Mi amo me violo en el autobus
En este relato es una fantasía erótica. Está contado por Mi Amo y me encanta.
MI AMO ME VIOLO EN EL AUTOBUS
En este relato es una fantasía erótica. Está contado por Mi Amo y me encanta.
Todas las mañanas casi a la misma hora, de manera indefectible, me asomaba a la ventana, observaba la parada del autobús y allí estaba... tan sobria en su elegancia y tan sensual en sus formas. Zapatos de cierto tacón en color marrón, que se pronunciaban portavoces de la ascensión sobre unas piernas tensadas y armoniosas, hasta algo más allá de sus rodillas. Una falda plisada ocultaba también en color marrón ocultaba lo que seguía. Un cinturón a juego, estratégicamente anudado, realzaba sus formas, ya de por sí sugerentes. En su parte superior, una blusa blanca con listas azules, jugaba efusiva y espontánea al compás de sus movimientos. Su cabello arrebolado, se dejaba mecer en sus formas por la brisa traviesa del viento. Sus ojos y sus labios se habían dejado rozar por el rimel y el lápiz de labios hasta darles una apariencia tan sugerente como morbosa.
Allí estaba ella, y así la veía desde mi ventana; luciendo su esplendorosa figura, con un aire indulgente como quien no advierte nada pero se da cuenta de todo. No pude soportarlo, me venció. Bajé hasta la parada del autobús y me puse tras ella. Pude observar de manera complaciente la morbosidad de sus zapatos de tacón, la garantía de sus piernas en su ascensión, y la esplendidez de su trasero que se marcaba en la falda sin estridencias, pero muy bien puesto en su sitio. El cinturón que llevaba había jugado muy bien su papel y marcaba en sus caderas siluetas que hacían temblar mis manos por tocarlas y acariciarlas.
Cuando llegó el autobús me anticipé a ella, ganándole la vez. Ella me miró con gesto de asombro. Antes de abordar los escalones de entrada, me detuve y galantemente le cedí el paso, a lo que ella correspondió con una sonrisa y con un “gracias” que me llenó de gozo. Era la primera vez que oía su voz. Subimos y anduve tras ella y con ella abriéndonos paso a través de aquella foresta humana, apelmazada en tan estrecho recinto. Alcanzamos un sitio cercano a una de las puertas de salida, y allí permanecimos, ella delante y yo detrás, aferrados a uno de los listones horizontales que servían de agarraderos.
Los traqueteos del autobús eran constantes, y en más de una ocasión mi cuerpo se pegaba al suyo por detrás y una de mis manos se apoyaba en sus caderas para no caerme. Ella simplemente me miraba de soslayo como entendiendo las vicisitudes de esa circunstancia. En un momento dado, el apelmazamiento del gentío del autobús fue tal que mi cuerpo quedó pegado al suyo sin poderme mover. Entonces pude notar y sentir las macizas formas de su trasero en mi bragueta. Mis manos se perdieron ocultas en esas estrecheces, modelando su cintura, acariciando sus mulos, y atreviéndose con la parte delantera de su falda.
Ella giró su cabeza dedicándome una sonrisa de aprobación. Sus labios, brillantes de pintalabios, se insinuaron muy cercanos a los míos, pero no me atreví a besarla. Mis manos, sin embargo, valientes y ocultas en las estrecheces que las declaraban furtivas, levantaron su falda y gozaron del tacto suave de la epidermis de sus muslos y de la lascivia de sus bragas hasta sobrepasarlas en su interior y alcanzar su monte lúbrico. Mis manos continuaron sinuosas en su exploración hasta rozar su clítoris. Allí se detuvieron frotándolo hasta lograr que su incipiente lava estallara en fuego. Entonces, metí uno de mis dedos en su vagina mojándose con el diluvio que llovía en su interior.
Yo estaba empalado en su culo, y ella salida. Solo esperábamos que el autobús llegara a su parada para acabar de sembrar lo que había brotado el apelmazamiento de su interior. Salimos y corrimos hacia algún lugar apartado. Fue una calle que no tenía salida, por la que no pasaba nadie. Allí la tomé contra la pared, le bajé las bragas y la empalé con todas mis fuerzas. Ella, con su cabeza al lado de la mía, gemía y se descomponía con cada embestida. Cuando su fuego la hizo alcanzar el éxtasis, sus labios buscaron los míos, y se anudaron con lujuria. Intercambiamos lenguas y gustos, nos mordimos como dos pervertidos. Le abrí los botones de la blusa y saqué sus tetas fuera del sujetador, para comérmelas todas. Comí, chupé, mordí. Sus pezones se hinchaban y se ponían tiesos, y yo los restregaba en mi torso para volver a comerlos y chuparlos. Ella gemía, dura y caliente, aguantando mi cabalgadura. Cuando ya no pudimos más, me exprimí en su coño mientras ella se corría una y otra vez colgada de mi cuello.----------------------------
Acabamos, se arregló su ropa y se marchó rápida diciéndome: Me voy que llego tarde al trabajo, ya nos veremos otro día.--------------------
Me quedé con las ganas de pedirle su teléfono, pero no me dio tiempo; vi como se alejaba hasta desaparecer al final de la calle. Y yo, yo desperté de mi sueño junto a la ventana de mi casa. Tenía el pene entre mis manos con mis dedos untados de semen.-------------------
Estas situaciones se repitieron en la realidad hasta que ella y Yo quedamos una tarde en una cafetería. Hablamos y descubrimos que ella había hecho un hueco en su vida para mí, y yo otro en la mía para ella. Había que...
Este es un avance del próximo capítulo. Muchas gracias a todos por leer el relato.
Dedicado a MI AMO.