Mi Castigo (4)
Los años pasan, mas las huellas de mi castigo quedan. Paulina y Xavier aún tienen una historia que contar.
** Dejo a mi acompañante, en su destino, tras sus últimas palabras creo que nunca más nos volveremos a ver, mas todo lo sucedido entre nosotros es pasado y ahora solo me queda mirar al futuro. Tengo que volver a casa pronto, por lo que preparo mi auto y limpio cualquier evidencia de su presencia, tengo que apresurarme para ir a besar a mis hijos y mi esposa que se preguntarán donde estoy.
Nos disculpan un momento - dijo Paulina al tiempo que tomándome de la mano me condujo hacia un lugar apartado y acercando su rostro al suyo inició dándome un beso sencillo y rápido, pero que yo sentí completamente sincero - Yo sé por qué quieres quedarte, pretendes follarte a Luisa el momento que ya no estemos. Yo se que las cosas han sido muy duras para ti estos días, pero no por eso debes buscar revancha a la primera oportunidad que se te presente, como va a ser nuestra vida de aquí en adelante si esto sigue así.
En primer lugar, ¿quién te ha dicho que apenas salgan Luisa y yo vayamos a estar follando como locos? - le dije a mi esposa, tratando de ganar tiempo y permitir que las cosas se aclaren de una vez por todas, ya mis dudas me estaban carcomiendo tanto que no sabía si de veras iba a soportar más tiempo - Además para que quieres que yo vaya con ustedes, ¿para oír tus gemidos desde mi cuarto el momento que Xavier te monta en su cama? Y bueno, después de todo a ti no creo te importe mucho, estas bien atendida por Xavier, no creo necesitas de mi compañía.
No estoy entretenida con Xavier - dijo mi esposa un poco confundida - Pero habíamos llegado a un acuerdo y tú lo aceptaste desde un inicio.
Y en ese acuerdo no decía nada que no pueda estar con otra mujer - dije ya un poco más seguro de ir por el camino de aclarar estas malditas dudas, había logrado hacer reaccionar a mi esposa y eso era algo que me estaba produciendo algo de tranquilidad - Así que ¿Que me estas recriminando?
La mirada rabiosa de mi esposa podía filtrar sus hermosos ojos, sabía que no había muchas objeciones que hacer en este caso, pero yo no dejaría que esta ocasión pasara sin más, no era mi intención acostarme con Luisa, sino mas bien, lograr que mi esposa termine de una vez y para siempre con esta situación que ya se volvía insostenible de mi parte.
Mira, dejemos algo en claro - dije el momento que sentí que los argumentos que Paulina estaba pensando se diluían y no conseguía definir correctamente que era lo que realmente quería - Yo ya no sé si podré soportar verte con ese tipo por más tiempo, me estoy volviendo loco minuto a minuto tan solo con las imágenes que están en mi mente, incluso te puedo decir sinceramente que llegará un momento en que me dejará de importar completamente lo que tú hagas o dejes de hacer con él, así que piénsalo un momento y decide que quieres hacer realmente.
Pero ese no fue nuestro trato - dijo instantáneamente mi esposa, sujetando mis manos entre las suyas - Tu dijiste que estaría todo bien y que no importaba este castigo, me dijiste que saldríamos adelante, dijiste que me amabas.
Y eso es correcto - dije al instante, mirándola fijamente y sin dejar de sujetar sus manos - Pero de igual de franco como fui ese día, hoy te digo que no soporto más. Pero si tú dices que me quieres tanto, te pido que hagas algo, para poder terminar esto. Te juro que no podré soportar esto más tiempo.
El rostro de mi esposa se tornó más serio aún, ella aparentemente se dio cuenta de lo grave que resultaba la situación y a mi parecer asumía esto con serenidad pero con la seriedad que yo quería.
Yo sé cómo te sientes - dijo con aire de comprensión, que fue contestado con una mirada algo dura de mi parte- En serio, después de verte con Luisa, comprendo lo que sientes respecto a Xavier y yo y he comenzado a entender por todo lo que te he hecho pasar. Pero al igual como contigo cerramos un trato, lo hice de igual forma con Xavier y no puedo echarme para atrás tampoco. Pero dame unos minutos para conversarlo con él y te aseguro que entenderá.
Está bien, pero en lo que tengas que decir, en ten cuenta lo que te he dicho y piensa en nosotros dos juntos - le dije, como última frase para conseguir que mi esposa tenga presente que el nosotros aún era posible y que dependía de ella si algo iba a cambiar.
Al regresar con Xavier y Luisa, ellos se mostraban un poco desconcertados por la discusión que acababan de presenciar, y aunque sin poder haberla escuchado, debían haber entendido de qué se trataba.
Que consideración la tuya en acompañarme hasta la vuelta de Andrés - decía Luisa, en tono coqueto, dando a entender que lo que habíamos hecho minutos antes no era el fin de esta velada, mientras tanto Paulina y Xavier comenzaron a conversar en el mismo lugar donde hace unos minutos yo estaba definiendo esta extraña relación con ella.
No hay problema, además Andrés podría demorar y no es correcto que la esperes sola - le dije, casi por compromiso, puesto que mi atención se dirigía a la penumbra donde mi esposa y Xavier se encontraban conversando, no podía entender nada, pero por los signos dados a Xavier no le hacía mucha gracia todo aquello, cosa que realmente me alegraba de veras.
Me das mucha lástima después de todo - dijo a quemarropa Luisa- a fin de cuentas no dejarás de ser un cornudo cuando acabe este viaje, escucha mis palabras porque tarde o temprano tu esposa va a querer volver a estar con Xavier y tu ya no podrás hacer nada por evitarlo, por lo que solo te quedará consentir que de vez en vez él se folle a tu esposa en tus narices sin que puedas hacer nada.
No, eso no sucederá - repliqué sin tanta convicción- Ella me ama a mí y al menos con esto lo he confirmado.
Yo no dije que no te amara - dijo serenamente Luisa, tomando un sorbo de licor que pasó rápidamente por su garganta - Lo que yo digo es que ella no va a dejar de ser follada por Xavier.
No, esto va a terminar - respondía casi en forma de ruego - no creo que pueda tolerarlo más, es algo que ya me está volviendo loco.
Pero es únicamente porque no has aceptado tu rol de cornudo, mi amor - replicó Luisa con aire de conocer bien de lo que está hablando - debes aceptar que a tu mujer le resultará imposible vivir sin probar nuevamente el placer de ser poseída por otro hombre, y mucho más si éste fue quien la desvirgó.
En ese momento regresaron Xavier y Paulina, tras la conversación que habían sostenido, él se notaba bastante turbado, pero ella retornaba hermosa y serena con aire de que triunfadora, no sabía que fue lo que se dijeron, pero creo que a Xavier no le agradó demasiado.
Debemos regresar al hotel mi amor, tenemos mucho que hacer - me dijo Paulina directamente a mí, con un aire halagador y coqueto - Hoy nuestro trato ha sido cumplido y de ahora en adelante soy tu esposa para todos los efectos.
¿En serio? - pregunté un poco admirado con lo que me dijo Paulina. - ¿Que sucedió?
Bueno, con Xavier teníamos un trato - me dijo mirándonos a Xavier y a mi alternadamente y hemos decidido que finalice el día de hoy, con lo cual cualquier cosa entre él y yo se terminó desde ahora.
Siendo así, entonces creo que nos tenemos que marchar mi amor - le dije con confianza, asiendo su mano a la mía y dirigiéndonos a Luisa y Xavier. - Será hasta el día de mañana y que tengan una buena noche.
Chau! -nos despidió Luisa entre confundida y divertida por la situación que acababa de presenciar - Espero poderlos ver pronto, y que disfruten mucho.
Así lo haremos - respondió Paulina a Luisa, el momento en que nos dirigíamos hacia la salida-
Ni siquiera regresé a ver la cara de Xavier, que para todos los efectos había salido completamente de nuestras vidas. No sé qué pasó con él y de veras me importa muy poco que tuviera en mente. Al salir, tomamos un taxi tan rápido como pudimos, me mostraba curioso y dichoso de haber terminado de una vez por todas, esta situación tan extraña y humillante. Estábamos abrazados en el asiento trasero del auto, yo liberando todas mis dudas y conflictos, esperaba un mañana donde todo sea felicidad, pero una duda nueva me asaltó el momento en que miré la forma en que mi esposa observaba inexpresiva como los edificios se perdían a nuestro lado.
Que habrían conversado mi esposa y Xavier, ¿habrían terminado todo realmente? ¿Qué sentirá ahora mi esposa, ahora que ya no vaya a ver a Xavier? ¿Realmente va a dejar de verlo?
No sabía las respuestas, pero ya habrá tiempo de preocuparse, ahora la tengo únicamente para mí y pienso disfrutar de cada momento que pasamos juntos. Cuando llegamos a la habitación del hotel, sin cruzar apenas palabra, Paulina cerró la cerradura de la puerta que separaba nuestro cuarto del de Xavier.
Espérame un momento, -me dijo Paulina, con esa voz coqueta que a mí me encanta- No te vayas a ir, no me demoro.
Por supuesto que no - le contesté, ya tratando de quitarme la camisa y desabrochando mis zapatos - No saldré de aquí para ningún lugar.
Paulina entró al baño de la habitación con un pequeño paquete que llevaba en su maleta. Se veía muy hermosa y extremadamente sensual, sus ojos me miraban como una gata observa su presa el momento en que iba a atraparla, me dejaba inmóvil, sin aliento, sin esperanza de no ser atrapado, me encantaba. El momento que salió, yo ya apenas en bóxer la esperaba en la cama, lucía fantástica un babydoll negro de seda, que pronunciaban mucho más sus hermosas curvas, sus senos apenas cubiertos por la suave tela, sus piernas semidesnudas se plantaban como dos columnas griegas frente a mí, su cintura estrecha pronunciaba aún más el hermoso trasero que me deslumbraba.
Esto lo tenía guardado para ti mi amor - me dijo con una voz delicada y dando una pequeña vuelta - Nadie me ha visto con él antes.
Esa frase, aunque sin intención, me hizo recordar como flash en mi mente todos los momentos entre mi esposa y Xavier que había presenciado durante esos días, mi malestar se debió haber notado pues inmediatamente Paulina se me acercó y me abrazó muy fuerte, dándome un enorme beso que yo de igual forma respondí. Ahora ella era mía y no iba a desaprovechar el tiempo.
Nos besamos y tocamos con mayor ímpetu cada vez, mis manos acariciaban su cuerpo en forma desaforada, sus caderas, sus senos, su espalda su cintura, sus piernas, no hubo rincón en el cual no posara mis manos ni mis besos, con una urgencia contenida durante tanto tiempo, nuestros cuerpos ya desnudos en apenas unos minutos se comenzaron a fusionar instintivamente. Nuestros sexos hasta hace instantes desconocidos, se reconocían como si siempre hubiesen estado juntos. Pude sentir su cuerpo caliente y fresco palpitar con cada una de mis caricias, lo pude sentir estremecerse el momento en que mi verga abría por primera vez los labios de su coño, sentía sus senos palpitantes en mis manos cuando pausadamente comenzaba el movimiento de nuestras caderas, podía sentir el amor que había entre nosotros, eso que nunca lo vi el momento que mi esposa estuvo con Xavier.
Los minutos parecían horas y las horas días, mientras nuestros cuerpos en batalla sin tregua se proporcionaban descargas de pasión y placer, al menos en dos ocasiones pude con un grito contenido y una esperma urgente desahogar toda la pasión que hasta ese momento tenía, llenando su hermoso coño con mi cimiente, que por ese único día se vería mezclada junto con la del hombre que por primera vez desvirgó a mi esposa.
Al fin el esfuerzo dio sus frutos y el cansancio nos venció a los dos, dejándonos abandonados en nuestro cuarto a merced del sueño que nos abrigó. La mañana siguiente era un nuevo despertar, perezosamente comenzamos a movernos entre las sábanas y un nuevo fogonazo de pasión hizo que iniciáramos otra lucha en la cama y que la termináramos en la ducha, donde entre delicados aromas y blandas texturas, pude nuevamente dejar mi semilla en el cuerpo de mi amada esposa. Todo era felicidad, pero algo comenzó a preocuparme nuevamente, ¿Que había sido de Xavier? ¿Dónde estaría en este momento? ¿De verdad no habría más intromisiones de parte de él?
Pronto mis dudas fueron acalladas, el momento que salimos de la habitación y observamos entrar a una pareja a la habitación que hasta la noche anterior había pertenecido a Xavier. En un minuto confirmamos que esa misma noche él había dejado el hotel y de paso nuestras vidas, al menos eso era lo que sinceramente esperaba. Desayunamos y disfrutamos del hotel y el lugar, en la noche, tras unas copas, el último fantasma que me intrigaba fue develado a mi esposa.
¿Qué dijiste a Xavier anoche? - el pregunté con la mayor tranquilidad y confianza que pude transmitir, pues no quería que Paulina se sintiese amenazada- Se puede saber ¿verdad?
Claro, lo único que le dije es que ya no quería seguir así - me contestó tranquila, dándome al menos un momento la sensación de que ya había pensado la respuesta mucho antes- y que quería terminar la situación en la que estábamos, Xavier me pidió que nos viéramos otra vez pero yo le dije que no, que todo lo sucedido no volvería a pasar y que no me vuelva a llamar. De ahora en adelante tan solo soy tuya mi amor, de ahora en adelante solo somos los dos.
No quise pensar más en las cosas que habíamos pasado, por lo que me concentré únicamente en disfrutar de los últimos días que pasamos en aquel lugar, no volvimos a oír de Xavier ni del bar de Luisa y Andrés, cosa que realmente me alegro mucho, pues no quería tener que recordar nada de lo que anteriormente nos había pasado.
Transcurrido un mes de nuestra luna de miel, confirmamos que Paulina no había quedado embarazada, para mí eso fue una gran alegría, aunque más tarde supe que a pesar de lo que me había dicho, ella no había dejado de tomar pastillas anticonceptivas durante nuestro viaje y que no cabía la oportunidad de que ella quedara embarazada, tan solo fue parte del plan que había tenido.
Pasados ya varios meses, donde no nos habíamos dado tiempo para recordar lo sucedido, una mañana de domingo tras levantarnos algo tarde Paulina me llamó a la sala en tono algo serio, pese a yo tratar de jugar un poco con ella.
Tenemos que hablar de algo importante - me dijo a quemarropa - Vamos a la sala un minuto.
** De camino a la casa, pienso en las tantas veces que he hecho esto, no me arrepiento de nada claro, pero han sido tantas, demasiadas creo yo, pero eso es lo que la vida me ha deparado y aunque nunca pueda dejar de hacerlo, al menos debo tratar de ser más cuidadoso. Hoy estuve muy cerca de que me descubran.