Mi bóxer Hugo y yo. (9)

La pandemia iba declinando y poco a poco se notaban los avances pero a mí no me beneficiaban o eso creía, de todas formas las cosas iban a cambiar y pronto.

Nunca pensé en la posibilidad de que algo así pudiera pasar, al salir a la calle me invadía una tristeza que no podía reprimir, mi casa, al lado de una avenida bastante concurrida con tres carriles por dirección y un seto ajardinado en el centro, estaba completamente desierta, me di cuenta pues acostumbro a esperar a que el semáforo verde me permita pasar con su muñequito andante, a mitad de la calle, miré ¡y no vi un solo coche en todo lo que alcanzaba la vista!

Y esto no era lo peor, no había nadie andando ni mirando escaparates, ni trabajando, nadie absolutamente, sólo se permitía comprar pan e ir a la farmacia y también curiosamente a comprar tabaco y alguna cosa más.

Me entró una sensación de soledad y abandono que me estremeció, al mirar a Hugo me dio gana de soltarlo, que fuera por adonde quisiera, sin limitaciones pero algo me dijo que no debía, debía esperar a que la luz verde se encendiera para mi, era una cuestión de respeto y lo hice aunque me sentía tonto.

Al llegar a la otra acera me di cuenta de lo afortunado que era respecto a los demás, mirando a las ventanas podía ver las cabezas de la gente que me miraba con cierta envidia, yo podía ser uno de ellos pero la providencia me puso a Hugo en mis manos y gracias a él podía sacarlo a pasear un rato y por qué no decirlo, seguir teniendo relaciones con la gente y no eran unas relaciones cordiales solamente.

Las noticias se sucedían rápidas, todos teníamos ganas de que acabara esto y las cifras de la curva de contagios y muertes descendía, se planteó la “desescalada” o sea, que se iba a abrir la mano y permitir gradualmente la circulación y la vuelta a la normalidad.

Lo noté cuando me reuní con Paty, ella también lo había notado, ya éramos muchos los que circulábamos por la calle, no sólo los pocos que teníamos perros sino gente que con la excusa de hacer deporte o pasear a los niños iban llenando las calles poco a poco.

Pensé por un momento que a mí no me perjudicaba pues iba a llevar a Paty a mi casa de todas maneras pero al momento pensé en Gema, ya no tendríamos la posibilidad de “perdernos” entre la arboleda del parque, ahora estaríamos a la vista de mucha gente, por lo que perdíamos toda la posibilidad de encontrarnos.

El temor a la vuelta de Miguel y la pérdida del privilegio se aceleró mucho más de lo esperado y quedé hundido.

Pero no lo sabía todo, todavía se podía estropear más, pensé en la Ley de Murphy y efectivamente, cuando pasamos frente a la puerta de mi casa fui a abrir para subir a casa, con la clara intención de pasar un buen rato, cuando Paty me miró con la cabeza gacha.

  • Lo siento Manu, no sabes lo que me cuesta decírtelo pero hoy no puedo subir a tu casa…
  • ¿Por qué, te has enfadado conmigo, hice algo mal, se ha enterado tu madre?
  • No, nada de eso, te lo prometo, algo peor…
  • ¿Peor, qué puede ser peor?
  • Mi hermano ha llamado, habló con mi madre, vendrá a pasar unos días con nosotros, llegará mañana.
  • ¿Y eso es malo?
  • Claro, mi padre también viene y aún no lo sabe, mi padre echó de casa a mi hermano y no lo ha perdonado, dice que para él no existe…
  • ¿Cómo puede decir eso un padre?  No lo entiendo.
  • Es una larga historia.
  • ¿Y no puedes subir?, sería sólo un rato, aprovecharíamos el poco tiempo que nos queda.
  • No, mi madre me ha dicho que hay que preparar la habitación de mi hermano, desde que se fue hace años está abandonada igual que la de mi hermana, de paso también la arreglaremos, como si no hubiera pasado nada, mi madre quiere pasar página aunque mi padre…

Me tuve que apoyar en el quicio de la puerta, de momento la vida se torcía del todo, no habría ni una despedida, la madre y la hija se diluían por la simple vuelta del hijo pródigo y lo peor es que se preparaba una escena nada agradable cuando Miguel se enterara.

No pudimos ni besarnos en la calle, con las mascarillas puestas nos tocamos los codos como estaba aconsejado, los perros aullaron con tristeza y la chica desapareció volviéndose a cada momento, estuve en mi puerta hasta que despareció definitivamente por una esquina.

Cuando me senté en mi despacho no atinaba a encender el PC, el perro estaba apoyado a mi pierna con intención de consolarme y me miraba con sus ojos saltones, su nariz chata y los labios llenos de babas.

Abrí el programa de diseño por hacer algo, ante mí una cabecera de cama, la miré, me acordé de mi cama que ya debería estar moviéndose y gruñendo al ritmo de los empujones que le daría a Paty y tuve que cerrarla.

Quedé mirando a la calle, me di cuenta de que había desaparecido hasta el sonido de los pájaros, ahora ya se oían coches y el rumor de la gente con las risas de los niños, lo que debía ser motivo de alegría era de tristeza para mí.

En eso estaba cuando sonó el móvil, miré, esperaba la llamada de Gema o en su defecto la de Paty desde su casa, habría dado algo bueno porque me llamaran para consolarnos o para animarme con alguna promesa utópica pero no, era mi compañera Olga, me extrañó que no me llamara por video, era una llamada normal y la cogí sin entusiasmo.

  • Buenos días Olga, ¿cómo estás?
  • ¡Uy… te noto mal!, creí que estarías entusiasmado, ya parece que se solucionan las cosas, pronto podremos trabajar juntos y…
  • Vaya cosa… me alegro por que haya menos contagios pero…
  • ¿Qué te pasa?  Yo que quería pedirte un favor…
  • No me pasa nada, bueno sí, no nada…
  • Venga cuéntamelo.
  • De verdad no tiene importancia ¿Qué querías de mí?
  • Nada de importancia, es que se me acabó la tinta de la impresora, se la pediría a Serafín pero la verdad, prefiero pedírtela a ti… si tienes…
  • Sí que tengo, no te preocupes, te la llevaré con el perro esta tarde, no tengo nada que hacer.
  • Jajaja, es buena idea pero la mía es mejor, ábreme la puerta porque estoy aquí abajo, en la calle.
  • ¿Qué estás aquí, en la calle y que haces ahí?
  • Pues quería darte una sorpresa, ¿no te gusta?
  • Si claro, enseguida te abro.

Corrí a la puerta, ya había cerrado con llave pues no pensaba salir hasta la tarde con Hugo y al momento se abría la puerta del ascensor, Olga iba con la mascarilla pero antes de llegar a mí se la quitó, estaba radiante, su sonrisa se salía de la mascarilla por los lados, tenía una boca grande y unos labios preciosos pintados de rojo vivo que con la dentadura  blanca y perfecta era el conjunto de los ojos negros expresivos y alegres.

  • ¡Manu, qué ganas tenía de verte, dame un beso!
  • ¿Crees que es buena idea?
  • ¡Claro, estamos sanos los dos, eso creo pero qué más da!

Nos besamos con fuerza, estaba desesperada después de tanto tiempo, no tuvo contacto humano más que con la panadería y el supermercado y se lanzó empujándome hacia adentro, con el pie sólo pude cerrar la puerta y Olga me empujó contra la pared, me llenó de besos por todas partes, cuando pudimos respirar se colgó a mi brazo y me miró con deseo.

Ya no hablamos más, la llevé a mi habitación y de un salto se tumbó sin desnudarse, la vi tan ilusionada, tan ardiente que me emocioné, intentó quitarse los zapatos con un pie al otro y no la dejé, me arrodillé frente a ella y con mucho cuidado le fui quitando un zapato y después el otro, echándolos detrás de mí.

Olga me miraba sonriente e impaciente,  tenía prisa porque terminara pero gozaba viéndome progresar desnudándola, era una chica que le gustaba mis preliminares, quizá por eso Serafín no tenía mucho que hacer con ella.

Según iba subiendo por sus piernas me iba quitando la camisa, la falda me costó un poco pues la cremallera la llevaba en la espalda pero la chica se giró y dejó el culo hacia arriba, tiré de la falda cuando la cremallera lo permitió, las bragas eran un primor, mi compañera tenía un gusto exquisito y la lencería era su vicio, dejé sus bragas cómo estaban, no quise tocarlas porque esperaba encontrarme con el resto del conjunto.

Olga no solía llevar sujetador casi nunca, sólo se lo ponía en las grandes ocasiones pero no era motivo para no comprarlo a la vez que las bragas, siempre se regalaba el conjunto completo y esta vez lo comprobé, la blusa estampada que llevaba estaba abotonada también en la espalda con mil botones pequeños, estaban forrados con la misma tela y tuve que entretenerme en abrirlos uno por uno.

Según iba progresando admiraba el canal que le formaba la espalda desde las caderas hacia arriba, ya las nalgas redondas, altas y duras marcaban dos hoyuelos que mareaban y la unión hermética entre las dos nalgas apenas hacía pensar en el tesoro que escondían.

Efectivamente según subía iba descubriendo la espalda de Olga que sin ser rellena estaba dotada de unas carnes duras y tiernas, de natural morena y pese a no tener la ayuda del sol todavía parecía que estaba bronceada.

Al llegar al sujetador admiré el modelo, quise imaginar cómo sería por delante pero con lo que vi por atrás y la escasa tela de encaje que rodeaba la cintura pude intuir lo que me esperaba.

Seguí soltando botones hasta el último en la nuca, se lo hice saber dándole un beso debajo del nacimiento de su melena corta y al momento noté como se le erizaba la piel desde la nuca hasta los muslos.

Abrí la blusa por detrás como un libro y la rocé para que se volviera a girar hacia mí, aunque estaba preparado la visión de aquella maravilla de mujer con aquellas prendas tan sensuales hizo que la polla ya bastante dura desde que empecé se pusiera a tope.

Tuve que aflojar el pantalón para quitármelo y la solté pero ella se incorporó y me dijo sujetándome las muñecas…

  • Un momento, eso déjamelo a mí, también quiero descubrir tus tesoros.

Me dio la vuelta y me tumbó en la cama, también me quitó las deportivas y tiró de los camales del pantalón, el bóxer no podía ocultar lo que retenía y tomó su tiempo, se deslizó sobre mi hasta que su boca llegó a la altura de la última prenda que me quedaba, yo esperaba que tirara de él sacando la polla al viento pero no, fue dando besos alrededor del bulto exagerado que se curvaba hasta el lado izquierdo,  debajo de él los huevos partidos se notaban llenos y siguiendo la cumbre del bulto lo recorrió hasta que llegó a la punta, quedó quieta un momento, abrió la boca y con los dientes atrapó el capullo y lo levantó diez centímetros,

Al soltarlo dio un chasquido pero ella buscó el elástico de la cintura y también con los dientes tiró de él y con sumo cuidado fue descubriendo lo que ya conocía.

No esperó a que estuviera todo afuera, nada más aparecer el glande lo absorbió y arrastró el bóxer hasta que sólo quedaron cubiertos los huevos, ahora así que fueron sus manos las que tiraron de los lados hasta sacarlos por los tobillos.

Cuando soltó la polla de la boca me besó en la mía y se dejó caer sobre mí, noté el dibujo del encaje marcarse sobre mi pecho empujado por sus tetas, tiró un poco de sus bragas y cuando pudo con un pié acabó de quitárselas y se incorporó sentándose sobre mi polla.

Intenté quitarle el sujetador pero me lo impidió, sólo permitió que le bajara los tirantes hasta que más de la mitad de la copa cayera sujetándose sólo por los pezones.

Con un movimiento lento se fue deslizando de adelante a atrás mojando la polla.  Me miraba a los ojos que yo apenas podía mantener abiertos, desde abajo la sombra que proyectaban sus tetas me daban la idea del tamaño y las manos se me iban hacia ella pero Olga me sujetaba con las suyas mientras se movía.

  • Una pregunta Manu…  ¿Si me corro esperarás a que vuelva a correrme?  Estoy demasiado caliente para aguantar pero quisiera correrme contigo, si tú me esperas lo haremos a la vez.
  • Claro ¿con quién crees que estás, con Serafín?

Olga se rió sacándome la lengua, me gustó la burla cómplice, sabía que le gustaba follar conmigo sobre todo porque siempre la esperaba, por eso cuando ya le dije que sí, se corrió enseguida.

Conocía a Olga como nadie, tenía una arte, una facilidad, una concentración que prácticamente se corría cuando quería, le vi la expresión de la cara, se concentró, debía de poner todo los sentidos en armonía y a la vez se corría saboreando el orgasmo en toda su intensidad.

La chica que tenía encima no era escandalosa, sus orgasmos eran intensos pero muy íntimos, cuando vibraba lo hacía tan sutilmente que apenas jadeaba cuando le temblaban los muslos y el cuerpo, su cara expresaba en cada momento lo que sentía, cerraba los ojos concentrándose o los abría superada por el placer, apretaba los dientes para poder aguantar la oleada de fuego que la atenazaba o abría la boca para coger aire y no caer desmayada.

Esa era Olga corriéndose y yo de mero espectador lo gocé con ella, no dejó de moverse lentamente y al soltar mi mano la dirigí a su clítoris que aparecía cuando adelantaba el pubis hacia mí.

Esperé pacientemente, cuando se fue mitigando empecé yo a moverme, abrió los ojos y sonrió agradecida, apenas levantó un poco las caderas y la polla se incrustó entre sus labios, no se dejó caer pero se inclinó hacia mi separando los brazos para que le soltara el sujetador.

Cuando liberé las dos tetas quedaron oscilando frente a mis ojos, ella se inclinó más hasta dejarlas al alcance de mi boca y se ladeó para que su pezón cayera sobre mis labios.

Cuando aspiré se dejó caer sobre mi polla y la clavó entera, yo tenía su pezón junto a la areola en mi boca y no la solté mientras ella subía y bajaba sobre la tranca, lo hacía despacio y cuando quería que cambiara de teta quedaba quieta con apenas el capullo adentro y se inclinaba hacia el otro lado.

Otra virtud de Olga era su dominio de sensaciones, cuando quería correrse se recuperaba enseguida, se concentraba y ya estaba dispuesta a volver a sentir el orgasmo, la táctica era perfecta con Serafín, cuando éste se corría nada más meterla ella aguardaba paciente sin dejar que le bajara la polla del todo y volvía a intentarlo, esto le venía bien a ella porque por lo menos conseguía un orgasmo y a él le subía el ego.  Conmigo no necesitaba ese truco pero me preguntó…

  • ¿Cómo estás Manu?
  • Mmm, muy bien.
  • ¿Pero muy bien… muy bien?
  • Sí, muy bien Olga.
  • Estupendo, pues vamos a corrernos los dos a la vez, quiero sentirte cuando te corres junto a mí.

Mis manos cobraron vida, dejaron de estar pasivas, me aferré a sus tetas y las amasé mordiéndole los pezones, los dedos acudieron también a su coño y agité el clítoris en todas direcciones, se movía saltando y arqueando la cintura para recibir toda clase de caricias en su interior y yo abrí las piernas para que se sentara más profundo.

Olga hizo algo nuevo que me sorprendió, de pronto se quedó quieta, abrió los ojos y la boca y de ella salió un gemido desde lo más profundo, me clavó las uñas en el pecho y empezó a temblar desde la nuca hasta los pies, la tuve que sujetar porque no controlaba los movimientos, sacudía la cabeza moviendo el pelo de aquí para allá.

  • ¡Dios! ¿qué me pasa Manu, que me has hecho?  Me corro, es bestial, me vuelvo loca, no puedo aguantar esto, aaaggghh.

Le creí porque tuve que sujetarla de los costados para que no cayera, se sentó en cuclillas sobre mi polla con las rodillas rojas sobre mi pecho, la polla hundida como nunca vomitaba leche y ella la recibía aspirándola con el útero.

Me cogió del pelo y tiró de él, arrancándome sin querer alguna mecha, estaba descontrolada pero encantadora, nunca le vi tanta pasión en su orgasmo como aquella vez.

  • Lo siento Manu, no me había pasado nunca, te he arrancado hasta el pelo.
  • No te preocupes, me crecerá pero quiero que me prometas una cosa….
  • Lo que pidas Manu.
  • Que siempre te corras así cuando estés conmigo.
  • No te lo prometo, te lo juro, cariño.

Cuando cayó a mi lado le costó mucho salirle la leche, yo creí que no me había salido, no era la primera vez que me corría en seco después de varias corridas seguidas con alguna chica pero aquella ocasión no era el caso.

Estábamos recuperándonos abrazados esperando que el sudor se evaporara cuando me dijo.

  • ¡Ahora Manu, ahora, qué barbaridad!
  • ¿Qué pasa ahora Olga?
  • La leche, ahora está saliendo la leche como si fuera una avalancha.

Miré y efectivamente, entre los muslos la leche se esparcía llegando a la sábana, hasta hacía burbujas al salir con fuerza, ella abrió las piernas y dejó que se deslizara por su culo.

  • Si quieres te la meteré por el culo después.
  • Nooo, jajaja, otro orgasmo como éste y me tienes que llevar a la UCI, explicando que no es por el virus, sino por una corrida brutal, jajaja.

Cuando nos vestimos la invité a comer pero me recordó que no había nada abierto, tuve que reconocerlo y me avergoncé cuando abrí mi nevera, apenas había una botella de leche, otra de zumo y tres cervezas y algo de queso.

  • Lo siento Olga, no te esperaba.
  • Tranquilo, con la leche que me diste ya voy bien servida.

Al marcharse Olga con el toner para la impresora quedé más tranquilo, me di cuenta de que la vuelta a la normalidad tampoco estaba tan mal y me tumbé un rato, el queso y dos cervezas fueron mi comida y me propuse salir antes de sacar a Hugo para comprar algo de comer, estaba bajo mínimos.

Ya estaba con la mascarilla dispuesto a salir cuando me llamaron al móvil, era Gema y me hablaba con tristeza.

  • Hola Manu, ¿cómo estás?
  • ¿Qué quieres que te diga?  Bien…  ¿Y tú?
  • Destrozada, ya ves…  ¿Te ha contado Paty lo que pasa…?
  • Sí, algo me contó, lo siento.
  • Ya, lo estaba esperando pero no tan pronto, no sé lo que va a pasar pero lo que más siento es la forma en que ha sucedido, esperaba tener ocasión de despedirnos como debe ser…
  • A veces no podemos tenerlo todo.
  • Ya, pero… espera, estoy pensando…
  • No te hagas ilusiones, ya no hay remedio.
  • Sí, creo que sí, te invito a cenar esta noche, mi hijo viene mañana.
  • Ya, pero está Paty…
  • Bueno ya veré que hago y que le digo….  ¿A las nueve?
  • Como quieras, sí a las nueve.

Lo contento que estaba se me acabó de un plumazo, ya casi había superado el disgusto de Paty y Gema con Olga cuando  volvía a tener un remedio que no podía salir bien, era una proposición forzada que estaba volcada al fracaso, no obstante a las ocho y media compré una botella de vino y unos bombones, había dejado a Hugo atado en la puerta del súper y cuando salí me miró contento y fuimos a casa de Gema.

Llegué unos minutos antes, me abrió Gema, estaba muy elegante, mucho más de lo que se esperaba para una cena informal en casa, se había maquillado y pintado los labios y perfumado, con un vestido ancho muy escotado en V y unos zapatos de tacón alto.

  • Hola Manu, me alegro que hayas venido, no sabes lo que significa para mí.
  • Hola Gema, estás bellísima, no debías molestarte por mí.
  • Pasa al comedor, Paty está en la cocina.
  • ¿Qué le has dicho?
  • Nada, tranquilo, ya la conoces, dice que no se encuentra muy bien y que no quiere cenar.
  • Eso sí que no lo esperaba, yo creí que…
  • Es un poco rara, ya ves.

En efecto Paty estaba en chándal, sin arreglarse, acababa de ducharse y tenía el pelo húmedo todavía, me miró con ojos tristes y se excusó.

  • Lo siento Manu, no me encuentro bien, debo tener migraña, no voy a cenar y me acostaré enseguida.

No pude decir nada, sólo la miré y balbuceé…

  • ¡Aunque sea cenar un  poquito, mujer!...  Tenía la ilusión de despedirme también de ti.

Paty no contestó, se limitó a bajar la cabeza y seguir en la cocina ayudando a su madre, la cena estaba prácticamente terminada, Paty montó la mesa y cuando sirvieron los platos ella se sentó enfrente de mí y se tomó un yogurt de frutas y esperó unos minutos más por deferencia a mí, luego se excusó, se acercó y me dio un beso en la mejilla, yo me levanté dispuesto a darle un pico en los labios, estaba convencido de que era la última oportunidad y dispuesto a hacerlo pese que no fuera del agrado de su madre.

Quedé con cara de tonto poniendo los morritos hacia ella pero giró sobre sus pasos y se fue hacia su habitación, su madre se envalentonó y dejando todo sobre la mesa me invitó a una copa en el sofá del salón, como excusa encendió el televisor y puso una película con bastante carga erótica, era una saga adaptada de tres libros sobre un tema de seducción y sumisión.

Gema se sentó frente a mí en otro sofá el tiempo justo para cruzar las piernas varias veces y demostrarme que se había “olvidado de ponerse bragas”, no puedo evitar que cada vez que veo sus piernas torneadas juntarse en un sitio tan tierno y húmedo la polla se me despeje, Gema sabía esto y mucho más de mis gustos.

Me sirvió una bebida fuerte en un vaso largo y aprovechó al servirlo a inclinarse y demostrarme hasta cuan profundo era su escote, una ligera mirada me dio toda la información que pretendía, entre las tetas pude verle el estómago, el ombligo e incluso el pubis, al ser muy holgado e inclinarse más de lo necesario me presentó el “programa” de actos de la función.

Miré hacia la habitación de Paty, ya había apagado la luz y me vi delante de su madre.  No quise andar con remilgos y solté el cinturón y saqué la polla al aire, Gema abrió los ojos golosos, quizá no esperaba que la tuviera tan tiesa ya pero las insinuaciones que me dio no eran disimuladas y se acercó a mí con paso sensual.

Según venía hacia mí se iba levantando la falda del vestido y pasó ambas piernas por el exterior de las mías, que me llegaban por los muslos.

Cuando Gema soltó el vestido sobre mis piernas ocultando mi polla desnuda  bajó los tirantes dejando el vestido apenas colgando en las caderas.

Esperaba que se sentara sobre mí clavándose la polla, sabía hacerlo muy bien y por la humedad que brillaba cuando cruzó las piernas demostraba que estaba más que lubricada, hizo un amago de sentarse y solamente rozó con los labios mi capullo pero pensó mejor, se levantó y se separó de mí.

  • Vamos a mi cama Manu, estaremos más cómodos.

Me cogió la polla y tiró de ella, tuve que seguirla y me puse atrás apuntándole entre las nalgas marcando su mismo paso, en la habitación dejó caer el vestido al suelo con un leve movimiento de cadera y subió a la cama.

Mi ropa desapareció como por encanto y antes de que ella se aposentara ya estaba yo a su lado, me cogió la polla y tiró para que se la metiera en misionero pero le acerqué la verga a la cara y la dejé tan cerca que apenas podía respirar.

Al separar los labios empujé y forcé los dientes para que entrara de dos empellones, no estaba advertida y tosió pero no hice caso y no paré hasta hacerle tocar la barbilla en mis huevos, ella presionaba mis caderas para separarme pero con la cabeza sujeta saqué y metí la polla varias veces hasta que noté que ya no hacía resistencia.

Ya le había mostrado lo que iba a ser la noche, se aplicó a seguir mis deseos, me tumbé boca arriba y ella de rodillas a mi lado se entregó con plena dedicación a comer aquel rabo vertical mientras mi mano se perdía entre sus muslos.

Estaba claro que Olga tenía mucho más control que Gema porque no tardó en correrse y yo para no ser menos le llené la boca, cuando notó  la primera lechada en su garganta intentó escapar pero levanté la pelvis y le indiqué que lo suyo era tragar polla y lo que salía de ella.

Tragó y tragó sin que se le cayera nada y cuando terminó me enseñó la boca y la lengua, estaba limpia pero aún así la pasó por los labios para recoger cualquier resto de los labios.

Mi mano estaba encharcada de flujo pues se había corrido prematuramente en mis dedos y quiso recuperarme pronto pues su orgasmo no había sido de los mejores, subió sobre mi y se deslizó sobre mi polla como Olga hizo por la mañana, la comparación era claramente desigual pero las tetas de Gema tenían su punto y consiguió que creciera entre sus labios mayores rozando su clítoris hasta endurecerlo como el mío.

En cuanto notó que estaba más que preparado levantó una pierna y metió el glande en el coño, la polla se dobló un poco pero al encontrar el camino suave, caliente y recto se deslizó poniéndose más dura cada vez que ella se movía sobre él.

Gema disfrutaba sobre mí, elegía los movimientos más sensitivos para su coño fogoso pero una vez que tenía la polla tan dura que no era posible doblarla le dije que quería cambiar de posición, aún a regañadientes se levantó y me miró esperando ordenes, le dije que cambiábamos y cuando quiso tumbarse le dije que no, que de cuatro patas y de espaldas a mí.

Con la poca luz que daba la lamparilla miré al espejo de cuerpo entero que tenía enfrente, vi el cuerpo de Gema con las tetas colgando y la cabeza casi tocando la sábana, la posición era totalmente adecuada, subí entre sus piernas apuntando la polla hacia abajo, escupí y el primer agujero que vi preparado lo tape de un golpe,

El gemido sordo amortiguado por el colchón apenas se oyó pero el arañar de sus uñas en la sábana sí, pero no huyó, mis rodillas estaban apretando sus caderas, tenía los huevos colgando entre su nalgas y las golpeaban a cada metida.

El ruido lógico del mete saca se oía con claridad y como no tenía prisa era rítmico y acompasado, me agaché un poco pues vi balancearse las tetas a los lados y cacé una, tiré del pezón y pellizqué lo suficiente para que engordara más todavía.

No me di cuenta de que había cambiado los gemidos lastimeros por gemidos y jadeos lascivos, sabía que no despreciaba una polla por el culo pero me sorprendió verla tan agradecida.

Miré hacia adelante y en el espejo vi reflejada una sombra, la luz no era excesiva pero sí para poder distinguir, lo que vi me dejó maravillado, era una sombra gris azulada, la cara no la veía pues estaba entre mis piernas pero no podía ser más que una persona, cuando esa cara se asomó de entre mi culo vi a Paty, estaba arrodillada entre las piernas de su madre y mi culo, a su madre le estaba acariciando el clítoris y le metía dos dedos en él coño.

Le sonreí y ella me devolvió la sonrisa y de paso su otra mano se perdió en mis huevos, además de pegarse a cada empujón en los labios mojados de su madre, ahora los amasaba y estrujaba poniéndolos duros y tersos, su madre cada vez gemía más y más fuerte pero Paty quería que durara y frenaba.

Notó que yo me aflojaba, la polla perdió un poco de dureza al distraerme y ella lo solucionó rápidamente, noté una humedad tibia en mi culo, las mejillas de Paty se pegaron a mis nalgas y su lengua recorrió a lo largo y lo ancho la regata de mi culo.

Mi polla volvió a recuperar su forma y Paty siguió con su madre, los flujos blancos y espumosos salían haciendo pompas que estallaban al salir del coño, la lengua de Paty me visitaba de vez en cuando lamiendo y intentando ganar terreno a mi esfínter, yo procuraba relajarme, estaba dispuesto a darle el capricho a la chica y pudo, despacio pero constante, meter más de un centímetro en mi culo.

Cuando esto pasó ya tenía tres dedos en el coño de su madre, ésta pedía más y más y su hija le obedecía sin rechistar, hasta que no pudo más y se corrió, intentó caer de lado, dejarse recostar y esperar a mi siguiente capricho pero yo estaba encantado con la posición.

Paty no dejó de follar a su madre con los dedos, incluso incrementó el calibre, metió un cuarto dedos y Gema seguía “orgasmando” sin parar.

Sentí una palmada en el culo, Paty me cogió la polla del tronco y tiró suave, sus dedos no abandonaron la verga y la sustituyeron en el culo cuando salió, yo apenas noté la diferencia, solamente que el esfínter presionaba algo más que los labios de Paty y que al aspirar la polla entró disparada hacia la garganta de la chica.

Gema no dejaba de manar flujo por el coño, los dedos de Paty se ensañaban en el punto G y los de su culo rozaban a los otros, era un orgasmo en bucle, miré a Paty que con la cabeza forzada tragaba mi polla hasta tocar mis huevos, yo simplemente me movía en su garganta y me corrí al verla llorar.

La chica hizo un gesto de nauseas y quise sacarla pero con la cabeza me persuadió, seguí follándola y noté que todavía me quedaba leche y que iba a volver a eyacular, no sabía cuánto pero seguro que me iba correr otra vez.

Paty con la boca llena de lecha y los mofletes hinchados sacó la verga de su boca y cambió otra vez los dedos por mi falo en el culo de Gema.

Para asegurarse del éxito, Paty me enseñó la lengua, estaba limpia  y la llevó entre mis nalgas otra vez, noté un acelerón en mis huevos y a Gema volver a jadear como antes, ya estaba a punto pero no conseguía el último esfuerzo, Paty lo logró pues sacó un dedo de su madre y lo escondió en mi culo.

Fue el detonante, busqué la otra teta de Gema que campaneaba y con  las dos como riendas en un caballo me clavé en ella dejándole el culo lleno de semen caliente.

Gema ya no pudo resistir y se desplomó boca abajo, me arrastró sobre ella, su hija sacó las manos de adonde las tenía ocupadas y cuando me volví para darle un beso, el beso que le debía, ya no estaba, sólo dejó flotando en el aire el aroma de su perfume y de su flujo, habría corrido a su cuarto y le habría comido en coño que seguramente le ardía pero su madre me cogió del brazo y tiró de mi haciéndome un lado en la cama, me llenó de besos y buscó la  polla que ya estaba caída y desmayada.

  • Esto no lo olvidaré nunca Manu, no sabes lo que te agradezco que hayas venido y que me hayas follado de ésta manera, no sé de adonde has sacado tantas manos para tantas caricias pero han sido todas tan especiales que prefiero que guardes tu secreto.
  • Yo también he disfrutado mucho, es una pena que mañana ya esté tu hijo y Miguel.
  • No me lo recuerdes Manu, mañana va a ser un día muy triste y no lo digo porque no quiera verlos a los dos, sino porque no sé cómo se portarán ellos, mi hijo ya no es el niño asustadizo que salió de mi casa huyendo de la ira de su padre, ahora ha madurado, ha visto mundo, habrá tenido situaciones buenas y malas, en definitiva, mi hijo es un hombre hecho y derecho.
  • ¿Y tu hija, de ella no dices nunca nada?
  • Ese es otro problema, es más rebelde, cuando se fue ella misma dijo que no volvería, de todas formas siempre le guardo su habitación lista por si acaso, hoy arreglamos la de los dos, pero es inútil, es una pena pero…

Todavía tardé un buen rato en levantarme, la polla estaba inservible y no quería pasar la noche entera en casa de Gema, no sabía los planes del hijo y no quería añadir problemas a la familia, además Miguel era “amigo” mío y lo respetaba mucho.

Cuando desperté a Hugo me miró con unos ojos que me mandaban a la mierda directamente, estaba durmiendo plácidamente junto a Terry en su manta hecho un lío con ella y yo lo molestaba, por fin hizo un gesto de perdonavidas y se desperezó, olió el culo de Terry y saltó del capazo de la manta.

Al llegar a casa cada uno fuimos directamente a su cama, no tuve ganas de ducharme, olía a dos hembras calientes y eso era el mejor somnífero.

Continuará.

Si les gustó valoren y comenten.

Gracias.