Mi colega una mujer excitante

La verdad jampas imagine poder cogerme a esta mujer y de esta manera, una colega que siempre me gustó.

Hola amigos, recordando alguna de mis aventuras gracias a esta página, me vino a la memoria la que viví hace algunos años, no más de cuatro, en la capital de un país vecino donde se desarrollaba una convención de ejecutivos. Allí viajamos con mi colega Silvia, una mujer de mi edad por ese entonces, unos treinta y nueve años, casada, dos hijos y una figurita estupenda. Nos debíamos quedar 4 días, por lo cual en el avión fuimos hablando de todo lo concerniente al evento que se iniciaría al otro día. Observaba a Silvia, estaba hermosa pero no quise hacer nada, porque era una colega de años, además, mi posición gerencial en la empresa era un grado encima del suyo y no me interesaba que se confundieran las cosas. Si me follo a una mujer, que sea por gusto mutuo y no por miedo a lo que pueda pasar con su trabajo, las folladas laborales siempre terminan siendo abuso sexual, cuando hay diferencia de rangos. No es mi estilo. Llegamos al hotel, nos dieron habitaciones separadas pero contiguas. Además, solicitamos dos tarjetas para cada habitación por necesidad de uno o del otro, eso es una tontería pero siempre se hace por cualquier cosa. Esa noche fue la recepción inicial, la que terminó con una cena bailable, Silvia y yo estábamos en la misma mesa, varios colegas le llevaban el apunte, pero ella no daba ni medio de interés. Fue invitada a bailar, pero nada. En tanto yo, me enganché con una chilena que estaba en el evento. Tenía unos 35 años, de mi altura, 1.72, lindas tetas enfundadas en un vestido color rosa, con una falda a la rodilla y un tajo al costado. Unas piernas llenitas hermosas y un culo que se le veía la tanguita recortada. Hablamos, comentamos el evento, me decía que extrañaba a sus hijas y a su marido. La invité a bailar, me dijo que no estaba segura, que no sabía mucho bailar, entonces le dije muévete y diviértete, aceptó y salimos a la pista. Se movía torpemente, pero las tetas le bailaban en forma, eso me recreaba la vista. En un rato comienzan a poner música lenta, nos detenemos, le digo, tomándola de las caderas, descansa y ella se vino contra mí, creo que fue del cansancio. En ese momento la abracé suavemente por la espalda y comencé a moverla al son de la música. Se dejó llevar, más cuando sentí que me abrazaba por la espalda, allí apoyé mi cara contra la de ella y le dije al oído, no te enojes, pero me gusta tu forma de ser y tu figura. Cuando pensé que venía escape, me sorprendió con una voz suave y sensual, a mí me gustas tu. Dicho eso le bese la mejilla, la abracé más contra mí y comencé a soplarle suavemente el oído. En eso me dice, mira que no soy una puta, soy una mujer casada, me es difícil esto, no sé como seguir, por un lado me encantas y por otro me das miedo. Eso me llevó a decirle que no me tuviera miedo, que solo siguiera sus instintos y deseos. Bailamos hasta que logré tocarle las nalgas, acariciarle la espalda, aprovechando la oscuridad que había impuesto el disk jockey. Noté que mucha gente estaba alrededor, pero todos en lo suyo, por eso me aparté de su cara, le miré a los ojos, allí se los vi negros, grandes, vi su boca, unos labios carnosos que me incitaron, por lo tanto la besé en los labios. No me apartó, presioné mis labios contra los suyos y comencé a abrirlos, no opuso resistencia, atrapé su lengua con la mía. La apreté contra mí, ya debía sentir mi paquete entre sus piernas, porque se me había parado la verga, esa mujer me excitaba. En un momento le susurré al oído, quieres salir de acá, sí me dijo. Entonces fuimos a la mesa, con mi mano en el bolsillo, amparado en la oscuridad, me acomodaba la verga porque iba a hacer un papelón. En la mesa estaba Silvia, asediada por unos colegas, cuando me vio se iluminó, me dijo si yo me iba a lo cual respondí que no. Pero le pedí un favor, si podía llevarme el maletín y dejarlo en mi habitación, ya que ella guardaba sus notas en él y no llevaba nada. Me dijo que sí con cara de pocos amigos. Gracias le dije y le di un beso en la mejilla. Salgo con Azucena, mi nueva compañía, tomo un taxi y le digo vamos a tu hotel, no, me responde, no quiero, allí vengo siempre, mejor al tuyo. En el camino platicamos, hablamos de todo, me decía que ella quería a su marido pero, que el no la tenía en cuenta, lo de siempre. En un momento me pareció que todo iba a ser un fracaso no obstante ya estaba en el baile. Llegamos al hotel y antes de entrar me dice que desea tomar una copa. Vamos al bar del hotel, le pido un whisky para ella y otro para mí, el cual no lo tomé porque la verdad no tenía ganas a esa hora. En eso veo a Silvia que cruza el hall del hotel con mi maleta, menos mal pensé, bueno en algo me sirvió esta parada. Miré a Azucena, le toqué las piernas por debajo de la mesa, le guiñé un ojo y le dije, vamos. Subimos en el ascensor acompañados por varias personas, llegamos a mi piso, el quinto, entramos a la habitación y la tomé por las caderas. La besé, le toqué el culo y se estremeció. Sentía su piel de gallina en los brazos, estaba erizada, la llevé a la cama. Antes de acostarla la besé, le toqué los pechos, sentí sus pezones, pasé mis manos por detrás y le baje el cierre. La dejé en sostén y bragas, ella misma en un acto de loca excitación se arrancó el sostén y saltaron dos tetas divinas, coronadas por unos pezones inmensos, parados, en punta, con una aureola grandísima, jamás había visto algo así. Por favor chúpamelos me dijo y comencé a sobárselos para luego lamerlos, agarrarlos con mis dos manos juntar sus pezones y chuparlos a la vez. Esto hacía que gritara, decía estoy caliente, quiero pico, pico (pija o verga según los chilenos) la recosté en la cama, le bajé la tanga, y apareció una concha rosada, con una mata espesa de vellos, recortada en los lados pero espesa, con gotitas en la punta de los pelitos. Cuando toco con mis manos los labios de aquella concha, sus vellos estaban empapados en leche, había una viscosidad deliciosa, tenía una tremenda excitación y emanaba jugos que salían a borbotones. No puede más, le metí la lengua, que grito dio, comencé a pasarle la lengua por su clítoris, se le abrían los labios, estaba acabando, comenzaba a tener su primer orgasmo. Que tremenda excitación me provocó, mi pija la tenía a mil, siento que se convulsiona y comienza a tener espasmos, mientras decía chupámela toda, me voy a acabar en tu cara, como nunca lo hice, déjame dártela en la boca y así los espasmos se transformaron en terrible corrida, la chupé toda. Me incorporé y le dije sabes como es tu gusto, no, me dijo, bueno entonces la besé en la boca y le di parte de todo lo que había tomado yo. Pero en ese momento me incorporé encima de ella y de un golpe le clavé la verga en medio de aquella concha toda abierta, empapada de jugos. Cuando sintió el envión cerró los ojos y comenzó a moverse. Allí se descargó toda su calentura, hablaba, gemía, decía cosas: ¿me coges verdad? ¿Me la has puesto verdad? ¿La tengo toda adentro verdad? Así gemía, más se acababa, me levanté, la tomé de las caderas, la di vuelta, la puse en cuatro y se la di por detrás. Mis manos iban a sus tetas y a esos enormes pezones con una aureola impresionante. Me agarraba de sus tetas para darle empellones y entrarla más. Allí me di cuenta que sus gritos eran fuertes, sin dudas en las habitaciones contiguas oirían, pero que podía hacer más que seguir cogiéndome a esa hembrita divina. Como decía que quería más y más, me incliné sobre mis rodillas, la tomé de las nalgas de cada lado, para acompasar el movimiento y cogerla más fuerte, en eso siento que se abre la puerta de mi habitación, entra Silvia con mi portafolio. Fue todo uno, Azucena en su calentura ni se enteró, pero yo la vi, ella se me quedó mirando. Se encontró conmigo de rodillas en la cama, tomando por el culo a su colega, mientras le sacaba y ponía la verga por la concha y ella decía dame pico amor, dame pico, quiero la lechita para mami. Silvia dejó la valija allí mismo, se dio media vuelta y se fue. Seguí meta y ponga, hasta que no pude más, la di vuelta, me puse encima de su vientre, le coloqué la pija entre sus tetas y comencé a hacerme una cubana hasta que me salieron sendos chorros de leche que dieron contra su cara. Ella se estaba pajeando, comenzó a gritar mientras lamía mi leche y chupaba mi pija que salía entre sus tetas. Me incorporé, ella también, se acercó a mí, comenzó a besarme en los labios, en tanto me daba las gracias por la cogida, por el enorme momento que pasó. Se vistió, me pidió que le llamara un taxi, volvió a la cama, me besó y se fue con un hasta mañana. Cuando se retiró de mi habitación, me di una ducha, apagué la TV y me dispuse a dormir. En el silencio de la noche percibo que en la habitación de al lado, donde estaba Silvia; tenía prendida la Tv. Me acordé de ella, de lo que había sucedido, entonces la llamé por teléfono. Cuando me atendió le dije que era yo, que no sabía como pedirle disculpas, a lo cual ella me dice que las disculpas deben ser de ella que no llamó antes de entrar. Pero que creía que habíamos ido al hotel de Azucena y fue por eso que entró así, en forma intempestiva. Le consulté nuevamente si no se había enfadado lo cual negó rotundamente. También le dije por que no dormía, contestando que estaba muy desvelada. Le pregunté si quería o necesitaba algo a lo cual me dijo que si, que precisaba charlar, pero era tarde para mí. Le dije que no, que nada que ver, por lo tanto me puse la bata del hotel y fui hasta su puerta. Golpee, ella me abrió, estaba con la misma bata. Me observó y enseguida dice, ya se fue tu amiguita, si le contesté. Bueno pasa, realmente he quedado anonadada con lo que vi en tu cuarto. Me puse violeta, pero con toda mi paz le pedí que no pensara de mí, lo que no era. A lo que ella respondió que no era eso, que lo que le sorprendió fue lo que vio y como vio. La verdad no entendía nada, pero si bien eran las 3 de la mañana, no quería dejar esto así porque mi colega podía llegar a ser un problema futuro, por lo tanto tenía que calmarla sea como sea. Me senté en el sillón de la habitación, ella estaba sentada en el borde de la cama, le pregunté por que se había anonadado. Me miró un rato, sonrió, aproveché esa décima de segundo para mirarla. Estaba con la bata que te dan los hoteles, el escote no era grande pero si dejaba ver el nacimiento de dos hermosos pechos, en el cruce de los pliegues de la bata se veía una pierna, por cierto hermosa. Silvia era una mujer de 1.70, rubia, de ojos claros, carita redonda, labios finitos, nariz respingada, con un hermoso cuerpo. Siempre vestida de ejecutiva pero con faldas medianas, que dejaban ver sus piernas, que a mí me apasionaban, así como su culo que se redondeaba perfectamente en aquellos trajecitos. Pero ahora la cosa no estaba para eso. Así que dejé que ella me dijera lo que le había sucedido. Luego de ese segundo de obnubilación con el cuerpo de Silvia, quedó plasmado con sus primeras palabras. Con toda esa hermosura que es, pero ahora ampliada por una mirada diferente me dice, mira la verdad me casé hace casi quince años, tuve a mis niñas y mi marido fue mi novio durante 4 años. O sea desde los 18 años solo he vivido con él y para él como mujer, siendo como soy una cornuda porque sé que se folla a sus empleadas, el marido era gerente de una fábrica importante. Hoy entro a tu habitación y te veo follándote a la chilena que es casi como yo. Entonces pensé por que no estaba yo en lugar de ella. ¡¡¡Quedé plasmado!!! Comenzó a llorar. Me fui hasta donde ella estaba, tomé un pañuelo que vi sobre una mesa de noche, se lo pasé debajo de los ojos y traté de calmarla. Me senté a su lado, le hablé con tranquilidad, la abracé como un amigo por los hombros, diciéndole que estuviera calma y no dijera esas cosas. Se alejó bruscamente, se paró, se puso delante de mí, se desató la bata, quedando en bragas blancas. Los pezones se veían a través del sostén, al igual que los vellos de su coño, que traslucían por la blancura de la ropa. Mientras hizo eso me dijo, ¿por qué no me follas como a ella? ¿ Por qué no me haces lo mismo? Dijo eso, se acercó, dejó caer su bata, puso mi cabeza contra sus pechos. Me refregaba el pelo, se movía con sus tetas en mi cara, ella misma se bajó el sostén y saltaron sus pezones parados, marroncitos, en puntita, lindos, hermosos. Me tomó del mentón le levantó, colocó su pecho en mi boca. Mira, lámelo, tócalo, abrí la boca, ella misma me lo puso dentro. Mis manos se fueron a su culo, inmediatamente, dijo te gusta mi culo, tócalo, diciendo eso se bajó la tanga. Sentí la tersura de sus nalgas, pasé mi dedo por la raya de su culito que ella misma abría desesperada con las manos. Pero lo que vi fue su concha, depilada, en triangulito, bajé mi cabeza, para poder lamerla. Pasé mi lengua por sus pelitos, cuando sintió eso se incorporó, me dijo te gusta mi concha. Se fue hacia atrás, se paró frente a mí, abrió sus piernas, con sus dedos separó los labios de su concha. Era increíble la calentura, que aquella mujer tenía. Yo, que no soy un dotado, luego de haberme follado, cogido, culeado a Azucena, se me había parado la verga de una manera increíble, pero más que el cuerpo de Silva, era su calentura. Jadeaba como una poseída, se hacía la paja frente a mí. Me puse de pie, solté mi bata, quedé solo en slip. Ella observaba todo, me bajé el slip y la pija saltó como un resorte. Silvia gimió, me acerqué, la besé en los labios, cuando siento que me agarra la polla con sus dos manos y de esa forma me lleva a la cama. Se tira boca arriba, se abre de piernas, ponémela, por favor, cógeme, hazme lo que le hacías a ella. La sentía gozar desde acá, me pajee, por eso fui a llevarte el maletín, para verlos, sabía que estaban allí follando como perros, desde acá los oía y quería tu pija en mi como ella la tenía dentro cuanto te vi. Se la puse en su agujerito húmedo, gritaba, la pija entró sola, todo el jugo que emanaba era tremendo, apenas la punta comenzó a abrirse paso, percibía sus jugos que me bañaban la verga. Se apretó a mi espalda, comenzando a tener su primer orgasmo, fue cuando bajé de golpe a su coño y empecé a lamerlo para que su corrida, su acabada se viniera toda en mi boca. En el momento que sintió mi lengua gritó y se corrió. Enseguida la di vuelta, la puse en cuatro, su concha aún latía, en ese latir se la clavé desde atrás, en tanto ella decía, así, así, como la tenías a ella, así dámela a mí, toda. Levantaba su culo y se lo abría con las manos, me nubló, ver ese divino agujerito, con sus nalgas latiendo, le pasé mi dedo. Le rodeé el dedo por su agujerito y lo puse apenas. Ella se estremeció y gimió, esa fue la señal, entonces inicié un saque de líquido de su coño, llevándolo con mi polla hasta su culo y volvía a penetrarla de golpe en su coño. Eso la hacía gritar y yo aprovechaba para meter sus jugos dentro de su divino culo con mis dedos, para lubricarlo y dejarlo pronto para comérmelo todo, ella notó que mi dedo le entraba. En ese momento se da vuelta y me dice, que puta me siento, como me gusta, ya no pude más, saqué mi verga de su coño, la pasé por la raya de su culo y cuando llegué a su agujerito lo abrí con mis dedos y le puse la cabeza de mi pija. Su gemido fue violento, sus palabras eran fuertes, me vas a comer el culo ehh, como te gusta mi culo tanto como tu pija a mí. Allí di el empellón final y sentí como mi verga se abría paso en aquel hermoso culo que la recibía toda. Silvia inicia un ir y venir, con locura, me pedía que le tocara el clítoris, su concha, sus tetas, mis dedos entraron en ella y comencé a pajearla. Se acercaba su corrida y la mía. Le dije te voy a llenar ese culito de leche, si papito me respondió, hoy allí, pero mañana acá en la boquita, y se pasaba la lengua por los labios. Pasado mañana acá en las tetitas, luego en mis piernas, en todo el cuerpo y gritó cuando sintió que mi leche le invadía su culo. Ella se apretó con mi mano, mientras su coño explotaba de nuevo. Caímos juntos en la cama. Esperé para sacársela unos segundos, porque no se me bajaba y no iba a dañarla. Cuando salí de ella, vino a mí, me besó y me dijo quédate conmigo. Dormimos juntos. Si les gustó pues envíenme sus comentarios, ahh!!! estos relatos son hechos reales de mi vida, que ahora, al recordarlos me da la enorme alegría de haber vivido momentos que son inolvidables. Autor: onlyman43

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