Mi bóxer Hugo y yo. (1)

Aunque me gustan los animales nunca me he decidido a tener ninguno pero las circunstancias me han obligado a cuidar un perro por una temporada, y no me arrepiento, ahora lo trato como a un rey.

Mi vida transcurría tranquila, con trabajo, buen ambiente en él y sin ningún jefe que me agobiara.  Me presentaré, me llamo Manuel, Manu para los amigos o mejor dicho para todos, soy diseñador gráfico y trabajo junto a mis amigos de siempre desde el Instituto en un piso pequeño que tenemos habilitado como estudio, en realidad somos Olga y Serafín, la chica es Ilustradora y mi amigo es Dibujante de Cómics, desde el principio sabíamos que nos dedicaríamos a las Bellas Artes y por eso hemos seguido una senda paralela y acordamos seguir juntos cada uno en nuestra rama.

Antes de terminar la carrera encontramos un piso antiguo en un barrio céntrico y lo alquilamos, lo convertimos en estudio y transformamos el salón en taller de trabajo, la cocina quedó reducida a una cafetera y un fuego para recalentar la comida preparada que comprábamos y un frigorífico para bebidas, la habitación es grande con techos altos y metimos casi a la fuerza tres camas individuales que con el tiempo se juntaron y hoy en día es una sola.

Somos de una edad muy parecida, más o menos alrededor de los veintitrés y entre nosotros nunca hubo problemas de ningún tipo, como digo la confianza es mutua y el respeto en la misma medida.  Nos compenetramos muy bien y siempre pedimos opinión a los demás cuando tenemos dudas en nuestros trabajos, cualquiera de nosotros está dispuesto siempre a ayudar al otro y no hay distinción en que Olga sea una chica.

Entre nosotros sabemos que es importante para nuestra inspiración el estar con la mente lo más relajada posible, hemos aprendido que cuando nos bloqueamos un buen masaje o un cambio en la actividad es la mejor “medicina”.

En éstas ocasiones una mirada nos basta para darnos cuenta de que nuestros amigos necesitan de nosotros, en más de una ocasión Olga o nosotros nos hemos acercado a alguno para interesarnos por su trabajo y dar su opinión a la vez que le masajea el cuello para destensar los músculos después de muchas horas frente a la pantalla, si el problema persiste ella a nosotros o nosotros a ella aplicamos otras formas más expeditivas para “resetear” la mente.

No es raro que Olga pase por debajo de la mesa del “deprimido” y le haga una mamada esperando que le llegue la inspiración de nuevo, ni tampoco que alguno de nosotros al verla mesándose el pelo corto desesperadamente porque el dibujo no acaba de gustarle nos acercamos a ella y después de unos besos suaves en el cuello y unas caricias por debajo de sus brazos alcanzamos sus tetas que la mayoría de veces se mueven sueltas debajo de una camisa medio despasada.

Esto puede pasar individualmente, uno u otro se da cuenta y acude a relajarla o incluso los dos a la vez pues no consigue desbloquearse, en estas ocasiones la llevamos a la habitación y uno de nosotros o los dos nos encargamos de comerle el coño o las tetas y cuando notamos que ya se relaja terminamos por follarla.

A esas alturas ella ya está muy participativa y consigue que tras varios orgasmos nos vaciemos de leche en ella o sobre ella, luego de un rato follando volvemos a nuestros respectivos trabajos con ideas renovadas.

Olga nos conoce perfectamente y nos da a cada uno nuestra “receta” preferida, a Serafín lo vuelve loco con sólo bajarle la bragueta sin preguntarle nada, al sacarle la polla sin prepucio ya va lanzado y la maestría que le pone Olga hace que le llene la boca de leche en pocos minutos, es como echarle aceite a un candil, enseguida está otra vez lleno de ideas para su cómic.

A mi me trata de otra forma, sabe de mi adoración por las tetas en general y las suyas en particular, cuando se acerca a mi por la espalda me las deja sobre los hombros, se abre la camisa y el peso y el calor me reconfortan el cuello, yo vuelvo la cara y le beso los pezones, ella lo espera y los tiene tan duros que los puedo morder como chicle.

Cuando esto ocurre da la vuelta a mi silla giratoria y se sienta sobre mis piernas, a la vez que ofrece sus pezones a mi boca abre mi pantalón y saca la polla ya vertical, no tarda en sentarse sobre ella y clavársela hasta donde le gusta, no suele hundirla hasta el fondo, conoce donde está su punto G y en él se entretiene con mi capullo.

Solamente cuando se va a correr se deja caer sobre mis piernas clavándose toda la verga mientras que me abraza y me muerde en el cuello.  Serafín observa sin celos pues sabe que en cuanto él la necesite acudirá igualmente, los dos sabemos que Olga también tiene sus momentos de bajada y no escatimamos atenciones hasta que hacemos que alcance uno a más orgasmos.

El trabajo de los “artistas” no tiene horario, en cuanto nos llega la inspiración o las prisas por presentar un trabajo nos acucia estamos en el taller las horas que haga falta, cuando el sueño nos vence caemos sobre el teclado o andamos vacilantes hasta la cama y nos echamos hasta que el día o la ansiedad nos despierta y seguimos la tarea, los proyecto que tenemos tienen mucha repercusión pues son muy estimados por nuestros clientes que con el boca a boca van aumentando progresivamente.

Además del taller tengo mi casa particular, en realidad apenas voy por allí, sólo cuando me veo satisfecho con el trabajo o puedo permitirme un descanso voy y procuro olvidarme de todo, cuando voy normalmente es de noche ya o cuando salgo es demasiado pronto por lo que no conozco prácticamente al vecindario, el piso es pequeño y poco amueblado y al vivir solo no me preocupo mucho de la decoración y demás, es funcional y con eso me conformo.

A mi piso nunca han venido mis compañeros ni yo a casa de ellos, con las horas que pasamos juntos nos saturamos y respetamos el espacio y la intimidad de cada uno de nosotros.

En cierta ocasión que Olga presentó sus ilustraciones para un cuento infantil tuvo tanto éxito que le encargaron una serie de viñetas para un periódico de tirada nacional, nos invitó a cenar y accedimos encantados, Serafín hizo un esfuerzo, se arregló la espesa barba y se cambió de gorra con la visera hacia atrás por otra de piel que debía usar para las grandes ocasiones.

Yo busqué en mi olvidado armario y pude encontrar una pajarita que me gustó para la ocasión, si bien al no llevar camisa era de lo más extraño, la camiseta que llevaba la pinté a mano con uno de mis diseños preferidos.

Olga hizo un esfuerzo y se arregló algo más, en vez de la consabida y raída camisa desabrochada se puso una blusa brillante (luego nos enteramos que era prestada) que junto a los pantalones de licra estaba espectacular, cuando se lo hice saber como excusa me dijo que se la había prestado su amiga Luisa a la que, de paso, me presentó.

Su amiga era la antítesis de Olga, iba perfectamente maquillada y con un vestido largo con gran escote, mi mirada y la de Olga se cruzaron y fueron juntas hacia el canalillo de Luisa, mi amiga sabía por experiencia de mi fijación por unas bonitas tetas y aquellas se lo merecían.

A Luisa no se le escaparon las miradas porque le dio un pequeño estremecimiento a la vez que los pezones se le marcaban debajo del vestido, después de la presentación y las felicitaciones que le prodigaron en la editorial Olga propuso que fuéramos a tomar algo, un momento antes le habían obsequiado con un cheque, al parecer bastante suculento.

Fuimos a tomar unas copas en un sitio de moda, a Serafín y a mí nos miraban con cierto recelo pues el ambiente era bastante pijo pero con la presencia de las dos chicas pronto dejaron de tenernos en cuenta.

Ya tarde no tenía la mínima esperanza de que la noche se prolongara mucho más pues Luisa era de lo más diferente a nosotros pero en un momento de la despedida a Olga se le ocurrió enseñarle el lugar de trabajo común, Serafín y yo nos miramos sorprendidos porque no estaba ni mucho menos presentable pero ante la ilusión que le produjo a Luisa tuvimos que acceder con los dedos cruzados.

Las pantallas de los ordenadores estaban encendidas pues no las apagábamos nunca, en ellas se veían los trabajos que cada uno de nosotros estábamos desarrollando y esto sirvió para que la curiosidad de Luisa fuera en aumento, la chica cada vez estaba más admirada de nuestro trabajo tan libre pero lo que nos sorprendió a todos incluso a Olga fue la respuesta que tuvo a toda su admiración.

  • ¿Qué hacemos con la ropa?
  • Eeeh… lo que se te ocurra, aunque no tenemos perchas, -dije yo torpemente-.

Olga fue la que tuvo la reacción más rápida y corrió hacia el dormitorio, estiró las sábanas y volvió sonriente poniéndose de espaldas a mí para que le soltara la cremallera de la blusa, la miré, me acerqué a su oído y le susurré…

  • ¿Esto lo tenías previsto?
  • No, te lo juro, ha sido cosa de ella, no la imaginaba tan directa.
  • Pues no se ha ido con rodeos.
  • ¿Te gustan sus tetas verdad?
  • ¡Cómo lo sabes!, pero las tuyas también, no te lo voy a descubrir ahora.
  • Tranquilo, yo iré con Serafín, sé cómo tratarlo, además creo que a ella tú también le gustas más.

A Luisa no tuvo que convencerla demasiado, cuando Olga se acercó a Serafín y lo rodeó con un brazo al cuello y con la otra mano sacó la polla circuncidada Luisa vino a mí, levantó los brazos sobre su cabeza y esperó a que yo subiera su vestido rojo hasta dejarlo caer sobre una silla giratoria.

Yo esperaba ver una lencería roja a juego con un tanga minúsculo pero me equivoqué pues no llevaba ni una cosa ni otra, las tetas quedaron apuntando hacia adelante compitiendo con las redondas de Olga, ésta tenía unas areolas oscuras como su cabello y los pezones gruesos, en cambio los de Luisa terminaban en punta como sus tetas.

Por un momento quedé admirándolas y Olga al verme ensimismado tiró de la mano de Serafín y pasó entre nosotros enseñándonos el camino a las tres camas unidas, Luisa me pasó la mano frente a los ojos como un abanico…

  • Manu, no creo que sean las primeras tetas que ves…
  • Como las tuyas no, se me hace la boca agua…
  • Jajaja, ¡qué galante!, vamos con Olga pues van a coger los mejores sitios.
  • No te preocupes, sobra cama por todos lados.
  • ¡Aha!, ¿ya lo sabes?
  • Claro, son tres camas unidas y siempre han sobrado dos cuando somos tres, ahora que somos cuatro no creo que falte sitio, jajaja.

Serafín hizo un extraordinario, se sentía eufórico al ver la habitación tan concurrida y antes de que Olga tomara posesión de su capullo descapotado tiró de sus muslos y enterró su cara entre ellos, también nos había sorprendido al no llevar bragas debajo de los pantalones de licra aunque yo lo daba por hecho pues no solía llevar casi nunca pero me chocó que Serafín se lanzara sin más sin dejar su polla al alcance de nuestra compañera.

No sé si habrían hablado entre ellas o fue intuición femenina pero Luisa me ofreció como primer plato sus tetas, sus puntas eran verdaderamente cónicas y entraban en mi boca sin necesidad de aspirar, me las fue dejando en todas posiciones, lo mismo las dejaba caer colgando como uvas maduras que se giraba y las dejaba como montañas gemelas para que las mordisqueara sin compasión.

Una cosa que no sabía y que me enteré sobre la marcha fue que a Luisa le encantaba también que le chuparan las tetas quizá por eso cuando se corrió discretamente no le creí pero al bajar a su coño vi que Olga se acercaba arrastrándose por las sábanas con la piernas abiertas y la cabeza de Serafín entre ellas y que su boca ocupaba las tetas que yo había dejado llenas de moratones, antes que nada se besaron con deleite, nosotros estábamos paralelos comiéndoles el coño a cada una de ella y de vez en cuando sacábamos las cabezas para respirar.

La cara de mi amigo estaba sofocada pues se estaba empleando a fondo, le iba a aconsejar que lo tomara con más calma cuando Olga se corrió en su cara, lo mojó hasta medio pecho y pasada la primera sensación me guiñó un ojo y volvió a hundir la cabeza con la lengua ya afuera.

El siguiente orgasmo que sacudió a Luisa no tuvo nada que ver con el anterior, no supe si se debía a la lengua de Olga en sus tetas o a la mía en el coño pero salí de dudas cuando ataqué su clítoris únicamente.

Su cuerpo se estremeció como sacudido por un vendaval, se abrazó a Olga, dejó que sus tetas volaran solas y metió su cara entre las de mi compañera, los gemidos casi no se le oían entre las mamas pero gritaba saltando y moviendo el culo, evitándome y ofreciéndome a la vez su coño abierto de lado a lado.

Ya parecía que iba calmándose cuando lamí el culo con una pasada rápida y sin más levantó las piernas sobre su cabeza y las separó, de su coño manó una fuente y mis dedos lubricados con sus líquidos se hundieron en su culo sin apenas resistencia.

Olga no podía atender a todo, Serafín también estaba concentrado en su clítoris y la estaba matando a lengüetazos, yo me lo conocía de memoria al de mi compañera, su punto débil era levantarle el capuchón y rodear la almendra con la punta de la lengua, Serafín también lo sabía y era lo que le estaba haciendo en esos momentos.

Las dos chicas se abrazaron consolándose una a la otra y con las cuatro tetas aplastadas entre ellas, gemían y jadeaban con las piernas separadas con nuestras lenguas recorriendo desde la rabadilla a la ingle.

Aprovechando que las dos seguían abrazadas nos separamos de ellas, quedamos uno a cada lado de las camas con las pollas en alto, la suya como un faro en la noche, la mía con el prepucio replegado a la espera de un último tirón hacia abajo.  Estábamos tan mojados como ellas, las sábanas se podían escurrir, las dos se habían derramado y aparte del sudor de los cuatro estaban totalmente arrugadas.

Olga fue la primera en revivir, fue hacia Serafín, éste con los ojos cerrados se recuperaba secándose la cara con su trozo de sábana seca, el capullo de mi amigo fue aspirado y engullido de golpe, no hubo lamidas de aviso ni tocamientos de huevos, Olga sólo con la boca tragó la polla hasta casi tocar la nariz en el pubis de Serafín, yo estaba divertido mirándola como movía la cabeza apoyada por los codos cuando sentí la presencia de Luisa.

Estaba claro que no eran iguales, fue reptando sobre mis piernas hasta rodear mi polla entre sus tetas, no hizo falta sujetarlas para que quedara encajada entre ellas y cuando se movió hacia atrás entre las dos bajaron la piel hasta dejar el frenillo tan tirante que brillaba el capullo como una fresa.

Se aseguró de que estaba al máximo cuando la soltó y la buscó con su boca, hizo todo lo contrario que Olga, desde los huevos hacia arriba fue lamiendo rodeando el tronco hasta llegar al capullo, siguió relamiendo hasta que lo cubrió con los labios solamente, quedó quieta y me miró a los ojos, no pestañeó cuando aspiró y mi polla desapareció al completo.

No presumo de polla enorme ni nada de eso pero varias veces Olga la ha alabado y eso para mí es mucho, nunca le pregunté su opinión sobre la de Serafín, lo consideraba una pregunta íntima pero con el trato que me daba me tenía contento.

Siempre he tenido curiosidad por saber qué le hacía a Serafín para que se corriera tan pronto, me daba corte preguntarle a él, no quería que pensara que lo tenía como eyaculador precoz pero el resultado no dejaba dudas, lo extraño era que las veces que la habíamos follado los dos a la vez había durado tanto o más que yo, al fin llegué a la conclusión que el motivo era Olga, debía de encantarle la circuncisión de nuestro amigo y se prodigaba en él.

En un momento que Luisa levantaba la cabeza y dejaba ver mi polla entre sus labios pude ver por entre sus tetas cómo por los labios de Olga salían borbotones de leche de Serafín, ¡lo había logrado otra vez! Se había corrido en su boca al poco de comérsela, pensé que yo correría la misma suerte y me relajé viendo subir y bajar la cabeza de Luisa, las tetas se le clavaban de punta en la sábana seca de mi rodal, mi mano se perdía entre sus muslos y mis dedos se aventuraban en su culo, al primero se le unió el segundo y cuando iba a meterle el tercero la chica me susurró al oído…

  • Es una pena que se pierda esto.

Miró a la polla vertical, estaba roja de las lamidas y chupadas y no puse objeción, Luisa se incorporó y pasó una pierna sobre mí, con la mano por detrás cogió la verga y la paseó entre sus labios, estaba mojada pero aún así quiso asegurarse, con la mano escupió y la pasó a lo largo de toda la zona, luego repasó con el glande la humedad y dudó adonde dirigirla, al final eligió la fácil y entre los labios menores se deslizó suavemente.

Apoyó la manos en mi pecho y se dejó caer, miró al techo alto y oscuro y suspiró hasta que se quedó sentada sobre mí, con la luz azulada de los monitores vi sus ojos entornados concentrados en el placer de sentirse llena.

Olga era una experta en mamadas, de eso no había duda, eso añadido a su especial atracción por el capullo de Serafín demostró que el momento le había puesto la verga tan dura como antes, y no quiso ser menos que Luisa pero ella prefirió ponerse de espaldas a él,  la polla le entró siguiendo el camino de los labios del coño y lo hizo de frente a nosotros.

Alargaron sus brazos y las dos saltaron al unísono, las cuatro tetas botaban dejándose caer pesadamente, los dos tuvimos la misma idea y se las cogimos a ambas, Olga jadeaba de forma exagerada, al estar de culo a él la polla le penetraba recta hasta la matriz y lo agradecía.

  • ¿Qué tal está esa polla Olga?
  • De maravilla, ¿quieres probarla?
  • La tuya no es peor pero… son diferentes.

El cambio fue rápido y sin comentarios, Luisa pasó a sentarse sobre Serafín y yo sentí la estrechez de la vagina de Olga, pese a ser de una edad parecida Olga era más estrecha y eso era una de las cosas que más me gustaba de ella pero tenía más cosas buenas y se lo dije al oído.

  • Olga quiero tu culo.
  • ¿Mi culo?  ¿Qué no te gusta mi coño?
  • Claro que sí pero te lo ha dilatado Serafín,-mentí-
  • Eso no es verdad, tú tienes la polla más gorda que él.
  • Pero la suya te gusta más, jajaja.
  • No es verdad… bueno para chuparla si, no sé qué tiene que me pone cachonda.
  • ¿Tú crees que a Luisa le gustará por el culo?
  • No lo sé nunca hablamos de eso, pero podemos empezar nosotros y si nos siguen…
  • Me parece bien, ¿quieres ponerte a cuatro y te la meto por detrás?
  • No, me la voy a meter yo, lo haré de frente a Luisa para que me vea, a ver qué opina.

Dicho y hecho Olga fue saliendo despacio de mi polla y cuando la sacó hizo un plop que hizo volverse a Luisa, mi compañera aprovechó que tenía la atención de Luisa para abrir con dos dedos los labios del coño y demostrar que la vagina quedaba vacía y se sentaba dos centímetros más atrás.

Procuró no quejarse aunque cerró los ojos y concentrada como estaba buscó la mejor trayectoria para mi polla y milímetro a milímetro la fue metiendo hasta sentarse sobre mis piernas, luego sonrió a su amiga.

Luisa no pestañeó mientas la polla fue entrando despacio, con la boca abierta miraba incrédula como se tragaba la tranca hasta el fondo y encima sonreía, con la mirada le preguntó qué tal se sentía y Olga se mordió un labio y al mismo tiempo le animó a aprovechar la polla de mi amigo, sin prepucio y más delgada era ideal para iniciarse y Luisa no quiso ser menos.

Serafín no tuvo tantos miramientos con ella, no sabía que la iba a desvirgar y acostumbrado a la facilidad que tenía Olga para tragarse mi polla y la suya no esperó mucho, en cuanto notó que el glande apenas entraba a la mitad del esfínter tiró de las caderas de Luisa y la hundió hasta los huevos.

Con el grito que dio parpadearon hasta los monitores, Olga se sacó mi polla y fue a consolar a su amiga, se agachó entre sus piernas y controló si había “daños” físicos, Luisa no dejaba de gritar que le había roto el culo y casi tenía razón.

De todas formas la calmó pero no le dijo que la sacara, me llamó a mí y me metí entre sus piernas, vi cómo acercaba su lengua al culo de Luisa, la polla de Serafín estaba incrustada con las venas hinchadas a punto de reventar y al lado el coño abierto de Luisa, los labios los tenía tan separados que el clítoris se quedaba en un valle.

Éste fue mi objetivo, Serafín dedicó sus mejores caricias a las tetas puntiagudas de la joven sodomizada y mi lengua junto a la de Olga provocaron que la joven se corriera de una forma brutal, apenas la sacudía el primer latigazo cuando empezó a moverse, levantándose y metiéndose la polla en el culo a fondo, hasta los huevos se habría metido si le hubieran cabido.

Olga lamía y a veces me pasaba su lengua sobre la mía y entre los dos la hicimos volar entre nubes, su respuesta fue la esperada una lluvia dorada que nos duchó sin misericordia a la vez que tiraba de los pezones de Olga dejándolos morados y deformes.

Olga conocía a Serafín, sabía que ya estaba durando mucho y que de un momento a otro nos iba a inundar el culo de Luisa y por ende a nosotros y me señaló mi polla, estaba dura pero abandonada y con una señal me insinuó que se la diera a la boca de Luisa, me incorporé no sin pena por dejar su clítoris hinchado y me puse en posición, ella comprendió que necesitaba correrme y con los labios retiró el prepucio hasta atrás y tragó la verga, le cogí la cabeza y me moví como si follara el coño de la chica, no paré hasta oír a Serafín gruñir, se estaba corriendo y no quise que se  adelantara, tire de las orejas a Luisa y me derramé en su garganta.

Olga había ocupado mi lugar y lamía desesperadamente el clítoris de Luisa, que no pudo resistir las dos lechadas que le llenaban y el clítoris que le ardía y se corrió entre gorgoteos de mi leche.

Tanto Serafín como yo aguantamos hasta que las pollas se ablandaron y caímos como un castillo de naipes, las chicas también se derrumbaron  y los cuatro quedamos esparcidos al través en las tres camas.

En el rato que siguió de alabanzas mutuas nos contó que era enfermera en un hospital, nos dijo que nos envidiaba el trabajo tan sosegado y tan libre, la desengañamos pues no era tanto pero cuando nos dijo que estaba en una UCI ya no nos gustó tanto, personalmente no me seducía aunque ella trató de suavizarlo diciendo que era cuestión de acostumbrarse y que no era tan malo.

Claramente demostró que yo le caía simpático y aunque Serafín no le desagradó nada prefería mi forma de follar, Olga advirtiendo antes a Serafín le siguió la corriente y le “confesó” que a ella también le encantaba mi manera de follarla y sobre todo de darle por el culo, nos reímos los cuatro, ella no estaba tan convencida aunque al final no había resultado tal mal pero con la recomendación de Olga para que la próxima vez se la metiera yo en el culo, Luisa quedó conforme.

Cuando nos despedimos nos besamos y quedamos en vernos otro día, nos pasamos los teléfonos y los tres la acompañamos a su casa, vivía en las afueras con otra chica y aunque nos invitó a subir a su casa nos excusamos dejándolo para otra ocasión.

Los siguientes días, Luisa fue el tema de conversación de los tres, a todos nos había gustado pero Olga había notado su predilección conmigo, ella por su parte lo había pasado muy bien con los dos y por eso se animó a prodigarse con ella también, la ocasión lo pedía, no dejó pasarla y lo disfrutó, le alabamos el gusto pues Luisa era una mujer de bandera y digna para cualquier boca.

No tardaron mucho días para que animado por mis compañeros la llamara, me dio la impresión de que ella estaba esperando que lo hiciera y en seguida aceptó vernos, me invitó a que pasara a por ella y como ya sabía donde era me presenté lo más atractivo que pude.

Me hizo pasar a su casa, su compañera de piso no estaba pues también era enfermera como ella y se arreglaban cambiándose los turnos para no coincidir, el motivo no era otro que… “Hugo” , al principio pensé mal pero cuando me lo presentó me eché a reír, el tal Hugo era un perro, un bóxer francés pequeño, chato como todos ellos y muy juguetón.

Yo nunca he tenido ninguna mascota, ni de chiquillo, en mi casa no podían atenderlas y aunque propuse sacarlo yo no lo permitieron, con el tiempo comprendí que tenían razón, no son un juguete y hay que cuidarlos como a una persona y si no se puede es preferible no tenerlos y eso es lo que había pasado, una cosa era jugar unos minutos y otra tener que sacarlo tres veces al día, comidas, cuidados, veterinarios, en fin con el ritmo de vida mío era inviable.

Huelga decir que esta tarde no salimos a ningún sitio, Hugo fue testigo de las folladas que disfrutamos en la cama de Luisa, a veces el perro subía a la cama al mismo tiempo que yo bombeaba el coño de su dueña o se dormía a mi lado cuando me comía la polla.

Curiosamente cuando estuvo muy atento fue cuando la puse a cuatro patas y le metí la polla por el culo, me había costado convencerla pese a las recomendaciones de Olga y cuando lo había conseguido Hugo se plantó entre mis piernas mirando hacia arriba pero no le valió, la polla entró y hasta el fondo.

El perro le lamía las tetas queriendo consolarla pero lo que le provocaba era que le ponía los pezones como dátiles y el orgasmo fue tan bestial que casi lo aplasta cuando se desmoronó con mi polla todavía en el culo.

Así estuvimos más de un mes, yo tenía medio abandonado mi trabajo por culpa de Luisa, cuando se marchaba su compañera allí estaba yo y con la ayuda de Hugo o sin ella follábamos hasta caer desfallecidos.

Mis compañeros, sobre todo Olga empezó a preocuparse, más que nada porque mi trabajo no avanzaba y aunque ella procuraba ayudarme al igual que Serafín no conseguía centrarme, Olga procuró follarme como siempre, no desaprovechaba para enseñarme las tetas, me las ponía sobre la mesa y levantaba su falda enseñándome su culo abierto ofreciéndolo para que lo llenase, yo estaba encoñado con Luisa cuando explotó el mundo entero.

De la noche a la mañana la vida cambió, las noticias se extendieron igual que el virus y en poco tiempo llegó el desastre, una mañana me llamó Luisa, me dijo que necesitaba verme, lo dijo tan en serio que me preocupé, incluso pensé que la había embarazado pero no, era el dichoso virus.

Iba a estar en la UCI igual que su compañera, no podrían ir a casa y en definitiva… no sabía qué hacer con el perro, no me atreví a preguntarle si no tenía familia para no parecer mezquino aunque me complicaba la vida totalmente, yo que no tuve ningún animal por no cuidarlo ahora lo tenía por obligación y aunque no me caía mal era un problema y gordo.

Cuando lo conté a mis amigos me miraron compungidos, sabían mi poca afición a los animales, sabían de las dificultades de mi trabajo y sabían que en mi casa no podría tenerlo, al final entre los tres decidimos buscarle un rincón en el taller y ya veríamos cómo me arreglaba para sacarlo porque de eso si que no se ocuparían.

Las cosas se “arreglaron” solas, por desgracia, el confinamiento llegó a todos, me llevé el ordenador a casa igual que ellos y a Hugo conmigo, íbamos a pasar largos días solos, incluso sería de los pocos que tendría permiso para salir con Hugo, no tenía idea como iba a solucionar mi vida a partir de entonces.

Continuará.

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Gracias.