Mi Castigo (5)
Los años pasan, mas las huellas de mi castigo quedan. Paulina y Xavier aún tienen una historia que contar.
** Dejo a mi acompañante, en su destino, tras sus últimas palabras creo que nunca más nos volveremos a ver, ahora todo lo sucedido entre nosotros es pasado y ahora solo me queda el futuro. Tengo que volver a casa pronto, antes de que Paulina sospeche alguna cosa, preparo mi auto y limpio cualquier evidencia su presencia, debo apresurarme para ir a besar a mis adorados hijos y mi amada esposa.
Por mi cabeza no pasó ni por un minuto de lo que realmente íbamos a conversar ese día. Nuestra vida había sido tranquila y sin sobresaltos tras todo lo sucedido al inicio de nuestro matrimonio, en relación al sexo; para mí era cada vez más excitante y emocionante por lo que me sentía el hombre más feliz de la tierra. Pero nada es eterno y mi felicidad no era la excepción, algún día iba a terminar, pero nadie me dijo que ese día iba a llegar tan pronto.
He tratado por todos los medios olvidar lo sucedido en nuestra luna de miel - me dijo mi esposa, ya una vez sentados en el salón y con un café en la mano - pero no he podido hacerlo, me da vueltas la cabeza todas las cosas sucedidas entre Xavier y yo. Incluso en estos días las cosas se han vuelto peores, me he sentido intranquila, ansiosa y aunque he tratado de ocuparme en otras cosas, de despejar mi mente y tratar de no pensar en ello, te soy sincera no he podido hacerlo.
Mi mundo se vino abajo tras su última frase, ¿me estaba diciendo que no había olvidado a Xavier y que seguramente quería dejarme para irse con él? Mi cabeza, ahora reposando sobre el espaldar del sillón y mis ojos mirando a la distancia, daba muestra del impacto que acababa de sufrir, Paulina aunque sin saberlo vio por última vez la luz de una sonrisa sincera en mi rostro.
Yo te amo - me dijo tras un breve silencio - Y no quiero perderte. Pero quisiera que comprendas lo que estoy sintiendo, no he querido preocuparte antes pero desde hace algunas semanas me encuentro así, en zozobra por no saber que quiero y una angustia profunda en mi corazón incluso por las noches incluso he llegado a tener sueños sueños en los que me encuentro junto a Xavier, pero hasta hace unos días que me he dado cuenta de lo que realmente me sucede.
¿Y que se supone que pasa? - le dije fríamente, sin apenas mover mis labios y mucho menos mi cabeza.
Tu sabes que te quiero decir - me contestó tras un pequeño instante de duda, pero duda de cómo quería decirlo supuse - necesito a Xavier, ¡no lo quiero en mi vida! pero si en mi cama.
Y perdona que sea tan directa me continuó diciendo tras un liguero instante en el que traté de asimilar lo que mi esposa me estaba diciendo, pero supongo algo en mi cabeza dejo de funcionar bien porque ni siquiera reaccioné decir algo - pero realmente es lo que en este momento siento. No quiero dejar de ser tu esposa, estoy enamorada de ti y te quiero a mi lado siempre, pero no puedo ocultar estos sentimientos.
¿Y que es lo que quieres? - dije en tono absolutamente neutro, tratando de que mi cabeza no reviente de tan fuerte que palpitaba.
Quiero estar con él una vez más - me dijo quedamente, casi entre dientes y tratando de poner su mano en mí brazo- No lo quiero en mi vida, pero necesito estar con él una vez más.
¿Una vez más? - contesté en la misma posición que me encontraba, y sacudiendo su mano de mi brazo con un fuerte movimiento - Lo que quieres es ver mi cara de estúpido, cuando hayas vuelto a casa después de que te haya cogido ¿verdad? ¿ Acaso yo tengo la cara de pendejo para que me trates así?.
Por primera vez había sido tan duro con Paulina, no esperaba ni iba a dar cuartel, ese día todo iba a ser resuelto y yo pensaba jugarme completo para no claudicar. Pero la imagen de que Paulina se marche con Xavier se presentó en mi cabeza de repente y un fuerte escalofrío recorrió mi cuerpo desde el centro de mi pecho, no creo que pueda vivir sin ella, pero ella ¿podrá vivir sin Xavier?
No es eso, pero... - había dado en el clavo al menos una vez. - te lo cuento porque no se que me pasa y necesito que me ayudes.
¿Te ayude a que? - le dije con mayor dureza, pero sin alzar la voz - ¿A acostarte con Xavier en mis narices? ¿A eso quieres que te ayude?
Lo siento - dijo levantándose y dirigiéndose a la puerta, aunque por el rabo del ojo pude distinguir como se detenía un minuto en el umbral de la puerta. - Toma la decisión que creas conveniente que yo la aceptaré sea cual sea pero considera que te Amo y no voy a dejar de hacerlo, pero no quiero engañarte y si las cosas siguen así tarde o temprano eso va ha suceder y no te quiero mentir y menos con algo así.
Cuando tengas alguna respuesta por favor dímela terminó de decirme ante mi nula reacción hasta ese momento-
Se marchó dejándome a mí en el salón solo con mis pensamientos, con mis miedos y mis angustias, que aunque no lo sabía entonces eran las únicas compañeras permanentes que siempre tendría el momento de dormir. Cuanto puedo yo amarla y que tan poco valor ella ha dado a mis sentimientos; no es posible que esto me esté sucediendo pensaba, mientras abría una botella de tequila, servía un buen trago y lo apuraba rápidamente en mi garganta.
Pasaron los días y mi mente no podía sacar de mi mente las palabras que me había dicho. Nuestra relación no era la misma, aunque el respeto y la consideración no habían variado y tratábamos de hacer las mismas cosas de siempre, nuestra intimidad si había sufrido un vuelco total, apenas un roce con su piel me producía un escozor en la mente al recordar que mi esposa pretendía volver a acostarse con el hombre que la desvirgó; un enorme agujero en el estómago crecía cada vez que íbamos del brazo por la calle, el solo contacto con ella me producía unas extrañas sensaciones, pero también el momento que nos separábamos mi mente hacía miles de conjeturas de lo que ella estaría haciendo y principalmente con quien estaría en ese momento. Mi mente daba botes, pero lo que mas rabia me producía era saber que la amaba con todo el corazón y que tan siquiera no consideraba la idea de perderla.
Paulina, necesitamos conversar - le dije en la mañana del sábado, y como casi hace dos semanas, me dirigí hacia el salón para resolver un asunto crucial en nuestro matrimonio.
Claro - me dijo, como esperando ya ese momento con anticipación y dejando lo que estaba haciendo fue conmigo.
Si me quisieras un poco al menos no me habrías pedido esto - solté a bocajarro y sin miramientos, esperando el mayor golpe posible - Si yo te quisiera igual que tú a mi, ni siquiera habría pensado tu propuesta y te habría dejado este mismo momento, pero ni tu me quieres como yo a ti, ni yo te quiero como tu a mi.
No creo estaba preparada para oír eso, su silencio me dio a entender que pese al reproche ella comprendió lo que en realidad acababa de decir; no la había dejado en ese momento y ni siquiera había pensado en ello, entendió que mi vida sin ella no tendría sentido, que me tenía en sus manos y que ya había resuelto todo.
Lo que vaya a suceder - terminé de decir pese a que ambos entendimos y por supuesto sin esperar ninguna reacción de su parte- quiero estar enterado completamente, no quiero que hagas nada que yo no sepa y lo principal, si no me cuentas lo que en realidad estás sintiendo, da por terminado lo nuestro y aunque no se si podré sobrevivir perderte, no tendré otra opción. ¡Esta es tu decisión ahora!
Yo también te amo y no he dejado de hacerlo - me dijo Paulina tras minuto de silencio, que a mi me pareció eterno - pero esto que siento es mucho más que mis fuerzas, es irracional e incomprensible incluso para mí misma. No puedo dejar de pensar en Xavier pero, y en eso si estoy muy clara, es únicamente en el aspecto sexual, no se viene a mi mente dejarte por estar con él, no lo considero tan siquiera como una buena compañía, él no es el hombre con el que deseo pasar el resto de mis días, ese hombre eres tú.
Me quieres decir - contesté con mi mas irónica expresión - ¿que lo único, lo único que quieres de Xavier es que te coja?
Si - dijo mirándome a los ojos - eso es lo único que quiero, nada mas ni nada menos. No puedo olvidar todas las cosas que él me hizo sentir, y aunque me encanta como tu me coges, la forma como él me lo hace es muy diferente. No es nada malo entre nosotros, pero no puedo dejar de pensar eso y necesito sentir nuevamente esas mismas experiencias.
¿Y después que vendrá? - contesté ya sin ánimos de oír más de como Xavier había hecho sentir a mi esposa - No creo que él ni tu quieran dejar de coger después de esto ¿verdad? Y adicionalmente debes saber que Xavier va a querer más y más, ya teniendo consentimiento no creo se detenga en únicamente el aspecto sexual.
Si, también había pensado en eso - contestó inmediatamente, demostrándome que realmente si lo había pensado todo con anterioridad - Y bueno, yo pensaba discutirlo todo contigo, antes de tomar cualquier decisión y esa es primordial. No pienso dar más de lo que tú y yo hayamos acordado que suceda y eso se lo dejaré muy claro a Xavier.
Y si yo digo que no en algún momento -pregunté cuestionando realmente que con solo contarme no necesariamente íbamos a llegar a algún acuerdo - ¿Que es lo que tú harás?
Pues no lo haremos y nada más - me contestó mirándome a los ojos, con un gran convencimiento de lo que decía en ese momento.
Para ese punto Paulina y yo estábamos realmente casi pegados en el sillón, el saber lo que iba a suceder dentro de unos días al parecer nos excito al poco a poco, y a pesar del enorme nudo que se había formado en mi estómago me di cuenta que uno mayor había crecido muy cerca a mi verga, comenzamos a besarnos y tocarnos en forma lenta al inicio, pero poco a poco nuestros besos se volvieron voraces, no desperdiciaban ningún milímetro de nuestra piel para besar o dejarse besar. Para mi sorpresa y mi disgusto simultáneo, toda aquella conversación, y principalmente sentir como mi esposa estaba completamente excitada con lo que iba a hacer junto a Xavier, me había provocado una erección tan fuerte que incluso llegaba a presionar dolorosamente mi verga en mi pantalón, era completamente incomprensible, pero era real, me excitaba saber lo que sucedería entre Xavier y Paulina y eso era más de lo que mi cordura supo soportar.
Mientras nos acariciábamos, mil imágenes pasadas venían a mi mente, me atormentaban y me excitaban, no podía entender como podía excitarme el saber que mi esposa iba a ser follada por Xavier nuevamente, no comprendía como las imágenes de su boca succionando la verga de Xavier podían hacer que mi aliento se acelere y mis piernas tiemblen, como podía sentir tal grado de impaciencia en saber que aún todo demoraría unos días más, que Xavier no iba a venir sino hasta después de unos días y que únicamente ahí Paulina podrá satisfacer sus ansias de que se la folle y yo las mías de que saber que mi esposa está siendo follada nuevamente.
En ese estado, ambos nos fundimos en la pasión que generaba toda esa situación e hicimos el amor tan apasionadamente que apenas nos dimos cuenta y habían pasado cerca de 2 horas ininterrumpidas; donde nuestros cuerpos habían llegado al umbral de la locura y el orgasmo en al menos dos ocasiones, probamos hacer cuanta locura se nos ocurrió, nuestra sala quedó estrecha y nuestra pasión se trasladó a la cocina, al baño y a la habitación, folle a Paulina cuanto mi verga pudo aguantar e incluso más al forzarla a reanimarse con recuerdos de como Paulina era follada por Xavier. Llené de mi semen su concha y su boca tantas veces que incluso la última a más de dolorosa, fue completamente estéril, al casi no quedarme ni una sola gota de semen que pudiera brindar. Paulina por su parte aullaba del placer, en especial cuando con un pañuelo tapé sus ojos para que únicamente su cuerpo sea quien reconozca a su amante, el cual adivino no era yo en ese momento. Mi esposa seguramente imaginó todas las veces en que Xavier se la había follado y con cada recuerdo un orgasmo nacía en su interior. La follé y me folló, era una lucha a muerte por conseguir el mayor placer, dándonos cuenta que aún nos faltaba un aliciente mayor, Xavier.
No quería volver a ver a Xavier, pero al mismo tiempo deseaba que ya estuviese con nosotros y principalmente con mi esposa, no deseaba que se la folle pero me enloquecía la idea que pronto lo iba ha hacer, todo era una mezcla de contradicciones, angustia y pasión que me hizo tener uno de los polvos mas deliciosos que había tenido.
Al día siguiente, en camino a la universidad, yo sabía que Paulina iba a contactarse con Xavier y seguramente acordarían verse nuevamente. Esto me produjo una ansiedad que no podía controlar, mi mente estuvo el día completamente fuera de mi cuerpo, no podía pensar en nada más que en Xavier y Paulina juntos, follando. En la noche al encontrarnos, Paulina llegó con una enorme sonrisa en su rostro, me comentó que habían acordado su encuentro con Xavier, pero que pese a mi esperanza la reunión no iba a realizarse cerca y que incluso Paulina viajaría a la ciudad donde vivía Xavier y pasarían juntos el fin de semana, pero como yo no podía ir por mi trabajo ella iría sola. La noticia me cayó como un balde de agua fría, pero al instante Paulina me dijo muy melosamente que me contaría todo con lujo de detalles. Hasta la noche previa al viaje de Paulina follamos intensamente, solo imaginándonos lo que pronto iba a suceder entre mi esposa y Xavier, tras dejarla en el avión, me dirigí directamente a mi trabajo, que aunque no estaba de turno, supuse era lo único que me mantendría cuerdo el fin de semana, mientras Paulina regresaba.
Casi todo el fin de semana pasé trabajando, y aunque recibí las llamadas de Paulina el momento que llegó donde Xavier y el momento que tomaba el vuelo de regreso, no había sabido de ellos durante esos dos días. El cansancio del trabajo me ayudó a dormir algunas horas, pero la excitación, la ansiedad y el miedo incluso me mantenía completamente lúcido, pensando en todo lo que ocurría entre mi esposa y Xavier. No pensaba bien, ni podía concentrarme completamente, por unos instantes mi estomago se endurecía provocándome nausea y por otros mi verga se endurecía tanto que parecía que iba a explotarme dentro de mi pantalón. Todos mis sentimientos, deseos y angustias se estaban agrupando esperando un solo momento, la llegada de mi esposa.
** De camino a la casa, pienso en las tantas veces que he hecho esto, no me arrepiento de nada, pero han sido tantas, demasiadas creo yo, más eso es lo que he buscado durante mucho tiempo y aunque no quisiera volver ha hacerlo ya estoy muy enredado como para zafarme tan fácilmente. Hoy estuve muy cerca de que me descubran, tengo que ser mas cuidadoso y lo principal no volver a hacerlo nunca en mi casa.