Mi comienzo

Mi vida era un infierno. Ella echando putas dio un portazo tan violento que me lastimó el alma, yo aguantando lo más que podía mis lágrimas la dejé ir sin más detalles. Interiormente sabía que jamás volvería, su paciencia llegó al límite y mis estupideces hartaron su corazón.

Nunca me imaginé que ella fuera tan importante para mi, pero es un hecho, cuando perdemos a alguien sólo en ese momento le damos el valor que realmente tiene, empezamos a fijarnos en esa persona de otra manera, cuando hasta hace no mucho tiempo de una u otra forma la hostigábamos con nuestro comportamiento, en mi caso, un comportamiento inmaduro y agresivo.

Ella, me encontró una vez más teniendo sexo esta vez con una colega mía. Yo le comenté a ella sobre mi compañera de trabajo pero no ahondé en detalles, pensé que se olvidaría sin embargo justo en el momento menos pensado y más jugado me encontró lamiendo la vulva de aquella mujer infártate, una lesbiana blanca de figura esbelta, belleza elegante delgada, con ojos celestes de gata y mirada penetrante, cabeza rubia y pensamientos maliciosos. Me perdí por su coño, por la ligereza de sus besos, las apasionadas miradas que me dedicaba de vez en cuando por los pasillos de aquel bar a donde nos juntábamos a tomar algo con colegas al término de cada jornada.

Lo tiré todo a la mierda por aquella bella figurita, pasajera en mi vida. Los días se hicieron largos, tediosos y los invadió un penetrante olor a su sexo, su agridulce sabor a vulva calienta me convertía las mañanas de invierno en placer infinito.

Aquel día cuando ella cerró la puerta, abrió una nueva mi vida se convertía en un infierno.

Pero el infierno estaba encantador.

Fabricante de mentiras.