Mi compañera de piso compartido.
Mi compañera de piso, mi compañera madura
Me presento, soy un chico joven, casi los veinticinco años de edad, de pelo moreno, bastante alto, deportista, por encima de la media en cuanto a nivel muscular, aunque no fibrado jaja, y a juicios de chicas que he conocido, guapo, simpático y buena persona.
Esta historia tiene lugar en una ciudad playera cerca de Barcelona. Por labores económicos y laborales, me tuve que desplazar hacia esa ciudad. Mi gran temor siempre fue el compartir piso con gente que no me hiciera bien. Pero para mi mayor sorpresa, me tocó de compañera de piso, entre otros, a una chica madura, en torno a los cuarenta años de edad, aunque si tuviera que mojarme y decir una edad, seguramente no la acertaría nunca debido a su espectacular físico y lo bien cuidada que se conserva.
La sujeta en cuestión es la típica mujer que todo hombre quisiera tener una vez en algún momento de su vida. Rubia con toques morenos en el cabello, un metro sesenta de estatura, cuerpo muy atlético y con unos pechos y unos glúteos que te perderías en ellos sin querer encontrar la salida nunca.
Puedo ir directamente al día en el que pasó todo, pero no tendría nada de gracia porque cada día hasta que pasó, era tensión sexual (no resuelta hasta que se resolvió jaja)
A partir de aquí, haré un pequeño resumen sobre los días atrás...
No sé si era la confianza o qué, pero la mayor de las veces vestía leggins que al trasluz se dejaba entrever los tangas de todos los tipos. Y si no eran estos que digo, llevaba unos pantalones cortos tipo runners muy holgados que los cachetes de los glúteos se les salía por ambos lados y casi la mayor parte del tiempo los pantalones eran tipo tanga que otra cosa.
Si se agacha para recoger algo del suelo, que si coge algo de los muebles de abajo..., situaciones que no sé si era que no pillaba las indirectas o no tenía ganas de realmente cogerlas, ¿dónde voy yo con una chica que casi me puede doblar la edad? Casi, pero me saca bastantes años...
Es un breve breve resumen de lo que solía pasar.
El día en cuestión...
Como cualquier otro día, me visto y me pongo a desayunar, cuando de pronto, entra por la cocina...
No se me cayeron las gafas porque las tengo enganchadas por detrás de las orejas jaja, pero apareció con un bikini que dejaba ver (ya ni se cortó...) sus escandalosas tetas y casi todos sus labios bien marcados. Un moreno de piel de haber tomado el sol esos días atrás y se le podía apreciar cómo se le notaba las zonas donde no le daba el sol. Eso me llama bastante en una mujer.
Tampoco le eché tanta cuenta para que no llamara la atención, seguí comiendo y con prisas (por la situación y porque tengo que trabajar).
Después de volver del trabajo (no fueron tantas horas), pensé que no estaría en casa, ya que podría estar perfectamente en la playa siendo las horas que eran.
Para mi mayor asombro, estuvo en ese momento en casa...
¿Cómo lo supe? Me pillo únicamente con mis bóxers cuando ella salía de su cuarto y yo yendo para el cuarto de baño para darme una ducha. Noté cómo su vista rápidamente se fue hacia abajo y subió hasta mi cara como un "madre mía, niño, qué tienes ahí…", y con un “eeeh…, no hemos visto nada, no ha pasado nada”. Pero se lo noté y no le quise dar importancia, al final somos compañeros de piso y hay ciertas veces estos “encontronazos”.
Como siempre, me pongo algo de música relajante para ducharme, por lo que esta vez no fue menos, por lo que mientras me duchaba, me puse a pensar en esa situación.
De repente, un apagón de luz. Era de día, todavía había cierta claridad que se escapaba por debajo de la puerta...
Así que opté por avisarle y decir que le diese nuevamente a los plomos para recuperar la luz. No sé cuál fue su motivo, pero me abrió la puerta, lo justo para que casi yo no la viese pero ella verme a mí por completo, o solo las partes que le interesaban ver, obviamente...
Le fue a dar al generador y se había dejado la puerta entreabierta, con lo que noté que estaría detrás para observarme y yo sabiéndolo pero intentado ver que no lo sabía, le dije en voz alta para que pudiese escucharme allí donde estuviera que la cerraba que se había "abierto sola", que hiciera el favor. Lo hizo, cerró, pero con una sensación de que no la quería cerrar, seguramente con pensamientos de lujuria y pasión, como poder entrar y desnudarse allí mismo, ducharse junto a mí, rozarse por mi cuerpo y que mientras estoy detrás, manosearle las tetas y acariciar sus erizados pezones mientras le muerdo y saboreo la clavícula a la vez que voy subiendo por su cuello y su oreja, y hacerlo en la ducha mientras cae el agua caliente, al mismo tiempo ella está agarrándome desde delante de mí mi pene erecto, mordiéndose los labios húmedos para luego bajar y metérsela toda en la boca o hasta donde pudiese llegar. Pero no fue así, aunque no me hubiese importado que pasara.
Después de salir del baño, normalmente salgo sin nada y encima una toalla, y no nos vamos a engañar, si me pongo la toalla, se ve perfectamente esa marca en la toalla de mi pene y pensando en esa situación, igualmente, incluso, podía verse muchísimo más.
Por lo que ella, se puso a hacer como la que hacía que limpiaba las zonas comunes, entre ella. la zona donde está la entrada al baño.
Cuando salí, lo primero que vi fue ella agachada y con sus glúteos apuntando hacia el baño. Me quedé petrificado y sin casi reaccionar por segundos contemplando maravillosa visión aquella. Todavía está grabada en mi memoria aquellos leggins que por el poco rato que pude ver, me dio la sensación de que no llevaba ningún tanga. Sí, me hubiese encantado bajarle el pantalón, agacharme y saborear todo maravilloso manjar que tiene esa mujer.
Yo estaba bastante cachondo, por lo que en mi cuarto me toqué bastante, pero no quería eyacular, solo poder tocarme y aliviarme por aquel momento. Creo que ella se lo supuso e imaginó lo que pasaría, y pasó por mi ventana, pero fui más listo y la dejé casi bajada para ver si pasaba y poder verla mientras no podían verme si me tocaba desde dentro, o sea, mi habitación.
Esa misma noche, era cena de compañeros del piso, por lo que pedimos a domicilio y bebimos un poco...
La noche iba caminando genial, la comida estaba estupenda, el ambiente genial (con un par de copas cada uno) y ella llevaba puesto un vestido casi ceñido, y digo casi porque las tetas y el culo que tenía impedían que se ciñera más. Ese vestido le hacía tener un escote brutal, y yo no sé si se dio cuenta o no, pero la mayor parte del tiempo se lo estaba viendo. No podía no evitar mirarle, era superior a mí.
Hablamos de muchos temas y uno de los que presté mayor atención fue cuando nos comentó que las tetas eran operadas (yo lo imaginaba, esas dos preciosidades no podían ser de ella con lo atlética que se le veía).
Avanzaba la noche y otro de los temas fueron las parejas, y cuando habló ella, vaya lástima que me dio. Comenzó la conversación diciendo que cada novio que tenía no le daba lo que ella quería, que con el que estaba ahora estaba bien, pero ella necesita esa chispa que no le da. Le gustaba tanto lo romántico como lo duro y salvaje. Sé que muchas chicas quieren romanticismo, pero también otras muchas veces están tan desatadas que no miran por lo erótico y sensual, quieren sexo fuerte y que le revienten mucho y bastante. Cosa que a mí me encanta, de hecho, alguna que otra vez me ha soltado ciertos comentarios cuando he traído alguna amiga a casa y se le ha escuchado inevitables orgasmos. Comentarios como “estás hecho una máquina, niño, anda que no se van bien a gusto tus amigas”.
Siguiendo con la cena…, también se habló de nuestras fantasías más oscuras,y obviamente la mía, la de estar con una madura bastante cañón y que me pueda doblar la edad no iba a ser menos. Por lo que cuando lo comenté, me miró con una cara y diciéndome: “¿tú no eres muy joven para esas mujeres? Seguro viene una y ni le aguantas el ritmo” a lo que yo le respondí “nunca se sabrá si no se prueba” e inmediatamente se echó a reír de la risa floja ocasionada por la bebida.
¿Y las fantasías de ella...? Me pregunté. Nos había dejado con la duda, parecía tenerlo todo calculado para hacernos hablar mientras ella no soltaba ninguna prenda.
Y…, llegó la hora de recoger y de irse a dormir...
Se puso de cuclillas a poner el lavavajillas. El vestido, con el lado abierto de un lateral, se le podía ver perfectamente el tanga que llevaba, con un marcado excesivo de sus labios… Yo estaba después de beber varias copas y de los temas que se hablaron, bastante cachondo y decidí quedarme a ayudarle y contemplar tal belleza.
Yendo todos a sus cuartos yo fui al servicio. Cuando salí, estaba esperándome a la salida para ella entrar. Un pijama de tirantas y un pantalón corto muy holgado, casi se le podía salir las tetas por ambos lados y sin sujetador, obviamente… y marcando unos pezones, que, si me descuido un poco, me saltan a los ojos jaja.
Fui a por agua a la cocina y a por fin a mi cuarto, cuando voy a entrar, aparece y en una voz baja, susurrándome para no despertar a los demás, me dice: ¿así que la fantasía tuya es la de hacerlo con una madura, pequeñín?
Sabía ya lo que iba a pasar, pero me dio la oportunidad de poder jugar con ella, y eso fue lo que hice. Por lo que le dije que sí, en un tono de burla.
Inmediatamente me dijo que escuchaba “cómo dejaba” a las amigas que subían a casa. Y me insistió en que no sería capaz de hacerle eso a una mujer madura.
Nuevamente, me la dejó muy muy directa, y lo tenía tan claro que no pude contener mi enorme erección, llegándome, incluso, a doler por la presión que le hacía con el pantalón. Pero sabía perfectamente por donde iba, y me quería hacer el duro y que ella se atreviese a dar el paso, por lo que le dije esta vez que, si me pusiera a una chica madura delante, seguramente no se arrepentiría de lo que le iba a pasar.
Fue increíble lo que noté o la sensación que le dio en cuanto lo dije. ¿Saben esa sensación cuando le metes el miembro o los dedos a una chica y esta se encoge y se envuelve en una sensación de placer mientras te mira con una cara de inmenso placer y descontrol? Algo así pasó, con un pequeño suspiro, y no sé si fue un orgasmo o que se imaginó cualquier cosa que pudo suceder en aquel momento.
Yo no podía más, lo tenía que me explotaba, necesitaba que me tocaran para poder echar todo afuera. Necesitaba en ese momento unos labios húmedos, una lengua juguetona, que supiese apreciar semejante miembro y que se la metieran hasta el fondo para ahogarse con ella.
En ese momento, me dice “¿sabe qué necesito ahora mismo? Que me revienten y que me hagan ser la perra que soy. ¿No quieres que te quite el botón del pantalón? Te va a reventar de tanto tenerla ahí a presión…”
No dije nada ni moví nada y de repente le veo sujetándome la polla por encima del pantalón y diciéndome que todo eso no podía ser de un niño como yo, que no podía ser normal.
Entramos a mi habitación y fue cerrar la puerta y directamente se arrodilló delante de mí para sacarla del pantalón.
Efectivamente, lo hizo y también de golpe, bajo los bóxers. Le saltó y cuando salió de ahí, le miré fijamente a la cara y pude comprobar su expresión de “madre mía, todo esto no me va a entrar en mi boquita pequeña”.
¿Que no le iba a entrar? Dije.
No, no le pudo entrar toda, pero empezó a lamer y succionar el glande, que poco a poco se iba hinchando más y más. Bajaba hasta donde más podía, haciendo una garganta extrema que ni yo mismo me creía. Sacaba toda su lengua y la pasaba desde abajo hasta lo más alto con una gruesa capa de saliva que cada vez que se la metía casi entera, salivaba de una manera increíble. Sé que al final la experiencia tiene un grado, yo no lo puedo negar.
No me iba a correr en ese momento. Se lo dije, pero ella estaba en una especie de trance y quería que le llenara toda la boca de leche, suplicando por ello y pajeándome mientras se sacaba la lengua y lamía mi glande.
Al ver que no obtenía lo que quería, le dije que se levantara y que se desvistiera, que me iba a poner el condón. (Sí, es realista, no voy a poner que lo hice sin y darle una sensación tan de peli porno cuando no fue así)
Me lo puse muy fácilmente, después de tenerla toda llena de saliva, no hacía falta ni un mínimo de fuerza para bajarlo.
En cuanto me vio que estaba puesto, se me puso encima de la cama a cuatro patas. ¿Cuándo y en qué momento se había quitado tan rápido la ropa?
Por fin pude contemplar ese culo sin los leggins ni el tanga. Era perfecto, redondo de los entrenos que hacía, se le veía como los labios mayores tapaban los demás y cómo el orificio del culo estaba tan cerrado que daba hasta pena meterle un dedo. Era una visión tan increíble que me puse hasta nervioso.
Me acerqué a ella y lo primero que hice fue sacar mi lengua y pasarlo por todos sus labios. Pude notar cómo arqueó la espalda y cómo se le escapó un ligero gemido que insinuaba que no parase. Obviamente, ante tal situación, no iba a parar.
Después de tal momento y de ver cómo cada vez lubricaba más y mojaba más, le introduje mi enorme y erecto miembro lentamente hasta el fondo, empezando a jugar con sus labios y su clítoris hasta que se abrían paso hasta el final.
Luego se me puso encima, como si fuera una rana. Desde ahí, pude ver cómo sus tetas le golpeaban mientras le penetraba hasta lo más dentro de su ser. Al mismo tiempo, le iba masajeando el clítoris con mis dedos que anteriormente había lamido ella. En esa postura no pudo más, noté cómo las piernas le temblaban, cómo su cuerpo se ponía rígido, cómo su mirada se cerraba, cómo sus pezones se ponían duros, y cómo ella se quitaba mi polla de su interior mientras sacaba unos chorros que me llenaron completamente el cuerpo mientras decía que se estaba corriendo. Su cara fue un asombro. Fue la primera vez que le sucedía algo de esa manera. No daba crédito a lo que pasó, diciéndome “niño, ¿has visto lo que me estás haciendo con eso que tienes entre las piernas?”
Cayó redonda para atrás. Aún seguía su cuerpo con espasmos y temblores. Al final, el pequeñín había podido con la mujer madura, y cómo todavía seguía sin correrme. Por lo que se lo dije, que me tocaba a mí hacerlo.
Diciéndome que tuviese cuidado con ella, la cogí por ambas piernas y la levanté en peso. Ella fue quien se introdujo la polla en su interior. Después de un rato penetrándola, ella seguía soltando chorros mientras no paraba de lubricar.
La puse en la postura del misionero. Empecé a practicarle sexo oral hasta que me llenó toda la cara de sus ya conocidos chorros.
Le susurré si quería que siguiese y ella, viendo cómo estaba, me dijo que no podía más, que no esperaba que fuese capaz de aguantar mi ritmo y que se había equivocado conmigo.
De momento, se la metió entera en la boca, empezó fuertemente a hacer movimientos de cuello, sacando la lengua y rozándola por todos los lados, llenándome de saliva todo el miembro y pajeándome como si su brazo no lo controlara. Al rato, le dije que me iba a correr, así que decidió introducirla entera en su boca. Pude ver cómo le salía por las comisuras de los labios mientras intentaba trataba de tomársela toda.
Se limpió con la lengua todo lo que había en sus labios ayudándose de los dedos y poniéndose de pie para coger sus cosas, notó cómo sus piernas temblaban que casi se caía al suelo… Y vistiéndose, salió de mi cuarto diciéndome que ya estaba servida para un buen tiempo.