Mi buena vecina
Cuando me mude a aquella casa, jamás imaginé tener a una vecina como ésta. Sólo dejemen contarles...
Mi buena vecina:
Hace poco me mude a una nueva casa, cerca de mi trabajo. Mientras terminaba de acomodarme y hacía algunas instalaciones en el cuarto de servicio, note que había un pequeño agujero en una de las paredes. Al principio no le tome importancia, pensé que se trataba tan sólo de un agujero insignificante. Sin embargo algo me llamaba la atención o la curiosidad. Fue así como me asome por el pequeño orificio y ¡vaya!, sorpresa, el agujero daba exactamente al patio de otra casa y a una gran ventana de la misma.
No se si fue una casualidad, pero casi al instante apareció ella, una exuberante mujer, algo joven todavía, quizá como de unos 30 años, de tez clara, cabello largo, cerca de la cintura. Pero lo principal, era la ropa que llevaba puesta. Lucía una short ajustado que dejaba ver sus bien torneadas piernas y al parecer bien macizas, quizá por algún tipo de ejercicio. Era tan corto que cuando me daba la espalda, podía notar que no traía nada debajo de él. Podía ver la forma de sus glúteos, que se asomaban y se movían al copas de su caminar. Arriba solo llevaba puesto un top, que también deja ver sus voluminosos senos.
Me quede unos minutos presenciando aquella escena, pero luego me retiré temeroso de que pudiera darse cuenta.
Desde aquel día no pude resistir la tentación de ir al cuarto de servicio y esperar que aquella imagen apareciera.
Fue en una de esas tan ocasiones en que observaba a través del agujero, que vi a mi vecina completamente desnuda. Fue la escena más cachonda y tormentosa que he tenido. Era como me la había imaginado, sencillamente exquisita. Sus senos se veían realmente aún muy rígidos y majestuosos, su vientre casi plano, y dueña de un panocha velludísima. La he visto varias veces desde aquella ocasión, en diferentes posiciones, cuando se dispone a darse un baño, cuando sale con tan solo una toalla en el cabello, con su piel húmeda, cuando se arregla, etc.
Pero ahora voy a narrarle esa escena que me tiene inquieto desde hace unos días. Era un tarde calurosa. Como de costumbre me asome por el agujero y vi que me vecina entraba y salía de su habitación, traía puesto sólo una blusa transparente que dejaba ver su apetitoso cuerpo. Observe como colocó una toalla sobre un sillón, así como otras cosas. De pronto de despojó de su blusa, quedando completamente desnuda. Se sentó en el sillón donde había dejado la toalla extendida, hizo su cuerpo hacia atrás, estirando un poco sus piernas, dejando ver un poco mejor su pubis velludo. Estiro su mano y la paso por entra esa maleza de vellos, se acaricio un poco.
Seguidamente tomo unas pequeñas tijeras y se dispuso a despojar todo su pubis. Lenta y cuidadosamente cortaba y retiraba los vellos, mientras de vez en cuando pasaba su mano por su hendidura. Subió una de sus piernas mientras la habría un poco. Finalmente pude notar que sólo quedaba una pequeña sobra de vellos. Se puso de pie, retiro el exceso. Volvió a acomodarse, abrió nuevamente sus piernas y puso en su pubis espuma para afeitarse y con una sensualidad increíble empezó a afeitase dejando solo una pequeña raya de vellos que partía desde su abertura vaginal hasta cerca de su ombligo. Sus labios vaginales quedaron totalmente despejados.
Hasta entonces pude ver su abultada concha, la cual al terminar empezó a acariciar de una forma tal que parecía que quería que yo la siguiera viendo. Sus dedos entraban y salían de su concha cada vez más de prisa, hasta que la vi contorsionar su cuerpo de placer.
Desde entonces, no puedo dejar de verla y sobre todo de desear aquella mujer tan excitante y que es dueña de una concha de lujo.