Mi Amo

Su primera Sesión. La ternura y la dominación son una sola.

Mi Amo…. Mi Amo…. Mi Amo.

Mi Amo, mi Amo, mi Amo…. Esas palabras retozaban en mi mente, resbalaban por dentro de la piel con una intensidad hasta ahora desconocida. Iba en pos de mi Amo, no lo podía creer, al fin…!

El bus apenas iniciaba su camino de 9 horas hacia Bogotá, si, viajaba para una sesión con mi Amo y si me preguntan si valía la pena les contesto que iría hasta Katmandú a pie a ver a mi Amo.

Ya estaba oscuro, la mayoría de la gente en le bus dormía, solo se escuchaba un murmullo, alguna música y yo podía escuchar mi corazón latir con fuerza cuando escuche el celular y sabia que era El. Siempre amoroso. Preocupado por mi y mi viaje.

“Quítate la ropa interior, sin ir al baño del bus  y haz el resto del viaje así.”

No discuto. Era difícil, quitarme los jeans, la ropa interior y volvérmelos a poner en ese pequeño espacio y compartiendo asiento con un señor, que parecía como un campesino, agradable y callado.

Pero a obedecer y rápido. Como pude me tape y me saque la ropa interior, el señor a mi lado se dio cuenta de todo, claro que no podía entenderlo y miraba de reojo en silencio, era incomodo los jeans me tallaban los labios vaginales y seguramente no podría dormir así… y así fue.

Al llegar a la madrugada, el sueño y la tensión del encuentro me tenían hecha un desastre. Tome un taxi con la dirección que mi Amo me había dado. A medida que me acercaba, el corazón se me quería salir del pecho, los jeans se humedecían, mi cerebro nadaba en excitación.

Abrió la puerta, y mi primera reacción fue ponerme de rodillas y abrazar sus pies, lo llené de besos agradecidos. Ni una palabra recibí, simplemente con una seña que lo siguiera me llevo hasta la ducha, gateando lo seguí… comprendía sin palabras,  agua fría...brrrrrrrrrr. Baño a fondo.

Desnuda ante mi Amo… examinada hasta los últimos detalles, sin vergüenza de mi carne extra, con la cabeza baja y una sonrisa discreta. Mi Amo miró detenidamente los dientes, las tetas, las nalgas, abrió las nalgas y con un dedo suavemente verifico mi depilación. A este punto yo podría estallar con un solo roce suyo.

Era un cuarto sobrio, solo una cama, una mesa y una silla, sin ventanas. Me ordena poner mis codos sobre la mesa, inclinada dejo mis nalgas para las primeras palmadas que esperaba ansiosa.

Sus palmas contra mis nalgas tienen ese dulce sonido, un pequeño sobresalto a cada uno, como abriendo mi mente para que entienda lentamente que espera de mí ese día.

“Obediencia y alegría en la sumisión”.

Me ordena que me quede así hasta que vuelva. No se cuento tiempo pasó, pero no moví ni un musculo.

Entonces volvió. Me levanto de un tirón y vi las cuerdas en sus manos. Parecía un mago! Los amarres perfectos, las vueltas en mi brazo y en mi muslo eran tan bellas! Los brazos hacia atrás pegados de la espalda, las tetas a reventar.

De rodillas con las nalgas pegadas de los talones  recibí mis primeros azotes, merecidos, porque hablé sin su permiso.

Azotes lentos, en mis tetas, el estomago, los hombros. Mi Amo daba vueltas y vueltas a mi alrededor y de repente aparece su pene ante mi cara, tan deseado y de pronto estaba allí…. A dos centímetros de mi boca.

Rogué, suplique, por ponerlo en mi boca. Recorría mi rostro con su pene aumentando mis ansias. Él es tan bueno, que  al fin me lo concedió

“¡Hasta la garganta perra!”

Como no había comido nada desde la tarde anterior no vomité, pero las arcadas no podía esconderlas.  Le bese su adorado pene con lentitud, lo lamí con devoción, lo mamé con desesperación. Lamí sus huevos con amorosa dedicación esperando una palmadita de mi Amo como premio. Pero lo que hacía era alejarse unos centímetros, yo de rodillas me arrastraba como podía para alcanzarlo de nuevo, mis ojos suplicaban. Pero sin misericordia me dejo la boca con su sabor, pero vacía.

Entonces  me desato con calma. El se recostó en la cama mientras yo tenia que desfilar para él. Sonaron unos golpes en la puerta….

“Es lo que pedí de comer, ahí esta el dinero. Abre la puerta y recibe el domicilio.”

Sin chistar lo hago, podía imaginar la sonrisa de mi Amo cuando vio la cara de asombro de aquel chico que me entrego la pizza. Entonces mi Amo tiro unas monedas en el piso

“Recógelas que son la propina del domicilio”.

Sabía lo que quería, de espaldas al chico me agache sin doblar las rodillas. Mi culo en frente de ese desconocido… y con una sonrisa le entregue su propina… cuantas veces habrá contado ese chico esa historia...

Mi Amo se sentó en la mesa en la única silla que había y a sus pies iba recibiendo pedazos de comida de sus manos, era su perra.

Cuando terminó vino un momento inolvidable. De  una pequeña bolsa púrpura, sacó el collar más hermoso que he visto. Grueso, tosco, y mío! Con sus caricias en el cuello me puso el collar que me hacia oficialmente su perra. Tenia un medallón que decía CACHORRA, así me había llamado.

Arrodillada, mi Amo acarició suavemente mi rostro y me beso con tal ternura que me salían lágrimas sin querer. Entonces, de repente,   me tomo las muñecas con fuerza y me puso las esposas, levanto mis brazos y con una cuerda me suspendió de una polea hasta solo tocar el suelo con los dedos.  Me puso una mordaza que me obligaba a mantener la boca abierta y respirar con cierta dificultad.

Con un golpe detrás de mis rodillas me indica que las flexione. Entonces  me  gira. Satisfecho por su trabajo,  aparecen las pinzas, distribuidas artísticamente por mi cuerpo, las tetas, los pezones que el estiró previamente con sus dientes. Los labios vaginales, la entrepierna, Cuanto quisiera verme ahora! El dolor es intenso. Lo vivo a cada segundo no queriendo dejar escapar el tiempo.

Un látigo de varias puntas empieza a acariciarme la espalda, los muslos, acaricia mis nalgas después de cada golpe, deben estar rojas a esta altura. Sus dedos escarban hábilmente entre mis labios vaginales, entre latigazo y latigazo, la humedad es tan intensa que el olor invade el cuarto y al oído me dice:

“Perra, eres una perra en calor…”

Entonces me suelta de repente y caí con los brazos adoloridos.

Me señaló la cama, me puso en cuatro como la perra que soy, amarro las muñecas a los extremos de la cama por detrás de las piernas. Quedaba así absolutamente inmóvil, con el culo al aire.

Sus manos despacio jugaban y estiraban los labios mientras me quitaba cada pinza despacio. Unas palmadas. Con la mordaza aún puesta le rogaba que me diera su verga en la cuca.

“¿Te la mereces?”

“¡No mi Amo, por favor!”

Despacio para matarme de impaciencia me metió su verga… por fin… una oleada de placer invadió mi cuerpo, me latía la cabeza, la mezcla de dolor y placer era algo había demorado tantos años en vivir, vivir…. Si que me sentía viva.

Pero solo fue un poco de verga. Yo suspiraba por más suplicando con mis gemidos. Sus dedos escarbaban en mi cuca, un dedo, dos… creo que ya son cuatro. El dolor es intenso, y mientras mas dolor hay que pueda resistir, mas entregada me siento a mi Amo…. Y ese es el significado de su mano dentro de mí, las lágrimas de dolor brotan pero no quiero decir basta, es el poder sobre mí y es mi poder de resistir.

Pero aparto el culo sin querer  y eso me hace ganar un castigo. La vara recia y seca en mis muslos me estremece, me ordena que cuente cada vara como castigo.

“Uno, dos, tres… quince gracias mi Amo”

Entonces se va.  Me quedo en esa posición respirando por la nariz lentamente… reponiéndome un poco. Tal vez media hora después aparece acariciando mi espalda hasta que siento las gotas de cera cayendo lentamente, ese ardor que me hace saltar. Su verga en mi culo despacio, cuando me echa la cera aprieto mi cuerpo y eso el gusta, acelera su ritmo, alternando sus embestidas con la cera en mi espalda. No se, 15 minutos de acometida mientras sostenía de la cadena de mi collar,

“Perra, así es que te mereces mi verga”

“¿Eres mi perra?”

“Soy su perra señor, su esclava. Gracias Señor por clavarme el culo.”

Dolor… que es el dolor descrito frente a lo que vivía entonces? La palabra no tenía ningún sentido. El placer y el dolor eran la misma cosa, se prestaban fuerza una a otra.

Su verga en mi cuca nuevamente, me prohíbe el orgasmo y lo detengo como puedo, me concentro en el dolor de otra parte de mi cuerpo para lograrlo. Casi no lo logro, sobre todo cuando sentí su explosión de placer, su leche en mi espalda y sus gemidos que eran música celestial en mis oídos.

Sentado a mi lado, me quito la mordaza y me dejo lamer sus manos, esas manos que me desataron me recostaron en la cama y me permitió….tocarme unos minutos hasta que exploté como nunca en mi vida, dentro de mi cuerpo viví juegos pirotécnicos, viaje al fondo de la tierra y la muerte y la vida en un mismo segundo.

Mi Amo solo me observaba.

“Descansa…. Mi perra sumisa.  Te usaré de nuevo, mas vale que descanses”.

Amarrada del tobillo a la cama cerré mis ojos y una sonrisa se dibujo en mi rostro. Una sonrisa que decía … Mi Amo, mi Amo, mi Amo.