Mi cielo en llamas.
Relato que publiqué en 2015 en otra página que ya no existe. espero transmitiros todo el erotismo y esencia de aquella noche de 2010 que ha inspirado estas líneas.
Mi cielo en llamas.
Un momento, un instante, todo lo que he sido y seré, se graba en tu mirada.
Tenerte frente a mí, la imagen misma del deseo y el amor y tu presencia, siempre soñada pero nunca esperada.
Mis ojos te miran, mis manos lo confirman.
Tu visión satura mi vista, tu aroma, impregna mi olfato, tu voz, es la melodía que despierta mi instinto y guía a mi alma.
Te miro, te beso y te devoro con los labios.
Mi gusto se satisface del sabor de tu piel y mis manos exploran el camino en el que mi boca dejará huella.
Del salón a mi habitación, una noche que inició con una romántica cena y que terminará por la mañana con el alva intrusa por la ventana.
Tu vestido azul ignorado en el sofá y el vino de una copa que se derramaba en nuestro andar, forman el rastro que indica el inicio de todo lo que ha detonado nuestro primer beso.
Madrid es iluminada por la luna, pero yo tengo entre mis brazos a una estrella que brilla mas que mil soles.
Madrid y su cúpula celeste se contraen ante la inmensidad y claridad del cielo que es tu mirada y se extiende a lo largo de la noche.
Bajo ese cielo que contemplo extasiado, se oculta el fuego de tu piel y tus labios, las llamaradas abrasivas y placenteras que besan la mía, hierven mi sangre y convulsionan mis sentidos.
El calor funde nuestros cuerpos, nuestras almas, nuestros corazones, laten a un mismo ritmo y todo lo que somos, amor, instinto, deseo, se convierten en uno solo y en el fuego que nos consume, nos percatamos que estamos vivos.
Tus caricias incitan mi fuego.
Mis manos y mis labios arden sobre ti y pretenden con entrega total, fundirse en el mar que se desborda desde el centro de tu cosmos como prueba tangible, única, de tu placer, de tu entrega a mi, y de tu aceptación para que yo forme parte de ti.
El ritmo es marcado por tu impetuoso palpitar.
El compás de tu cuerpo, entre mis brazos se expande y contrae como el universo mismo que entre orden y caos, anuncia su estallido final
Y yo, soy testigo único de tu fin.
El fuego caucásico que vive dentro de mí, se desborda intempestivamente, señal inequívoca que, así como tu, todo lo que soy, se comprime y estalla, impacta con tu cosmos, con tu propio ser y se funde en tu mar.
El infierno se ha congelado a nuestros pies.
Mi cielo en llamas arde en todo lo alto y funde al unísono, nuestras emociones, sueños, sensaciones, todo lo que significa para nosotros amar.