Mi cochina hermana meona

Me llamo Juan y soy amante de mi hermana desde los 25 años. Ella se llama Inma y es una guarrona meona, una fetichista del pis desde chica. Inma es siete años menor que yo.

Me llamo Juan y soy amante de mi hermana desde los 25 años. Ella se llama Inma y es una guarrona meona, una fetichista del pis desde chica. Inma es siete años menor que yo.

Recuerdo que cuando era pequeña muchas veces se acostaba conmigo en mi cama y se meaba sobre mí mojándome el pijama. A mi aquello me gustaba pues comparto su fetiche. Pero claro era una niña y no le hacía nada.

Pero  la muy cerda cuando llegó a la pubertad empezó a hacerse pajas con la orina que pillaba en casa. Yo no lo sabía pero ella me ha contado que espiaba a mi padre  o a mí  cuando estábamos meando, se encargaba de limpiar con su  lengua las gotitas de orina que dejábamos en el váter e incluso se bebía tragos enteros de meado de los orinales que utilizaban tanto mi padre como mi madre mientras se pajeaba.

Al llegar a la adolescencia empezó a guarrear con chicos del instituto, haciéndole pajas y haciendo que se mearan sobre su cuerpo en los servicios del centro. Incluso empezó a tragar orina bebiéndosela directamente al chorro. Tuvo que dejar el instituto porque la pillaron duchándose con una enorme meada de una profesora cincuentona y muy gorda.

Por aquellos entonces yo ya empecé a fijarme en mi hermana que estaba muy buena, es muy atractiva y tiene un cuerpo muy bien torneado con unas piernas macizas que me encantan.

Todo empezó cuando yo tenía 25 años que  sufrí una depresión que me causó problemas para orinar, me ponía ansioso y no me salía el chorro. Mi madre intentó hacer todos los remedios caseros posibles, pero no había manera.

Un día que estaba yo intentando mocionar en el váter entró mi hermana en bragas y sujetador.

Inma: no te sale hermano?

Juan: no Inma, no.

Mi hermana se puso  delante de mí y puso una de sus piernas delante de mi pene.

Inma: méame guarro, meate en las piernas de tu hermana que tanto te gustan.

Inexplicablemente, enseguida me salió un largo chorro que resbaló al suelo acariciando toda la piel de sus muslos, pantorrillas y pié.

A partir de entonces, me dijo que cuando necesitara ayuda para mear la llamara y que ella gustosamente lo hacía.

Inma: sabes que me pones caliente hermano. Tengo que pajearme con tu orina sobre mi cuerpo.

Luego  me contó su fetiche y yo le dije que también me gustaba. Yo aproveche y cuando tenía ganas de mear nos metíamos en la ducha y la bañaba al principio las piernas y el culo, luego la espalda y las tetas y al final la muy cerda me ofrecía su boca abierta para tragarse toda mi meada.

Aquello nos ponía a mil y pasamos de pajearnos individualmente a follar descaradamente en los baños de mi casa.

Mis padres debían saberlo, pues no era normal que estuviera con mi propia hermana tanto tiempo encerrados en el baño.

Un día mi hermana me confesó que antes que conmigo ya se bebía la orina de mi padre y de mi madre. Los hijos de puta fueron los que la enviciaron. A veces tenía tanto pis dentro de su estómago que tenía que vomitar. Para ella era muy fácil, sólo tenía que meterse los dedos y expulsar un caño de orina.

Cuando cumplió los 20 años nos convenció para que mis padres y yo la mearamos los tres estando ella dentro de la bañera. Luego sin tocarnos mis padres nos masturbamos corriéndonos sobre el cuerpo serrano de mí hermana. Mi madre por cierto tuvo  un squirt que la baño aun mas. Mi madre me advirtió que nada de sexo entre nosotros, que ya tenía bastante con la cochina de Inma.

Sin embargo yo seguí follando con mi hermana y participando en sus guarradas, me encantaba que soltara sus largas meadas sobre mi cuerpo y en mi boca. Me encantaba que me follara sentándose sobre mí y meandose a la vez sobre mi pubis. Los orgasmos eran brutales.

Fue pasando el tiempo e Inma se echó novio, que luego se convirtió en su marido, un marido que no compartía sus escatológicos gustos, por lo que  de vez en cuando ella venia a casa para mearme o que la mearan mis padres.

A los treinta se quedó preñada de su marido y tanto mis padres como yo disfrutábamos viendo como nuestra orina se deslizaba sobre su enorme barriga mientras ella se corría como una burra.

En esa edad volvimos a hacer los cuatro la cerdada de mearnos dentro de ella, mi padre y  yo le llenábamos los intestinos de orina meandonos dentro de su culo y mi madre le llenaba su estómago expulsando sus chorros de líquidos en su boca. Luego, la loca de mi hermana se secaba y se iba s su casa donde evacuaba la orina de su culo y se follaba a su marido con el olor de nuestras meadas.

Y así fueron pasando los años y yo seguí meandome sobre mi hermana, sobre todo en su boca o en sus piernas que tanto me gusta.

En la actualidad yo tengo 57 años y ella 50. Seguimos igual de meones, mi madre murió hace unos años y a mi viejo padre lo cuida mi hermana y cuando le lava sus partes se mete su churra en la boca y el cabron sigue meandose dentro de su estómago.

Mi hermana ahora tiene una hija que es muy mujerona, pues la muy puta ya la ha enviciado en sus artes cochinos y hace un mes por primera vez la hizo participar en uno de nuestros encuentros. La desnudó delante de mí dentro de la bañera y me dijo:

Inma: anda hermano, mira que culazo tiene mi hija, méate en él verás cómo se corre la cerda.

Así fue mientras yo le echaba una larga meada sobre sus muslazos y sus enormes nalgas, mi hermana se encargó poniéndose delante de ella de comerle el coño y beberse la orina de su propia hija mientras se corría a chorros como hacia su difunta abuela.

A partir de ahora ya tengo dos meonas a las que satisfacer. Mi sobrina intenta superar a su madre y se atreve a mearse encima en la calle llamando la atención con sus pantalones mojados o sus piernas empapadas con minifaldas. Debe ser genético. Las dos guarras se meten en los urinarios públicos de hombres y allí se las follan mientras ellas lamen la orina de los váteres.

Dice mi hermana que deben tener una inmunología muy fuerte para no coger infecciones con la orina pues nunca se han puesto  malas.