Mi boca entre las piernas de mi tía

Cómo por primera vez le comí el sexo a una mujer, siendo esta mujer la hermana de mi padre.

Mi boca entre las piernas de mi tía.

Muchas veces noté las miradas de los hombres al ver pasar a mi tía. Con ese culo tan carnoso, ella provocaba siempre miradas de lujuria. Yo tenía doce años y aún no sabía mucho de sexo y tampoco imaginaba que sería la hermana de mi padre quien habría de enseñarme todo acerca de ello.

Ella se divorció a los 26 años y llevaba ya cuatro sin marido. Yo siempre fui muy apegado a mi tía y por eso casi siempre estábamos juntos. Una vez, como otras ocasiones lo había hecho, la acompañé al trabajo. Era sábado y ella debía terminar algo ese día. En la oficina estábamos sólo ella y yo. Ella redactaba cosas, recargada en su escritorio y yo estaba sentado en un sofá mirándola. Fue entonces que descubrí tirada, debajo de su silla, una revista. La recogí y mi tía Leonor, al estar tan ocupada, no notó que yo tomé esa revista y la comencé a hojear. Era algo así como una fotonovela pornográfica. Yo era muy poco conocedor de los asuntos de sexo, pero mirar esas fotos, donde un hombre cogía por el culo a una mujer, me excitó mucho.

-Mira tía, lo que encontré debajo de tu silla, le dije.

Ella volteó y caminó hacia mí

-No debes ver eso- me dijo.

-¿Es malo?-pregunté-.

-No – contestó ella, un poco turbada, porque revisaba de reojo la revista- pero es para mayores.

La tomo y la dejó en el bote de la basura.

-Había una mujer bonita ahí- le dije-.Pero eres más bonita tú.

Ella sonrío y la noté algo nerviosa.

La excitación me provocó ganas de ir al baño, así que fui. Me entretuve un poco, así que tardé algo de tiempo y cuando regresé. Antes de entrar a la oficina, me quedé mirando a mi tía Leonor y noté que tenía la revista y la hojeaba. La estaba leyendo y noté cómo se movía inquieta. De repente observé que una de sus manos estaba bajo el escritorio y ella se movía y entrecerraba los ojos.

Entré despacio y no se dio cuenta, ya que comenzaba a estar muy excitada.

-El leer esa revista me dio ganas de hacer pipí- le dije.

Ella se asustó al ver que yo había regresado, y se quedó mirándome, porque no sabía qué decir y su respuesta, luego de un corto silencio fue:

-A mí también me han dado ganas de hacer pipí.

Ven, me dijo, toca. Tomo mi mano y me la acercó a su pucha, ya que tenía levantada la falda. Ves como estoy mojada y tengo ganas de hacer pipí. Cerró los ojos cuando llevé mi mano a su pepa y yo comencé a pasear los dedos sobre sus bragas, que estaban muy húmedas, mientras, ella se movía y dejaba escapar algunos jadeos.

Mi pene comenzó a ponerse tieso, como me había sucedido algunas noches y otras veces, cuando había mirado fotos de algunas mujeres desnudas. Seguía masajeándole la pepa a mi tía.

Ella notó mi verga y dijo "huy, se te puso durito el palo", y comenzó a masajearlo.

Se levanto y se sentó en el sofá, ya estábamos muy excitados y ella subió más su falda y me tomó de la cara y poco a poco me colocó la cara sobre su pepa y me dijo que le llenara las bragas de saliva.

Yo chupaba todo y ese olor de sexo que nunca antes había conocido, me ponía como loco.

-Así mi amor- decía ella-. Cómele la raja a tu puta tía.

Luego se bajó las bragas y me coloqué frente a su pucha y comencé a chupar como un perro. Ella se movía y jadeaba y mientras yo le metía la lengua en su raja, noté cómo terminaba en mi boca, y me dio todos sus jugos, que bebí como la más rica de todas las bebidas, jamás probada por mí.

Continuará.

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