Mi bóxer Hogo y yo. (5))

Gracias a Hugo me permitía salir a la calle vetada para el resto y tener una corta pero agradable vida social que poco a poco iba ampliándose, además en casa también tenía soluciones.

Nada más llegar a casa sonó mi teléfono, oí a Gema hablar bajito sin querer que la oyeran, me lo explicó atropelladamente entre risas…

  • Jajaja, no puedes imaginar lo que ha pasado, me habría gustado que vieras la cara que puso mi hija cuando me vio llegar a casa, tuve la mala suerte que me la topé de frente al entrar, abrió los ojos sorprendida y sin decir nada se acercó despacio y dio una vuelta a mi alrededor, tenía una expresión que no sabría calificar, sin decir nada pasó un dedo por el botón de mi camisa que saltó quedando una teta apenas sujeta por el pezón y a la siguiente vuelta cogió la falda de la orilla y tiró hasta descubrir que no llevaba bragas, me vio el coño todavía mojado, menos mal que me lavé en la fuente porque habría olido a tu semen.
  • ¿Y luego qué, no te echó la bronca?
  • ¡Nooo!, eso esperaba yo, que me dijera de puta hacia arriba pero sin decir nada sonrió y se fue a su cuarto diciendo… -Ahí te he dejado la cena, yo no voy a cenar, no tengo apetito- y cerró la puerta.
  • Eso será porque se habrá enfadado y no querrá demostrarlo.
  • No lo sé, ahora estoy en la ducha, he metido el teléfono para que no me oiga ¿quieres verme toda desnuda?
  • No déjalo, no tentemos la suerte, yo me voy a duchar también y no quiero hacerme una paja a tu salud después de la mamada que me has regalado.
  • Jajaja, no es nada para la que me diste tú a mí, tengo el clítoris ardiendo todavía, seguramente me correré con el chorro del agua en el coño, jajaja.

Lo cierto es que me había puesto la polla otra vez dura pero la mirada de Hugo bastó para convencerme y ponerle su comida y su agua limpia.

Salí rápido y me senté a la mesa de trabajo, ya estaba muy atrasado y no quería poner excusas cuando preguntaran por él, creía que éste problema no tardaría en remitir, la vida seguiría y mi prestigio estaba por encima de todo.

No se había abierto el programa de diseño todavía cuando sonó la campanilla del Skipe, estuve tentado de no contestar, imaginaba que sería Luisa, aunque sentía lo que le pasaba e incluso la justificaba un poco, no me gustaba ver cómo aquellas manos le apretaban las tetas delante mismo de mis narices, aquel cabrón por mucho médico que fuera se estaba follando a mi chica y eso no lo podía permitir.

Al ver la foto de quien llamaba me tranquilicé, era Olga y estaba muy arreglada para estar en casa sola, además de la cara maquillada llevaba una blusa estampada, yo, de no tener que salir con Hugo no me habría ni quitado en todo en día el pijama o a lo sumo iría con un pantalón corto.

  • Hola Olga, estás muy guapa esta tarde ¿puedo saber a qué se debe?
  • Vaya, lo dices con un tono que parece que te moleste, encima que me he pintado un poco para ti…
  • Mmm, no sé si creerlo, más bien imagino que habrás convidado a alguien y está debajo de tu mesa comiéndote el coño, jajaja.
  • ¡Qué más quisiera yo, mira!

En efecto, Olga separó la silla y se levantó, enfocó la cámara hacia abajo y pude comprobar que no había nadie debajo de la mesa pero también vi que sobre la silla giratoria había una toalla plegada y le pregunté…

  • Mmm, lo siento, es verdad…  era broma mujer… tengo una curiosidad, ¿para qué te pones una toalla en el asiento, es que no llegas a la mesa?, jajaja.
  • No tonto, te has fijado en la toalla y no te has fijado en lo más importante…

Mi compañera de trabajo enfocó al suelo al lado de la silla, fue subiendo la cámara siguiendo sus piernas que a partir de las rodillas seguían desnudas, después los muslos y por último el coño depilado y lo más asombroso, que continuando hacia arriba ya se veía la blusa de seda.

  • ¿Cómo es eso Olga?, tan elegante de cintura hacia arriba y luego…
  • Jajaja, sí, ¿cuál te gusta más?
  • ¿Te soy sincero? Me gusta más la parte de arriba.
  • No te creo, ¿por qué?
  • Porque estás más elegante, más guapa, más atractiva, dan ganas de besarte, de decirte cosas al oído, de imaginar lo que habrá debajo de esa blusa…
  • ¡Qué desilusión!  ¿Entonces no te gusta esto?

La chica dejó la cámara sobre la mesa y la encaró de cintura hacia abajo y con dos dedos abrió los labios del coño que como una flor enseñaron el clítoris y los labios menores, lo hizo de forma que parecía que estaba descubriendo un libro incunable.

Olga tenía un coño de “catálogo”, los labios le cerraban herméticos desde el pubis hasta el perineo, eran carnosos sin exagerar formando una línea fina y recta que no dejaban sospechar el clítoris tan desarrollado que tenía, que, en posición “relajada” , su forma era como el capuchón de un fraile pero cuando se despertaba se erguía orgulloso  y brillaba despojándose él sólo de su “capota”.

Me lo demostró in situ, lo mantuvo entre sus dedos mostrando su metamorfosis, con una pierna sobre el asiento de la silla pude ver la maravilla que se desperezaba para mí, no pude evitar que mi polla también acusara el aumento y tuve que soltar el nudo que llevaba en la toalla que me puse al salir de la ducha.

Hugo en su manta del rincón hizo algo parecido a un lamento y se cubrió los ojos con una pata.

  • ¿Sigues pensando igual?
  • Joder Olga, ¡cómo sabes “vender” el producto, en vez de ilustradora debías dedicarte a vendedora!, jajaja.
  • No me contestaste.
  • ¿Qué quieres oír, que te comería ahora mismo, que esperaría a que te corrieras para lamer tus jugos?  Eso ya te lo puedes imaginar.
  • No quiero oír, quiero ver…  ¿Cómo estás tú?
  • Puedes ve tú misma…

Hice la misma operación, bajé la cámara y le enseñé la polla, procuré volverle el prepucio a su sitio o por lo menos lo intenté y después me erguí forzando a que la verga se prolongara al máximo, mostrándole orgulloso las venas a punto de explotar.

Hasta Hugo oyó la exclamación de Olga desde su casa, cuando la miré se había sentado sobre la toalla con los pies sobre su mesa y las piernas abiertas de par en par, se metía un consolador más grande que mi polla, con los ojos apenas entornados no perdía detalle de mi mano retirando la piel hasta los huevos.

  • ¿De dónde has sacado eso?
  • ¿De dónde va a ser tontín?, de Internet, me lo han traído esta mañana, lo pedí el primer día que tuvimos la “entrevista” tú y yo, ya supe que te iba a echar mucho de menos.
  • Chica lista pero no creo que tengas problemas en encontrar más “soluciones” que yo, jajaja.
  • ¿Te refieres a Serafín?
  • Puede ser, o… ¿me equivoco?
  • Del todo no, la verdad, el otro día me llamó y ya sabes, estuvimos hablando un rato y después de lo uno vino a lo otro y…  ¡pero contigo lo paso mejor, ya lo conoces… acaba pronto!
  • Sí, ya sé aunque no te parece mal del todo.
  • Bueno ya sabes el dicho…”cuando no hay lomo de todo como”, jajaja perdona, ahora en serio, me gusta cómo me follas… es otra cosa, ya no es un polvo rápido, es Follar en mayúsculas.
  • Ya te lo demostraré cuando podamos, a mí también me gusta cómo lo haces.
  • ¿De verdad?, dímelo otra vez, anda por favor, me pones el coño como un charco.
  • Jajaja, ya sé que lo tienes mojado, te brillan los labios, jajaja.
  • Sííí, no lo puedo remediar, en cuanto hablo de sexo contigo me pongo cachonda, ¿tú no?
  • Claro, contigo no se puede estar indiferente.
  • Pues verás cómo está ya… ¡Uy espera, me llaman de la Editorial, qué rabia! Te llamo en otro rato.

Aunque no me acababa de gustar el sexo por Skipe ya tenía la polla tan dura como era posible, al ver el coño de Olga tan jugoso y tan dispuesto a recibir mis ciber-lamidas me ponía a tope pero me alegré de la interrupción, a la vez comprendí el motivo de ir tan arreglada.

Miré a Hugo que tenía un ojo abierto, sólo uno porque las arrugas le cerraban el otro párpado, parecía que no estaba conforme con mis relaciones o quizá porque no me metía en mi trabajo en serio, un poco avergonzado me senté bien, colocando la polla debajo de la toalla y abrí el programa de diseño.

El encargo que tenía era bastante aburrido, era de una fábrica de muebles que quería presentar un catálogo de sus productos, un amigo fotógrafo me hacía llegar las fotografías y yo me dedicaba a “limpiarlas” y a editarlas con los textos para poder llevar a la imprenta.

Realmente era un trabajo bastante fácil y además se corría la voz pues tanto el fotógrafo como el impresor se encargaban en mandarme trabajo, no hacía mucho había terminado otro para una tienda de ropa, era una tienda importante que tenía todas las secciones de señoras y caballeros y quedaron muy contentos con mi trabajo.

Ya estaba con el Photoshop, quitando los fondos en la foto de una silla cuando sonó el teléfono otra vez, Hugo gruñó ya sin siquiera mover ni un músculo, yo de paso que cogía el teléfono me acerqué a él y lo acaricié, el perro se alegró pues se estiró todo lo largo que era para que ampliara mis caricias por su tripa.

Al abrir el móvil vi que era Gema otra vez, Hugo al oírla hablar levantó una ceja y me miró con pena.

  • Hola, soy yo otra vez, era para decirte que me ha llamado Miguel, mi marido.
  • ¿Ah sí y qué te cuenta, está bien?
  • Sí… bueno, él dice que sí pero le he notado la voz apagada, debe estar pasándolo mal, me ha dicho que lleva dos días sin parar, apenas tiene tiempo de comer y dormir en cualquier rincón.

Igual que Luisa -pensé yo- la chica y todos los demás deberían pasarlo fatal, entre miedo, trabajo y tristeza…

  • Entonces de volver ni pensarlo ¿verdad?, según las noticias que dice la tv…
  • Eso es lo que siento, él es muy responsable y no vendrá hasta que lo echen de allí, me dio lástima y le pregunté si podría verlo, me dijo que ni se me ocurra pero no estoy tranquila, creo que está peor de lo que dice, he pensado en ir a verlo.
  • Eso es imposible, ya sabes que no se puede salir de casa siquiera.
  • Ya lo sé pero nosotros sí que encontramos el modo de salir…
  • Pero por los perros ¡pero no pensarás ir al hospital con el perro!
  • Había pensado en verlo por una ventana, con eso me conformo, desde la calle podría saludarlo, es poco pero para él sería mucho, así podría llevarme a Terry por si me preguntan.
  • No es mala idea, me iba a ofrecer a sacarla yo pero como ya dices eso, no.
  • Yo también pensé en dejársela a Paty, la puede sacar, ya sabe adónde llevarla y a ti creo que no te molestaría, jajaja.
  • Nooo, bien lo sabes, haría un esfuerzo, jajaja.

Me gustó que Gema pensara en mí con su hija pero lo desestimé enseguida, esperaba estar tranquilo esa tarde y si la polla se me ponía tonta siempre me quedaba la llamada a Olga.

Al recibir una llamada de un número desconocido no iba a responder, estaba escarmentado con las llamadas de compañías de telefonía y otras parecidas, admitía que todo el mundo debía buscarse la vida pero se hacían demasiado pesados, no obstante por curiosidad contesté.

  • ¿Manu? Soy Paty, perdona si te molesto, si es así dímelo y cuelgo…
  • No mujer, estoy trabajando pero te puedo atender…
  • ¿Qué haces?
  • Estoy trabajando con las imágenes de unos muebles, es bastante aburrido y estoy deseando que sea la hora de Hugo para que me dé el aire un poco ¿y tú, en qué te entretienes?
  • Nada de importancia, estaba haciendo unos dibujos, ideas que me vienen para vestidos y cosas así.
  • Eso es buena cosa, por lo menos te distraes y vas cogiendo experiencia para dibujar…
  • Eso es lo peor que llevo, hago los bosquejos bastante bien pero poner detalle y volumen… mal.
  • Eso no es problema, si vieras lo fácil que es con el ordenador… yo hice hace poco un catálogo para un gran almacén y edité todas las fotos, si las vieras te gustaría.
  • ¿Es que las tienes aún?
  • Claro, me quedo copia por si acaso y también para añadir a mi currículum.
  • Pues sí que me gustaría verlas, así me haría idea de cómo presentarlas.
  • Claro, yo te podía poner el tejido y el color a las prendas, parecería real.
  • Cada vez me gusta más, es una cosa que me encanta, una vez se lo dije a mi madre pero como ella no me apoyó…
  • Ya sabes que en lo que pueda ayudarte…
  • ¡Qué pena que no podamos vernos, iría a tu casa a verlo todo!
  • Sí, una lástima, si quieres las grabo en la tablet y me acerco a tu casa, en el patio podemos  verlas, yo como llevo a Hugo no tendré problema.
  • No es mala idea, mientras no salgamos del patio…
  • Vale, dame un rato y lo preparo todo ¿a tu madre no le sabrá mal?
  • ¿A mi madre?, nada de eso, siempre me está hablando de ti, ya te conozco “casi” como ella.
  • Es muy… simpática.
  • No tienes ni idea… o puede que sí.
  • Entonces voy y si está que las vea también, a lo mejor se convence…
  • Eso, eso sí.

Busqué en archivos que tenía guardados en discos duros toda clase de vestidos, pantalones y demás, incluso me dio una idea y le incluí unas fotos de lencería, el fotógrafo que las trajo me “obsequió” con unas cuantas de las modelos mientras se cambiaban de prenda, ellas no se cuidaban mucho y el disparador no paraba, jajaja.  Las había de todas clases, aunque eso sí, con pocas tetas y menos culos, pero se veía algún coñito depilado.

El listo de Hugo cuando vio que cogía la tablet para salir me miró intrigado, sabía que no era normal y lo captó enseguida, su expresión me preguntaba más que si hubiera hablado para qué cogía aquello y cuando cambiamos de itinerario y fuimos hacia casa de Paty él detectó que algo había cambiado.

Nada más llamar al telefonillo contestó Paty, me dijo que esperara un momento dentro del patio y abrió, al poco se oyó el ascensor y cuando apareció me encantó, no tenía nada que ver con la Paty del día que la conocí, parecía que se había vestido para salir de noche, aunque iba de sport, con unos pantalones vaqueros elásticos y una camiseta holgada brillante y unos zapatos demasiado altos para solamente bajar al patio.

Lo primero que hizo además de dedicarme una sonrisa (debajo de la mascarilla) fue acariciar a Hugo, a éste todo su mal genio que llevaba se le pasó enseguida al recibir una rascada debajo del mentón, arrugó la mínima nariz y la olió, desde donde yo estaba ya se notaba el perfume de la chica y a él le gustó casi más que a mí.

Nos quedamos unos instantes sin saber que decir hasta que de pronto los dos empezamos a hablar a la vez, torpemente encendí la tablet y le empecé a mostrar las fotografías, estábamos separados y era ridículo mostrarle las fotos como si fuera a la vecina de piso por la ventana, hasta que se abrió la puerta del ascensor y salió una señora mayor que pasó entre los dos refunfuñando por la distancia.

  • Manu, yo me hice el test que mandó mi padre y a ti creo que también te dio otro mi madre, los dos estamos limpios, ¿no te parece que podíamos subir a casa?
  • ¡Qué dirá tu madre, no quisiera que pensara que… si alguien se contagia no quiero tener en mi conciencia…!
  • Tranquilo, en ésta finca no hay nadie mayor, excepto la señora que acaba de salir y ya has visto que ha pasado por el medio…

En el ascensor, el perfume de Paty se esparció por todo y cuando salimos al descansillo la seguí  como un autómata, antes de girar la llave me dijo coqueta…

  • Mi madre no está, hace un momento que se fue.
  • ¿No se enfadará?
  • Jajaja, todo lo contrario, pasa.

Hugo se adelantó y tomó posesión de la casa, las caricias de Paty le habían autorizado a disponer y no tardó en localizar el comedero de Terry y se sirvió ávidamente, luego se tumbó en su manta y se durmió.

Paty me llevó a su habitación, al pasar por la habitación de sus padres la entreabrió y me informó.

  • Esta es la habitación de mi madre, ¿te gusta?

Hice mención de asomarme y asentí, me llamó la atención de que no dijera de “sus padres” y la coletilla de si me gustaba pero para cuando reflexioné ya estaba en su habitación, aunque había una silla se sentó en la cama y palmeó a su lado para que hiciera lo mismo.

El aroma que desprendía me mareaba y su proximidad más, cuando encendí la pantalla para enseñarle las fotos, se pegó a mí, ya no había por qué temer nada de “proximidad” y no hice nada por separarme, al contrario, pasé un brazo por detrás de ella y sostuve la pantalla con la otra.

Paty me cogió la mano para que no se moviera la tablet y fue comentando las fotos, ella misma pasaba el dedo para que se sucedieran y me sonreía cada vez, con la postura y la cantidad de fotos que le había llevado y los comentarios que hacía se fue recostando sobre el brazo que le sujetaba por atrás y cuando llegaron las de ropa interior me sonrió maliciosamente.

Pronto sacó el tema y dedujo que me habría gustado retocar aquellas fotos, le exageré diciéndole que había modificado a las modelos, que a una que tenía más tetas se las puse yo, ella echó a reír a carcajadas no creyéndome y fue la excusa para enseñarle las que tenía sin ropa.

Le demostré que aquella misma chica apenas tenía un bulto que era casi todo pezón y en la otra parecía mucho más de talla, seguramente por la prenda que llevaría relleno.

  • ¡Qué suerte!, si se pudieran cambiar las cosas tan fácilmente…
  • Claro, con el Photoshop lo que quieras…
  • No, me refiero a las de verdad.
  • ¿Para qué?, precisamente tú no te puedes quejar.
  • ¿Qué no?  Si vieras… si tuvieras esa facilidad pronto me cambiarías varias cosas.
  • ¿Por ejemplo?
  • Uy… mira, las orejas… aunque no se me ven las tengo de soplillo y las… tetas, sí también las tetas.
  • De las orejas si no lo dices no se sabe pero las tetas, no me he fijado pero parecen preciosas.
  • Que va, mi madre sí que las tiene bien.
  • No sé-mentí- pero ella me contó que tú tienes un cuerpo mucho más bonito que ella, de todas formas no puedo opinar.**
  • De mi no pero de ella…
  • ¿De ella? no sé cuándo ni cómo.
  • El cuándo te lo puedo decir yo y el cómo casi seguro que también.
  • No comprendo…
  • ¿No te acuerdas el otro día cuándo la viste por el teléfono entrando en la ducha?
  • Mmm-me vi descubierto y disimulé- no, no recuerdo…**
  • Claro que recuerdas, “te” dijo que se iba a duchar y te enseñó cómo entraba desnuda… pues era yo la que te escribía, cuando se desnudó le hice una foto con su teléfono y te la mandé haciéndome pasar por ella y hablaste por los codos, hasta me enseñaste tu “reloj”.
  • ¿Mi reloj, cual?
  • El que tenías al lado de la polla, que por cierto es un buen ejemplar.
  • ¿Entonces eras tú?
  • Sí y me contaste como te la mamaba y cómo follabas con ella.
  • Joder Paty eso no se hace, es meterte en la intimidad de las personas.
  • Jajaja, pero es muy divertido y seguro que te puse la polla como en la foto o… cómo la tienes ahora.
  • Vaya, tu madre preocupada por tu falta de interés con los chicos y resulta…
  • Jajaja, en esta familia no es nada lo que parece, ya te irás enterando.
  • ¿Qué quieres decir Paty?
  • Nada Manu, es mejor que te enteres por ti mismo.

La chica tiró de la tablet que yo sostenía en la mano y descubrió la potente erección que tenía, me miró a los ojos y se apoyó en el brazo que la sujetaba por la espalda, yo aflojé y ella lentamente se tumbó sobre la cama.

La blusa brillante que llevaba se pegó a la piel, entonces pude adivinar que su madre tenía razón, Paty tenía unas tetas de concurso pese a lo que ella decía, mi mano se posó en su cintura, estaba indeciso por qué camino tomar, si bajaba hacia el pantalón elástico sabía lo que me esperaba, el bulto que formaba el pubis, marcaba los labios incrustándose en ellos pero por arriba las dos tetas erguidas, en punta y un poco separadas me atraían más, pues claramente no llevaba sujetador.

Paty me sacó de dudas pues levantó la blusa y me enseñó el camino, desde el ombligo perfecto subía un canal que se perdía en la penumbra y que apenas enseñaba el comienzo de sus pechos, mi mano se aventuró por ahí y sin apenas rozar su piel fui subiendo y sintiendo el temblor que provocaba mi roce.

Según subía iba notando más calor y cuando llegué a la curva ascendente de sus tetas me detuve y con los dedos abarqué a las dos, los párpados de Paty se cerraron sin poder evitarlo y debajo del suave tejido emergieron dos bultos que un momento antes apenas se marcaban.

No quise ir directamente a por ellos, rodeé la redondez de la teta derecha, notaba la suavidad de la piel y el calor que desprendía y llegué hasta el comienzo, debajo de la axila.

Paty había levantado los brazos por encima de su cabeza dejándome el campo libre, la blusa tirada por los brazos se subió hasta el comienzo (o final) del ancho canalillo y cuando volví con la mano hueca cubriendo el pecho y adaptándome a su circunferencia, la chica ladeó su cara suspirando con dificultad.

Al pasar sobre la areola áspera me detuve un momento, fui lentamente y al enredarse el pezón entre mis dedos noté como dejaba de respirar, mantuvo el aire hasta que proseguí, por un momento presioné con dos dedos el duro botón para seguir hasta la bajada que la separaba de la gemela.

La respiración se recobró y cuando subí por la otra teta volvió a agitarse hasta el momento culminante en que presioné desde abajo hasta el mismo pezón formando un cono con la carne dura y tierna.

Paty volvió su cara hacia mí, me miró con una mirada ausente, con los ojos entornados, esperando mi siguiente caricia, la blusa con la ayuda de mi mano ya descubría prácticamente todo el pecho, estaba recogida debajo del cuello y sólo tuve que inclinarme apenas para con la punta de la lengua rodear la areola por completo y aplicando los labios aspirar hasta que toda ella y el pezón como un ariete entró en mi boca hasta el paladar.

La joven quedó extendida sobre su cama con los brazos sobre su cabeza, a la vez que chupaba con deleite su pezón izquierdo miré entre las dos tetas y vi la extensión plana que se perdía sobre su estómago y su vientre.

Las piernas se habían separado lo suficiente para mostrar que los muslos embutidos en el tejido elástico, estaban muy bien formados y se unían en un pubis abultado perfectamente esculpido.

Ya iba mi mano hacia allí cuando me acordé que la otra teta estaba esperando y con toda la mano la recogí y la atraje hacia la izquierda y mi boca pasó de una a la otra dándole el mismo trato.

Un poco inclinado sobre Paty podía oír su respiración entrecortada, a cada movimiento de mi lengua la chica quedaba inmóvil a la vez que su estómago temblaba.

No tuve prisa con sus tetas, me di cuenta que las tenía sumamente sensibles y con ellas podía provocarle un orgasmo, sus piernas sin control se abrían y se encogían nerviosas, hasta que mi mano bajó por el ombligo y se posó debajo de él.  Instintivamente me cogió la mano por la muñeca, me sorprendió pues estaba seguro de que le gustaba lo que hacía, debió ser un movimiento reflejo porque cuando le mordí el pezón más de la cuenta entendió y me soltó apresurada dejando caer la mano a su costado.

No quise precipitarme soltando los botones y la cremallera como era mi deseo, preferí hacerlo todo con la boca, cuando solté el pezón estaba tan colorado que parecía que iba a sangrar, con una serie de besos cortos lo consolé y seguí bajando por el pendiente de su pecho dando besos y lamiendo alternativamente, el paso por el estómago fue lleno de sobresaltos por su parte, temblaba y se movía agitada hasta que mi lengua rodeó el ombligo y se coló en él.

Paty quedó paralizada, mis manos rodearon sus caderas y me sujeté sobre ella sin dejarme caer, con la boca busqué el botón del pantalón, era grande y metálico, no me costó nada sacarlo del ojal porque ella encogió el vientre y lo dejó hueco.

La cinturilla del pantalón quedó semi abierta lo suficiente para dejar el tirador de la cremallera a la vista, con los dientes lo sujeté y fui tan despacio que ella podía contar los dientes de la cremallera uno a uno.

Ya casi llegando al final, apareció la puntilla de las braguitas, no eran sexis como las de su madre, eran juveniles, de un color lila pero lo suficientemente pequeñas para marcarle la ingle depilada.

Sin llegar a tocarla con las manos mordí el pantalón y ella colaboró levantando el culo lo suficiente, el elástico del pantalón dificultó un poco pues se adaptaba a su culo pero al tirar fuerte todo el pantalón saltó quedándose a medio muslo.

Paty juntó las piernas lo suficiente para que siguiera bajando los camales hasta sacarlos por los pies, al volver hacia arriba vi la delicada curva que formaba el pubis cubierto apenas por la suave tela de las bragas, ésta quizá obligada por la presión que le hizo el pantalón se había incrustado entre los labios del coño y apenas quedaba tela para cubrir la ingle.

Me arrodillé entre sus piernas, no quería mostrar impaciencia por mi parte pero estaba decidido a hacerla gozar, la chica estaba rendida a mis caricias y no intentaba poner trabas, puse las manos debajo de las plantas de los pies y le subí las piernas sobre ella, las separé y ella las dejó lacias que cayeran a su lado, mi lengua ya tenía paso libre entre sus muslos y no dejó de avanzar entre ellos besando aquí y allá provocando pequeños espasmos a cada caricia.

El olor a coño caliente me llenó los pulmones, a través de las bragas un poco húmedas salía un cálido aroma, puse la nariz entre sus labios y los separé haciendo que las bragas se hundieran más todavía entre ellos, ya no se veía tela pues los labios se cerraron escondiéndola, una serie de lamidas por la ingle le hicieron levantar el culo ofreciéndome su coño para que le comiera sin más dilación.

Pero mi lengua quería hacerla sentir lo máximo, pasó por encima del pubis, noté que estaba recién depilado y recordé la conversación que tuvieron en el parque mientras yo le comía el coño a su madre.

La lengua se deslizó por el monte de Venus tan suave como el culito de un bebé, pasó por debajo de las bragas mojadas y encontró el comienzo de sus labios.  Sustituí la tela de las bragas por mi lengua, la fui apartando hacia la ingle y ocupando su lugar, al llegar al clítoris ya lo tenía tan duro que sólo tuve que levantarle la piel que lo cubría, fue cuando se corrió.

Una oleada de olor fuerte manó del coño y una espuma blanca apareció a la entrada de la vagina, sus labios menores esbozaron una leve sonrisa y acudí a besarlos, se abrieron como una flor y mi lengua se hundió en ellos.

El orgasmo seguía, era suave pero muy largo, sus convulsiones apenas se notaba y los gemidos parecían quejidos, el coño ya totalmente descubierto como un libro fue aspirado y lamido con toda a boca hasta provocarle el segundo orgasmo, éste me pilló desprevenido pues cerró las piernas atrapándome la cabeza entre ellas y no me dejaba soltar mientras se sacudía violentamente.

Tiraba de sus tetas cogiendo los pezones como si fueran de chicle que al soltarlos volvían a su forma con un chasquido.

Con la cabeza hundida entre sus piernas no podía más que lamer y eso hice, ella aguantaba los latigazos que la sacudían pero no soltaba.

De pronto noté que me estiraban, no sabía que era pero cuando pude sacar la cabeza vi a Hugo que tiraba con desespero de mi zapatilla, maldije al chucho porque me estaba interrumpiendo, seguramente se estaba haciendo lo que solía hacer a estas horas y le pregunté enfadado.

  • ¿Qué te pasa Hugo, no ves que estoy ocupado?
  • ¡Guuuaaauuu!
  • ¿Tienes prisa?

No me contestó pero sus ojos casi se salían de las órbitas, por un lado tenía las piernas abiertas de Paty con el coño corriéndose rebosando flujo blanco en cantidad y por otra Hugo me quería decir algo, presté atención y al momento oí la puerta del ascensor que se abría en el rellano de la escalera.

  • ¡Mi madre, es mi madre!
  • ¿Gema?
  • Claro, ¿quién va a ser?  Ya ha vuelto.

La cosa se precipitó por momentos, los ladridos de Terry confirmaron la llegada y Hugo le contestó, entre los dos mantuvieron un intercambio de ladridos que Gema no sabía traducir y se preguntaba al otro lado de la puerta qué le pasaba a la perrita, el tiempo fue suficiente para que Paty se subiera los pantalones y bajara la blusa, yo recogí la tablet y salimos al salón, cuando se oyó girar el cerrojo estábamos sofocados pero viendo las fotografías, Hugo a mi lado se restregaba en mi pierna moviendo el rabo corto.

  • ¡Uff que agobio da la mascarilla! ¡ah, hola Manu! ¿Estás aquí?
  • Mmm, sí Gema, he venido para enseñar a Paty unas fotografías y darle una idea de lo que podemos hacer en cuanto se rebaje la cuarentena, espero que no te sepa mal.
  • Bueno tampoco habría problema que lo hicierais ya, procurando tomar las precauciones oportunas, claro.
  • Eso había pensado yo mamá, Manu es muy atento y sabe hacer unas cosas…
  • Sí, doy fe de ello.
  • ¿Y papá, lo has visto, cómo esta?
  • Sí lo vi pero perecía un poco distante, debe estar mal, con lo cariñoso que es…
  • ¿Va a venir pronto?
  • No se sabe, hasta que no estén seguros de poder garantizar el no contagio…
  • Me alegro y espero que termine pronto esto.
  • ¡Qué remedio!, tendré que seguir sacando al perro todos los días…
  • Si quieres algún día lo puedo sacar yo, mamá.
  • No, prefiero que tú te quedes estudiando en casa.
  • Pero mamá…
  • No te preocupes, Paty, ya veré de organizarlo para enseñarte lo del ordenador, tú mientras practica en casa, más o menos te he explicado cómo se hace así luego ya vienes aprendida.
  • No es mala idea Manu.
  • ¿Tú ves como tenía razón de que Manu es un sol de chico…?

Continuará.

Si les gustó ruego que valoren y comenten.

Gracias.