Mi amigo y nuestros hijos (6: el final)

Dani y yo revelamos a Andrés y Guille toda la verdad. El final de la historia con sus consecuencias, incluyendo una tarde de sexo que jamás hubiésemos imaginado.

Voy a seguir relatando los acontecimientos que comenzaron este verano y que, como decía en el capítulo anterior, han cambiado radicalmente mi vida durante estos meses. Recomiendo pues a los lectores leer la primera parte para conocer los hechos y a sus protagonistas.

Dos días después Dani y yo nos decidimos a llevar a cabo lo que habíamos hablado y desvelárselo todo a Andrés y Guille. Habíamos pensado cuidadosamente cómo preparar la situación y cómo hacerlo, así que había poco margen para la improvisación. La tarde en que sucedió nos juntamos todos nosotros en casa de Andrés mientras nuestras mujeres pasaban la tarde de compras en la ciudad. El plan era quedar en casa de Andrés para jugar a la consola todos juntos, o al menos eso era lo que creían Guille y Andrés. De camino yo iba con mi hijo y el pobre no podía ni imaginarse lo que iba a pasar aquella tarde, el giro drástico que iban a dar los acontecimientos. Y en cierta forma en aquel momento yo tampoco me esperaba todo lo que terminó pasando.

Al poco de llegar, Dani me hizo una señal y pusimos en marcha la cosa sin perder más tiempo. Yo estaba bastante nervioso, y se notaba que Dani también, pero aún así estaba decidido.

  • Andrés, ven - dije yo levantando un poco la voz, pues mi amigo había ido a la cocina a por unos vasos -. Dani y yo queremos hablar con Guille y contigo.

Guille me miró sorprendido y Andrés empezó a caminar de nuevo hacia el salón mientras Dani se levantaba del sillón y sentaba junto a mí en el sofá, bastante pegado.

  • ¿Qué es lo que pasa? - preguntó Guille visiblemente mosca con todo aquello.

  • A ver, siéntate, Andrés, que lo que tengo que deciros es algo fuerte.

  • ¿De qué se trata? No nos hagas esperar más - dijo Andrés mientras tomaba asiento en el sillón.

  • Bueno, allá va. Sé, o mejor dicho sabemos - añadí mirando a Dani -, lo que hay entre vosotros dos. Sabemos de vuestra relación, vaya.

La cara de los dos fue un poema. Intercambiaron una mirada rápida en la que se adivinaba un apuro inmenso, y enseguida empezaron a fingir que no sabían de qué hablaba.

  • ¿Qué? ¿Qué dices? - empezó a balbucear visiblemente nervioso Andrés -. No tengo ni idea de lo que estás hablando.

-No te molestes en negarlo, Andrés, sé de buena tinta de lo que hablo. Pero antes de que os pongáis más nerviosos os voy a decir desde ya que no tengo ningún problema con lo que hacéis, que ninguno de nosotros dos tiene ningún problema con vuestra relación secreta.

Ahora sí que estaban bloqueados, resultaba gracioso verlos en aquella tesitura, aunque me daban un poco de pena, especialmente mi hijo Guille que se había puesto rojo como un tomate y evitaba mirar a nadie.

  • Santi, no entiendo nada - contestó Andrés.

  • Ahora te explicaré con detalle cómo sé lo vuestro, pero antes os explicaré por qué no tengo problema con vuestra relación - puse una mano sobre la pierna de Dani antes de seguir -. Dani y yo estamos manteniendo también una relación a escondidas desde hace poco más de una semana.

  • No. No es verdad - empezó mi hijo Guille -. Lo dice para ver si nosotros confesamos.

Dani y yo nos miramos y le guiñe un ojo. Entonces Dani se acercó más a mí y nos dimos un buen morreo delante de sus miradas atónitas.

  • Bueno, ¿os lo creéis ya o no? - dijo Dani en tono burlón.

  • Joder, creo que me va a dar algo - confesó Andrés -. Todo esto es…

Cogió su lata de cerveza y le pegó un buen trago mientras trataba de poner en orden su cabeza.

  • A ver. Vamos a ir por partes. Os voy a contar toda la historia desde el principio, ¿de acuerdo? De esa manera lo entenderéis todo paso por paso. Pero lo principal, lo que quiero destacar antes de nada, es que en principio no hay ningún problema con lo que está pasando, ¿entendido? - pregunté mirando especialmente a mi hijo Guille para que no estuviese preocupado.

Empecé mi largo relato contándoles lo mucho que me extrañaba su comportamiento juntos y cómo eso me llevó a seguirles y a terminar pillándoles juntos aquella noche en mi casa. Puestos a ser sinceros también les conté lo de la grabación, y en el momento en que supieron que los había visto follando se pusieron muy rojos mientras se miraban sin saber dónde esconderse. Les conté lo muy cabreado que estaba en un principio con todo aquello y cómo empecé a fijarme en Dani a modo de venganza, y después les relaté cómo intentando seducir a Dani habíamos terminado gustándonos de verdad y empezando una relación prácticamente idéntica a la suya.

  • Cuando terminé fui yo el que le dio un buen trago a mi cerveza y después le ofrecí un trago a Dani.

  • Madre mía, estoy que no me lo creo… - dijo Guille -. ¿Puedo coger yo también una cerveza?

  • Sí, hijo, cógela.

  • Santi - dijo mi amigo Andrés -, siento que esto empezase y haber estado engañándote. Entiendo cómo debiste sentirte cuando lo descubriste, porque yo ahora también me siento jodidamente raro viéndote con mi hijo.

  • La verdad es que fue muy extraño. Saber que mi hijo y mi mejor amigo son gays o biexuales es lo de menos, porque como veis yo soy también lo soy aunque evidentemente tampoco os lo haya contado nunca. Pero saber que estabais liados con vuestra diferencia de edad y todo eso fue muy fuerte para mí. Llegué a odiaros un poco, especialmente a ti, Andrés. Pero luego me pasó todo esto con Dani y comprendí que seguramente no podías evitar lo que os pasaba, igual que nosotros.

  • Lo nuestro empezó a finales del verano pasado - comenzó Guille mirando a Andrés como solicitándole permiso para contarlo -. Andrés me pilló enrollándome con un chico una noche que paseaba por la playa.

  • Sí. Hablé con él al día siguiente y le dije que estuviese tranquilo, que no te contaría nada - continuó Andrés -. Pero como yo ya sabía su secreto empezamos a hacernos más íntimos, empezó a compartir conmigo sus cosas, y a mí empezó a gustarme cada vez más, hasta que un día pues no pudimos evitarlo y pasó, ya sabes.

  • Lo entiendo - dije yo.

  • Mirad, si os lo hemos contado todo - empezó Dani -, ha sido precisamente para que dejemos de estar todos tan preocupados por escondernos. Pensamos que todos nosotros éramos cómplices lo tendríamos muchísimo más fácil.

  • Solo habrá que tener cuidado con nuestras madres - continuó Guille -. Pues a mí me parece genial, y además me quito un peso enorme de encima sabiendo que lo sabéis y que os parece bien. Es más, me encanta que vosotros también estéis liados.

Todos empezamos a reírnos ante el comentario y de esa forma se relajó por fin el tenso ambiente que se había creado aquella noche. Estuvimos un rato más hablando de detalles y cosas relacionadas con todo aquello. Hubo un momento en que yo me levanté y fui a la cocina a llevar cosas a la basura y Guille me acompañó.

  • Qué fuerte todo, ¿verdad, papá?

  • Bueno, un poco - reconocí.

  • De todas formas tengo que darte las gracias.

  • ¿A mí? ¿Por qué? - pregunté.

  • Por entenderlo, por aceptarme y eso. Tengo mucha suerte.

  • No tienes por qué dármelas, te entiendo perfectamente. Ya me ves a mí. Supongo que de tal palo tal astilla, ¿no? - bromeé y los dos nos reímos juntos -. Respecto a tu madre, Guille…

  • No tienes que darme explicaciones, no voy a juzgarte - me cortó él -. Sé que la quieres aunque sea de otro modo.

  • Realmente te estás haciendo mayor - le dije orgulloso -. Ven aquí.

Y los dos nos fundimos en un abrazo como hacía años que no nos dábamos, probablemente desde que Guille abandonó la niñez y empezó a ser un adolescente.

  • Quiero que siempre, te pase lo que te pase, confíes en mí - le dije -. Quiero que me veas como un amigo, y quiero que sepas que siempre voy a estar de tu lado, que nunca tienes que avergonzarte de nada ante mí, ¿de acuerdo?

  • Vale, papá, trato hecho.

Volvimos a salón y vimos que Dani y Andrés también estaban teniendo una conversación, probablemente similar a la nuestra. Era sin duda el momento para hacer las paces con las personas de las que nos habíamos distanciado un poco y de volver a estrechar lazos con quienes eran tan iguales a nosotros mismos que era difícil de creer. Me sentí muy feliz de que todos volviésemos a estar bien y dejásemos de lado las mentiras y los secretos.

Luego estuvimos un buen rato relajados, charlando entre todos o de dos en dos, bebiendo cervezas (los chavales con la tontería se habían ido cogiendo cierta libertad) y riendo juntos. Empezó a ser normal que de vez en cuando Andrés y Guille o Dani y yo nos diésemos algún beso, nos cogiésemos de la mano o nos sentásemos uno encima del otro con naturalidad. Cuando Dani se sentaba encima de mí no podía evitar que se me pusiese dura, aunque trataba de disimularlo, y sé que a los demás les pasaba lo mismo. En esas estábamos cuando Guille volvió a soltar uno de esos comentarios suyos que nunca sabías si eran totalmente en broma.

  • Oye, pues con la tontería estoy yo pensando que aquí hay dos que nos deben un vídeo guarro.

Nos pusimos a reír todos ante la ocurrencia.

  • A ver - continuó riéndose -, vosotros tenéis un vídeo nuestro, es justo que nosotros también tengamos uno vuestro, ¿no?

  • ¿Para qué? - contestó Dani mientras se restregaba contra mí en un gesto graciosamente obsceno -. Ya nos veréis en acción cuando nos montemos una orgía los cuatro.

Volvimos a reírnos todos y seguimos con aquel ambiente en que cada vez éramos más naturales y nos dejábamos llevar más. La cerveza estaba empezando a hacer mella en todos nosotros, especialmente en los chavales. Un rato después la conversación fue perdiéndose a medida que estábamos más en plan parejas, cada una en una esquina del amplio sofá. Guille estaba sobre Andrés y los dos se besaban continuamente mientras sus manos se iban atreviendo de vez en cuando a tocar partes más comprometidas, y Dani y yo estábamos igual. Además me di cuenta de que todos nos mirábamos frecuentemente. Parecía que el morbo se empezaba a apoderar de todos nosotros ante una situación así. A esas alturas creo que todos teníamos una erección de campeonato. De pronto Guille llevó su mano sin disimulo a la entrepierna de Andrés y éste la retiró apurado.

  • ¡Ey! - le dio riéndose -. ¿Qué haces, hombre?

  • Va, dejémonos de tonterías. Si mi padre ya nos ha visto follar varias veces. Y Dani también.

Andrés me miró preguntándome con su mirada qué decía hacer, si frenarle los pies a Guille o no, intentando saber si aquello me ofendía. Yo le guiñé un ojo y bajé mi mano al paquete abultado de su hijo. Creo que fui bastante claro.

Empezó entonces una situación que fue a más y a más sin que pudiésemos frenarla y en la que terminamos haciendo cosas que jamás habíamos pensado. Al menos yo. Estuvimos un rato sobándonos por todas partes y besándonos ya sin disimulo, hasta que Dani se decidió y sacó mi polla por fuera del pantalón. Se bajó de encima de mí y empezó a chupármela mientras Guille y Andrés miraban sonriendo, especialmente Guille, que al momento hizo lo mismo y empezó a mamársela a Andrés. Allí estábamos mi amigo y yo sentados en el sofá mientras nuestros hijos chupaban nuestras pollas mirándose de vez en cuando y sonriendo. Para ellos era un juego morboso, y nosotros nos dejamos llevar completamente. Guille se quitó la camiseta y yo se la quité a Dani. Luego Andrés y yo también nos quitamos la parte de arriba mientras los chavales seguían mamando. Y qué bien lo hacían. Andrés se levantó y se quitó los pantalones del todo para estar más cómodo.

  • ¿Por qué no haces tú lo mismo? - me preguntó Dani.

Acepté su consejo y mientras yo me los quitaba Dani y Guille hicieron lo mismo. Ahora estábamos todos completamente desnudos y preparados para llegar hasta donde hiciese falta. Los chavales volvieron a subirse encima de nosotros y seguimos besándonos y restregando nuestros miembros duros un rato. Poco después me di cuenta de que Guille había estirado su brazo y estaba empezando a tocar la pierna de Dani, y después empezó a sobar mi torso mientras seguía besando a Andrés. Dani hizo lo mismo y empezó a sobar a Guille y a su padre mientras seguía besándome. Después Dani se separó un poco de mí y Guille y él empezaron a comerse la boca delante nuestra. Andrés y yo nos miramos y vi que, igual que yo, él estaba tan sorprendido como cachondo. Se besaban de una forma muy cerda y se sobaban y pajeaban el uno al otro mientras nos miraban para comprobar si aquello nos estaba dando el morbo que esperaban. Y vaya si lo hacía.

  • ¿Por qué no le chupas la polla a tu padre? - le preguntó Dani a Guille.

Sin preguntarnos si estábamos de acuerdo Guille se agachó y se metió mi polla en la boca. A esas alturas eran ellos los que mandaban claramente. Mi propio hijo me estaba chupando la polla delante de mi amigo y su hijo, que ahora era mi amante. Era algo de locos. Dani también empezó a chupársela a Andrés. Pude comprobar que mi hijo era realmente bueno mamando, tragándosela hasta el fondo y utilizando muy bien la lengua. Por los gemidos de Andrés supe que Dani también le estaba haciendo a él un buen trabajo.

Después los chavales dejaron de chupárnoslas y volvieron a besarse entre ellos. Yo cogí a mi chico, a Dani, y empecé a comerle el culo mientras él se la chupaba a su amigo Guille. Andrés se había situado detrás de Guille y estaba empezando a llenar su polla de saliva y mientras iba metiendo algún dedo en el culo de mi hijo. Fui yo el primero en situar mi polla a la entrada del culo de Dani y empezar a metérsela mientras él seguía mamándosela a mi hijo.

  • ¿Te parece bonito follarte a mi hijo delante de mí? - me preguntó Andrés mientras yo empezaba a bombear el culo de Dani como tantas veces había hecho ya.

  • No sé a qué esperas tú para follarte al mío, ¿no ves que lo está deseando?

Como respuesta a mis palabras Andrés hizo que Guille se agachase y se la metió también. Era tremendamente morboso estar allí follándome a Dani delante de su padre mientras él se follaba a Guille delante de mí. Pocas veces había estado tan excitado como aquella y con tan poco control de mí mismo. Los dos chavales gemían con nuestras embestidas mientras Andrés y yo llevábamos sin haberlo acordado un ritmo prácticamente idéntico. Al rato cambiamos de postura, Andrés y yo no sentamos en el sofá mientras ellos se sentaban encima de nuestras pollas y cabalgaban. Ahora estábamos bastante juntos, así que podíamos toquetearnos unos a otros mientras seguíamos follando. Guille me sobaba constantemente las piernas mientras Dani hacía lo mismo con el torso de su padre.

  • ¿Y si hacemos un cambio de parejas? - propuso Guille.

Yo me quedé mirando a Dani y a Andrés, para ver qué pensaban ellos de eso. La verdad es que ya habíamos empezado algo muy fuerte y nuestros propios hijos nos la habían chupado, así que ir un poco más allá no suponía mucho cambio. Dani me besó en la boca y me dijo algo.

  • La verdad es que me daría morbo ver cómo te follas a tu hijo.

  • Bueno, no sé - respondí yo haciéndome de rogar un poco -. ¿Y a ti, Andrés, te apetece follarte al tuyo?

  • Puede ser, si él quiere…

Dani sonrió de forma pícara y se levantó sacándose mi polla de su interior mientras Guille hacía lo mismo con la de Andrés. Cada chaval se fue con su padre. Dani se sentó encima de Andrés y empezó a dejarse caer abriendo bien el culo para que la polla de su padre le entrase hasta el fondo mientras Guille me levantó del sofá y se tumbó él con las piernas abiertas invitándome a penetrarle. Yo se la metí hasta el fondo y después le besé mientras empezaba a bombear su culo. En ese momento me olvidé de que era mi hijo y me dispuse a follármelo hasta dejarle exhausto. Los gemidos de los cuatro llenaban de sonido la habitación mientras seguíamos adelante con aquella orgía incestuosa. Ver a Dani cabalgando encima de Andrés me puso tan cachondo que la fuerza con la que penetraba a Guille se hizo descomunal. Mi hijo gemía mientras castigaba su culo y se agarraba a mi espalda con fuerza.

  • Así, papá, dame fuerte, castígame - me decía al oído.

También pude oír las cosas que se decían Dani y Andrés. Mientras duró aquello cambiamos varias veces de postura, volvimos a intercambiarnos a los chavales, con lo que volví a follarme a Dani durante un buen rato, e incluso los chavales pasaron de nosotros durante un ratito y se follaron el uno a otro mientras nosotros nos la meneábamos contemplando el espectáculo. Cuando ya no podíamos más Andrés y yo nos pusimos de pié con la punta de nuestras pollas casi pegadas y nuestros hijos se arrodillaron con las caras muy juntas y las bocas abiertas. Andrés fue el primero en terminar, lanzando varios chorros de semen sobre la cara y la boca de los chavales, y poco después yo hice lo mismo dejándoles la cara, la nariz, la boca y el pelo completamente pringados. Ellos terminaron allí mismo, casi al mismo tiempo que nosotros, pajeándose mientras sentían nuestra leche caliente manchando sus caras, y de esa forma todos despertamos de una especie de hechizo que nos había nublado la mente y nos había llevado sin poder controlarnos a tener la experiencia sexual más extrema de nuestras vidas.

Nos duchamos y dejamos la casa arreglada borrando toda huella de aquella orgía. Cuando terminamos Dani se abrazó a mí y me besó.

  • Te quiero, Santi. Aunque hayamos hecho esto tú eres el único al que quiero.

  • Yo también, Dani.

Andrés y Guille estaban en el mismo plan que nosotros, besándose y hablando entre ellos. Y es que, pese a todo, aquello solo había sido una experiencia fruto del morbo. En los ojos de Guille y de Andrés podía ver que sentían algo muy fuerte el uno por el otro, igual que podía ver en los ojos de Dani lo mismo hacia mí.

El mes de julio estaba tocando ya a su fin y ahora sabíamos que el de agosto sería fantástico. Teníamos aún todo un mes por delante para vivir aquella historia antes de que terminasen las vacaciones. Éramos dos parejas enamoradas dispuestas a seguir disfrutando de aquel verano en que nuestras vidas cambiaron para siempre.

EPÍLOGO

Cuando terminó el verano y volvimos a nuestras ciudades habituales, los cuatro teníamos claras cómo estaban las cosas. Yo estaba enamorado de Dani, si cabe más que al principio, y mi hijo Guille estaba loco por Andrés, el cual sentía lo mismo por él, pero todos sabíamos cuál era nuestra realidad, por lo que acordamos no estar atados. Ahora hablamos frecuentemente por teléfono, yo con Dani y Andrés con Guille, y de vez en cuando, los fines de semana largos y los puentes quedamos en el pueblo los cuatro o nos vamos juntos de acampada dejando a nuestras mujeres en casa. Así es como seguimos viviendo nuestras historias de amor prohibido.

Pero como decía, somos conscientes de nuestra realidad. Andrés y yo sabemos que nuestros hijos son jóvenes y que tienen tanto por vivir que en cualquier momento pueden conocer a otra persona, probablemente a alguien más de su edad y empezar algo, y de hecho cuando eso pase nos alegraremos, pues sabemos que nuestras relaciones con ellos son prácticamente imposibles. Pero de momento las seguimos viviendo y disfrutando. Además, cuando nuestras quedadas se retrasan tenemos nuestras formas de desahogarnos, que son posibles gracias a la sinceridad que hay entre todos nosotros y a que tenemos acordado no atarnos, por mucho que nos queramos.

Cuando mi mujer no está, Guille y yo nos desahogamos juntos algunas veces. El sexo entre nosotros es solo eso, sexo, y está claramente separado de lo que ambos tenemos con nuestros amantes o incluso de nuestra relación como padre e hijo. Sé que Dani y Andrés también lo hacen de vez en cuando, y lo entiendo, porque sé que también es solo sexo y que es a mí a quien Dani sigue queriendo.

En cuanto a las orgías familiares… mentiría si dijese que no volvió a suceder. Ha pasado un par de veces más, pero por lo general cuando nos vemos solemos aprovechar para estar cada uno con su pareja. Lamentablemente no nos vemos todo lo que quisiéramos, por lo que los cuatro estamos esperando ansiosos el verano que ya está próximo para disfrutar a tope otros dos meses seguidos en el pueblo.

GRACIAS POR HABER LLEGADO AL FINAL DE ESTA LARGA HISTORIA.