Mi amigo Ricardo y yo 3.

Cada vez se le veía un poco más alterado. Quería que dejara de pensar, que se relajara sino estaríamos así hasta el día siguiente y no conseguiría sacar nada en claro. Así que se me ocurrió una idea que podía hacer que se relajara del todo o liar el asunto aún más.

  • Ponte de pie, cierra los ojos y relájate –me levante, me puse enfrente de él y cuando cerró los ojos le besé. Le puse una mano en su cuello y con la otra lo agarraba de la cintura. Al principio no reaccionaba pero a los poco segundos me respondía al beso. Después de unos 30 segundos así me separé de él- ¿Qué has sentido?

Cuando me separé de él se quedó inmóvil, como petrificado pero con cara de estar pensando y como no decía nada le volví a preguntar.

  • ¡Eey Ricky! ¿Cómo ha ido, qué has sentido? –por fin parecía que había salido del trance en el que estaba.
  • No sé qué pretendías con esto Carlos…
  • ¿Qué pasa no te ha gustado?
  • Sí, ese es el problema que me ha gustado, que me ha liado más, que sigo sin saber nada, solo que me gusta esto pero también mi novia y… y… y yo que sé – decía algo frustrado.

Lo agarre de los hombros y lo senté en el sofá.

  • A ver relájate, no te rayes, ya tenemos algo claro, esto te gusta y te gusta tu novia. Eso no es ningún problema, te pueden gustar las dos cosas perfectamente no serás la primera persona ni la última.
  • ¿Qué intentas decirme, que soy bisexual? –decía un poco descolocado.
  • Sí, no sé, es una posibilidad, pero eso eres tu quien tiene que decirlo yo solo lo pongo sobre la mesa para que lo tengas en cuenta.
  • ¿Y tú?
  • ¿Yo qué? ¿Si soy bisexual? –asintió con la cabeza mirándome fijamente- mmm… no, no lo creo.
  • ¿Entonces porque me besas? ¿Por qué dices que lo que hicimos te encanto y lo repetirías mil veces?
  • Porque es la verdad. Me encantó lo que hicimos y lo volvería a repetir, incluso podría llegar a más, pero solo si es contigo, si pienso en otro hombre no siento nada, no me gusta, no me atrae. Contigo es distinto.
  • Jodeeer… otros hombres… yo no me he parado a pensar si me gustan otros hombres o no, he estado demasiado rayado con esto como para pensar en otras cosas.

Cada vez se le veía un poco más alterado. Quería que dejara de pensar, que se relajara sino estaríamos así hasta el día siguiente y no conseguiría sacar nada en claro. Así que se me ocurrió una idea que podía hacer que se relajara del todo o liar el asunto aún más.

Le puse mi mano en la nuca y le hice mirar hacia mí. Le empecé a besar suavemente en los labios, a cada beso obtenía mayor respuesta, hasta que paro y me separo de él un poco.

  • ¡Carlos! ¡Carlos! ¿Qué haces?
  • Quiero que te relajes, que dejes de pensar, me has dicho que esto te gusta, pues calla y disfruta, mañana pensamos en las consecuencias –y volví a besarle.

Los besos de cada vez se hacían más duros, con más pasión. Hasta que se volvieron morreos, entonces lo empecé a tumbar hacia atrás en el sofá sin dejar de besarnos. Me separe de su boca y comencé a comerle el cuello mientras le subía la camiseta. Comencé a bajar por su pecho hasta los pezones, a jugar con ellos. Los lamia, les daba pequeños mordiscos, mientras Ricky comenzaba a respirar más fuerte. Continué bajando con besos por su abdomen, llegando a su ombligo. Pero antes de seguir me quité de encima de él y me puse de pie, le di la mano y le dije:

  • Ven, vamos a tu cama que estaremos más cómodos.

CONTINUARÁ