Mi amo juega con su perrita
Historia de la primera vez que me metiste un consolador en mi hambriento coñito mientras me follabas el culo deliciosamente
Como buena esclava que soy, tan solo quiero complacer a mi amo; y ese eres tú. Llevo un par de días dándole vueltas a una historia que espero sea de tu agrado y te acompañe en noches solitarias.
Quedamos en tu casa, como tantos otros sábados, pero no sé por qué, este me sentía más excitada y nerviosa que los demás...
Me preparé a conciencia: me duché despacio pensando en tus manos mientras pasaba las mías por mi cuerpo lleno de espuma, rememorando caricias tuyas, deseando que mis manos fuesen las tuyas... Mis pezones se endurecían por lo caliente del agua y la ducha me hizo cosquillas allí donde solo tú tienes acceso. Me sequé y planché el pelo. Me maquillé como te gusta, con los ojos bien marcados y añadí un toque de pintalabios fijo de un color rojo muy fuerte a conjunto con mi boina favorita. Me puse el conjunto que me regalaste en reyes, sin sujetador. Encima, solo el body de encaje. Me enfundé unos tacones y me puse el abrigo. Cogí un taxi, quería llegar pronto.
Como siempre, me estabas esperando abajo. Cogimos el ascensor y me abriste un poquito el abrigo. La sorpresa inundó tu cara. Me diste la vuelta y me acorralaste contra la pared, sacaste las esposas y me las colocaste, muy apretadas.
-Eres mía- dijiste.- ¿Vas a hacer lo que yo diga?- No contesté, por la excitación, pero tú lo tomaste como rebeldía, metiste tu mano en mi abrigo y me pellizcaste levemente un pezón, despacio tomándote tu tiempo. El ascensor llegó en ese momento. me abrochaste el abrigo y me hiciste salir, sin quitarme las esposas. Me dejaste entrar primero y mientras cruzaba la puerta, tú tiraste de mi abrigo y abriste todos los botones a la vez. Cerraste la puerta, doble vuelta de llave. Me quitaste las esposas, el abrigo y me hiciste entrar en tu habitación. Olía a incienso... embriagador... me parece olerlo ahora mismo y no puedo más que excitarme. La habías despejado. Solo estaba tu cama, tu escritorio y la silla. Nada más. me acorralaste contra la pared y me besaste con pasión. Intenté despistarte para sentirme un poco más poderosa, pero ese día estabas dispuesto a ser el amo 100%
-¿Qué, intentas; despistarme? Hoy no. hoy mando yo, sol yo y tú no tendrás oportunidad de despistarme. Me gustan esos labios rojos... me encantan con esa boina. Te hacen tan apetecible... Bailame, hazme un pequeño streaptisse.-
Y yo me pongo cachonda perdida; ya tengo el tanga todo chopado y necesito que me premies con tu polla dentro de mí... lo necesito porque me encanta que me domines, no puedo evitarlo.
Y te sientas en la silla. te pones cómodo y yo empiezo a moverme torpemente, como con vergüenza, pero terriblemente excitada. Veo en tu mirada que te gusta lo que ves y me restriego de espaldas a la pared. Paso las manos por mi cuerpo, a ver si puedo tentarte y que me la metas pronto, pero ahí resistes. Empiezo a bajar con la espalda apoyada en la pared, con las piernas bien abiertas. Desabrocho el body, me lo quito despacio, sensualmente y tú sacas tu instrumento y empiezas a hacerte una paja, despacio, recreándote con la vista. Sigo con la boina, y mis labios rojos te tientan.
-Ven- me dices. Y pienso que ya quieres pasar a la acción. Pero no. - Arrodíllate y cómemela con esos labios rojos. Cómemela despacio.
Y yo lo hago. Me encanta comértela. Tiene el tamaño perfecto, uhhmm, qué dura está. recorro todo tu falo con la lengua, sin llegar a la cabeza; vuelvo a bajar y te chupo los huevos.
-¿Puedo quitarle los pantalones a mi amo?
-No-contestas. - Sepárate de mí y arrodíllate. Quiero verte bien.
Te desnudas entero, pero no te quitas los gallumbos. Me rodeas, mirándome. Yo espero que te guste lo que ves y tu cara lo corrobora. Me pones las manos detrás y vuelves a esposarme. Estoy completamente a tu merced. Llevo el pelo recogido en una coleta bajo la boina. La coges y diriges mi cara hacia tu polla y me la metes entera en la boca y me haces que te la chupe al ritmo que tu quieres.
-No voy a tardar mucho más, perrita mía. ¿quieres que me corra en tu boca? Quieres saborearme?
-Sí, mi amo. Dámelo, por favor, quiero complacerte en todo. Soy toda...tuya.
Tu semen sale disparado a mi garganta y me atraganto, pero no me la sacas. No quieres que se derrame ni una gota. Me encanta que te corras. Hace que me excite sobremanera. Ahora estoy más mojada aún que antes.
Me levantas del pelo, me coges la cintura y me das un tórrido beso abriéndome la boca con las manos, como sabes que me pone. Madre mía, no puedo más. Mis piernas flaquean y tiemblan. Me sientas en tu escritorio y me sigues besando, mientras me tocas las tetas. Me comes el cuello y bajas a mis pezones. Me los comes con deleite y comienzo a gemir. Bajas tus manos y te encuentras con un lago inmenso. Estoy anegada y eso a tí te encanta.
-Quieres tu premio, ¿verdad?- Tu cara es de depravado total. Me encanta. Pero sigo esposada y no puedo pegar tu cara a mi zona más sensible.
Me besas los muslos. Estás dispuesto a torturarme hasta que te suplique y no tardo en hacerlo.
-Amo... por favor... cómeme... - Mis suspiros son ahora jadeos. Comienzas a comerme, tienes hambre porque vuelves a estar excitado. Tus lametones van acompañados por tus dedos, que recorren mi humedad y hacen que me retuerza mientras empiezo a sentir que me corro. En ese momento paras y no me lo puedo creer. Nunca has parado justo antes de mi orgasmo. Te levantas y te pones frente a mí. Mi chocho queda justo a tu altura y noto tu temperatura entre mis piernas temblorosas. Me coges de la base del cuello, me besas y me la clavas. De una y hasta el fondo, ahogando con tus labios el gemido delicioso que sale de mis labios rojos. No llevas condón. Hace tiempo que no usamos y notas mi enorme humedad.
- ¿Quieres correrte, perrita mía? ¿quieres que haga que te corras?
-Sí - respondo con sumisión y casi sin aire.
En ese momento y sin esperarlo yo, me estiras fuerte del pelo con una mano y coges mi cuello con la otra y aceleras tus acometidas hasta que me arrancas uno de los mejores orgasmos de mi vida:
- Amo, aaaaah ! No puedo más !! ¿Puedo correrme? Amoo, me corroooo !!!
-Córrete, zorrita, córrete para mí.
Y me dejo caer contra la pared, exhausta, aún con las manos en la espalda. Pero tú no estás dispuesto a dejarme descansar esa noche.
Me cojes de un brazo, pero esta vez algo más tierno, aunque inflexible. Me dejo hacer. Me quitas las esposas y me tumbas en la cama, poniéndote tu encima para un 69. Quieres que te la vuelva a comer y lo hago con deleite mientras tu juegas suavemente con mi chuchita ahora remolona. Está hinchadita y tremendamente sensible y responde exageradamente a la más mínima caricia. Tú te recreas, soplas, la acaricias con los dedos, con la lengua. Siempre despacio.
Yo, mientras, te la como como te gusta, de las de garganta profunda. Me la saco y te chupo los huevos. Quiero dedicarles mis lametones un rato, pero tú quieres que siga comiéndotela, me la metes y mientras me ordenas que te la chupe, con ese tono dominante que me encanta, empiezas a follarme... ¿la boca? NO, la garganta. Me la metes hasta el fondo pero sigues tocándome despacio: torturándome de nuevo. Quiero que aceleres, que aprietes, ¡¡¡ QUIERO CORRERMEE !!!
Y mis caderas te lo piden. Te quitas del 69 y me arrodillas frente a ti. Juntas mis manos delante y vuelves a esposarme. Tus manos buscan algo arriba y tiras de una cadena que acaba en un gancho. Yo no tenía ni idea de cuándo lo habías puesto, pero me encantó. Enganchaste la cadena de las esposas en la cadena del techo y tiraste de ellas hasta subir mis brazos. Ahora sí que estaba a tu merced. Arrodillada, atada al techo, terriblemente cachonda, con el liguero y las medias. Me diste un par de azotes. Eso te pone. Te gusta azotarme, y a mí que me azotes. Pero hoy no era uno solo, me diste una buena azotaina.
-Esto por no haberme hecho caso ayer cuando te dije que no te tocaras.
-Sí, amo, me lo merezco. Disfruté tanto que no podía aguantar y me corrí... ¡con un gusto impresionante !
-Vaya, no podías aguantar. No podías aguantar aunque tu amo te prohibió correrte...- ¡ PLAS. PLAS ! - Pideme perdón por ser tan zorrita
-Ah, ah, perdón. - te digo mientras suspiro. Adoro que me azotes. Tus azotes son perfectos. Hacen un poquito de daño, pero no pican y... y me ponen tantoo... ¡ uhmmm !
Te has cansado de azotarme y empiezas a tocarme las tetas, desde atrás, mientras me comes el cuello salvajemente sabiendo que me encanta. Te pegas a mi zalamero.
-Cierra esas piernas, demasiado te gusta abrirlas. - Y las cierro aprisionando tu polla caliente y dura. Tú empiezas un mete-saca previo a penetrarme. Ese que nos encanta ambos, rozando tu polla ¿caliente? no, ardiente contra mis ingles que la aprisionan mientras los jugos de mi sobreexcitado coño te lubrican. Sigues con mi cuello, con una mano me sobas una teta y con la otra empiezas a jugar con mi clítoris... Creo que voy a volverme loca ¿Otra vez? ¿Puede alguien volverse loco tantas veces? Bueno... da igual quiero que sigas, quiero; no, necesito que me folles. Hasta el fondo, salvajemente. Que llenes el abismo que noto entre mis piernas. Así que, entre suspiros, te digo:
-Amo, fóllame, córrete conmigo...
-Mira, gatita, soy tu amo y me has de hablar como tal... Si quieres que te la meta, pídelo por favor y yo te la meteré por donde quiera y cuando quiera...
-Amo, por favor, tu esclava necesita que la llenes
-Y yo quiero romperte el culo
-Ah... sí, rómpeme el culo, pero fóllame
-Uhmm... ¿quieres que te rompa el culo? ¿La quieres hasta el fondo? Claro.... eres una perrita caliente, hambrienta, viciosa, siempre queriendo lo mismo... Te lo voy a dar, pero despacio... hoy me apetece verte sufrir.
Sacas el consolador y lo pones a vibrar. Un poco fuerte para mi gusto, pero no me atrevo a decir nada. Estoy un poco aturdida de tanta excitación.
Tiras de mis caderas un poco hacia atrás, para que quede en una posición parecida al perrito y yo subo mi culo para que puedas verlo todo mejor, sé que te gustan las vistas y vuelves a azotarme un poco más. Mojas el juguete en mis jugos y me lo metes en mi empapado coño despacio, pero sin parar hasta que está bien dentro... Me encanta la vibración. Empiezas a untar mi culo con abundante lubricante pero tienes muchas ganas de correrte y untas también tu herrmienta para poder metérmela antes. Apuntas y empiezas a avanzar... pero se te ocurre algo.
-Eh, Bernice, eres mi perrita ¿no?- ¡PLAS!
-Sí amo, tu perrita, solo tuya.. aaaah !
-Y como perrita, eres obediente con tu papi, ¿eeh?
-Sí, para todo lo que mi amo pida, para todo lo que quieraas uhmm...
-Pues empálate tú misma. Quiero que te la metas hasta el fondo. Hasta que notes los huevos golpear tu cuerpo.
Y esto me lo dices al oído y no tengo forma de decirte que no.
Pego mi culo a tu polla. La noto caliente, durísima, empapada y resbaladiza. Y tan dura. Empiezo a hacer fuerza contra ella y parece que mi culo no es muy propenso a colaborar. Insisto y tu la sujetas con tu mano. Empiezo a notar que se mete la cabeza y hago más fuerza para meterla. ME ENCANTA. Desenganchas mis manos del techo y me pongo a perrito con el culo muy muy en pompa y sigo metiéndome tu polla.
-Tócate- me ordenas. Sabes que si me toco, me gusta más que me la metas por el culo y me muevo con más ganas. Y eso es lo que quieres.
Y yo me toco, y yo gimo y empiezo a meter y sacar esa cabeza que me vuelve loca. Ya estoy dilatada y, mientras me muevo me la voy introduciendo un poco más. Apretando más mis dedos contra mi clítoris, notando la vibración y todo muy apretado.
-Te gusta sentirte penetrada por tus dos agujeros, ¿verdad?
-Sí, estoy muy apretadita... Uhhmm... esto me llenaaa aaahm,... ¡ufff! Sí, me encanta...
Se te acaba la paciencia y me empujas. Acabo con la cabeza en la cama y tú contemplas la imagen de mi culo abierto. Me la sacas y sigues mirando... me la metes de una; hasta el fondo; sin piedad pero sin hacerme daño. Sin ir demasiado rápido, pero hasta el fondo.
Yo noto tus huevos golpear el juguete y ese golpecito... parece que no, pero es increíble. Tú no puedes más con el morbo... pero quieres más y con tus manos rodeas el cuello que antes besabas y me das fuerte. Y me das rápido. Y tus huevos golpean el vibrador, tus manos aprietan mi cuello, yo aumento mi presión y la velocidad de mis caricias y gimo como puedo mientras tus manos aprietan mi cuello.
-¿Te gusta, zorrita mía? ¿Te gusta que te folle el culo fuerte?
-Sí amo, me gustaaa, dame más... y más fuerte.
-Voy a romperte el culo y a correrme en él. ¿Quieres que me corra en tu culo?
-Sí, amo, córrete en mi culo
-Córrete, perra, córrete para mí - Y aumentas más tus acometidas... me estás rompiendo, pero me encanta y sí. Me corro...
Y tú notas la estrechez de mi culo, y la vibración del juguete. Y no puedes con el morbo. Quitas las manos de mi cuello y con una coges mi coleta y con la otra empiezas a azotarme fuerte, a lo cowboy, clavándomela hasta el fondo
-Oh sí, Bernice... Me corro, perra... Me encanta tu culo estrecho y caliente... uuuuuuufh !!
Yo sigo con mi orgasmo... ha sido larguísimo, pero llego a lo más alto cuando noto tu chorro, potente y ligeramente más cálido que mi interior, inunda mi culo. Te has corrido y sigues con pequeñas acometidas.Me sacas el juguetito castigador, pero sigues con tu polla dentro de mí un rato. Me derrumbo y tú encima de mí. Sin salirte... Te gusta la sensación, pero al final se sale sola.