Mi clienta embarazada

Jamás pensé que en mis 18 años me sucedería algo similar

Mi clienta embarazada

Me llamo Gabriel,  esto que les relataré fue una experiencia cuando tenía mayoría de edad. Mi padre tenía un almacén en la ciudad de Buenos Aires, desde chico lo ayudaba haciendo repartos y atendiendo en el local, algo que si bien no era de mi agrado, pero me ayudaba a tener algo de dinero para mis necesidades.

En esa época concurría una señora, joven 25 o 26 años, que hacía poco se había mudado al barrio, cada vez que venía trataba de atenderla, siempre se alegraba cuando lo hacía, acariciando mis rulos, algo que me llenaba de satisfacción. No sé si estaba enamorado de ella, pero aparte de su simpatía tenía una atracción especial.

Pasó el tiempo hasta que un día comencé a apreciar, su pancita de embarazada, algo que la hacía mucho más atrayente y seductora, pasó un tiempo hasta que un día me animé a preguntarle de cuantos meses estaba, contestándome:

“Casi siete, espero para mediados de diciembre”

“Que bien, felicitaciones”

“Si quiere, puedo llevar la mercadería, así no hace esfuerzos”

“Buena idea, te avisaré cuando lo requiera”

Me alegré poderle serle útil, además de llevarle las cosas que necesitaba, hablaría con ella, estando un rato en su compañía, cuando, dos  o tres días después, llamó para un pedido, que rápidamente lo armó mi padre, diciéndome que fuese urgente a llevarlo, contento preparé la moto, dirigiendo rápidamente a su casa.

Me recibió con una sonrisa, mientras bajaba la mercadería, invitándome con una gaseosa después de entrarla, sentándome en un sillón en el estar, mientras observaba su vestido corto, de esos de botones por delante, que al andar se le asomaban las piernas hasta medio muslo, noté que sus pezones se marcaban en su vestido, evidentemente por la carencia de sujetador, percibiendo ese moviéndose de sus tetas.

No sabía si estaba tratando de seducirme, o actuaba inocentemente, así que seguí sentado en el sillón, eso sí, le sonreí cariñosamente, animándola, manteniendo  una breve charla, algo que nunca habíamos practicado, fue en ese momento que desabrochando unos botones, me invitó a tocar su panza, notando emocionado ciertos movimientos de la criatura.

Me encantó acariciar esa panza tan seductora, que sentí como si mi mano alteraba al bebé, percibiendo un placer por parte de Ana, que sorpresivamente se levantó, como dando por finalizado ese leve contacto, me despedí regresando al negocio.

El proceso fue algo largo, no siempre pasaba algo, pero se fue acrecentando, hasta que días  más tarde reiteró otro pedido, sucediendo más o menos lo mismo que la vez anterior, solo que tuvo un calambre, en su pierna derecha, que me pidió que la masajeara para calmar ese dolor.

Así lo hice, pero como consecuencia de eso, su pollera se le levantó, descubriendo, su tanga, que estaba metida en su vagina, dejando ver sus carnosos labios, algo que no pude detener una erección.

Después de eso, me dio la impresión de haber notado mi estado, que traté de disimular, aunque volvió a invitarme a acariciar su vientre, estando más tiempo haciéndolo, dándome la sensación que le agradaba mi contacto.

Mientras regresaba pensaba en lo sucedido, pero sabía que estaba casada y en espera de un hijo, y respetaba esa situación. A la siguiente semana acontecieron un par de encargos,   y en uno de ellos sucedió algo inesperado, al anunciarme por el celular, ya que no respondía al timbre. Apareció en bata, disculpándose que no respondía por que se estaba bañando, así que fui acomodando su pedido, invitándome como siempre con una gaseosa.

Mientras la tomaba, se me acerca mostrándome parte de su barriga, presta a ser acariciada, el sentir el contacto de su piel, me enervaba, incitándome  terriblemente. Con ambas  manos tomé su abdomen, acariciándolo totalmente, abriendo su bata mostrando parte de sus pechos, más que atractivos, suponiendo que era lo único que la cubría.

Cuando estaba a punto de descubrir su cuerpo, el timbre sonó, abortando mi intención, levantándome rápidamente tratando de disimular mi alteración.

Sin decir nada tomé mi canasto, presto a partir.

”Me voy señora”

”Esta bien, nos vemos”

Mientras regresaba, mi mente estaba exhorta, ver sus pechos y gran parte del resto de su contextura, que desde ese momento, hasta su nuevo pedido pasaron unos cuantos días, acelerando mi corazón, cuando una mañana  que atendí el teléfono, oí su sensual voz, pidiéndome un par de cosas.

Al llegar su sonrisa reflejaba una alegría inesperada ante mi presencia, aunque al verla con ese joggings y un blusón, que a pesar de ser holgado,  denotaba sus tetas carentes de sostén, no pude contener una nueva erección, que no dudé, esta vez en no disimularla.

Me hizo sentar ofreciéndome una gaseosa, que tomé rápidamente, cuando se acercó apoyando su abdomen en mi oído, para oír los latidos, algo que me encantó, sintiendo ese contacto, mientras acariciaba mi cabeza.

La rodee con un brazo, mientras metí mi otra mano dentro de su camisola, acariciando su panza, tocando su ombligo, hasta rozar la parte inferior de sus senos, notando acelerarse su respiración.

Me mantuve quieto, percibiendo su acercamiento más intenso contra mi rostro, como dándome mayor libertad para actuar, hasta que mi mano acaricio su seno.

Un leve suspiro, demostraba su excitación, para oprimirlo con mayor intensidad hasta oír unos gemidos más intensos, levantando su prenda hasta dejar al descubierto esas gorditas tetas,  y succionar sus tensos pezones, introduciendo mi mano dentro de su joggings, abriéndose de piernas para poder acceder a su húmedo sexo.

Ana pegaba intensamente su panza a mi cara, y mis dedos se incrustaban en su vagina, hasta quitar su camisola y dejar al descubierto sus tetas, que no dejaba de succionar, ante sus exclamaciones de placer.

En ese intenso manoseo nuestros cuerpos parecían estallar, me asombraba esa voluptuosidad que desarrollaba esa  bella mujer con ese rostro tan angelical.

Mi verga parecía estallar, cuando su mano la oprimió intensamente, donde sin poder contenernos, ella gimió intensamente ante la llegada de un orgasmo y por mi parte una eyaculación irreprimible.

La senté en mis rodillas abrazándonos, sintiendo su tersa piel al acariciarla suavemente.

“Creo que nos pasamos”

“Si, señora, disculpe, yo …..”  Sin dejar terminar la frase, me contesta

“Por empezar no me digas señora, y además no tienes que disculparte”

Me dio un rico beso en los labios, levantándome para ir a higienizarme, y regresar al almacén.

No podía dejar de pensar en ella, ni que eso me había pasado, pensando que posiblemente había concretado su deseo, pero tres días después apareció en el negocio, con una corta pollera, el pelo recogido y esa panza, que parecía haber crecido en esos pocos días.

Después de saludarme, le dice a mi padre:

“Don José, necesitaría un favor”

:”Si señora lo que necesite”

“He comprado unas cosas para el cuarto de hijo, que nacerá en menos de             un mes, y requeriría de Gabriel, si podría ayudarme a armarlo, si es posible”

“No hay problema, para cuando?

“No sé bien, en unos días, a la tarde tres o cuatro horas”

Cuando me dice:

Oíste lo que dijo la señora?”

“Si papá”

No podía creer lo que sucedía, me contuve para no ir a su lado y besarla, mis pulsaciones debieron de haberse duplicado,  cuando con un gesto muy sensual me saludo y se fue acariciando su panza..

Ansioso, espere su llamado, hasta que el sábado lo hizo, mi padre me aviso que fuese a verla, apenas lo dijo tuve una leve erección.

Cerca de las tres de la tarde llegué a su casa, me atendió besando mi mejilla, vistiendo una camisola bastante corta, donde sus pezones se remarcaban, producto de carecer de sostén, que no podía dejar de observar con detenimiento.

Me propuso ir al dormitorio que seria del bebé, armé su cuna, acomodé un mueble, colgué unos cuadros, y otras cosas, hasta que trajo una escalera, para subir y acomodar unas cosas en el ropero, alcanzando le cajas, y que la cuidase por si perdía el equilibrio.

No tomó ningún reparo en lo que podía llegarle a ver, se giraba tomaba la caja y levantaba los pies para acomodarla, hasta que pareció perder estabilidad, tomándola de las caderas.

Su culo estaba más que tentador en tocarlo, hasta que tomé sus muslos algo dentro de su camisola, que al no tener ningún tipo de rechazo, fui adentrándome lentamente, hasta buscar su entrepierna, mientras Ana seguía en su labor sin importarle demasiado mi atrevimiento.

.Continúe con mi objetivo, hasta llegar muy cerca de la unión de sus piernas, elevando mis manos unos centímetros, hasta tocar su raja, bastante húmeda, donde ante mi sorpresa denoté  la carencia de la tanga. Diciéndome:

“Espera que baje”

Apenas llegó al suelo, nos besamos, metí mis manos bajo su prenda, elevándola hasta quitársela, pudiendo acariciar de manera desesperada ese delirante cuerpo, con su serie de curvas que exhibía de una manera exuberante y sensual.

Sin pérdida de tiempo, la tomé entre mis brazos, introduciendo mi verga, gimiendo como gata en celo, y acelerando mis movimientos ante ese cuerpo tan sensual, sumado a sus alocados e incontenibles quejidos, hacían del acto un inolvidable coito.

No tardé demasiado en venirme, a lo mismo que mi reciente amada, quedando finalmente abrazados ante esa intensa copulación, sintiendo como que estaba en el paraíso.

Después de un buen rato me levante de la cama para ir al baño al  regresar, veo a Ana con sus torneadas y bronceadas piernas entreabiertas, los pies sobre la cama, formaba como una M, que permitía ver su sexo depilado y algo dilatado, sus gruesos labios vaginales,  brillosos como consecuencia de su flujo, junto a su pecaminoso y sensual orificio anal, completaban un delicioso y delirante espectáculo. La cara de Ana, estaba rebosante de sensualidad, al sacar la lengua, la giró sobre sus labios, mientras sus ojos no se quitaban de los míos. Sabía que observaba exacerbado, su sugestiva y seductora vagina, mientras la ocultaba fugazmente con su mano, separando sus muslos paulatinamente.

Como la atracción de un imán, mi cara cayó sobre su raja, separando bien sus piernas, mi lengua empezó a lamer los labios de su vagina, hasta introducirse insaciable en su interior, buscando su clítoris erguido. Los gemidos de placer de Ana, eran incontrolables, mientras la excitaba y me excitaba, era una fiera sexual, mordisqué su clítoris, punto muy sensible, sintiendo como oprimía mi cabeza con sus piernas.

La giré hasta colocarla en cuatro, atreviéndome por primera vez a lamer su apetitoso ano, produciéndole una serie de estimulaciones, a lo que dice:

“Me calientas como una yegua, maldito, no pares” –exclamó, empujando su sexo contra mi cara, tratando de contenerme, la inserté por atrás, sintiendo nuevamente el calor de su útero.

Mi bombeo fue intenso, introduciendo mi verga hasta lo más profundo de esa abertura, gritando enloquecida ante cada uno de mis empellones, agitándose sus tetas al unísono, de esa alocada follada, manteniendo ese ritmo durante varios minutos, hasta hacerla gemir de una manera desesperante, a la llegada de un orgasmo,  junto a mi eyaculación.

Al quitarla vi como mi esperma salía parte de esa divina cavidad, tentándome de meter mi dedo en su ano, disfrutando de esa nueva intervención.

Después de un rato, me tomo por los hombros me volcó sobre la cama, y en un movimiento muy felino me empezó a lamer mi pene, que no tardo de llevárselo a su boca para continuar con unas succiones abismales Sin cortar con su tarea, giró, colocando su raja sobre mi cara, que volví a chupar con desesperación, su flujo bañaba mi cara. Resistía todo lo que podía, deseaba que no acabara nunca, sus tetas rozando mi cuerpo, era un movimiento frenético, nos mantuvimos así por varios minutos, era una lucha sin cuartel. Cuando llegó el desenlace, mi esperma llenaba su cavidad bucal, sumado a la llegada de su orgasmo, acompañado de una exclamación de placer.

“Eres un hijo de puta, me pones loca” –me dice

“Me alegra saber que te enloquezco”Le contesto.

Cuando se levanta para decirme que debo irme, me vestí, regresando a casa con ganas de continuar. A partir de ese día, pasó  bastante tiempo hasta volver a verla, el día que hizo otro pedido lo llevé entusiasmado, pero lamentablemente me recibió su madre, comentándome que había tenido una beba y estaba en la cama.

No sabía cómo contactarme con ella, así que pasó un tiempo, casi un mes,  hasta que una tarde apareció en el negocio, con su beba, atracción que fue para mis padres y algunas clientas que estaban en el local.

Por supuesto que para mí, ella era la atracción, que me miraba de una manera especial, cuando después de un rato reanudo un pedido, para que se lo alcanzase al día siguiente, lo que me produzco una inevitable erección.

Al llegar a su casa me atendió Ana, vestida con una bata algo transparente, mientras me dice:

“Estaba por darle de mamar a la beba, quieres entrar las cosas, y de paso vez a la beba mientras la alimento?”

“Si por supuesto, me encantaría” Le contesté, bastante excitado.

Continúa……….