. Tenía un cuerpo terso, fino, de pechos pequeños casi planos, le sentí el pelo largo, sedoso y la cara fina. Acariciaba sus diminutas tetas, jugando con sus pezones. Al rato noté como se corría y se iba, sin más. Busqué a mi compañera, la llevé hacía el lateral, buscando unos sofás que había visto en las fotos. La tumbé allí y se la metí, comiéndole la boca con ansia. Estaba follándola en una sala llena de gente. Noté unas manos detrás de mí, sobre mi pecho, eran finas, de mujer, pero grandes.

-Déjate llevar- Me dijo Sofi.

Le hice caso, note como me separaban las nalgas, y una lengua empezaba a lamerme el perineo y el ano. Me empecé a excitar, más aún. De repente, unos dedos empezaron a meterse en mi culo, lentamente, noté como se movían dentro de mí, buscando mi próstata. La erección fue mayor, notaba como Sofi me apretaba.

-Verás que chorreones de leche me echas… me preñas esta noche, amor.

Todo parecía parte de su plan, de su fantasía final. No podía huir, ni quejarme. En esa sala, aceptaba todo lo que pasase. Sofi seguía besándome y lamiendo mi cuello, gimiendo. Me relajé, ya no había vuelta atrás. Noté las grandes tetas de Tina en mi espalda, su aliento en mi oreja. Sofi se estiró para comerle la boca.

-Haz que me preñe- Dijo Sofi entre gemidos.

Noté como presionaba mi ano, no sentí dolor. Luego Tina me contó que había usado una crema relajante cutánea para que no me doliera. Sentía presión y como los embates de la transexual tomaban el ritmo. Notaba que me iba a correr, que me iba sin poder controlarlo. Sentí como la leche salía de polla a chorreones dentro de Sofi que se estaba corriendo de excitación. Mi erección no bajaba, seguía empujando como si nada y volvía a sentir correrme, casi me desmayo. Me costó recuperar el aliento. Sofi no paraba de besarme, Tina se separó de mí para morrearnos a ambos y nos tomó de la mano para llevarnos fuera.

-No eres menos hombre, ni nada de eso- Dijo Tina mirándome con una sonrisa tierna- Vamos a mi habitación a terminar la noche.

Cuando llegamos a la habitación, la noche se volvió una locura completa. Le hicimos a Sofi una doble penetración, yo follé el culo de Tina mientras ella follaba a mi compañera, Sofi me cabalgó mientras Tina me follaba o Tina aprovechó para hacerme comerle el rabo tras sacarlo empapado de los jugos de mi compañera y amiga. Tras un par de horas de sexo sin freno, caímos dormidos. A la mañana siguiente todo se volvieron prisas, volvimos al piso y todo lo que ocurrió a continuación me lo reservo, fueron momentos tristes de dejar atrás a una persona querida. Yo volví a mi ciudad, con una semana más de vacaciones, que aproveché para irme a la playa una semana antes de volver a la rutina. Durante unos años mantuve el contacto con Sofi, hasta que Joan murió, siempre se portó con ellas correctamente y fue un buen padre para la niña que ambos tuvieron, aunque yo supiera la verdad. Hace un año, por septiembre, Sofi me pidió verme, me marché a Valencia donde vivía ahora y fui a la dirección que me dio.

Ella se bajó de un coche blanco, junto a una niña pequeña de pelo castaño oscuro. La niña vestía un uniforme escolar, con su pequeña mochila y su mirada juguetona, hablaba con su madre y reía. La dejó en el colegio, hubo llantos y pataletas, pero finalmente entró dentro. Sofi miraba desde la verja con el corazón encogido hasta que se giró y me vio. Se acercó, me abrazó y me dio dos besos, sonreía con un aire triste.

-Cómo pasa el tiempo ¿verdad?- Dijo secándose una lágrima de la mejilla.- Pensé que te haría ilusión verla en su primer día de cole.

Yo no supe que decir, estaba mudo.

-Ha sacado tu pelo y se parece a ti cuando habla- Dijo riendo, se puso seria- Te pedí un regalo muy grande, no era consciente de lo que te pedía y te quitaba, pero este día debías tenerlo y quiero que estés en los momentos importantes. Sé que nunca podré decirle la verdad… lo que he vivido, lo que vivimos, pero al menos que estés ahí… o sea, es nuestra hija al fin y al cabo.

Nos abrazamos, lloramos como cuando nos despedimos en la puerta del piso. Me alegró el corazón conocerla, aunque ella no lo sabría nunca, cerraba algunas heridas del pasado aunque dejase una cicatriz abierta, pero menos dolorosa. Sofi y yo nos sentamos a tomar café, nos pusimos al día, le hablé de mi pareja, de mi nueva casa, me confesó que se alegraba, pero le dejaba con un poco de celos. Nos despedimos, pero seguimos en contacto. Ella vive su vida, con lujos, dinero y su hija, a mí tampoco me ha ido mal, supongo que al final todo está compensado.

Con esto finalizo los relatos enlazados que pensaba publicar, ha sido un tanto agotador y en muchos casos desmoralizante, se me pasaban las ganas de escribir...volvían... Por eso a partir de ahora seguiré, pero con relatos sueltos, sin hacer series y sin tener nada que ver con mi vida personal. Como expliqué cuando el relato de "Aquella Chica", esa historia estaba basada en una vivencia real, la historia real ni fue tan bonita, ni acabó tan bien, pero las embellezco y las animo como licencia artística. Agradezco a quienes me escriben mails, a quienes me mandan sus relatos para que los lea o quienes quieren juguetear por mail, es divertido y me hace saber que consigo que lo paséis bien. Gracias, se agradecen los mails, se agradecen las fotos y si ahora alguien quiere inspirarme con ideas, fotos o propuestas para historias, me alegrará leerle.