Mi amor Matías
De cómo el amor por mi prima me llevó a ser gay pasivo.
Hace un tiempo me entregué a una experiencia nueva: Una buena sesión de amor homosexual, que terminó en un noviazgo apasionado. Y no lo hice porque me gusten los hombres, sino por intentar llegar a la persona que admiro: Mi prima Natalia. En general admiro a todas las mujeres, y en secreto las envidio. Pero por Natalia siento algo especial. Ella es mi modelo de mujer. Y por parecerme a ella es que me entregué a otro hombre.
Me fascinó porque se llama Matías, igual que el novio de mi prima, y como yo quiero ser ella, también espero ponerme de novio con él. Admiro a mi prima porque a sus 18 años probó de todo en el sexo, y está dispuesta a probar más. Naty está lista para vivir su sexualidad a pleno, ella quiere ser toda una mujer. Y yo la admiro por eso. Esa es la razón por la cual he revisado su ropero y he acariciado toda su ropa. Por esa misma razón día a día entro a su cuarto, abro sus cajones y beso su lencería. También por ese motivo me gusta lamer sus zapatos. Y por esa misma razón decidí acostarme con un tipo. Porque quiero ser ella. Así, una noche tomé coraje, me puse una bombacha de mi prima y partí hacia un boliche gay.
Que placer salir a la calle usando ropita de mi primita. Me hacía sentir ella, y sólo me faltaba un Matías que me convirtiera definitivamente en Natalia. MI prima vive conmigo desde los 9 años, y siempre fue perrita. Cuando todavía era nena le gustaba sentarse en mi falda y se movía hacia atrás y hacia delante. A mí se me paraba la pija y ella lo notaba, entonces se movía más rápido. Antes de que cumpliera 12 años nos dimos el primer beso. De a poco le fui enseñando el arte de la masturbación, y con sus manitos de nena llegó a hacerme las mejores pajas de las que tenga memoria. Natalia era todavía una nenita, pero se vestía como adolescente. Le gustaban las polleritas cortas, las calzas y las remeritas ajustadas. Creo que no usaba tacos porque su mamá no se lo permitía.
Mediante fue creciendo se convirtió en una adolescente más que apetitosa. Yo la veía llegar con su uniforme de colegiala y se me hacía agua la boca. La cuestión es que en conversaciones con ella logré que me contara de su novio, y me puse muy celoso. No podía creer que había un hijo de puta que se cogía a mi nenita. El tema es que ella me fue contando todo de su novio, y cuando me dijo que le había dado el culo no pude más. Una mujer que a los 18 años entrega el culo es el modelo que yo quiero, de modo tal, que al ver que no podía estar con ella, decidí ser ella, y por eso me fui a buscar un macho que me hiciera mujer. Así empecé a frecuentar el ambiente gay y me fui acostumbrando al sabor de la pija y a los besos de otros machos. Todo estaba bien, pero no era lo que buscaba. Mi prima sale con hombres, pero tiene un novio y yo también quería uno. Y al igual que ella, no pensaba darle mi culo a cualquiera. Así, un día conocí a Matías. Me encantó que se llamara igual que el novio de mi prima, porque eso me haría sentir más en su lugar.
Matías no fue el primer hombre con el que me acosté, pero sí fue el primero que me hizo sentir mujer. Antes que él hubieron varios. Algunos no pasaron de un par de besos en el boliche gay, otros llegaron hasta el sexo oral, con un par me fui a la cama, pero nada de eso me satisfizo lo suficiente. Algunos de los tipos que me llevaron a la cama también pretendían que yo los cogiera, pero esa no era la idea. Por algo yo usaba bombacha debajo de mis pantalones. Hasta que apareció Matías. Yo estaba caminando a un costado de la pista y él vino a hablarme. Era un clásico levante de boliche. Por un lado pensé que esa sería otra frustrante experiencia en mi camino por parecerme a mi adorada prima, pero mediante la conversación se fue poniendo más interesante, me ilusioné.
Así, charlando, fuimos a la barra y tomamos unos tragos. Luego me propuso bailar, y me mató cuando se abrió camino hacia la pista y me tomó de la mano. Yo esa noche estaba vestido en forma casi femenina. Tenía una remerita blanca y un pantalón de jean bastante ajustado. Por supuesto llevaba debajo una bombachita de Natalia. Entre el baile y los tragos yo me fui aflojando y al fin le conté lo que quería, y me dijo que él me lo podía dar. Inmediatamente comenzó a llamarme Naty. Eso me mató y no pude resistir la tentación de besarlo. Parados en el medio de la pista de la disco nos dimos un largo y apasionado beso. Inmediatamente nos dirigimos hacia los reservados, donde nos sentamos en un cómodo sillón para comernos a besos. Él tomó mi mano y la puso sobre su pija. Mientras le hacía la paja no pude evitar preguntarme cuantas veces mi prima habría hecho esto. Ese pensamiento me puso muy caliente, y decidí que ese era mi hombre. Me alegré cuando me propuso irnos a otro lado, y a la media hora estábamos en un hotel.
Nos dimos un beso y él bajó su mano hasta mi cola. Yo tenía un pantalón que si bien no era de mujer también era bastante ajustado. Su sorpresa fue enorme cuando descubrió que debajo yo no llevaba calzoncillos sino una bombachita. ¿Siempre usás esto? Me preguntó con cara de lujuria. Sí, le contesté. No hay nada más cómodo que una bombacha, y si es cola less, mejor. Yo además estaba usando una de Natalia, aunque tengo las mías. En ese momento decidí entregarle mi culo, hacerlo mi macho y yo ser su hembra. Estaba por cumplir mi sueño de ser Natalia, entregándome a un hombre llamado igual que su novio, y además usando su ropa. Nos fuimos desnudando, pero yo me dejé la bombacha. Cuando él estuvo totalmente desnudo, le agarré la pija y empecé a hacerle la paja.
Matías tiene una pija enorme y me pregunté si me entraría toda en el culo. También me pregunté si a Natalia le entraría toda cuando el novio se la metía por atrás. Después me agaché frente él, me puse de rodillas, y en la posición sumisa comencé a chuparle la pija. Matías me acariciaba la cabeza y decía "Así, Naty, así, linda", y yo me volvía loca. Después de un rato me hizo parar, me dio un beso y me tiró en la cama boca abajo. Yo estaba lista para ser Natalia. Se tiró encima de mí y con besitos fue bajando por mi espalda hasta llegar hasta la cola.
Me corrió la bombacha para un costado y comenzó a lamerme y darme besos en el ano. Yo estaba muy excitada y caliente y le decía "Ay Mati, Mati, Mati" y gemía como seguramente lo hace la puta de mi prima cuando el novio le chupa la concha. Esto duró un buen rato, y yo necesitaba sólo un toque en la pija para acabar. Por suerte Matías se dio cuenta y decidió que ya era tiempo de que yo recibiera mi ansiada cuota de amor anal. Me hizo poner en cuatro, apuntó su pija y muy despacio me la metió todo lo que pudo. Yo tuve que morder la almohada para no gritar mientras esa pija enorme me taladraba el culo sin piedad. Perdí la noción del tiempo, así que no sé cuanto duró la cogida. Lo único que sé es que Matías acabó y yo también. Después nos tiramos en la cama y nos quedamos dormidos abrazados, como verdaderos novios. Esa fue una experiencia fantástica. Y los encuentros siguen, pero cada vez mejores. Yo me fui comprando ropa de mujer igual a la de mi prima.
Todo igual: Si ella se compra calzas, yo me compro calzas, si se compra una pollera, yo me compro la misma pollera, y todo así. Incluso tenemos la misma lencería, y la dejo en la casa de Matías, así cada vez que lo visito me visto como ella y me siento como si fuera ella con su amado novio, sólo que en vez de ella soy yo, con mi amado novio. Y Matías me coge y yo le chupo la pija, y después hago las tareas del hogar. Lo que más me gusta de Matías es que sabe diferenciar las cosas. Salimos bastante en el ambiente gay, y en público me trata como a una dama, él es mi macho y yo su hembra, y por eso a veces me pide que sea más afeminado; y en la intimidad me considera una puta. Y a mí me encanta que las cosas sean así. Con los roles bien diferenciados.