Mi amo me ofrece a sus amigos

Sexo en grupo, dominación, anal, mamada, lésbico

Me presento, me llamo Cristina y tenía una vida aburrida hasta que lo conocí.

Mi amo, mi mentor y el que me hizo entrar en un juego sin retorno.

Contacté con él por internet.

Tras varias charlas y juegos se ganó mi confianza.

Hoy había llegado el día que anhelaba, en el que llevaría a cabo una de mis mayores fantasías, entregarme a él y a su grupo de amigos en un club privado de sexo.

Soy rubia, con curvas y muchas ganas de complacer.

En cuanto llegamos al club me desnudó y solo me dejó puesto su collar de propiedad.

Entré a la sala con la mirada gacha y siguiendo sus pasos, para ser expuesta y tumbada sobre una mesa de madera pulida, como si de una ofrenda se tratara.

Sumisa, te presento a mis tres elegidos para adorarte, el primero con el piercing en su polla es el amo King y pareja de Sara, le gusta mucho mirar y su fetiche son los pezones, él es el elegido para esa zona. ―Vaya, así que la pareja de Sara también participaba, se habría puesto las botas mirando cómo me lo comía su mujer―. El segundo y más grande es el amo Samoa , le encantan las felaciones profundas y las penetraciones anales. ―¿Eso quería decir que me iba a meter todo eso en la boca? Abrí los ojos, no sabía si me cabría, me parecía imposible y si pretendía metérmelo por el culo la cosa sería peor―. Tranquila, Sumisa. ― Joao debía haber visto la preocupación en mi rostro ―. Recuerda, todo para tu placer. El tercero y último es el amo Cobra , le encanta el placer femenino a través del cunnilingus y el beso negro, él va a ir directo a tu tesoro, muéstrale tu lengua Cobra. ―El aludido abrió la boca y mostró una lengua partida en dos como la de una serpiente y decorada por dos piercings , uno en cada parte con forma de calavera. «Madre mía, cómo será tener esa lengua en mi clítoris», pronto lo descubriría―. Chicas, quiero que os quedéis arriba y mientras sacian a mi mujer, Alina, tú le comerás la polla a King y Sara , el culo a Cobra, mientras le pajeas con las manos. ―¿Todo eso iba a pasar allí arriba? Joao tenía una imaginación de mil demonios―. Sumisa, quiero que ahora te tumbes en el sofá y te relajes. ―¿Cómo iba a relajarme ante esa escena en mi mente? Su voz era categórica y veía cómo apretaba los puños como si le costara horrores lo que me estaba mandando. Le miré a los ojos esperando que me dijera que no lo hiciera, que nos marcháramos para que él a solas me hiciera el amor, pero no lo hizo, se quedó en silencio esperando que me moviera.

Prince, ¿estás seguro? ―No me dejó terminar.

―Para ti soy el amo Prince en este momento, obedece y túmbate si no quieres que te castigue ante todos. ―El ambiente se podía cortar con un cuchillo, nadie hablaba, yo había pedido eso, a qué venía ahora tanta reticencia, me di la vuelta y me tumbé en el sofá que se adaptaba perfectamente a mi cuerpo. Era una especie de diván en forma de S sin ningún tipo de brazos para apoyarse―. Abre las piernas y muéstranos tu tesoro, sumisa. ― Deslicé las piernas una a cada lado mostrando lo que me pedía, oí un jadeo colectivo―. Chicos, subid y colocaros en vuestras posiciones, Samoa tú espera a que yo te lo indique. El moreno asintió y siguió masturbándose.

El primero en subir fue King quien se colocó en mi lado derecho, Alina se sentó en el suelo y apoyó la espalda en el sofá. Cobra se colocó entre mis piernas y miró fijamente mi vagina que se contrajo ante la expectativa, una sonrisa se curvó en sus labios, sacó su lengua y la agitó con la rapidez de una serpiente para mostrarme lo que me esperaba. Madi se colocó tras él esperando que tomara posición.

―Podéis comenzar, adelante el juego. ―Un rugido dio comienzo al juego que me tenía preparado.

Lo primero que sentí fue la boca del amo King sobre mi pezón, daba lametazos largos sobre él y los combinaba con profundas succiones, con la mano derecha apretaba mi pecho llevándolo a su boca y con la izquierda retorcía el pezón del otro. Cobra estaba entre mis piernas era como tener dos lenguas lamiéndome a la vez, era una sensación extraña y muy placentera. El vello de su cara me raspaba el clítoris enviándome descargas por todo el cuerpo. Le oí gruñir entre mis piernas, él estaba apoyado en un ángulo de 90º en el diván con las piernas abiertas. Sara ya había comenzado a lamer su oscuro agujero mientras deslizaba la mano arriba y abajo por su polla. A mi lado sentí los dientes de King mordisqueando mi pezón, grité por el placer que estaba sintiendo tanto en este, como en la vagina. King estaba lamiéndome sin descanso y había hundido un dedo en mi interior acariciando una zona abultada y rugosa de mi vagina. Mi mente comenzaba a embotarse, oía cómo Alina succionaba la polla de King y sentía cómo le complacía por los gemidos que escapaban contra mis pezones.

Samoa ahora puedes subir, ya está lista, sumisa abre bien la boca y relaja el cuello. ―Oí la voz de Joao fundiéndose contra los sonidos de deseo que colapsaban la sala. Me estaba gustando mucho, pero también quería sentirlo a él así que hablé:

―Por favor, amo Prince , ¿puedo pedir algo? ―Todos se detuvieron por un instante.

―Habla, sumisa, te escucho. ―Sus puños seguían apretados.

―Me gustaría que subas aquí con nosotros para que mi primer orgasmo sea tuyo. ―Quería a Joao en mi interior, sabía que podría llegar al orgasmo en grupo sin él, pero también sabía que después me sentiría muy mal, pues era a él a quién realmente deseaba, los demás eran solo aderezo, yo ardía por ser suya. Me miró fijamente y creí atisbar un brillo distinto en su mirada. Me pareció que mi petición le había gustado. Todos estaban expectantes ante su respuesta.

―De acuerdo, sumisa —reflexionó—, acepto tu petición, cuando estés al borde del orgasmo, Cobra se retirará y los demás también, tu orgasmo será solo mío. ¿Lo habéis entendido? ―Joao los miró y el grupo asintió―. Adelante, seguid.

Todo se reanudó, el amo King y Alina cambiaron de lado para dispensar el mismo trato al otro pezón, los tenía muy duros y sensibles entre las abrazaderas y tantas succiones, estaban de un rosa muy intenso y totalmente erguidos, como puntas de lanza.

Cobra sacó su dedo y comenzó a penetrarme con su lengua a la vez que movía su bigote sobre mi clítoris, un fuerte jadeo me hizo abrir la boca, como si estuviera formando parte de una coreografía perfecta allí apareció la punta del miembro de Samoa, aprovechando justo ese momento para entrar, no estaba segura cómo iba a caber eso en mi boca, él captó mi miedo y me dijo:

―Tranquila, sumisa, cabré, solo abre bien los labios, esconde tus dientes y relaja los músculos de tu garganta, todo irá bien. ―Me acarició la cara con suavidad para después darme una ligera bofetada que me hizo gemir. Abrí la boca―. Buena chica —murmuró colando sus dedos para tantear el espacio—. Comenzaré despacio y cuando te hayas adaptado, aumentaré el ritmo y la dureza, soy un amo generoso, pero también implacable. Ahora vas a aceptarme —escupió en el interior de mi boca para sellar el pacto y noté su saliva llegar a mi garganta.

La abrí al máximo, con mis jadeos muriendo en el esófago, y cogí aire. Puso la punta roma de su glande sobre mi lengua y lo fue deslizando. Solo había metido una tercera parte y yo creía que no entraba más, me faltaba el aire

―Relájate, Sumisa , manda tu lengua hacia abajo y succiona, respira por la nariz, así muy bien. ―Hice lo esperado y cuando iba a succionar, sentí cómo Cobra me succionaba a mí e introducía dos dedos en mi interior, eso me catapultó e hizo que succionara y engullera con fuerza a Samoa , él resolló y la coló profundamente en mi boca. Me sentía colmada de sensaciones, no había un solo punto en mi cuerpo que no estuviera siendo estimulado. El ambiente olía a sexo y podía oír los sonidos de placer que lo inundaban todo, era muy incitante.

Cobra torturaba mi clítoris con sus piercings, estaba tan excitada y dilatada que sin darme cuenta metió el tercer dedo en mi interior, cuando lo hizo, King mordió fuertemente mi pezón y golpeó el otro con un dedo como si jugara a las canicas. Las dos acciones combinadas hicieron que abriera más la boca y al intentar exhalar un grito, la polla de Samoa llegó al fondo de mi garganta, la tenía metida hasta la empuñadura, sentía cómo su vello cosquilleaba en mi nariz.

―¡SUCCIONA AHORA! ― Samoa me gritó fiero, lo hice al instante y el amo se puso a follarme con violencia hasta que descargó su corrida en mi interior―. Trágalo todo y que no se salga nada o voy a dejarte el culo como un buzón de correos. ―Una arcada vino a mí por sentir su polla rozándome la campanilla, pero respiré abriendo mucho las fosas nasales y tragué, sentí cómo su semen caliente se deslizaba por mi garganta, sabía a sal y a hombre, lo cierto es que no me disgustaba su sabor.

Cuando se sintió limpio, salió de mi boca, acarició mis labios con la yema de su dedo y sonrió.

―Me has hecho una mamada fantástica, hay pocas mujeres que puedan con mi erección, estaré encantado de jugar contigo siempre que quieras y si alguna vez tu amo no te quiere, no dudes en venir a buscarme. ―Sus ojos oscuros miraban los míos con una promesa implícita. Después bajó de la mesa y se marchó.

Me sentía muy inquieta como si algo estuviera a punto de suceder, corrientes eléctricas me recorrían todo el cuerpo hasta el centro de mi sexo, sentí una pequeña convulsión en mi vagina y Cobra se detuvo, giró la cabeza y le hizo una señal a Joao.

Todos pararon, tomaron distancia y Joao subió.

Mis ojos estaban empañados de las distintas emociones y de todo lo que estaba sintiendo, pero en cuanto le vi mis pupilas se dilataron y mi cuerpo le ansió como a nadie en mi vida.

Se desabrochó el pantalón y lo bajó a la altura de las rodillas, no llevaba calzoncillos, dejó expuesta su gloriosa masculinidad ante mí, era grande y grueso, un poco menos que Samoa, pero eso no lo hacía menos temible ante mis ojos, tenía el vello recortado y una gota de líquido preseminal brillaba en su punta. Lamí mis labios ante la expectación de tenerle dentro, me miró y sonrió.

Primero deslizó los dedos por mi vagina que estaba encharcada gracias a la atención otorgada por Cobra . Que Joao me tocara me enardecía hasta límites insospechados, penetró sin ninguna dificultad con los dedos en mi interior.

―Eso es, Sumisa, estás cachonda que eres mantequilla fundida. —Jadeé cuando alcanzó mi útero—. No os retiréis, —advirtió a los otros amos que todavía no se habían corrido—. Quiero que os hagáis una paja y la bañéis en vuestra leche. Y tú —llamó a Mandi—-. Ponle el coño en la boca y castiga sus tetas.

Mandi aceptó, yo podía correrme solo con la visión que recreaba mi cerebro.

Todos tomaron posiciones y el coño de Mandi chorreó sobre mis labios. Agarré sus muslos con fuerza cuando se puso a pellizcar mis pezones todavía sometidos a la presión de las abrazaderas.

Mi amo empezó a penetrarme con violencia y yo aullé bañándome en jugo femenino.

No podía dejar de jadear, tragar, chupar y follar aquel coño con mi lengua

Cerré los ojos del gusto, todo se amplificaba en mi interior, no quería que nadie se detuviera.

Mi amo se puso a darme palmadas en el clítoris mientras me follaba. Joder, apenas podía contener el orgasmo y aun así lo hacía por él, porque no podía correrme hasta que me diera permiso. Quería que se sintiera orgullosos de mí.

―Eso es sumisa, acepta lo que te damos.

Los golpes en mis pezones dolían, quemaban, igual que los de mi coño. Mis gritos eran ahogados en flujo femenino que de deslizaba por mi cara. Quería tragarlo todo.

—Maui, quiero ofrecerte su culo ven. —Pensar en aquella polla gigantesca en mi ano me encogió por dentro.

Mi amo salió de mi interior para llevar mis piernas a sus hombros, subir a la mesa y proyectar mi culo.

Noté algo frío y unos dedos dilatándome.

Jadeé colmada. Aguantar era un suplicio y lo fue todavía más cuando la gigantesca polla del samoano se coló por el orificio.

Lo sentí arder.

―Relaja, sumisa, siéntenos a ambos, has de acostumbrarte o te dolerá más. ―Intenté hacerle caso, pero tenerlos a ambos era demasiado. El coño que tenía en mi boca me impedía contestar.

De una estocada el samoano me penetró y yo chillé.

El ritmo se volvió frenético, mi carne se abría y ellos me tomaban. Mandi bajo su torso para lamer mis pezones doloridos mientras los primeros espasmos de su coño golpeaban mi lengua.

Se corrió y yo tragué bebiendo su flujo dulzón. Cuando la dejé bien limpia no se bajó, siguió torturando mis pezones.

—Sumisa, Samoa y yo vamos a corrernos, cuando lo hagamos Mandi te quitará las abrazaderas tendrás que aguantar y esperar a mi orden para correrte tú, ¿comprendes?

—Sí, amo.

Esperé a oír sus gruñidos, a notar el semen de ambos rellenándome los orificios y al tirón de abrazaderas.

Ya no podía más.

Ambos se retiraron, incluso Mandi y mi amo dio la orden de que King y Snake se corrieran sobre mi cuerpo. Al notar la leche caliente regando mi boca, tetas y coño llegó la preciada orden.

—Córrete.

Lo hice, sola, desnuda y llena de corridas. Temblando y acariciando el éxtasis como nunca, ofreciéndoles un espectáculo digno de ser recordado.

Cuando terminé  relamí mis labios cubiertos de semen.

—Glorioso, sumisa, me siento muy orgulloso —murmuró en mi oído. Ahora te quedarás aquí y calmarás al resto de espectadores.

Y lo hice, pasé la noche entera entregándome a ser su puta.

Nunca me había sentido más completa y saciada.

Espero que os haya gustado y vuestros comentarios