Mi amigo y nuestros hijos (5: sinceridad)

Tras empezar una relación secreta con Dani decido contarle todo lo sucedido días atrás, incluyendo la relación de su padre con mi hijo. Él me sorprenderá con un plan que puede beneficiarnos a todos y con una tarde de sexo brutal.

Voy a seguir relatando los acontecimientos que comenzaron este verano y que, como decía en el capítulo anterior, han cambiado radicalmente mi vida durante estos meses. Recomiendo pues a los lectores leer la primera parte para conocer los hechos y a sus protagonistas.

Durante la semana siguiente Dani y yo continuamos nuestro idilio viéndonos a escondidas. Quedamos un par de veces más en la cala donde lo hicimos por primera vez, otros días en un monte a las afueras del pueblo, otro en mi casa aprovechando que los demás no estaban… Nos pasamos la semana follando de mil formas y cada vez más compenetrados. Dani resultó ser un pasivo maravilloso capaz de aguantar al menos un par de polvos en cada quedada sin ningún problema.

Pero no solo lo hacíamos sin parar, también encontrábamos algo de tiempo para hablar, saber aún más el uno del otro y disfrutar del tiempo juntos. Hablamos varias veces incluso de qué haríamos una vez terminase el verano y cada familia volviese a su ciudad habitual, y llegamos a la conclusión de que lo mejor era vivir nuestra historia intensamente mientras durasen las vacaciones y luego no atarnos. Nos gustábamos mucho el uno al otro, pero los dos éramos conscientes de la complicada situación. Yo no tenía pensado dejar a mi mujer y a mi familia, y él sabía que, viviendo cada familia en una ciudad, nos veríamos muy poco. Además, siendo él tan joven era absurdo pedirle que permaneciese atado a mí, cuando tenía por delante tantas experiencias por vivir. Pero no por ello era menos intenso lo que sentíamos, y los dos teníamos claro que, aunque tuviese que ser así, sería duro despedirnos y volver a nuestras vidas normales, porque estábamos tremendamente bien el uno con el otro y en otras circunstancias los dos querríamos seguir juntos. Yo estaba viviendo una nueva juventud con él, redescubriendo cosas que hacía mucho que no sentía, y él descubriendo un mundo conmigo.

En todo caso, hablando de todo esto (de que cuando volviésemos a nuestras vidas y apenas nos viésemos probablemente él querría en algún momento acostarse con algún otro chico y yo también) fue cuando me di cuenta de que Dani era bastante abierto para el sexo. Tanto era así que un día después de que nos hubiésemos quedado solos en mi casa y me lo hubiese follado bocarriba, con sus piernas en mis hombros, me sorprendió con su conversación.

  • Oye, y viendo que te gustan los chicos jóvenes… ¿nunca te ha puesto cachondo Guille?

  • ¿Mi hijo? - pregunté riéndome ante aquella pregunta inesperada.

  • Sí. O sea, Guille está bastante bueno. No sé, podría ser - dijo mientras se ponía de nuevo sus calzoncillos tipo bóxer que tan buena figura le hacían.

  • A ver, yo nunca me he fijado en Guille. Supongo que porque es mi hijo y porque hasta hace nada aún tenía cuerpo de niño. Pero tengo que reconocer que desde hace poco sí que me parece que está cañón.

  • Vamos, que te pone, ¡jajaja! - dijo él.

  • Bueno, no es eso exactamente… Digamos que le veo con otros ojos desde que sé una cosa.

  • Bueno, bueno, bueno… ¿qué cosa? Ahora me lo tienes que contar.

Yo llevaba varios días valorando si contarle lo que sabía sobre Guille y su padre, más que nada porque él me importaba mucho y quería ser sincero y que supiese cuál había sido en principio el motivo por el que me había acercado a él. Me parecía que seguir ocultándoselo no era honesto, y pensaba que siendo así de abierto, Dani podía digerirlo bien.

  • Voy a contarte una cosa, pero tienes que prometerme que no vas a decir nada a nadie y que vas a comportarte con sensatez cuando lo haga - le dije serio -. Y sobretodo quiero que sepas que me gustas mucho, que me importas, y que aunque hay un par de cosas en la historia de las que no me siento orgulloso eso no cambia nada. En realidad creo que puedo decirte que te quiero.

Era la primera vez que le decía algo tan fuerte, y al oírlo se me abrazó y me dio un beso lleno de amor y dulzura.

  • Creo que yo también te quiero, Santi. Pero bueno, cuéntame eso, va.

Le conté todo lo que había averiguado sobre su padre y mi hijo, que les había pillado, que les había grabado para tener una prueba e incluso que me había excitado viéndolos. También que si me había propuesto seducirle a él había sido en principio para vengarme de su padre, pero que realmente al hacerlo llegué a enamorarme de él. Él lo escuchó todo boquiabierto y cuando terminé le pedí que me dijese qué le parecía.

  • Joder, me parece muy fuerte. Estoy flipando.

  • ¿Y sobre lo de que me acerqué a ti para vengarme? - le pregunté.

  • Hombre, eso no me ha hecho mucha gracia, la verdad. Pero si dices que prácticamente desde el principio te diste cuenta de que yo te gustaba… supongo que me lo creo. Si no, no hubiésemos seguido con esto y no estaríamos como estamos ahora, creo yo.

  • Exacto.

  • Entonces cuando me preguntaste todo aquello de si a Guille le iban los tíos tú ya lo sabías todo, ¿no?

  • Bueno, lo que quería era hablar del tema para acabar sabiendo si a ti te gustaban. Era para saber si lanzarme o no. Y lo conseguí - le respondí sonriéndole.

  • Eres un chungo, ¿eh? Mira que manipularme así…

  • Pero ha valido la pena, ¿no?

  • Bueno, y dices que tienes una grabación de ellos dos, ¿no?

Me quedé mirándole sorprendido.

  • Sí, ¿qué quieres decir con eso? - le pregunté intuyendo por dónde iban a ir los tiros.

  • Me gustaría verla.

  • ¡Jajaja! ¿Me estás diciendo que quieres ver a tu padre follando?

  • Oye, tú has visto a mi padre y a tu hijo, y por lo que dices te dio morbo. A mí también me da curiosidad - dijo -. Si te digo la verdad alguna que otra vez se me ha puesto morcillona mirando a mi padre.

Pensé en ello un momento y me pareció que era justo después de todo. Le dejé allí y fui a por mi ordenador portátil, donde tenía la grabación escondida. Se la puse y los dos la vimos juntos. Dani no apartaba los ojos de la pantalla, alucinando con la escena que veía. Supuse que debía impactarle tanto como me había impactado a mí en su momento. Cuando terminó paré la grabación y retiré el portátil.

  • Bueno, ya ves que no me lo he inventado - le dije.

  • Joder, lo acabo de ver y aún me cuesta creerlo.

  • La verdad es que es raro. Yo me sentí enfadado al saberlo, pero ahora todo ha cambiado mucho.

  • ¿Qué quieres decir? - preguntó.

  • Que míranos a nosotros - le contesté -.A nosotros también nos ha pasado. Pese a que no deberíamos, pese a que engañamos a la misma gente y pese a que hay la misma diferencia de edad… pese a todo no podemos evitar lo que sentimos, ¿no?

  • Supongo que sí - contestó tras valorar las similitudes de los dos casos un momento -. Y además, por lo que he visto en el vídeo sienten también algo fuerte el uno por el otro.

  • ¿Tú crees? - le pregunté.

  • Sí, no me ha parecido solo sexo y morbo. Me ha recordado a lo nuestro.

  • Es posible.

Estuvimos callados durante un rato, yo recogiendo el portátil y los cables mientras él parecía darle vueltas a algo.

  • Se me está ocurriendo una cosa - dijo por fin.

  • Miedo me das. A ver.

  • Mira, ¿y si les dijésemos que sabemos lo suyo y también les contamos lo nuestro? O sea, ellos se ven a escondidas intentando que no les descubramos, y nosotros estamos haciendo lo mismo.

Empecé a entender lo que quería decir. Hablaba de un acuerdo mutuo.

  • Hablas de que pongamos toda la verdad sobre la mesa para que todos podamos seguir haciéndolo más tranquilamente, ¿me equivoco?

  • Exacto. Es decirles algo como: sabemos lo vuestro, y nosotros también estamos liados, así que no os molestéis en ocultaros de nosotros y nosotros no tendremos que andar ocultándonos de vosotros. Será todo mucho más fácil, porque las únicas con las que habrá que tener cuidado serán mi madre y tu mujer.

  • Que no es poca cosa.

  • Ya, pero aparte de que es menos gente con la que tener cuidado, es mucho más fácil buscar excusas para que todos los hombres de la casa salgamos juntos o estemos juntos en alguna de las casas. Un partido en la tele, ir a jugar a algún deporte… hasta quedar para echar unas partidas a la consola. Ellas lo odian. Nos sería fácil.

Me dejó sorprendido la rapidez con que planeó todo aquello, porque bien pensado podía tener muchas ventajas lo que proponía. Además, en parte me apetecía decirles a mi hijo Guille y a mi amigo Andrés que les comprendía y que no tenían por qué ocultar lo que eran o lo que sentían. Quería estar bien con ellos, especialmente con mi hijo, pues me dolía pensar que no confiase en mí, aunque era normal a su edad.

  • Tenemos que darle vueltas a esa idea - le contesté -, pero no es mala en absoluto.

  • Si es que yo tengo unas ideas brillantes - contestó subiéndose encima de mí -. ¿Y quién sabe? Lo mismo podemos hasta terminar montando una orgía familiar los cuatro…

Le di una palmada en el culo mientras observaba su cara intentando averiguar si aquello lo decía de broma o había algo de verdadera intención. Se me pasó por la cabeza una imagen en la que me encontraba follando con Dani y con mi hijo a la vez y algo que no supe identificar se removió dentro de mí.

  • ¿Hablas en serio? - le pregunté.

  • No sé… ahora mismo solo sé que ver ese vídeo me ha puesto cachondo otra vez - contestó mientras llevaba mi mano hasta su polla tiesa, que comenzaba a babear líquido pre-seminal de nuevo.

  • ¿Otra vez? Si acabo de follarte hace un momento.

  • Pues quiero que me vuelvas a follar - me susurró al oído -. Pero esta vez bien fuerte, más fuerte que nunca.

No tuvo que decir más. Le cogí y le di la vuelta, lo llevé hasta el escritorio, bajé sus calzoncillos de nuevo y empecé a comerle el culo con ansia. Todavía lo tenía bastante abierto del polvo anterior y mi lengua podía entrar bastante adentro. Mientras le hacía un beso negro me pajeaba e iba echando de vez en cuando saliva en mi polla, preparándolo todo para poder clavársela pronto. Me puse de pié de nuevo y tras poner mi capullo a la entrada de su culo se la metí de un tirón haciéndole ver las estrellas.

  • Toma, ¿es esto lo que querías?

  • ¡Aaah, joder sí! ¡Fóllame!

Empecé a darle bien fuerte, poniendo toda la carne en el asador desde el principio. Yo también me había vuelto a poner muy cachondo y aquel polvo prometía ser el más fuerte que Dani y yo hubiésemos echado. Apuraba al máximo cada movimiento y la metía hasta el fondo en cada nueva penetración. Eché mi cuerpo entero encima del suyo y le cogí las manos inmovilizándole. Estaba totalmente sumiso a mi merced. Mientras lo tenía así empecé a hablarle al oído entre jadeos.

  • ¿Te gusta así? ¿Te gusta sentirte mío?

  • Sí, dame fuerte Santi, soy tuyo, hazme lo que quieras…

Se la saqué e hice que se diese la vuelta. Lo cogí por las piernas y le dije que se agarrara a mi cuello para después llevarlo hasta la pared. Allí apoyé su cuerpo y se la metí de nuevo para empezar a follármelo de pié contra la pared. Él se agarraba a mí con fuerza mientras yo le hacía botar sobre mi miembro. En esa posición estaba muy abierto, con sus piernas alrededor de mi cintura. Luego sin sacársela cargué con él y me lo llevé hasta la cama. Le dejé caer y puse sus piernas sobre mis hombros para seguir castigando su culo. Estaba tan abierto que podía sacársela completamente y volver a metérsela de golpe viendo cómo entraba entera y cómo él se retorcía de placer cada vez que lo hacía. Estuvimos así un buen rato, pues no hacía mucho que nos habíamos corrido y ahora podíamos durar más. Y fue perfecto porque los dos estábamos disfrutando como cerdos. Nuestros cuerpos sudados resbalaban al rozarse y mis gotas de sudor caían sobre su cuerpo, pero estaba siendo absolutamente increíble.

Un buen rato después Dani se agarró fuertemente a mi cuello mientras gemía como un loco y seguidamente noté un líquido caliente manchando mi barriga. Dani se estaba corriendo sin tocarse, solo por el placer que le estaba dando yo en el culo, y aquello me puso tan cachondo que no tardé en ir tras él. Se la saqué y mientras él aún descargaba sus últimos chorros sobre su propia barriga y su pecho yo hice lo mismo, dejándole el cuerpo completamente lleno de leche. Cuando terminé me tiré encima para pringarme de nuestro semen yo también y para besarle apasionadamente. Aquel chaval me tenía completamente loco.

  • Vaya polvazo, ¿no? - me dijo.

  • Ha sido la hostia - le contesté mientras trataba de recuperar la respiración.

  • Eres lo mejor que me ha pasado, Santi.

Yo me volví loco al oír aquello, me derretí por él aún más de lo que ya estaba y le besé con toda la ternura que sentía hacia él.

  • Tú también lo eres para mí, te lo aseguro.

Tras un rato más allí tendidos mientras nuestros corazones volvían marcar un ritmo normal, nos fuimos a la ducha juntos. Teníamos toda la tarde para nosotros, pues sabíamos que los demás no volverían hasta la noche y además yo había tomado mis medidas de seguridad cerrando bien las puertas por si acaso. El agua fría nos devolvió a la realidad y juntos empezamos a darle vueltas a la idea de contar toda la verdad a Andrés y a Guille.

Pronto, muy pronto iba a quedar todo claro.

EL FINAL EN LA PRÓXIMA ENTREGA.