Mi amor, serás mi puta. Parte 3

Final de serie especialmente escrita para él :)

Me puse de pie, tomé mi látigo y comencé a golpearlo de nuevo. Marcas en su cuerpo se comenzaron a hacer, enrojecidas e inclusive algunas sangrantes, le pegaba con fuerza para que viera quién mandaba. Deseaba que llorara y se arrepintiera de lo que me acababa de hacer por lo que cambié el juego, cubrí sus ojos y decidí cambiar de habitación para que pudiera recibir el castigo como se merecía.

-Abre bien la boca- le dije.

Obedeció las órdenes y con un poco de miedo abrió la boca pero no era suficiente para mí. Pasé los dedos sobre sus labios, pellizcándolos y acariciándolos, incitándolo a abrir la boca, cosa que no hacía. Sin que se lo esperara, quise meterle la mano con la finalidad de que abriera más la boca.

-Abre la boca maldita perra, de una vez- le grité mientras hacía presión causándole arcadas y haciéndole babear.

Tomé una bola para la boca y se la metí, amarrándola alrededor de su cabeza. Una vez bien atada, lo llevé a pasear por la casa así con todo y las esposas, en cuatro, ojos cubiertos además de la boca babeando, era toda una perrita, mí perrita. Entramos a una habitación donde nos detuvimos.

De nuevo le monté pero ahora diferente de la primera vez que lo masajee: el en cuatro, yo sobre él pero en posición invertida, colocando mis manos sobre sus nalgas a las cuales les di una nalgada, obteniendo un leve gemido de su parte. Le di otra pero más fuerte, podía ver mi mano marcada en su piel lo que me tenía sin importancia así que le di otra, otra más, con mucha fuerza, una tras otra intercalando las manos, sintiendo como se retorcía de placer con dolor por los golpes que le daba. Su piel sonaba increíble con cada golpe, yo reía burlándome de él.

-Eres tan perra como yo, que hasta los golpes disfrutas, mmmmm- le comentaba sin dejar de golpear.

Su respiración era intensa, yo estaba mega excitada por lo que de un golpe le abrí las nalgas, dejando su entrada expuesta. Le escupí saliva hasta ver que escurriera hasta el piso en delgadas hebras que mojaban incluso sus piernas.

-Dime, ¿cuál es tu deseo?- dije.

Balbuceaba y babeaba mucho, no se entendía.

-Amor, no puedo entenderte así que haré lo que yo desee.

Me chupé dos de mis dedos y los empecé a girar alrededor de su entrada anal. Me lo iba a follar con ganas. Duré unos dos minutos acariciándole hasta que le metí los dos dedos con fuerza hasta el fondo de su culito.

-Mmmmmmmm- gimió.

-¡Esto estabas esperando verdad perra, pues disfrútalo mientras puedas!- le grité.

Los saqué de nuevo a la punta en su entrada anal, hice presión y girando en círculos le metí los dos dedos lo más en el fondo que pude, follándole rápido sin importarme si le lastimaría con las uñas. Mientras, yo me movía frenéticamente sobre su espalda, con ansias, con desesperación, deseando que su espalda fuera una especie de deformidad con un segundo pene que me ensartara en ese momento hasta el fondo de mi ardiente vagina.

Estaba tan caliente follándolo, moviéndome y gritándole guarradas como que era una puta ninfómana que sentía placer con cualquier cosa en su culo, que era la más barata de las perras y que era mía, además de más cosas. Le saqué los dedos y le metí 3, su esfínter se dilataba más y al parecer el mío también por lo que sentí una corriente eléctrica que recorrió mi cuerpo, como si me fuera a correr. Cuando me excito mucho, me dan unas ganas excesivas de orinar, tan grande que tengo que detenerme para salir corriendo al baño, es una sensación increíble que me provoca contracciones de vagina, me vuelve loca.

Así que mientras me movía y le follaba me recosté dejando mi cara cercas a sus glúteos, lamiendo justo donde termina la espalda y empieza su carnosidad. Mis dedos no podían meterse más, eran 3 a una velocidad rápida, me dolía la mano, pude notar que mi vagina estaba por correrse así que me entregué al placer.

-Aaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhh- grité mientras clavaba mis dedos aún más profundo.

Me quedé exhausta pero mi sorpresa fue enorme cuando de mi vagina empezó a escurrir algo… algo que sabía que también le encantaría…. estaba orinándome, él siempre había deseado que lo meara y sin querer, lo había logrado. Esto sólo había ocurrido una vez antes y no sé ni cómo lo hice. Metí mi mano y toqué mi clítoris, lo que pareció hacer que más líquido saliera disparado mientras gritaba como loca, estaba corriéndome como un animal. Hundía más los dedos mientras me descargaba, sentí que moriría de placer. No sé cuántos orgasmos obtuve, no sabía si él también se había corrido pero sabía que su polla aún guardaba un regalo para mí.

Cuando terminé, me quité de encima de él y vi cómo lo había dejado de mojado.

-¿Te gustó lo que hizo tu ama?- le pregunté.

Asintió con la cabeza. Vi hacia abajo y estaba lleno de semen, efectivamente había tenido un orgasmo justo cuando me corrí sobre él, era bastante líquido seminal.

-Ahora vuelvo- le dije dándole un beso en la frente.

Debía limpiar mi entrepierna, no sabía bien qué fluido había expulsado pero la sensación de sentirme pegajosa no me era muy agradable. Después de 2 minutos regresé a la habitación. Me agradó encontrarlo igual como lo había dejado, por fin estaba obedeciendo. Continué besando su rostro, acariciándole un momento hasta que decidí hacer un juego más. Cambiamos de posición y en cuatro lo hice mover de lugar, jalándolo para que caminara al lugar donde yo deseaba. Nos detuvimos, me quedé en silencio un momento, él no sabía que pasaba.

-Quítate eso y mírame.

Le ordené que como pudiera se quitara el vendaje, para esto, llevó su cabeza hasta el piso donde estaban sus manos esposadas y logró quitar la cobertura de sus ojos. Su expresión de sorpresa fue mayúscula:

Estábamos frente a un enorme espejo, de esos de cuerpo completo, más grande que los tradicionales, ocupando más de la mitad de la pared. Podía ver nuestro reflejo: el en cuatro, con las manos esposadas, con la bola en la boca. Yo, de pie detrás de él, con uno de mis pies apoyado sobre sus nalgas como en señal de triunfo, estaba desnuda, podía ver mi cuerpo a la perfección, nos veíamos a los ojos a través del reflejo. Con mi mano, le hice la seña de que viera más abajo a lo cual obedeció y pudo observar el objeto que tanto deseaba: yo estaba usando un arnés, ajustado a mi cintura, color negro, de largo normal pero muy grueso, mucho más que 3 de mis dedos además de estar completamente lleno de lubricante.

-¿Sabes lo que te va a pasar verdad amor?

Respondía si únicamente con la cabeza. Yo sabía que llevaba mucho tiempo esperando que le hiciera esto por lo que me puse de rodillas, con una mano le abrí las nalgas y poco a poco empecé a rozar su entrada, buscando que su entrada se abriera más, tratando de meter la cabeza del arnés, sacándola y repitiendo la acción un par de veces. Podía ver por el espejo su cara de deseo.

-¿Quieres que tu ama te folle verdad putita?- le decía sonriendo.

Con las dos manos le abrí bien el culo y lentamente se lo dejé ir, costándome un poco de trabajo introducirla hasta la mitad, pero me encantaba ver como su pequeño orificio se la comía completa.

-Mmmmmmmm- fue lo único que pudo gemir.

Le tomé de las caderas y con la mitad que tenía adentro me empecé a mover, follándole suave, veía como cerraba los ojos, disfrutando del dolor y placer que le producía ya que el arnés estaba mucho más grueso que cualquier otra cosa que se hubiera metido antes. Sin importarme, le clavé las uñas en la cadera y rápido me moví, metiéndole todo el arnés hasta el fondo. Gemía como loco. Me excité por dominarlo así que sin dejar de follarle lo desaté y con la correa de su cuello lo atraía hacia mí, haciendo que enderezara su cabeza y pudiera ver el reflejo de como su ama lo follaba, como lo había transformado en mi sumisa.

-¿Quién es tu ama?

-¿Quién es mi perro?

-¿Quién es mi puta?

-¡¡¡Soy yo, soy yo, eres mío, mío!!!

Le gritaba esas cosas mientras con una mano lo inmovilizaba para follarlo y con la otra le marcaba mis manos a base de nalgadas, golpe tras golpe, fuerte mientras se la metía duro y rápido, quería llegar hasta el fondo de su culo, estimular lo más que pudiera. Veía el reflejo de nosotros y me encantaba, él también nos veía y se excitaba más. Su polla parecía que iba a explotar, estaba hinchada, dura, quería expulsar.

Me detuve y lo puse lo más cercas que pude a nuestro reflejo en el espejo. Se lo clavé de nuevo y con la correa lo jalaba, domándolo y quitándole la bola de la boca.

-Eres tan puta, mira cómo te rompo el culo, observa tu reflejo y bésalo, bésense perras, tú y tu reflejo- le decía mientras lo empujaba contra el espejo.

Obedecía mis órdenes, besaba, lamía y chupaba su reflejo, gimiendo y gritando mientras le encajaba lo más profundo que podía el arnés, dándole instantes largos de placer. Creo que tuve varios orgasmos, estábamos fuera de control. Sudábamos muchísimo, mi maquillaje se corría y mi cabello estaba en mi cara igual de sudado mientras mis tetas se movían frenéticamente con cada embestida que le daba pero debíamos parar.

Después de unos minutos de golpes y follarlo decidí que ya era suficiente de eso por ahora, pero aun así tome un consolador un poco más pequeño y se lo introduje de nuevo en su abierto culo, dejándolo clavado en sus profundidades. Después, me puse frente a él, sentada en el piso y le dije:

-Te he complacido en todo y tú a mí, hemos jugado delicioso pero aún hay una cosa que falta por hacer, es tu turno de seguirme- dije esto mientras lo liberaba de las esposas.

Me di la vuelta y en cuatro empecé a gatear alejándome lo más rápido que pudiera de él mientras me burlaba. Al sentirse libre se quitó la correa e igual que yo se fue a gatas siguiéndome aun con el consolador dentro, le fascinaba sentirse lleno del culo. No había salido de la habitación cuando me tomó del tobillo y me hizo regresar a base de jalones. Me puso de nuevo frente al espejo, ahora, él estaba detrás de mí.

-Somos perros y como perros nos tratamos, ¿recuerdas?- me dijo colocándome la correa al cuello.

Repitió lo mismo que yo, me jalaba de la correa hacia atrás muy fuerte y agresivo, se puso de rodillas y pude sentir su caliente polla en la entrada de mi vagina. Como un animal, me la metió de un golpe hasta el fondo haciéndome gemir y gritar de dolor pues a pesar de estar escurriendo, su embestida había sido muy profunda y rápida, sentí como si me hubiera desgarrado todo internamente, casi podía asegurar que me rompió mi coñito con semejante verga gorda y mojada. Me enterró las uñas en la cintura, uniéndose lo más posible a mí y comenzó a follarme rápido y delicioso, realmente lo estaba disfrutando mucho.

-¡Dime que eres!- me decía.

-¡¡Soy tu perra, tu puta, soy tuya!!-le gritaba yo mientras me jalaba de la correa.

Me follaba salvajemente, por los jalones de la correa yo sentía que me asfixiaría pero eso no importaba, me estaba corriendo como un animal, una y otra vez, era maravilloso lo que me hacía sentir. Escupió uno de sus dedos y me lo quiso meter en mi culito. A mí me dolía mucho pues nunca había tenido sexo anal en mi vida. Tomó la botella de lubricante que yo había utilizado para él y la vació completa sobre su pene y mi entrada, sin duda iba a follarme y yo estaba lista para sentir dolor y ese placer que todos decían que se sentía cuando te follaban el culo.

Aún no estaba nada dilatado, permanecía cerrado por lo que supuse que la primera me rompería completamente. Cerré los ojos cuando empecé a sentir la presión de su verga tratando de entrar en mi culito virgen. Me dolía mucho, me ardía, sentía como se iba abriendo paso. Yo estaba llorando, realmente sentía demasiado dolor a pesar del lubricante que tenía en toda mi zona. Gritaba con fuerza que se detuviera, estaba hasta arrepentida de todo el dolor que le había causado, no estaba segura de querer seguir sintiendo dolor ya que sabía que no sólo me dolería en ese momento, sino también después de que me lo rompiera.  Por fin estuvo a la mitad, él, se empezó a mover lento, cada que sacaba metía mucho más, yo seguía llorando, era un dolor terrible. Demoró unos 8 minutos en meterla completa.

-Bien amor, la tienes toda adentro, ahora serás mi putita.

Dicho esto, me jaló contra él y rápido empezó a follarme aunque me doliera. Lloraba y gritaba como loca, parecía que me iba a romper, por un momento quise que se detuviera pues sentí que algo me tronó dentro, juraba que iba a comenzar a sangrar pero no fue así. Debía resistir, en algún momento debía presentarse ese placer que tantas veces me habían narrado y efectivamente en unos cuantos minutos mi cuerpo se acostumbró y ese llanto se convirtió en gemidos que fueron aumentando de intensidad, me sentía tan llena por dentro, era delicioso verme en el espejo como mi perro me montaba, como hacía que mis pechos se movieran al ritmo de sus embestidas. Escuchar sus huevos golpeándome, el lubricante, todas las ofensas donde me decía lo perra que era me tenían a mil. Metió una de sus manos en mi vagina, pajeándome hasta hacerme venir nuevamente casi cada 3 minutos, me tenía completamente extasiada.

Después del último orgasmo, cambiamos de posición, se acostó y me le monté encima, me inmovilizaba con sus fuertes manos tomándome de las caderas mientras se movía rápido, estimulando al máximo mi punto G haciéndome venir muchas veces más lo que provocaba que su verga escurriera en mis jugos llenando inclusive sus huevos. Después sacaba su verga y me la metía en mi culito ya abierto, follándome rápido a la vez que sus dedos buscaban mi punto G dentro de mi vagina follándola también. No paraba de correrme, uno tras otro, sentía que me iba a desmayar. Me fascinaba ser su perra, su ama estaba llena de su verga y de él.

Después de un momento, se detuvo, pues su verga estaba lista para expulsar. Me coloqué acostada boca arriba, él, poco a poco se metió entre mis piernas, quedando su cuerpo sobre el mío. Con mis manos puse su verga en mi entrada y mis piernas alrededor de su cintura. Con los brazos rodeé su cuello atrayéndolo hacia mí. Empezó a follarme lento, sacando y metiendo casi por completo.

Nos besábamos apasionadamente, mordiéndonos, chupándonos y dejándonos la piel llena de marcas. Me comía los pechos como un niño pequeño, mordiendo mis oscuros pezones, pasando su lengua y mamándolos con pasión mientras su pelvis chocaba contra la mía. Nuestras respiraciones eran intensas, me mordía el cuello, subiendo al oído me dice:

-Espero que nuestro deseo se haga realidad, voy a depositarte dentro mis semillas, voy a hacerte un hijo, voy a preñarte, eres mía y quedarás preñada de mí.

Dicho esto apreté más mis piernas, atrayéndolo contra mí, puso una almohada bajo mis caderas para elevarme más y sus movimientos aumentaron de velocidad, yo estaba por correrme de nuevo cuando el metió su mano en mi vagina y estimuló mi clítoris haciéndome venir unas dos veces más.

-Préñame bebé- le dije- soy tuya y quiero tener un hijo de los dos.

Puse mis manos en sus nalgas y con una de ellas alcance a tocar el consolador que aun permanecía en su culo por lo que al mismo movimiento que me follaba, yo también le follaba, lo que al parecer aumentó su deseo el cual noté por los intensos jadeos que provenían de su boca. Empezamos a gemir intensamente al mismo tiempo mientras yo sentía como me entraba y salía, su cuerpo me avisaba que estaba por correrse y en efecto, nos fundimos en un abrazo e inmediatamente pude notar como se descargaba dentro de mí, llenándome de su leche, profundo, caliente, con deseos de que nuestro objetivo se cumpliera. Finalizamos con orgasmos deliciosamente fuertes.

Nos quedamos dormidos así, el sobre mí, adentro mío, en el piso hasta que amaneció. Fueron días muy intensos de actividad sexual casi ininterrumpida, locuras y experimentos hubo en todo momento pero desgraciadamente todo lo que empieza tiene que acabar y después de tanta emoción volvió a su país dejándome triste y sola.

Han pasado 6 meses desde que vino  y me ha informado que en un par de días vuelve a visitarnos a mí y a nuestro hijo. En efecto, quedé preñada y nuestro bebé crece dentro de mí. Diario imaginamos si el también tendrá este gusto por el sexo igual que sus padres o si será peor que nosotros, es divertido pensar en todo lo que va a ser de él o ella una vez que crezca pero esa ya será otra historia. Hemos estado leyendo e informándonos mucho sobre cómo debe ser el sexo con una embarazada ya que él siempre ha querido follarme en este estado. A pesar de mi condición, estoy dispuesta a dominarle, a que volvamos a ser esos perros que fuimos aquella magnifica noche en que nos entregamos al placer.

En definitiva, debo darte las gracias por todo lo que me has dado amor, por esas noches de pasión, por este bebé, las experiencias que me has hecho vivir, el hecho de haber entrado en mi vida, cambiándola para bien, haciéndome feliz en todos los aspectos de mi existencia, por lo vivido y por lo que está por venir….

FIN.

Como ya lo mencioné, este hombre ha estado conmigo desde hace unos meses, me ve a través de mis pecados desde la distancia y decidí hacerle este pequeño regalo por su apoyo y tiempo para conmigo, espero que te guste amor y prepárate para lo que viene ;) que aun te quiero mucho tiempo a mi lado para seguir haciendo locuras en las madrugadas… (Ya sabes a lo que me refiero).

Me gustaría recibir sus opiniones, sobre todo si son de escritores que quieran compartir su trabajo conmigo. Si alguien está interesado (a) puede agregarme. Mi Skype ya lo conocen y mi Facebook es Alexandria Caramelo de Maiden. Muchas gracias por su tiempo y su atención.