Mi apetecible hermana y su maravillosa hija
Mi hermana y yo éramos amantes. Al llegar a la adolescencia una de sus hijas tuvo un formidable despertar sexual, sometiendo a su madre y condicionando nuestra relación. He aquí lo ocurrido.
En entregas anteriores les conté que cuando tenía 25 años, estábamos pasando un verano en un camping y acudí a un grito de auxilio de mi hermana que se hallaba sola en su carpa. Entré y maté una araña grande y peluda. Entonces descubrí que mi hermana, una tía rubia de ojos azules, y muy bien formada, se encontraba completamente desnuda y como consecuencia del susto se echo encima mío, abrazándome y besándome. El roce de los cuerpos, el sabor de mi hermana y el gusto de lo prohibido hicieron que ambos nos calentáramos e hiciéramos el amor y a partir de allí nos enamoráramos perdidamente uno del otro.
Si bien habíamos prometido que no volveríamos a tener sexo juntos, la llama que había prendido dentro nuestro hizo que tuviéramos un segundo encuentro y a partir de allí seguimos viéndonos y haciendo el amor en secreto porque nadie iba a entender nuestra relación.
Unos doce años más tarde el fuego seguía como el primer día. Habíamos alquilado una casita en un barrio solitario donde nadie nos conocía y en horas de trabajo nos encontrábamos tres días de la semana para amarnos.
Uno de esos días, como era costumbre, se abrió la puerta de la casa y apareció mi hermana, apetecible y hermosa. La tomé, acercándola hacia mi, para abrazarla y besarla, nuestras bocas se unieron en un beso de lengua mientras mi pecho se refregaba contra sus tetas y mi pito a través del pantalón acariciaba su sabrosa concha.
"Déjame respirar, so pulpo" dijo ella apartándome un poco, lo cual indicó que en ese momento algo raro pasaba. "Es que no estas esperando que llegue este día para entregarte a mi" le dije. "Sabes que sí, pero tenemos un buen rato, puedes dejarme llegar". Y con pasos decididos se dirigió al bar y sirvió dos copas.
Me senté en un sillón y la miraba mientras preparaba las margaritas. !Que mujer divina era mi hermana! ¡ Y que suerte que era toda mía!
Me ofreció uno de los cocktails, se sentó a mi lado, me dio un beso tierno y me dijo "Pepe estoy preocupada, tengo algo importante que contarte y no se como empezar".
Les confieso que me vino miedo, si lo que se venía era para cortar la relación me moriría, pero disimulando mi temor la alenté a que me contara lo que ocurría, despacio y desde el principio.
"Sabina....." dijo mi hermana..
Sabina es una de sus hijas gemelas, la otra se llama Emanuelle. Son dos adolescentes muy dulces, pero de carácter bien diferente. Sabina es una rubia alta y flaquita, de ojos azules, con una personalidad extrovertida, que cuando llega alguien a su casa lo colma de atenciones, le habla sin parar y lo hace sentir como un personaje. Tiene muchos amigos y amigas, traspasa todos los límites y yo presumo que va a descubrir muy pronto el amor y a enseñarle a hacerlo a todos los chicos de su generación. Igual que su hermana es muy bien parecida, de pechos duros y sobresalientes, estrecha de cintura, un culito chico pero bien formado y piernas largas que ya estaban tomando su forma femenina. Es un torbellino de persona.
Su hermana Emanuelle es más callada y tranquila, pero muy dulce y divertida. Ella también va a hacer sus conquistas, pero por su carácter, en menor cantidad y con menos atrevimiento.
"Sabina es la mas madrera de tus sobrinas y como sabes es hiperactiva y se enteró de lo nuestro" dijo mi hermana Beba, mientras yo pensaba angustiado: "Estoy frito".
"El hecho es que desde hace tres semanas empecé a notar cosas raras. La vi poniéndose mi ropa, casi no tengo bombachas ni corpiños limpios, están todos lavados, mis perfumes se gastan o desaparecen y además todos los días al llegar a casa encuentro sobre mi cama un ramo de las flores que más me gustan". Y siguió contando "Todas las noches se viene a mi cama, me abraza y me da unos besos grandotes, que son muy agradables, pero cuando le digo que se retire me dice que tiene miedo de estar sola en su cuarto, que ve sombras y que quiere que la acurruque como cuando era mi bebita y termina durmiendo en mi cama abrazada a mi". "A veces me despierto en la noche y siento que acaricia mi pelo y me besa".
Mientras ella contaba eso yo la escuchaba, todavía con temor, pero ahora empezaba a despertarme una sensación de morbosidad. "Y desde cuando duerme ella contigo todas las noches" pregunté.
"Desde hace unas dos semanas, pero lo peor es que hace tres noches tuve una pesadilla atroz, que me decidió a cortarle los mimos". "¿Que soñaste pregunté?" e hizo silencio porque no podía contestar, la alenté, le dije que nada podía ser tan tremendo, la abracé y la besé con dulzura y luego de un llanto dijo "soñé que hacíamos el amor".
Mi pito no sabía si alzarse o bajarse. Por un lado mi hermana estaba angustiada y me dolía, por otro la historia estaba excitante.
Por eso, dijo ella, "antes de ayer cuando vino a mi cuarto me puse muy firme en que no quería que durmiera conmigo, que estaba muy cansada y que me dolía la cabeza, y la eché del cuarto y cerré la puerta con llave". "Pensé que eso resolvería todo y me dormí, pero de madrugada me desperté escuchando golpes y sollozos afuera de mi puerta. Abrí y estaba ella llorando sin poder hablar y su hermana tratando de saber que le pasaba. La entramos a mi cama y Emanuelle se fue a su cuarto. Como no paraba de llorar le permití que me abrazara nuevamente y de a poco se fue calmando y nos dormimos". "Al día siguiente Sabina estaba radiante y se comportó como siempre, así que me preparé para convencerla de otra manera al llegar la noche. Pasé todo el día pensando que decirle. Decidí dejarla empezar su juego y luego enfrentarla, pero las cosas no salieron bien" y mi hermana echó nuevamente a llorar.
¡Que delicioso es consolar a mi hermana cuando llora! Saben, se pone más hermosa que nunca. Así que yo empecé a besarla y abrazarla. Ella trató de detenerme pero seguí besándola. "Para, lo que te cuento es importante" me dijo, "si pero te quiero mucho y te voy a sacar la angustia" y seguí besándola, sobandola toda y su cuerpo empezó a cobrar calor. Me fui sacando toda la ropa y luego seguí con ella. Le saqué su bucito, su sutien y sin perder el tiempo también se fueron el pantalón, la bombachita, las medias y quedamos desnudos en el sillón. Yo, encima de ella besándola. Levanté sus rodillas, mi pija estaba bien grande y dura, la enfile contra su concha y se la clave. "Aaaahhhhh" exclamó en señal de que estaba bien excitada, así que comencé a embestirla. Me la estaba cogiendo. La saboreaba con los besos que le daba y la saboreaba con mi pija cada vez que la clavaba en su concha. Estocada tras estocada ambos explotábamos de placer. Retardé un poco mi orgasmo porque me gusta acabar justo cuando ella esta sintiendo el suyo. Le fui tocando el culo con mis manos y manoseándola toda mientras sentía como su cuerpo se ponía cada vez más caliente hasta que ella pidió, "por favor clavamela hondo que no puedo más". Entonces la embestí cada vez más fuerte y más profundo, hasta que un chorro de semen brotó de mi pija inundando su concha entre gemidos y grititos de placer de uno y de otro.
Como el sillón no era cómodo para descansar, lentamente me fui levantando, cuidando que mi pija no se saliera. Así, me levanté con ella abrazada a mí, envolviéndome con sus piernas y con mi pija clavada en ella caminé hasta la cama, donde nos acostamos ensartados como estábamos y nos quedamos dormidos.
Luego de un rato me fui despertando. Todavía estábamos ensartados, pero mi pija estaba flácida. La besé y se despertó. "Estas más aliviada le pregunté" "Si" contestó ella.
Luego de un rato de silencio le pedí que reanudara su historia.
"Ante noche, cuando nos retiramos a dormir ocurrió lo de siempre. Al rato de haberme acostado, abrió la puerta de mi cuarto y se zambulló en la cama besándome y abrazándome, haciéndose la bebita. Cuando la pensaba parar, salió de la cama y me dijo "mamá todos los días lloro porque siento que tengo feo cuerpo, que soy fea y que a nadie le gusto". "Caí en la treta y le dije que no era así, que era bonita y que tenía lindo cuerpo". Sabina dijo "no mamá, mírame" y lentamente comenzó a sacarse la ropa. Se desprendió la camisa y la tiró al suelo quedando en soutien. "Le dije no hagas eso" pero continuó lentamente sacándose el sutien mostrando sus bultitos, todavía chicos pero firmes.
Le volví a decir "Sabina no hagas eso", pero tomo con sus manos los bajos de su minifalda y girando lentamente su cuerpo dijo "ves mamá soy tan fea que ni tu podes verme".
A todo esto mi pija se estaba endureciendo nuevamente, era evidente que la chiquilla estaba tratando hábilmente de seducirla. Pero mi hermana detuvo su narración, así que haciéndome el tonto le pregunté "y tu que problema tenias para consolarla".
Después de un rato mi hermana respondió "es que al observarla yo empecé a sentirme caliente. No quería admitirlo pero me gustaba verla desnudarse delante mío, así que solamente le repetí "no sos fea sos muy atractiva" y ella continúo desvistiéndose. Se sacó la pollera y empezó a juguetear con su tanguita. La bajaba de a poquito de una punta y la dejaba levantada de la otra y luego hacía al revés amenazando sacársela del todo y luego volvió a preguntar "mamá verdad que soy fea" y no me atrevía a contestarle porque estaba tan caliente que no me podía dominar.
De pronto se sacó la tanguita y se metió a la cama. Nuestros cuerpos estaban hirviendo. Yo quería que se fuese y se lo pedí por favor, pero Sabina se me echó encima y me besó en la boca, con la misma voracidad que tú haces y no pude rechazarla. Me hizo un beso de lengua y me terminó de calentar toda. Ya era suya y empezó a desnudarme mientras me besaba el cuello, las tetas. Agarró mi bombacha, se puso la parte que toca mi pubis en su boca y lentamente empezó a tirar de ella quitándomela y ahora como una perra rabiosa me abrió las piernas y me clavó un dedo en mi concha. Yo ya no podía resistirme, tenía una calentura que estaba a mil. Me puse a volar cuando ella puso su boca en mi concha y me la empezó a chupar a la vez que me clavaba un dedo en el culo. Con cada chupada mi calentura aumentaba hasta que me hizo venir un orgasmo. No podía creer que me estaba haciendo el amor mi propia hija y como me dominaba. Cuando absorbió con su lengua mis jugos se detuvo a saborearlos y volvió a echarse encima mío y siguió dándome besos de lengua, hasta que después de un rato ambas nos quedamos dormidas abrazadas".
A todo esto yo me había excitado, mi pija que nunca había salido de adentro de la concha de mi hermana, se había puesto dura mientras ella contaba su anécdota y cuando estaba yendo al final yo la bombee nuevamente. Me sentía cogiendola por mi y por mi sobrina y notaba nuevamente que mi hermana se calentaba y dejaba de contar. Hice como mi sobrina, le metí las manos en el culo y le introduje un dedo mientras le enterraba más mi pija . Noté que mi hermana reaccionaba a mil al dedo, así que le levanté las rodillas, saqué mi pija de su concha, que estaba toda chorreada y pegajosa y entonces le levanté ambas piernas, quedando a la vista su concha y su ano.
"Pepe ¿que vas a hacer?"dijo mi hermana adivinando mis intenciones. Entonces, sin dejarla pensar más dirigí la cabeza de mi pene a su ano y empezé a empujar. "No lo hagas, me podes lastimar, aaaaaahhhhhhh" y se cayó cuando sintió mi pene entrar con decisión en su culo. ¡Que hermosa sensación, sus piernas levantadas se apoyaban en mis hombros y mi pene embestida tras embestida se iba introduciendo por el culo. Ella con una mano se masajeaba la concha y se le escapaban gemidos de placer mientras mi pene ya aprisionado totalmente por las paredes de su culo se movía dentro de ella. Ambos estábamos cerca del orgasmo así que la empecé a embestir con toda fiereza hasta que mi mi pija estalló y el semen baño su culo. Le seguí dando porque era preciosa la sensación, hasta que de a poco mi pija se fue achicando y entonces le bajé las piernas y me quedé encima de ella besándola.
"Te hice daño le pregunté afligido". "No, me hiciste feliz" y continúe besándola porque besar a mi hermana es una de las cosas que más me gusta.
Al rato, mi pene se salió y me puse boca arriba a la par de ella. Ambos mirábamos callados el techo de la habitación, hasta que recordé lo que ella estaba contando y le pregunté ¿Y ayer qué pasó?
Y comenzó a contar: ayer se puso peor. Me desperté deseando que hubiese sido una pesadilla, pero no, estábamos las dos en la cama, desnudas y mojadas abrazadas como dos amantes. Me levanté, me bañe y me fui de casa avergonzada por haber permitido lo que ocurrió la noche anterior. A la vez preocupada porque no podía controlar a la chiquilina. Pensé en llamarte, pero no me animaba a contar lo que estaba sucediendo. Por la noche cenamos las tres como si nada hubiera pasado y tras lavar la cocina me fui a acostar y cerré la puerta de mi dormitorio con llave para que no entrase. Como me temía comenzó Sabina a golpear a la puerta. Le dije despacio "andate, no quiero que se repita lo de anoche" y ella contestó "yo quiero repetirlo mama, yo te amo, abrime porque si no me voy a poner a gritar que anoche te cogi y que tu te la pasas cogiendo con el tío, si no querés alboroto abrime" Y le tuve que abrir sabiendo que iba a volver a ser su presa.
Le pedí que no lo hiciera, pero me tomó con cariño y me abrazó y me dijo "mamá lo que pasa es que estoy enamorada de ti y se que anoche te gustó lo que hicimos. será raro, pero lo nuestro es nuestro y los demás no existen" y luego siguió abrazándome y besándome, en los labios, luego un beso de lengua, siguió con el cuello y luego mis senos. Yo sabía que no podía resistirme ante su vendaval juvenil. Además es una chiquilla cariñosa y deliciosa y es difícil negársele.
Al poco rato estábamos ambas desnudas y ella me pidió que yo buscase con mi boca y mi lengua sus partes sensuales. No pude resistir su pedido y comencé a besarle los pezones, acariciarle el pubis y enseguida ambas hervíamos de calor. Cuando mi lengua tocó los labios de su concha, su cuerpo se contrajo, la excitación fue incontenible y sin saber como estábamos haciendo un 69. Mi lengua penetraba su pubis y la suya el mío la excitación de hacerlo con mi hija y la de ella de hacerlo con su madre hizo que enseguida tuviéramos ambas un orgasmo.
Nos pusimos a la par. Comencé a mirarla y jugar con su pelo. No sabía como pero esa jovencita se había convertido en mi amante y era bellísimo.
Pero era una amante fogosa. La cogida no le alcanzó y quería más. Sacó de abajo de la cama un consolador que había traído escondida y me dijo "mamá ahora te voy a coger como nunca te cogieron antes y tu me lo vas a hacer a mi también."
El consolador era de goma, dura, con forma de un ángulo abierto y con una cabeza de pija en cada extremo. En la parte del ángulo tenía un doble par de huevos. Las cabezas estaban perforadas, como si fueran unas pijas reales.
Hizo que con nuestras manos amarráramos el consolador por los huevos y que cada una chupara su cabeza del consolador, mientras con la mano libre cada una manoseaba el pubis de la otra para volvernos a excitar.
Con lo que ella dijo y lo que estábamos haciendo ya me volví a poner cachonda y a ella le ocurrió lo mismo.
Luego me pidió que le introdujera la punta del consolador que yo estaba chupando en su concha. Comencé esa tarea y se lo fui metiendo mientras nuestros rostros se ponían rosados del calor. A medida que el consolador entraba en su concha ella gemía de placer y a la vez yo notaba como al ir desapareciendo una punta y quedar los huevos afuera era como si mi hija Sabina tuviera una pija.
Cuando terminé de hacer esto, ella con el consolador clavado en su concha se incorporó, me tiró sobre la cama y me dijo "mamita ahora si que te voy a coger".
Se echó sobre mi y me empezó a besar en la boca mientras yo sentía como el consolador, duro, rozaba los pelos de mi pubis. Ella me agarró del culo mientras yo le tocaba las tetas. Esto se ponía impresionante.
Me manoseo todo el culo y me metió un dedo adentro mientras me decía "te lo voy a clavar todo, te voy a coger toda". Estaba tan caliente, que instintivamente levanté las rodillas y ella me empezó a clavar el consolador en la concha. Parecía que estaba haciendo el amor contigo, pero era Sabina. Era ella la que entraba en mi concha con su consolador y me la clavaba y ambas jadeábamos, gemíamos y emitíamos grititos de placer. Estuvo largo rato bombeándome y tuve un orgasmo y sentí que ella también había tenido uno, pero siguió bombeándome y diciendo quiero más, te voy a coger toda la noche, te voy a matar de placer mamita mía. Y volvimos a calentarnos y tuvimos varios orgasmos, hasta que en un momento me vinieron ganas de darla vuelta y cogermela yo, al fin de cuentas es mi hija, me quiere y está divina. Hice de hombre, era mi pija la que entraba en su concha y mis dedos en su culo, mientras ella me agarraba las tetas y tuvimos un orgasmo y seguimos y tuvimos otro, hasta que rendidas nos dormimos una arriba de a otra, clavadas, ensartadas por ese extraño consolador.
Cuando me desperté al día siguiente estábamos de costado, abrazadas y seguíamos ensartadas. Mire su carita hermosa, fresca, joven, se la veía feliz y yo también lo estaba, mi angustia había pasado.
Mi hermana pareció terminar así su relato, pero de pronto me dijo "hay algo más, me pidió que hablara contigo". Al oír eso mi corazón se sacudió mi sobrina sabía de nuestra relación y probablemente no querría compartir a su madre con nadie más, ¿Se habría terminado todo?
"Pepe, Sabina me pidió que te contara todo lo sucedido y que sepas disculpar lo que hizo pero que entiendas que lo hizo por amor". "También dijo que nuestra relación así no podrá continuar, que lo tomes o lo dejes pero que si quieres seguir haciendo el amor conmigo vas a tener que aceptar hacerlo a la vez conmigo y con ella".
Al principio me quedé mudo, luego le pregunté a mi hermana que pensaba ella del ultimátum de mi sobrina y me dijo "yo los amo a ambos, no se si podremos funcionar los tres, pero la condición por ahora la pone Sabina, así que tu tendrás que resolver que quieres hacer, espero que no me obligues a elegir porque no puedo".
Continuará
El Ansia