Mi amo maduro y musculoso 1

Pepe con 18 años llega nuevo a Barcelona, donde conoce a quien será su amo, un cincuentón musculoso y dominante. Pero en un primer contacto él no le follará, solo le va a someter mientras otro le utiliza.

Me llamo Pepe y con 18 años me he mudado a estudiar a Barcelona. Antes vivía en Paterna del Madera, en mitad de la sierra del Segura. Allí no hay mucho que hacer, y menos en lo relativo al sexo, y lo poco que se podía hacer no se podía elegir con quién, ya que no llegamos a los 400 habitantes. Además casi todos son bastante mayores, así que todo lo que he hecho hasta ahora solo han sido mamadas a mis amigos, a sus padres o a los amigos de mi padre. Ninguno era gay, o no lo admitía, pero se corrió la voz de lo genial que era mi boca con la primera mamada que le hice al padre de mi amigo Angel y a partir de entonces muchos quisieron probarla. Algunos se negaban a pensar que les gustase que otro hombre se la chupara y para eso me cubrían la cabeza con un saco, pero a mí me daba igual, porque así chupe un montón de pollas. Pero no me hacían nada más, me decían que les daba asco metermela en el culo por si se ensuciaban y que luego tenían que volver a casa con sus mujeres o sus madres oliendo a mierda. No tenían ni idea.

Pero no vengo a contar esto. En mi primer día en Barcelona, lo primero que hice fue descargarme Tinder, no quería guarrear en Grindr y esa noche no lo hice, tampoco me hizo falta. En principio, solo quería hacer amigos y por suerte me encontré con un chaval muy majo que me invitó a tomar algo con sus amigos esa misma noche. Así que me puse frente al espejo y me eché crema por todo el cuerpo. No soy musculoso, tengo chicha, algo de barriguita y el culo respingón. Estoy lleno de pelo aunque me lo recorto sin llegar a depilarme. Soy rubito de polo corto, ojos verdes y sin barba, suficiente pelo hay de cuello para abajo.

Aquella noche me vestí con un pantalón pitillo ajustado que me marcaba un culazo y una camisa de flores bastante abierta enseñando todo el pecho. Y así me dirigí hacia el bar en el que había quedado con Álvaro, el chico de Tinder. Tenía dos años más que yo, parecía bastante normalito, y cuando llegue allí comprobé que así era. Llevaba el pelo corto y ropa estilo sport.

Me esperaba de pie en una de las mesas de la terraza junto a dos amigos suyos. Uno de ellos, también de nuestra edad llevaba el pelo largo regido en un moño y vestía con ropa ajustada marcando músculo. Pero quién realmente me llamó la atención fue el tercero, Paulino. Rozaba los 50 años, era calvo con una barba frondosa y vestia con una camiseta de tirantes blanca, la típica camiseta interior, que le marcaba todo su cuerpo musculado y dejaba al descubierto sus peludos brazos y pecho, y le marcaba unos pezones puntiagudos con piercing. Debajo llevaba unos pantalones cortos ajustados que le marcaban las piernas musculadas con un cinturón de cuero.

Tras la presentación todo fue muy bien, me encontraba muy agusto y tras charlar un rato nos fuimos al restaurante en el íbamos a cenar. Paulino nos abrió la puerta y fuimos pasando. Yo era el último de los tres, por lo que aprovechó y me azotó el culo. Yo me di la vuelta de inmediato y le pregunté serio:

  • ¿Que haces?

El me guiñó un ojo, se me acercó al oído y me dijo susurrando:

  • Si te ha gustado... No te hagas el mojigato.

  • Me has dado fuerte. Me ha dolido.

  • Te ha encantado.

Alvaro, que se había adelantado retrocedió y vino hasta nosotros.

  • Vamos chicos. - nos dijo.

  • Sí. Ya vamos.- contestó Paulino. Me volvió a guiñar el ojo y se fue hacia dentro.

Yo le seguí y entramos en el restaurante. Parecía ser un sitio de ambiente gay, ya que había muchos a nuestro alrededor. La noche transcurrió con normalidad alrededor de la mesa y tras un par de copas tuve que ir al baño.

  • Yo también voy. La tengo ya dura de todo lo que me meo. - dijo Paulino. A lo que los otros dos rieron.

Cuando entramos al baño yo me dirigí hacia las cabinas cerradas pero Paulino me agarro de la muñeca impidiéndome seguir mi camino.

  • Vamos a mear en los de pared. Los dos juntitos. De pie.

Yo no supe que decir y de pronto me encontraba allí meando junto a Paulino, por lo que no pude evitar mirarle el rabo. Como el resto de su cuerpo, su rabo también era peludo. Estaba empalmado, y lo tenía gordo y grande.

  • ¿Te gusta?

  • Eh. - me quedé bloqueado ante aquella pregunta.

  • ¿Te gusta mi polla e?

Me quedé paralizado, inmóvil, sin saber reaccionar. Entonces Paulino me agarró del cuello, y metió mi hocico en su sobaco. Aquello olía a sudor de macho muchísimo, y me encantó. Nunca había vivido una situación así, estaba inmovilizado debajo se su sobaco, sometido y oliendo aquel olorazo a macho que me estaba poniendo tremendamente cachondo. Así que mi polla, que estaba fuera de mi pantalón de haber estado meando, se puso dura.

  • Mira que cachondo te has puesto zorra. ¿Te gusta verdad? Pues ya verás como te vas a poner de cerda cuando te comas esta. - me dijo mientras agarro su polla dura y la sacudió.

Yo aparté mi cara del sobaco y me agaché a comerle el rabo. Ante aquel movimiento Paulino me agarró de pelo antes de llegar a tocar su polla, echó mi cabeza para atrás y me hizo ponerme de rodillas en el suelo.

  • ¿Dónde crees que vas?

Me quedé de nuevo sin saber que decir mirando a sus ojos que desprendían fuego. Solo quería comerle la polla cuánto antes y no pude evitar dirigir mi mirada hacia a ella. Pero antes de llegar a verla, nada más mirar hacia abajo, Zas, me dió un bofetón tremendo. Rápidamente me llevé la mano a mi mejilla enrojecida. ¿Qué era aquello? ¿Qué había sucedido? No lo sabía. Lo único que sabía era que mi polla estaba cada vez más dura y que aquello me estaba encantando.

  • ¿Qué miras? ¿Quieres polla? E! Pues tranquilo que la tendrás, te voy a atragantar con ella. Pero cuando yo quiera. Puta.

Acto seguido, y sin soltarme del pelo, me escupió en toda la cara. Cada vez flipaba más y entendía menos, pero estaba más cachondo.

En ese mismo instante, la puerta del baño se abrió y entro un hombre. Yo fui a levantarme pero Paulino me agarró fuerte del pelo y me puso de rodillas de nuevo.

  • Pero ¿Dónde te crees que vas?

El hombre sonrió al ver aquella situación. Era un hombre mayor que Paulino. Tenía el pelo ya canoso, barrigón de oso y vestía de traje.

  • A estás putitas jóvenes hay que enseñarles bien.- dijo el señor.

Paulino rió.

  • ¿Puedo?.- dijo el señor.

  • Por supuesto.- le contestó Paulino.

El señor se acercó a mi, se bajó el pantalón y saco su polla. Llevaba un percing en el prepucio. Me puso la polla sobre la boca y dijo:

  • Saca la lengua.- me escupió en la boca y se dirigió a Paulino.- sujetarle la cabeza.

Paulino abarró con su brazo mi cuello, me estaba estrangulando controladamente y me dijo al oído: te vas a ahogar pero no dejaras de respirar. Yo te voy a cuidar. Tranquilo.

Antes de que Paulino terminara de hablar, el señor ya me estaba soltando un gran chorreazo de meada en la boca. Yo flipé. Era tremendo. Meaba muchísimo y no me entraba todo en la boca así que empezó a derramarse por la comisura de mis labios. Zas. El señor me soltó otro bofetón.

  • Tragatelo todo zorra o lo vas a sufrir.

Empecé a tragar todo lo que pude pero había mucha meo en muy poco tiempo. Cuando terminó de mear, sin darme tiempo a tragar el meo que todavía tenía el la boca, me metió la polla hasta la garganta. Paulino me soltó y el señor tomó el control de mi cabeza. Empezó a follarme la boca con fuerza. De mi garganta no dejaban de brotar babas que caían por mi barbilla hasta mi pecho peludo. Me atragantaba y me ahogaba pero estaba disfrutando como nunca. Había descubierto que ser la putita de un macho dominante que me folla la boca sin piedad era mi pasión.

Estaba casi sin respiración ya, cuando el señor le pregunto a Paulino: ¿Traga? En aquel momento me di cuenta que Paulino estaba observando toda la situación mientras se masturbaba y se estimulaba los pezones.

  • Pregúntale a él.

El señor saco su rabo de mi boca y yo negué con la cabeza. Así que el señor me dió otro bofetón, me dijo que cerrará la boca y se corrió en mi cara. Se subió la bragueta, volvió a escupir sobre mi rostro lleno de semen, y con la mano esparció por toda mi jeta la mezcla se semen y saliva que había dejado en ella. Para acto seguido salir del baño.

Paulino se me acercó pero yo no pude verle, ya que tenía los ojos cerrados para que me entrara el menor semen posible en ellos y me dijo al odio mientras se guardaba la polla: Yo me voy a reservar para después. Te vas a cagar pedazo cabrón.

Me levanto del suelo y me metió a una cabina. Ahí cogió papel higiénico y me empezó a limpiar la cara. Entonces pude abrir los ojos. En la cara de Paulino se dibujaba una sonrisa de oreja a oreja. Yo también le sonreí. Entonces me dió un buen morreo con lengua.

  • A partir de hoy voy a ser tu amo y tu mi putita. Y la de todos mis amigos.

Yo solo sonreí y volvimos a besarnos apasionadamente.

Cuando íbamos a salir del baño, Paulino me agarró del brazo, me dió la vuelta y cogió corriendo un cacho de papel del lavamanos. Todavía tenía semen en mi pecho y antes de salir de nuevo a la mesa me lo limpió.

  • No quiero que todo el mundo sepa que eres una putita. Mi putita.- me guiño el ojo y prosiguió - o por lo menos, no todavía.

Yo sonreí y me soltó un último bofetón para salir a la mesa con la cara bien marcadita.