Mi apuesta. 2

Mi nombre es Laura, esta vez soy yo quien narrará la historia.

Soy Laura, la compañera de Juan en la agencia, aunque Juan ya me describió en el primer relato de mi apuesta, no me hizo justicia, quedé como una chica mona de 38 años, que está bien de cuerpo...y poco o nada más. Sólo se yo lo que me cuesta mantener este cuerpo no solo por los esfuerzos del gym, sino por las abstinencia cuando me siento en la mesa.

Lo cierto es que la descripción fue sosa, incluso la de el,  que es un tío buenorro que está como un queso.

Vayamos al grano que es lo que a todos nos interesa. Gane la apuesta, cierto, me la curre como nadie sabe, tan solo se yo, lo que me costó decirle lo que le dije en el ascensor, todos los días previos que pase, estuve en un sinvivir. Mi marido se dio cuenta, el domingo anterior al lunes día "d", estuvimos follando como cada domingo a las 6:30, que se nos olvida desconectar el despertador y aprovechamos el olvido en que desnudos nos homenajeamos mutuamente entre la suavidad del edredón. Antes he dicho follamos y digo bien, el me hacía el amor y yo follaba como poseída por los pensamientos del cobro de mi apuesta.

Y eso se nota y el, como no era de extrañar lo noto, aunque no dijera nada. El lunes por la noche, llegue a casa con el calentón de la deuda cobrada y allí si, allí follamos los dos como unos locos, me la metió en todos mis agujeros y los dos exhaustos reconocimos que fue un polvo antologico, no llegamos ni a cenar y nuevamente el despertador finalizó aquel sueño. Nos duchamos, desayunamos y nos despedimos con un beso en el garaje.

Estaba esperando el ascensor, cuando apareció Juan, con un " buenos días " grave y serio. Entramos al ascensor y entonces ya solos me regaló una sonrisa, que yo devolví, salimos juntos, cada cual a su despacho, despidiendo nos con un hasta luego...nos veríamos en la reunión de los martes.

Ya en mi despacho y a solas rebobine todo lo ocurrido la tarde anterior y empecé a ponerme cachonda, pensar en como me puso el muy cabron comiéndome el coño, me excitaba de que manera y lo que más, las ganas con que me dejó de comerle la polla, que por cierto, el no hace comentario, pero es un pedazo de tranca.

Suena el teléfono y me avisan que en 5 minutos empieza la reunión.  Preparo los papeles, mi doy un retoque en la cara, me miró en el espejo, llevo una minifalda negra y una camisa blanca me desabrochó un botón y me pongo la americana. Hoy llevo bragas, alguien me ha dicho que le gustó más con bragas y me las he puesto hoy, aunque están empapadas, limpio lo que puedo con papel y salgo hacia la reunión.

Nos sentamos alrededor de la larga mesa, cada uno en su lugar ya predeterminado, Juan, está frente a mí, me miraba y sin decir nada, sin mover un solo músculo de su rostro, me estaba diciendo todo lo que no me dijo ayer por la tarde, eso que se decía mientras te fumabas el cigarrillo de después, cuando salían aquellas frases preciosas tras un placentero orgasmo.

Paso más de una hora de reunión y no me enteré de nada, pero me lleve un buen calentón y las bragas otra vez mojadas.

Iba con Juan por el pasillo y me dijo con voz suave y acercándose a mi oído ...

  • Apuesto a que no te has enterado de nada.

Le contesté con una sonrisa y tras un lapsus de tiempo, le dije...

  • No apuestes por lo que pueda pasar.....

Y me metí en el baño de señoras, despidiéndome de el.

En ese justo momento empecé a maquinar el plan para la siguiente apuesta y que perdiera yo.

Al mediodia, fui a comer con Andrea, mi colaboradora en el departamento. Al entrar vimos a Juan en barra tomando café, nos dijo que ya había comido y que estaba en la barra porque había gente esperando y el ya había comido. El comía a las 13 horas, había vivido muchos años en Francia y le gustaba más ese horario, que el español, la empresa nos daba total libertad de horario, siendo muy flexible.

Me fijé en las miradas que Andrea le echaba a Juan y me percate que le gustaba, yo le miraba y notaba cierta sonrisa en su boca, suspiraba recatada mente mientras me mordía el labio, hasta que por fin nos dieron mesa y el se acabó el café.

Nos sentamos en la mesa y Andrea lo primero que soltó fue:

  • que bueno que está este tío, me pone a cien, te has fijado en el paquetorro que marcaba,  debe tener la polla como Dios.

Yo solo reía por no mostrar otra cosa y ella insistía

  • Pero no te has fijado?

  • Es que yo miraba por encima de la barra y tú por debajo.

Juan fue el tema de conversación durante la comida y yo seguía excitando me con mis pensamientos calenturientos que habían empezado por la mañana y todavía no habían cesado.

De vuelta a la oficina Andrea me comentó sobre la circular de personal, sobre la cena de navidad, será el próximo viernes en el mismo sitio del año pasado, me dio mucha alegría, este año coincidía con la de mi marido y tendríamos el fin de semana para recuperarnos.

Aquella tarde me traerían el pedido de material y debería inventariar lo y guardarlo en el almacén esa misma tarde.

Había hecho los huecos en las estanterías y todo estaba preparado, era la encargada del material de oficina de la empresa y tenía la responsabilidad sobre el, incluyendo un pequeño cuartito donde lo almacenaba.

Sonó el teléfono, era el transportista y me comunicaba que había tenido un pequeño siniestro de tráfico y que llegaría poco antes de las 5, no me quedaba otra que esperarle.

Llame a Andrés, para decirle que no iríamos al supermercado, por el dichoso incidente, pero que le pasaba la lista por WhatsApp y que fuera el, necesitaba algunas cosas para la cena de hoy y que estaría en casa sobre las 8,:30 o 9:00.

Sonó el teléfono de recepción para avisarme de que me traían un pedido y que debía de firmar los albaranes.

Baje firme la aceptación y me dirijo al almacén para que alguien con una carretilla me los llevará al cuartito del material.  Abrí la puerta del cuartito y me dejaron los paquetes en el suelo, debería abrirlos comprobar los albaranes y clasificarlos en las estanterías. Estaba allí con la puerta abierta, ya se había ido ya casi todo el mundo, cuando Juan se asomó por la puerta y me dijo:

  • Todavía por aquí?

  • Si Juan, todavía, me han traído el pedido a las 5 y tenía que contabilizarlo, clasificarlo antes de almacenarlo.

  • Buff, menuda faena

  • Te ayudo y acabamos antes

No me dio tiempo a decirle nada, ni tampoco era una pregunta, se quitó la americana, la corbata y se remango la camisa.

En media hora, habíamos acabado y solo eran las 6:30.

  • Como podría pagarte por el favor que me has hecho ?

Le pregunté ingenuamente.

El me contestó con una sonrisa, me acerque a la puerta y cerré con llave y me di la vuelta y el estaba justo allí, detrás de mí, me cogió de la cintura y nos besamos, primero suavemente y después nos comimos literalmente la boca, me cogió del culo y me atrajo hacia en, apretó su sexo contra mi cuerpo y me abrazaron sus brazos, mientras nuestras lenguas se retorcían una vez dentro de su boca y otras en la mía, empecé a desabrocharle los botones de su camisa y el hizo lo mismo con mi blusa. Estaba superexcitada, pero aquello era una locura, pero el sentir su piel en mi piel, perdí el sentido comun y cuando se agachó y me lamió suavemente los pezones se pusieron como garbanzos y note como me estaba mojando las bragas. Le cogí el pene por encima del pantalón, está duro como una piedra y además está ya de buen calibre, le baje la cremallera de la bragueta, metí mi mano dentro de su bóxer y le agarre la polla entre mis manos y vino a mi todo el deseo contenido que había sufrido desde nuestro primer encuentro. Me arrodille ante aquel tótem, digno de ser adorado, un capullo enrojecido y brillante con un hilillo de líquido preseminal, invitaba a chuparlo, aquel tronco  de piel morena y con venas muy marcadas de color verdoso y sobre todo el olor a sexo acumulado de la erección del final de la tarde, hizo que me la metiera en la boca, sin más preámbulo el gimió, note como sus testículos se endurecieron, mientras mi mano los estrujaba y mi boca iba tragando aquella tranca que apenas podía meterla en mi boca, la saqué de mi boca y mi lengua jugaba con el frenillo y luego con el capullo fuera de

mi boca le daba pequeños mordisquitos en el tronco, eso le excitaba y volvi a metermela en la boca, a chuparla, succionar la hasta que el me cogió la cabeza y con movimientos pélvicos empezó a follarme la boca  con la mano izquierda le acariciaba los huevos y con la otra me masajeaba el clitoris que estaba ya empapado.

Note el espasmo en sus testiculos y me avisó que iba a correrse, yo seguí chupándole con más ganas hasta eyacular en mi boca, ante tal cantidad de semen, tuve que abrir la boca y sacármela, cayendo las últimas lechadas en el suelo. Me levanté, le abrace y no nos dijimos nada, solo hablaba nuestra piel, estaríamos como varios minutos abrazados y besandonos. Me miró a los ojos y me dijo:

-Ahora te toca a ti.....

Le dije sinceramente

  • me apetecería follarte, pero sería una locura hacerlo alli, habra que esperar a un mejor momento.....

Nos arreglamos la ropa y salimos de aquel cuartito, subimos al ascensor para bajar al parking, nos volvimos a fundir en un beso, hasta que notamos que el ascensor había llegado, cada cual cogió su coche y salimos de allí con la sensación de no haber perdido ninguna apuesta.

Tal vez ya no era necesario apostar nada y aquello nos había servido a los dos para romper el límite de la cordura y entrar en la dimensión del deseo, aunque toda acción tiene su reacción y tendrá sus consecuencias...