Mi amo me hace una visita

Mi amo viene de Barcelona después de una ausencia bastante larga en la que ambos hemos estado a pan y agua. Ahora nos desahogaremos de tanta tensión acumulada y, por supuesto con buenas dosis de dominación

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Es lo que pienso mientras me ducho y me arreglo para ir a buscarte a la estación. Vienes de Barcelona y no habrá nadie en mi casa este finde. NOS VAMOS A PONER LAS BOTAS.

Me plancho mi media melena morena, me perfilo los ojos y me pinto los labios de color rojo, como te gusta; me visto con las medias que me regalaste y su conjunto a juego de tanga y liguero de encaje para seujetar las medias. Encima, una falda hasta medio muslo y arriba un sueter escotado con un sujetador de encaje. Sé que te encanta la lencería fina, eres adicto a mirar los dibujos del encaje en mis pezones, en mi pubis con apenas vello.

Llego a la esación y espero a que salgas del tren. Un gran abrazo y un beso tórrido te dan la bienvenida. Seguidamente, te cojo la mano y te guío hacia el coche. Mientras vamos a mi casa tú me cuentas qué tal el viaje, pero no tardas en descubrir que al sentarme la falda ha quedado un poco subida y se aprecia el final de la media… Aprovechas y empiezas a jugar y me “haces cosquillas” mientras intento no perder la atención a la conducción. Sin embargo, mi cuerpo me traiciona y notas mi humedad. Sacas la mano y te miro entre dándote las gracias (porque ahora me puedo concentrar mejor) y con cara de súplica, porque quiero más.

—     ¿Te has puesto las bolitas chinas, Bernice?

—     Ahá, y no veas… estoy cerdísima…

—     Y… ¿dónde está el mando?

—     En la guantera

La abres y coges el mando… cinco intensidades… te pido que no seas malo, que las he probado y son muy cañeras y necesito concentrarme… En este caso tú no quieres tener un accidente, así que las pones al nivel 1.

Cuando llegamos al garaje y voy a abrir la puerta para salir del coche, tú accionas el seguro:

—     ¿Dónde vas tan deprisa, perrita mía? El amo quiere una mamadita… llevo todo el rato mirándote la cara que pones cuando estás tan excitada; y tus tetas… bff, vaya fiesta en cada bache.

—     Uhhmm… ¿así que mi amo quiere una mamada? Le haré una en cuanto lleguemos a casa. Sabes que me encanta.

—     No, en casa no. Yo quiero aquí y ahora. — y esto lo dices mintras te abres los botones del pantalón y se asoma una erección importante por entre tus pantalones.

Me rindo a ti y bajo, en realidad, la situación tiene mucho morbo. Tú no pierdes el tiempo y cojes de nuevo el mando de las bolas chinas. Sabes que cuanto más cerda estoy, más rápidas e intensas son mis mamadas y te gustan las gargantas profundas. Empiezas a subir las velocidades y yo no puedo evitarlo y gimo como puedo con tu polla metida hasta el fondo.

—     Uf, sí, cariño, métetela más, así hasta los huevos. Cómetelos también. Ah, sí así… ¿Te gusta comerte la polla de tu amo?

—     Uhmm, sí, me encanta

—     No me queda nada, cómetela entera; así, así, ah Bernice, me corro. Me corro, putita. Así…

Cómetela toda.

Y yo me trago toda tu corrida. Porque te gusta, porque me gusta, porque estoy muy burra y te necesito dentro ya. Pero tú, como siempre, tienes algo bueno preparado para hacerme sufrir y eso me lo haces saber con tu cara y no bajando la velocidad de las vibraciones de las bolas mientras caminamos (yo con paso vacilante) hacia el ascensor.

—     ¿Está caliente mi perrita?

—     Mucho, amo.

Mientras hablamos llega el ascensor, subimos y pones la vibración al máximo, me acorralas contra la pared y me besas apasionada, pero brevemente. El ascensor se para en el bajo y suben dos vecinos. Se hace el silencio y se puede oír, aunque quedamente, la vibración de las bolas, que tú no has reducido ni un segundo. Para el ascensor en el cuarto piso y te despides de mis vecinos con un adiós muy educado. Yo no he dicho nada. Si abriera la boca, de ella tan solo saldrían gemidos.

—     Uhmm.. vaya, tengo una perrita maleducada, al salir los vecinos hay que despedirse…— dices mientras para de golpe la vibración.

—     Amo, por favor… estaba a puntito…

—     chst, chst, chst… Sal del ascensor y abre la puerta de tu casa.

Así lo hago, con sumisión. Paso, mantengo la puerta abierta para que pases tú y cierro tras de ti con una vuelta de llave. Mientras termino y saco las llaves de la cerradura, tal cual, cara a la puerta, separas mis piernas e inclinas mi cabeza.

—     Debería cachearte…— Dices mientras recorres mi cuerpo con tus manos.

Bajas lentamente tus manos desde mis hombros a mis tetas, amasándolas, arrimando tu polla, que vuelve a estar preparada a mi culo. Sabes que me enciende. Yo no puedo más y empiezo a temblar. Pasados unos minutos y cuando empiezo a restregar mi anatomía contra tu herramienta, bajas más las manos pasando por mi culo hasta medio muslo y, pegando más las manos, subes mi falda hasta las caderas mientras un escalofrío recorre todo mi cuerpo y me retuerzo por la excitación.

Te arrodillas, y con tus manos recorres mis nalgas y mis pantorrillas, disfrutando de mi piel, que está ahora de gallina. Abres mi culo, apartas el tanga y metes un dedo, acariciando mi clítoris durante unos segundos; despacio pero fuerte y notándolo… <>

Decides quitarme el tanga. Abres de nuevo mis nalgas y, poco a poco, sacas las bolas chinas, envueltas en mis jugos. Las dejas enganchadas en la cinta del liguero que sujeta las medias y me comes el coño cmo nunca, pero desgraciadamente no aguanto mucho e inundo tu boca. Metes de nuevo las bolas y, para que no baje mi temperatura, las pones al nivel tres. Después, me incorporas, me sacas el sueter y me besas mientras me tocas las tetas, metiendo tus dedos por debajo de la tela tocando mis pezones.

Nos ponemos en camino a mi habitación, sobándonos, disfrutando del otro después de tanto tiempo separados y al llegar ves una manta en el suelo.

—     ¿Y esto?

—     Esque… yo quiero que mi amo me folle en el suelo. Quiero que mi amo me folle en el suelo y a cuatro patitas como a una perra. ­— todo esto te lo digo a oído, arrimándome a ti, zalamera y tocándote el paquete.

—     Desnúdate, pero despacio; y déjate el liguero con las medias.

Así lo hago mientras disfrutas viéndome

—     ¿Quiere mi amo que lo desnude a él también?

—     Por supuesto, pero, los calzoncillos, con la boca.

—     Sí amo.

Arrodillada estaba terminando de quitarte la ropa interior cuando tú coges mi cabeza y me la metes con fuerza en la boca. Iniciando un mete-saca bien fuerte. Esta es una mamada sonora, como te gustan y, por supuesto, tus huevos chocan contra mi barbilla mientras los acaricio y  aprieto suavemente.

—     Qué zorrita eres, cómo la comes… así, ¿te gusta comer, eh?

Me la sacas de la boca y me das un beso con lengua, un beso… buah y me corro por el morbo, el beso y… la vibración de las bolas chinas que no has sacado todavía.

—     aaaah, sííí…uhmmmm !!!

—     ¿Quién te ha dado a ti permiso para correrte?

Te inclinas y sacas las bolas chinas de mi chochito palpitante y mojado. Acto seguido y con cara de dpravado total me las pones en los labios:

—     ­Límpialas, cochina, que nadie te ha dicho que te corras.

Y yo las chupo con deleite, metiéndomelas en la boca. Ofrezco un beso a mi amo y tú lo aceptas, compartiendo mis jugos y la vibración de las bolas. Después, te levantas y das una vuelta a mi alrededor.

—     Te sienta bien lo de patinar… uhmm… este culo está estupendo.

—     Gracias amo. Sabes que lo hago para tu desfrute.

—     ¿Tienes ganas de que te la meta?

—     Sí

—     ¿Muchas?

—     Muchas

—     ¿Y… dónde está el juguetito?

—     Ahí encima, con condones y otros juegos que me pediste, amo.

Ves que en mi mesita hay una venda, el consolador, un par de lubricantes y unas esposas sin llave. Todo para que lo utilices a tu antojo.

Escoges la venda y el juguete de momento. Me ciegas y me pones boca arriba, situándote tú arriba para hacer un 69; te gusta controlar cuánto me la metes y mientras, me metes el consolador, jugando con profundidades y velocidades mientras con la otra mano unas veces me tocas el clítoris y otras me empiezas a abrir el culo. Yo, por mi parte empiezo a gemir de nuevo y, sacándomela de la boca, te pido:

—     Amo, vamos ya, por fa…

—     uhmm.. qué perra eres — pero te sitúas frente a mí dejando tu pene a la entrada de mi coñito suplicante. — ¿la quieres bien dentro, putita mía?

—     Sí, por favor, muy dentro y duro, amo…

Sonríes. Te gusta que te pida las cosas con esa voz… esa que solo pongo cuando no puedo más. Empiezas a meter la puntita. Mete-saca con la puntita y mi cara es de gozo y súplica hasta que repentinamente mi cuerpo se tensa. Me la has metido entera, hasta el fondo, cuando menos me lo esperaba. Pones mis piernas en tus hombros y bombeas rápido y duro mientras yo gimo cerca de tu boca, te la lamo, te pido más y te agarro el culo para que no me la saques bajo ningún concepto.

—     Ponte encima perrita, y de espaldas.

—     Un poquito más, deja que me corraaah !

—     No, ahora.

Obedezco y me pongo encima, de espaldas y me la meto. Tú me indicas que vaya lento y empiezas a meter un dedo por mi culo con ayuda del lubri. Me gusta, ¿qué digo? ME ENCANTA. Gimo más, y metes otro dedo. Ya tengo el culo lubricadito y abierto, así que, cogiendo el juguete, me lo metes poco a poco mientras me quedo quieta para sentirlo mejor.

Cuando terminas de metérmelo, lo empiezas a mover (yo sigo quieta) y yo ¿qué voy a hacer yo?

—     Ahh, amo, mmmmmh ! No seas malo… aaah

—     ¿Te gusta?

—     Siiiiiih, me encantaaaah aaah

—     Muévete, nadie te ha dicho que pares, pero ahora rápido.

Y así lo hago. El consolador se me clava, tu polla también y, además, se está volviendo loca y causa estragos dentro de mí.

—     Amo... Me follas tú el culo? ponme a cuatro, amo, por faaaas, quiero ser tu perrita.

—     uhmmm, venga.

Y con rudeza me cambias de postura, me coges del pelo, me besas y me la metes un par de veces por delante mientras sacas el consolador para limpiarlo un poco.

—     Por cierto, antes no te he castigado por correrte sin permiso. —PLAS!

—     aaah

Y me das más azotes, una azotaina completa, alternando las nalgas mientras mis gemidos y tu polla dentro de mi crecen más (si cabe).

—     Y esas, ¿por qué?

—     ¿Necesita un amo motivos para azotar a su perrita?

Dicho esto, me la sacas del coñito y me metes el consolador vibrando a buen ritmo, y me la empiezas a meter por el culo, lento, pero hasta que tus huevos chocan con el juguetito produciendo ese movimiento que me vuelve loca

—     ¿Te gusta cómo te llena tu amo?

—     Me encantaaah, ssíí, quiero más fuerte

—     Más? Ufff, estás hecha una perra

Y cogiéndome de las caderas me embistes con fuerza, haciendo que suenen nuestros cuerpos, golpeandome con tus huevos y haciendo que mis pezones rocen con la manta. Era un festín en el que se estaba preparando un orgasmo de proporciones épicas.

—     ¿Te gusta amo? ¿Está bien el culo de tu putita?

—     Sí, así estrechito uuuuf, Bernice, me voy a correr el tu culo

—     Sí amo ¡Dámelo!

—     ¡Uf, me corro, perra!

Y en ese momento me corro yo también, mientras me noto llena y un poco de ti se estrella contra mis paredes. Sigues moviéndote un poquito y nos quedamos así, tirados. Estamos agotados.