Mi amigo me pide que me acueste con su mujer 2/2.
Segunda parte y útlima (es una continuación a pesar de que el título lo he tenido que acortar). Nos volvimos a ver nuevamente los tres y la confianza entre nosotros era total, pero la felicidad es un estado momentáneo y es que aquel año marcaría nuestras vidas.
Recomendación leer el primer relato, si no lo deseáis podeis empezar por este.
Habían pasado un par de meses desde que me acosté con Melissa por petición expresa de Carlos. Durante aquel tiempo no perdí el contacto con ellos y es que éramos amigos desde siempre y no quería que nada cambiará, aunque por extraño que fuera las cosas sí que habían cambiado.
Durante aquellos meses no paraban de enviarme fotos desde todos los sitios que visitaban: Nueva York, Toronto, Helsinki, Buenos Aires. Realmente tener dinero y bastante tiempo libre les ayudaba. Me sentía feliz de ver que sus rostros eran totalmente diferentes: ella alegre y desenfadada cómo en sus épocas de modelo y él pareciéndose más a la persona que era antes de tener el accidente.
Muchas veces me enviaban mensajes y me preguntaban cómo estaba, si salía con alguien y si todo me iba bien en el trabajo
Un viernes de finales de junio, en el que yo estaba bastante ocupado (trabajaba más horas que las que existen en el reloj) y justo cuando había terminado mi jornada laboral, me los encontré en la puerta del bloque de oficinas donde trabajaba. Realmente me sorprendió verlos allí.
F- ¿No estabais en Londres?
C- Si, hoy hemos llegado y teníamos ganas de verte.
M- Pero vimos que tú no decías nada y a lo mejor no querías vernos
F- Lo siento y es que os he visto viajar tanto, que pensé que no tendrías tiempo de quedar ni para tomar un café.
C- Para ti siempre tenemos todo el tiempo del mundo y por eso te hemos venido a ver, para invitarte a cenar esta noche.
F- Es que voy muy cargado de trabajo y estoy algo cansado.
M- Cómo sino hubiera confianza entre nosotros tres.
F- Es cierto -me quedé cortado-.
M- A las nueve, te pasamos a buscar por tu casa.
Me fui a casa, me pegué una ducha rápida y me arreglé. Por encima de todo éramos amigos y por ningún motivo quería que lo que había sucedido aquella noche enturbiara nuestra amistad.
A la hora indicada me vinieron a buscar en un monovolumen y me fijé que conducía Melissa.
C- Estás hecho un pincel, a lo mejor me quieres robar a mi mujer.
Aquel comentario no me lo esperaba y me quedé sin habla.
C- Era broma hombre, pero tenías que ver la cara que has puesto.
M- Vaya broma, piensa que un amigo como él no lo encontrarás en ningún lado.
C- Ya lo sé.
Llegamos al restaurante y me fijé en el vestido de ella que era de color verde y con un collar que aún realzaba más su cuello.
Después de tomarnos la nota Carlos soltó una de las suyas.
C- Sabes te tengo que dar las gracias
F- ¿Por qué?
C- Por hacernos más felices.
F- ¿Yo?
C- Cuándo te pedí ese favor, creí que era una locura y vi que comprendiste por lo que estábamos pasando.
M- Yo era la primera que estaba en contra, pero te comportaste conmigo de una forma muy educada y esta cena es una manera de decirte que eres alguien muy especial para nosotros.
F- Para mí fue muy duro, es algo que nunca se me había pasado por la cabeza y mentiría si no dijera que disfruté.
M- Yo también lo disfruté, fuiste muy atento y te preocupaste en todo momento de que yo me sintiera bien.
C- Por eso hemos quedado aquí, para decirte que continuamos siendo aquellos amigos de siempre que se conocieron en el instituto hace unos cuantos años y que estaremos para lo que necesites.
F- Muchas gracias por como sois.
La cena fue avanzando y nuestras risas fueron en aumento pasando una alegre velada, salimos de allí cerca de las doce de la noche. Yo fui el único que bebí y es que Melissa al conducir, no tocó ni una sola gota de alcohol.
Justo al llegar a casa se despidieron de mí y entonces me dijo Carlos.
C- Escucha, un fin de semana podemos hacer una escapada juntos.
F- Yo no tengo tiempo para ir de vacaciones, ni dinero.
C- Tú no te preocupes, eres nuestro amigo y los amigos están para esto.
F- No sé qué decir.
C- Eres una buena persona y que no hayas llegado más lejos, no quiere decir que valgas menos y por cierto te tendremos que buscar una novia.
F- Ya sabes que yo no tengo tiempo para estas cosas y además ninguna chica cuerda se fijaría en mí.
M- No quiero que digas estas cosas, eres mejor de lo que pareces y te mereces que alguien te quiera.
Aquella cena me había dejado una sensación extraña y es que por lo visto había ayudado a que ellos se sintieran más vivos y que nuestra relación de amistad aún estuviera más cohesionada.
Tras aquella velada volvimos a estar cierto tiempo sin vernos nuevamente (aunque no perdíamos el contacto). A finales de julio el calor era realmente asfixiante en la ciudad y sentía que mi trabajo parecía que no paraba de aumentar y pensar que hasta el mes de noviembre no tendría vacaciones aún me daba mayor sensación de ahogo. Cuando recibí una llamada de Carlos.
C- Buenos días Fer, ¿cómo vamos?
F- Atareado y muy cansado, hace un calor espantoso y no tengo ni un solo segundo para descansar.
C- ¿Que te parecería venir a pasar un fin de semana conmigo y Melissa en nuestra casa de Sorrento?
F- La propuesta es muy interesante, pero no tengo ni tiempo, ni dinero para poder aceptar vuestra invitación.
C- Pues cógete unos días, seguro que tu jefe te deja.
F- Claro, llego allí y le digo "escuche me voy unos días de vacaciones" y cuando se lo diga me va a echar a la calle.
C- Tienes que ser más positivo, piensa que yo a pesar de mis limitaciones intento hacer cada día algo que haga que la vida merezca la pena. ¿Por cierto tu jefe no es un tal Remigio Pérez?
F- Si, ¿por qué?
C- Por nada.
F- De nuevo gracias por pensar en mí, pero no podré venir. Pasáoslo bien tú y Melissa.
C- De acuerdo, cuídate.
Volví a centrarme en mi trabajo y una hora después de haber recibido la llamada de Carlos, mi jefe me llamó a su despacho. Estaba nervioso y aún no sabía por qué.
Entré y lo que me comentó me dejó alucinado. Me llamaba para decirme que había hablado con un socio suyo y que le había comentado que necesitaba unos días de fiesta. Yo aluciné y es que nuevamente Carlos lo tenía todo planeado. Mi jefe me dijo que descansará y que era un trabajador incansable y que me tomará unos días libres. Cuando salí de allí lo primero que hice fue llamar a Carlos.
F- ¿Se puede saber que has hecho?
C- Lo que tenía que hacer por un amigo.
F- Pero es que...
C- Nada, escucha prepara una maleta y estate preparado el jueves de buena mañana por qué te pasarán a recoger. No te olvides el bañador y ropa elegante.
F- Carlos yo no tengo dinero para pagar nada.
C- Escucha, eres nuestro amigo ahora y siempre y yo tengo muchas ganas de hacer cosas, así que vete preparando.
F- De acuerdo.
C- Te mandaré un mensaje con el día y la hora a la que te pasarán a recoger.
F- Gracias por todo.
C- Las gracias cómo siempre te las tengo que dar a ti.
Colgó el teléfono y ahora sabía que en un par de días estaría de vacaciones junto a mis mejores amigos, en un país como Italia que me chiflaba y me sentía como un niño con zapatos nuevos.
El jueves a las seis de la mañana vinieron a recogerme. El chófer me dio toda la documentación necesaria (los billetes de avión y mi transfer para cuando, llegará a Nápoles).
Llegué al aeropuerto del Prat y mientras hacía un café empecé a meditar en ciertos temas que en aquel preciso momento ocupaban mi mente.
No lo podía negar y es que haber hecho el amor con Melissa había sido algo sublime, pero por esa misma razón también decidí marcar unas ciertas distancias con ellos. Lo que habíamos hecho no estaba bien, era una infidelidad consentida, pero yo no quería que aquello se repitiera nuevamente.
Viajaría en clase preferente y sería un trayecto de apenas dos horas. Cuando llegué a mi destino y después de recoger mi maleta, me dirigí hacía la salida y allí estaba esperándome una mujer de unos cincuenta años y que llevaba un papel con mi nombre (me sentía como un ejecutivo importante). Se presentó y no hablaba muy bien el español, pero nos entendimos a la perfección.
Me cogió la maleta y nos dirigimos hacia dónde tenía su vehículo. Salimos de allí y pensé que no llegaría vivo y es que la gente en aquella ciudad conducía como si fuera el último día de sus vidas, cuando abandonamos aquella caótica ciudad y nos metimos hacia la carretera la cosa ya cambió.
En apenas una hora llegué a la casa y la casa desde fuera se veía bonita.
Me apee del coche y la señora me bajó la maleta, llamé al timbre y esperé a que me recibiera alguien del servicio, al abrir la puerta la visión fue totalmente diferente y es que quien me abrió fue Melissa.
Llevaba un bikini de color negro, que marcaba poderosamente su anatomía, llevaba el pelo totalmente mojado y me fijé como las gotas de agua recorrían cada centímetro de su piel, realmente Carlos tenía una suerte inmensa de tener una mujer como ella a su lado.
M- ¿Cómo ha ido el viaje?
F- Muy bien, gracias por todo, os habréis arruinado con todo para que estuviera aquí con vosotros.
M- No es ningún dispendio, nosotros te valoramos más de lo que a ti te parece.
Se acercó a mí y me dio dos besos, noté su piel mojada y recordé cuando había estado entre mis brazos, pero rápidamente quité de mi mente aquel pensamiento.
F- ¿Dónde está Carlos?
M- Está en el despacho, piensa que él nunca para, gracias a dios que has venido, a si va a desconectar un poco.
F- Lo intentaremos.
M- Así me gusta, que seas positivo.
Subimos una pequeña rampa y llegamos a la zona de la piscina, no era una olímpica, pero era bastante grande, realmente aquella casa estaba adaptada para Carlos: sin apenas escaleras y todo muy accesible, cuando Melissa empezó a chillar.
M- Carlos, venga ven.
C- Estoy ocupado, ya lo sabes.
M- Tenemos visita
Como si llevará un bólido y no una silla de ruedas apareció él.
C- Al fin estás aquí, piensa que estos días los tenemos para disfrutar a tope, pero de momento descansaremos un poco, Melissa te enseñara tu habitación.
F- Gracias por todo.
M- Gracias a ti por venir y estar siempre a nuestro lado.
Melissa, se puso una toalla y envolvió su cuerpo con ella y se hizo una coleta.
La casa tenía un amplio comedor, varias habitaciones y una cocina muy amplia, todo perfectamente adaptado para él, yo pensaba que mi habitación estaría situada en aquella planta, cuando vi que nos dirigíamos hacia unas escaleras.
F- Pensaba que estaría aquí abajo.
M- Te hemos reservado la habitación de arriba, por si quieres más intimidad.
F- Yo...no creo-aquello me dejó algo descolocado-
M- Las vistas desde la habitación son preciosas.
Subimos unas diez escaleras y abrimos la puerta, era una habitación muy amplia y con una cama de matrimonio, ella se adelantó y lo primero que hizo fue abrir la terraza y es que realmente las vistas eran espectaculares: daba a la piscina y de lejos se veía el mar.
F- Realmente vale la pena la habitación, nunca en la vida os podré pagar todo esto.
M- No nos debes nada, es más nosotros te debemos mucho a ti, pocas personas en la vida son tan importantes como lo eres tú para nosotros.
F- Yo...-y me puso el dedo entre mis labios-.
M- Tú nada, disfrutemos los tres juntos de estos días, si te quieres dar una ducha o cambiarte de aquí a una hora saldremos a dar una vuelta y a comer fuera.
F- De acuerdo.
Salió de allí y me fijé en ella, realmente tenía la cabeza muy bien amueblada y verla como se comportaba me dio a entender que ella había pasado página a lo que había sucedido y realmente estaba tranquilo de pensar que no volvería a suceder nada más con ella.
A las doce en punto ya estaba en el comedor. Empecé a mirar la casa con detenimiento y me fijé en que había varias fotos de ellos y la que estaba en un lugar principal era la del día de su boda, pero no estaban ellos solos, sino que estábamos los tres. Me sorprendió, no lo voy a negar y es que lo primero que pensé es que la habían puesto allí ante mi visita.
Al cabo de unos minutos llegaron los dos: Melissa había elegido una camiseta de estilo marinero y unos shorts en el que destacaban unas piernas muy bonitas a conjunto con un zapato de esparto de plataforma y Carlos iba con ropa algo más Sport.
Un vehículo nos acercó hasta el centro de la ciudad, me encantó aquel lugar con una calle inmensa en la que se podían comprar los típicos souvenirs (el limoncello), estuvimos paseando hasta que cerca de las dos de la tarde fuimos a comer a un restaurante que estaba bastante concurrido y que se veía bastante sencillito.
La comida me encantó: pasta, pescado y todo regado con un buen vino de la zona. Durante la comida al tener delante de mí a Melissa, noté en un par de ocasiones cómo su pie tocaba mi pierna, quise pensar que lo hacía sin querer y casi llegando a los postres ella me preguntó algo que me dejó atónito.
M- ¿Te puedo preguntar una cosa?
F- Dime.
M- Realmente no entiendo, cómo no has sentado aún la cabeza.
F- Diría que mi última pareja priorizó algunas cosas en nuestra relación por encima de otras y no creo que sea el momento de hablarlo aquí.
C- No creo que sea tan grave, Melissa está intrigada y no de ahora si no de hace meses.
F- Bueno, os lo cuento, pero no os enfadéis: estábamos bien, yo tengo un trabajo sencillo y que me gusta, pero ella quería más y al final me dijo que no quería estar con un simple mileurista y que aspiraba a compartir su vida con alguien que se ganará bien la vida, en resumen: quería irse con alguien con dinero y no con un miserable como yo.
Durante unos segundos se quedaron con los ojos como platos, les acababa de decir que mi expareja deseaba alguien con dinero, no se lo quería comentar a ellos y es que no quería que Melissa se pensará que ella estaba con Carlos por su dinero, yo sabía que ellos se amaban y es que aquella noche en la que estuvimos juntos comprendí que aquel amor no se podía romper de ninguna manera.
M- Perdón, no lo sabía.
F- No te disculpes, ella eligió su camino y tengo que respetarla.
C- Continúo pensando, que tiene que haber una mujer que te quiera y seguro que la encontraremos.
F- No estoy interesado ya en buscar a esta mujer, creo que simplemente no existe.
C- Yo creo que sí.
Dejamos aquí nuestra conversación y es que por lo visto el interrogatorio también iba incluido en el precio del cubierto.
Después de la comida continuamos disfrutando de los encantos de aquella ciudad. Verlos tan felices me daba cierta envidia y pensé que yo también tenía que encontrar una mujer que me comprendiera y que me amara.
Durante la cena nos dedicamos a hablar del pasado, de las tonterías que hacíamos y de los compañeros del instituto, que si fulanito, que si menganito, etc. Cuando a última hora, Carlos me comentó el planning para la mañana siguiente.
C- Mañana tendremos que madrugar un poco
F- ¿A dónde me llevarás?
C- Iremos los tres a pasar el día a Amalfi y a Positano, verás que son unos pueblos muy bonitos, así que vístete con ropa cómoda.
F- ¿A qué hora tengo que estar preparado?
C- A las nueve salimos.
F- Ok.
Al llegar a la habitación empecé a bostezar y en cuestión de minutos me caí redondo en la cama, si hubiera pasado un tren por encima mío no me hubiera enterado.
A la mañana siguiente me levanté sobre las siete de la mañana y lo primero que hice fue ducharme, a pesar de que tenían a varias personas trabajando en la casa, el ruido era mínimo.
Llegué a la cocina y había un señor de unos cincuenta años preparando el desayuno: cereales, café, embutidos y todo tipo de viandas.
El hombre me ofreció todo lo que había preparado, cuando apareció Melissa. Estaba preciosa de buena mañana: llevaba un vestido de tirantes de color blanco, con un bolso y unas sandalias a juego y el pelo tirado hacia atrás.
M- Carga las energías, que hoy vamos a caminar un buen rato y no quiero que desfallezcas.
F- ¿Que me vais a hacer?
M- Vamos a hacer que te lo pases muy bien y que recuerdes estos días para el resto de tu vida.
Allí sentados en la mesa me fijé en la mirada de ella, realmente Carlos tenía suerte de estar a su lado, para mí haber gozado de cada centímetro de su cuerpo aquella noche había sido un regalo único, pero aquello era el pasado y ahora vivíamos en el presente.
Un poquito más tarde apareció Carlos que llevaba una gorra de marinero y parecía el capitán de un barco, él se dio cuenta de que me había fijado en este complemento que adornaba su cabeza.
C- Veo que te ha gustado mi gorra.
F- Pareces un capitán de barco, eso sí solamente te falta el barco.
Los tres nos echamos a reír con aquella ocurrencia, media hora más tarde nos pasaron a recoger, yo pensé que iríamos en coche. Me daba cierto temor y es que había visto en un reportaje aquellas carreteras y todo eran curvas y más curvas.
El vehículo nos llevó al puerto y nos embarcamos en una lancha que nos llevaría a Amalfi. Ver el mar de cerca y sentir el aire en la cara era algo bonito y estar al lado de ellos aún más. El trayecto se me hizo realmente corto y pude ver desde el mar aquellas carreteras que parecían desde lejos estar infestadas de coches.
Nuestra primera parada fue Amalfi: aquello parecía un parque de atracciones, coches por aquí y por allá, autobuses y mucha gente. Esperaba que aquello hubiera valido la pena.
Nos empezamos a perder entre esas calles y allí estábamos los tres y lo primero que pude decir cuando vi la Catedral de Amalfi fue.
F- Guau, que pasada de lugar.
C- Sabíamos que te gustaría.
La había visto hace años por la televisión, pero verla en directo fue algo único, el problema es que había un montón de escaleras y el acceso para él no sería el adecuado y me sabía mal irme solo a verla.
M- No te lo pienses tanto que yo te acompaño.
F- Me sabe mal dejarte aquí solo-refiriéndome a Carlos-.
C- ¿Tienes miedo qué aparezca por otro lado?
F- Estos sustos no me los des que me caigo y me muero.
C- No se te puede gastar ni una broma, id y ya bajaréis que yo iré a tomarme un espresso.
Subimos aquella interminable escalinata y entramos dentro, lo bonito era lo que se veía desde fuera y no el interior. Recorrimos cada rincón de aquel lugar y vi que Melissa se fijaba en todos los detalles. Ella tenía su carrera de económicas y aparte había sido modelo y nunca me imaginé que apreciara tanto el arte.
Al cabo de un rato salimos y le comenté lo que me había parecido.
F- Es muy bonita por fuera, pero por dentro no tiene el mismo encanto.
M- Según tú, algo bonito por fuera tiene que ser feo por dentro.
Me acababa de meter en un jardín de aquellos épicos y ahora no sabía cómo salir, a mi manera le había llamado guapa, pero tonta y eso no era cierto.
F- Me refiero a la catedral, tu por ejemplo eres guapa por fuera y por dentro aún eres más bella.
Se quedó unos segundos con el rostro serio y entonces se echó a reír.
M- Sabes cómo hacer sentir bien a una mujer.
Bajamos por aquellas escaleras y aprovechamos para ir a una cafetería a tomar un café típicamente italiano y después de pasear por aquellas calles llegamos con el barco a Positano.
Era un escenario de película y es que había aparecido en varios films, aunque yo solo me acordaba de "Bajo el sol de la Toscana".
Allí las calles tenían subidas y bajadas continuas y con la silla de Carlos no sé cómo no las arreglaríamos, pero ellos conocían aquella zona y me dejé guiar.
C- Chicos os volveré a dejar, porque antes me han llamado sobre un tema de la empresa y es un tema que tengo que solucionar.
F- ¿Otra vez nos dejas solos?
C- Yo ya he visitado el pueblo varias veces y Melissa es una guía de primer nivel y por cierto si tienes que comprar algún souvenir hazlo en Sorrento o en Nápoles y es aquí son no caros, son carísimos.
M- Eso es bien cierto, pero venga que te enseñare todos aquellos pequeños sitios con encanto.
Salimos de allí y nuevamente con Melissa como acompañante, nos mezclamos entre la gente, aquello estaba a reventar y dormir allí una noche debía ser realmente caro.
Aquellas pequeñas calles y sobre todo el pisar la playa fue algo bonito (aunque estaba infestada de gente) y dónde aprovechamos para hacernos fotos.
Casi al final de nuestra visita al pueblo, Melissa decidió entrar en una tienda de ropa, desde el escaparate todo se veía bastante bonito, aunque algo caro (para ellos el dinero no era un problema).
Se empezó a mirar varios conjuntos y me pidió su opinión. Si uno le quedaba bien el otro a un mejor, cuando la propietaria de la tienda que era una señora de unos sesenta años dijo algo que no entendí del todo y entonces Melissa se echó a reír.
F- ¿Que te ha dicho esta señora, que te ha hecho reír tanto?
M- Nada en especial.
F- Que suerte que tienes tú de entender el italiano, yo aparte de cuatro palabras sueltas ando muy perdido.
Salimos de allí con un par de bolsas y es que no quise ni mirar lo que valían, cuando nos dirigimos a un restaurante que estaba en frente de la playa y Melissa se fijó en que miraba la carta de precios.
M- Los precios no se miran, recuerda que eres nuestro invitado.
Fue entonces que me cogió la mano con todas sus fuerzas y la entrelazó y me miró a los ojos.
M- Eres nuestro mejor amigo y la única persona que ha logrado hacernos sentir con unas ganas de vivir únicas, así que deja de preocuparte y disfruta de todo al máximo.
F- De acuerdo-me sentí asustado-.
Entramos y allí estaba Carlos sentado en la mesa, veíamos la playa desde allí, el lugar tenía un encanto único y como dijo Melissa no me preocupé por nada, comí mejor que si hubiera ido a una boda y verlos tan felices a ellos me hacía sentirme mejor, pero nuevamente volví a notar como la pierna de Melissa rozaba mi pie, no sabía si era casual o era algo buscado, si era esto último eso ya empezaba a ser preocupante.
Después de comer cogimos el barco y llegamos a casa, estaba molido después de todo el tute que llevábamos encima. Lo único que quería era descansar y como mucho cenar algo liviano.
Tras descansar un rato bajé y tomamos una ensalada que habían preparado y estuvimos hablando de negocios con Carlos, mientras Melissa revisaba varios correos que tenía en su móvil, ya eran cerca de las once de la noche cuando decidí que era el momento perfecto para ir a dormir.
F- Parejita, estoy molido.
C- Ya te vas a dormir, yo que ahora te iba a decir que nos arreglábamos y nos fuéramos de marcha.
M- Cómo en los viejos tiempos.
F- Otro día si queréis.
C- Te tomo la palabra.
F- Buenas noches.
Me fui a la cama y caí al instante, se notaba qué con un trabajo tan monótono al caminar tanto me cansaba.
Un par de horas más tarde me desperté: tenía la garganta seca y quería beber algo. Bajé a la cocina y me bebí un vaso de agua, no sé aún porqué, pero decidí salir a la zona del jardín, cuando vi que en la piscina se estaba bañando Melissa.
Parecía una sirena surcándola, la luz que solo iluminaba los alrededores de la piscina y la propia iluminación del interior de ella hacían que se viera magnífica.
Cuando al girarse ella me vio y se dio un pequeño susto, diría que fue mutuo.
F- Perdón que te haya asustado, no era mi intención.
M- Es que pensaba que no había nadie y a veces por las noches no puedo dormir y esto me relaja.
F- Da la sensación qué el agua ha de estar perfecta.
M- Porque no te das un chapuzón aquí conmigo.
F- Es que no llevo el bañador, tendría que subir y ponérmelo y si me voy arriba ya me meto en la cama otra vez.
Realmente solo había bajado a beber agua y no a bañarme.
M- Si quieres no hace falta bañador, estamos tu y yo solos.
F- Es que...
M- Ahora lo arreglaremos.
Lo que hizo no me lo esperaba, se desabrochó la parte de arriba del bikini y la tiro en la orilla de la piscina y acto seguido vi cómo se bajaba la braguita de su bikini y la tiraba a un lado, aquello era delirante y es que ella se había desnudado y estaba en pelota picada ante mí.
M- Ya que tu no llevas bañador, yo tampoco lo llevo.
F- Si es así-vaya palabras más tontas que dije-.
Me desnudé quedándome con mi pene al aire libre, ante mi tenía a una mujer de bandera y no sabía si me podría contener. Me metí en la piscina y realmente el agua estaba perfecta, allí con la luz como única ropa estuvimos chapoteando un rato y no lo pude evitar, su silueta en el agua aún la hacía ver más bella, tenía que tener la mente fría y es que si no mi pene me demostraría tener otras intenciones.
M- Yo me salgo y me quedaré aquí sentada, si tú quieres continúa.
F- Yo también me salgo.
Allí sentados y con nuestras piernas en el agua, estábamos tan cerca el uno del otro que pensé en darle un beso, pero dije que no, yo no era el que quería romper un matrimonio como aquel.
Me iba a levantar, pero en el último momento decidí no sé porque aún recorrer con mi mirada su cuerpo y vi sus pezones totalmente erectos y mojados y aquí cometí mi mayor error: me excité y mi polla se puso totalmente dura, lo que había intentado evitar al final había sucedido y ahora me avergonzaba y lo jodido es que ella se fijó.
M- Veo que te gusta lo que ves.
F- Lo siento no sé qué me ha ocurrido.
M- Eres un hombre y que una mujer se sienta deseada es algo único.
Fue entonces que ella se acercó y con su mano acercó mi cabeza para darme un beso cuando yo me separé de ella.
F- No Melissa, esto no está bien.
M- ¿Porque no está bien?
F- Una cosa es lo que sucedió hace unos meses y sé que los dos lo disfrutamos, pero esto no tiene que volver a suceder.
M- Entonces me dirás que esto que tienes allí totalmente empalmado es porque estás pensando en las estrellas.
Aquello había sido un zasca en toda regla, tenía que hacer algo y es que mi polla me delataba y no creo que aguantará mucho más sin masturbarme, su visión y sus palabras me hacían perder la razón poco a poco.
F- Me encanta ver tu cuerpo desnudo y es algo único, pero si la situación fuera otra yo te hubiera devuelto el beso, pero para mí la amistad está por encima de todo.
M- Realmente aún eres más especial de lo que pensabas.
F- ¿Por qué?
M- Pues porque ahora yo parezco una guarra calentorra.
F- No lo eres, eres una mujer preciosa que tiene a un marido perfecto y que quizás le falta algo, pero yo no te lo puedo dar, me sentiría muy mal.
M- Eres un encanto y no te lo voy a negar estoy muy excitada y tú, aunque lo niegues también lo estás, pero tengo una idea y no temas que no vamos a hacer nada malo.
Estaba esperando que era lo que según ella "no era nada malo"
M- Mira ya que no me quieres tocar y te comprendo, hagamos algo.
F- ¿El que?
M- Yo me iré a esta hamaca y me acariciaré todo mi cuerpo y es que necesito desahogarme y tú por tú parte te puedes masturbar mientras me miras, así tú no me tocas y todos contentos.
El trato me pareció justo y es que tampoco estábamos haciendo nada malo, aunque pajearme delante de ella tampoco me parecía muy normal.
Se tumbó en la hamaca y empezó a acariciar su cuerpo lentamente. Recorría con la yema de sus dedos sus pezones, mientras yo acariciaba mi miembro, ella no paraba de pasar su lengua por sus labios y mirándome con una gran sensualidad. De una forma muy minuciosa cogió uno de sus dedos y se lo metió dentro de su boca y lo empezó a chupar como si fuera un pene, la forma en que lo hacía hizo que empezará a aumentar mi ritmo, cuando tuvo su dedo bien húmedo de su propia saliva, lo empezó a bajar hasta llegar a su coño, poco a poco comenzó a jugar con su clítoris mientras no paraba de gemir, por mi parte yo tenía mi polla calentándose rápidamente, cuando su dedo empezó a adentrarse dentro de ella y abriendo totalmente sus piernas para que viera como su coño mojado lo recibía.
M- ¿Te gusta lo que ves? -mientras su dedo se perdía dentro de su coño-.
F- Me encanta, pero no pares que me gusta mucho-meneándomela viéndola a ella-.
Su dedo continuaba entrando y saliendo y se notaba que estaba totalmente mojada, su coño estaba encharcado y es que cada vez que aquel dedo entraba y salía se notaba el ruido que hacía, yo decidí bajar el ritmo de mi masturbación y es que aquello era mejor de lo esperado.
Al cabo de unos minutos vi como un segundo dedo entraba y lo que provocó es que ritmo de entrada y salida aumentará vertiginosamente.
M-Ohhh...Fer me encanta lo que haces.
La que lo hacía todo era ella que se estaba dando placer mientras yo me acariciaba mi miembro. Yo quería aguantar mucho más, pero la forma en que disfrutaba de su cuerpo me hizo entender que ninguno de los dos tardaría mucho en explotar.
Ella comenzó a empujar aquel par de dedos hasta el fondo y notaba que su cuerpo la estaba acompañando, yo por mi parte supe que ya no podría aguantar más y comencé a pajearme con mayor rapidez.
F- No voy a poder más...ooohh.
Sin tiempo para más noté como me vaciaba y como salían varios chorros de leche que cayeron directamente al suelo y es que estaba totalmente sudado, aquella experiencia había sido muy morbosa.
Ella por su parte tardo unos segundos más en llegar a su éxtasis y es que vi como durante unos instantes dejó sus dedos enterrados dentro de ella. Al abrir los ojos me miro y vi que su rostro reflejaba una mayor tranquilidad y parecía estar más relajada.
M- ¿Te lo has pasado bien?
F- Mucho, y tú también por lo que veo.
M- Me he sentido liberada y es que ya sabes mi situación, yo amo a Carlos y ver que tú no te has querido propasar conmigo aún me ha gustado más.
F- No te lo negaré, una parte de mi deseaba que ocurriera, pero ya sabes...
Fue entonces cuando ella se levantó y vino hacía mi quedándose a escasos centímetros de mí y fue cuando noté su piel y su aliento cerca de mi rostro.
M- Eres una buena persona y de nuevo me has vuelto a cuidar de una manera única, hubiera querido algo más, pero yo no te puedo obligar.
Me dio un beso en la mejilla, recogió su bikini y vi como aquel cuerpo totalmente desnudo se alejaba en dirección a la casa. Yo me quedé allí y decidí meterme a la piscina para aclarar mis ideas. Cuando regresé a la habitación me quede frito en cuestión de segundos.
A la mañana siguiente noté como alguien me zarandeaba en la cama, cuando abrí los ojos vi que era Melissa.
M- Bella durmiente, despiértate que tenemos que salir a hacer turismo.
F- Un poquito más.
M- Venga qué si no Carlos se enfadará, que él es muy metódico.
F- Ahora me levanto y bajo.
M- De acuerdo, no tardes.
Me levanté y recordé lo que había sucedido aquella madrugada y es que la sensualidad que desprendía Melissa hacía que todo fuera bonito, no era sucio en ningún aspecto.
Llegué allí y estaba Carlos acabando de desayunar.
C- ¿Cómo hemos dormido?
F- Muy bien, se me han pegado hasta las sábanas.
C- Esto quiere decir que por la noche no has dormido mucho.
Si en aquel momento me pinchan no me encuentran sangre.
F- ¿Por qué lo dices?
C- Ayer Melissa vino totalmente relajada y satisfecha a la cama y hacía tiempo que no la veía tan risueña después de darse un baño.
F- Deberá ser la piscina que relaja a las personas.
C- Quizás será por esto.
No creo que Melissa le hubiera comentado nada de lo que había pasado y es que no paso porque no lo deseará, sino porque eran mis amigos y así se quedó el tema, pero algo me decía que Carlos si sabía algo.
Tras el desayuno fuimos a Nápoles: una ciudad realmente caótica y como ya era costumbre: Carlos se separó de nosotros y acabamos yendo Melissa y yo por las calles más céntricas: en Scapanapoli decidí comprar varios souvenirs para mis padres y es que allí los precios eran bastante económicos.
Al terminar aquella interminable calle fuimos a pasear los tres juntos por la Vía Toledo y perdiéndonos entre multitud de tiendas.
Llegamos a casa sobre las seis de la tarde, aquello no eran unas vacaciones, era un tute diario de turismo, pero no me podía quejar si no fuera porque la relación entre los tres era extraña y es que lo de la piscina había sido algo bastante difícil de explicar, aunque ella no hizo ningún comentario.
Aquella noche íbamos a salir los tres a cenar y a las ocho tenía que estar preparado, lo único que me pidieron es que me pusiera traje para tal ocasión.
Íbamos los tres nuevamente a salir de noche. Bajé al salón y vi que Carlos no iba arreglado y entonces apareció ella: Llevaba un vestido de color violeta oscuro, con un lazo y con los hombros totalmente al descubierto, dejándolo a la altura de sus rodillas y con un poco de vuelo a conjunto con unas sandalias de tacón.
M- ¿Pero porque no te has arreglado aún?
C- Van a venir los compradores para los terrenos cerca de Pompeya y es un trato importante.
M- ¿Que va a pensar Fer de que siempre me dejes sola?
C- Fer no va a pensar nada, es como un hermano para mí y sé que en tus manos estará bien cuidada.
M- Bueno si es así no me enfado, por cierto, estás muy guapo Fer.
F- Gracias, pero tú estás espectacular.
M- Gracias.
Ahora nuevamente me volvía a quedar a solas con ella y Carlos lo encontraba la cosa más normal del mundo.
M- Bueno Fer, vamos a cenar y después a tomar algo.
F- Sera un placer.
Justo al salir, nos cruzamos con unos señores y es que realmente Carlos no me había mentido.
F- ¿Dónde me llevas?
M- A un lugar único.
Nos subimos en su coche y al cabo de unos quince minutos llegamos a un restaurante que se encontraba cerca del puerto y con el mar como telón de fondo. Había gente haciendo cola, pero vi que Melissa se situaba al principio de ella y hablaba con alguien, me avisó y entramos los dos juntos.
Un lugar único y no precisamente barato me imaginé. Se sentó y dejé que ella pidiera por mí: de entrante pidió un carpaccio con queso de buffala y de segundo un pescado que no conocía y para postres un helado de limoncello (típico).
M- Tenía miedo de que no quisieras quedarte a solas conmigo.
F- No tengo miedo de estar a solas contigo, sino que lo que me da miedo es sentir algo por ti.
M- Yo sé que aunque lo sientas tú no harás nada por romper nuestra amistad y esto a mí me basta, pocas personas estuvieron a nuestro lado cuando Carlos tuvo el accidente y aún menos cuando perdí a mi hijo, allí siempre estuviste tú y eso para mí es algo único.
F- No puedo decir nada más.
M- Disfruta de la comida y de mi compañía.
Durante la cena hablamos de todo un poco: de negocios, de viajes y de la familia y se sinceró diciéndome que la relación con sus suegros no era muy buena y que pensaban que era una aprovechada, le comenté que yo tampoco era santo de su devoción y que en este caso estábamos empatados. Esto nos hizo reír a los dos.
Cuando acabó la cena me imagine que quería ir a tomar algo a algún sitio y realmente me sorprendió.
M- ¿Te apetecería dar un paseo por un lugar único?
F- Porque no, ¿pero está muy lejos?
M- Está muy cerca de aquí.
Bajamos bordeando un par de calles mientras notaba con el aire el olor de su perfume y el sonido de sus tacones impactando contra el suelo. Tras unos quince minutos llegamos a lo que parecía un parque cerrado al público, pero con vistas al mar e intenté zarandear la puerta y vi que no se abría.
F- El sitio parece bonito, pero veo que no podremos entrar.
M- A ver si puedo yo.
Sacó una llave de su bolso y abrió aquella verja.
M- Ves con un poco de práctica y sobre todo una buena llave todo se abre-riéndose-.
F- Ya lo veo.
Entramos allí y nos acercamos a una barandilla desde donde se veía la playa y el mar. El sitio era precioso y desprendía cierta magia. Realmente ella tenía decidido de antemano ir a ese sitio.
Ella se puso a mi lado y me cogió mi mano lo que me dijo me dejó sin habla.
M- Después de una cena tan amena te imaginarás que no te he traído aquí para ver las vistas.
F- Me imagino que no ¿pero estás segura de lo que quieres hacer?
Sabía lo que iba a ocurrir y veía en su mirada que ella lo deseaba.
M- Quiero que esta noche sea especial.
F- Pero yo.
M- Tú no tienes que preocuparte por nada, Carlos es partícipe de todo y quiere que yo sea feliz y sé que tú esta noche lo lograrás.
Ahora ya no había vuelta atrás y la dulzura en que me hablaba y sobre todo el entorno dónde nos encontrábamos, hacía que por extraño que fuera me sintiera cómodo.
Acercó sus labios a los míos y esta vez no rehusé su beso. Sabía que estaba mal, pero no dije nada.
Bajé mi mano y acaricie su espalda mientras notaba como mi lengua recorría cada rincón de su boca. Mis manos empezaron a recorrer su cuerpo y acariciándolo hasta llegar a su cintura, hasta que las posé encima de su culo y decidí recorrer con mis dedos su hermoso trasero, al estar tan juntos noté su pulso algo acelerado y entonces decidí separar mis labios de los suyos.
F- ¿Estás bien?
M- Si, ¿por qué?
F- Es que parece que el corazón te va a explotar.
M- Me gusta mucho lo que haces, pero tengo miedo de que tú no te lo estés pasando bien.
F- Me encanta estar contigo en este lugar y si algo no te gusta me lo dices, yo no quiero obligarte a nada.
M- Eres un encanto-dándome un pico-.
Después de estas palabras entendí que tenía que hacerla sentir bien y a la vez que lo disfrutará, pero aún no sabía cómo hacerlo.
Me coloqué detrás de ella y empecé a besar su cuello y los contornos de su piel buscando darle a aquel momento un toque único, recorrí su espalda y me coloqué casi de rodillas y le subí lentamente el vestido, (ella me ayudó). Ahora tenía su bonito culo ante mí y me fui hasta su tanga y lo bajé lentamente hasta que noté que su entrepierna desprendía una fuerte humedad y ahora comenzaba a notar leves suspiros por parte de ella.
Empecé a recorrer cada pliegue de su sexo con mis dedos y concentrándome en su clítoris, estaba totalmente mojada y decidí que era el momento perfecto para que mi lengua tomará el lugar de los dedos, se la pasaba de arriba hacia abajo concentrándome en la entrada de su sexo y marcando un ritmo muy lento que produjo su efecto.
M- Así me encanta, por favor sigue así...ohhh…así.
Continué haciéndolo de esta manera hasta que noté como mi boca quedaba impregnada de una fuerte oleada de jugos que saboreé con mi lengua, esa era la prueba de que ella lo estaba disfrutando.
M- Lo siento.
F- No lo sientas, esto me hace sentir bien a mí y quiere decir que estas a gusto.
Me levanté y nos besamos nuevamente. Ella se quitó su tanga y nos sentamos en un banco de piedra que quedaba escondido entre los árboles.
M- Ahora me toca a mí hacerte disfrutar.
F- Solo con tu compañía ya estoy a gusto y si no quisieras nada más lo entendería.
M- No Fer, yo quiero disfrutar contigo y tú sé que lo deseas también, no estamos haciendo nada malo.
Me dejé llevar y vi cómo me desabrochaba mi pantalón y sacaba al aire libre mi polla que estaba dura como una piedra y que llevaba demasiado tiempo escondida.
Me miró a los ojos y vi como empezaba a recorrer con su lengua mis testículos, mientras con su mano me masturbaba muy lentamente, lo hacía de una forma única. Con su boca empezó a pasar su lengua desde la parte más baja hasta llegar a mi glande, yo no paraba de gemir y es que le hubiera podido decir que me encantaba, pero la tranquilidad del sitio y que ella era alguien especial hicieron que no dijera nada.
Continuaba pasando su lengua por mi glande y de forma gradual comenzó a perderse mi polla dentro de su boca, notaba como se perdía entre su lengua y allí no pude más.
F- Ohhh...si me encanta.
Estuvo un buen rato engullendo mi miembro y cuando levantaba la mirada era como si me quisiera pedir aprobación por lo que hacía, yo con mi mirada se la di, aunque no la necesitaba.
Notaba mi miembro en su boca y de la forma en que lo hacía al final me hizo pensar que si continuaba así me iba a acabar en su boca y ella no se lo merecía, sin duda ella tenía que ser tratada como una dama.
Así que fui acercándome hacía su cabeza y la fui separando de mi miembro, cuando vi en su rostro cierta cara de reprobación.
M- ¿Que es que no te gusta lo que te hago?
F- Me encanta, pero tú también tienes que disfrutar y no solo yo, aunque por cierto yo no llevo ningún preservativo.
M- No te preocupes, ya estaba preparada y he tomado las precauciones necesarias.
Se levantó y me dio un beso, me quitó los pantalones y lentamente se fue acomodando entre mis piernas y noté el contacto de su coño con la punta de mi pene, ver el mar de fondo y sentirla a escasos centímetros de mi era pura magia.
En cuestión de segundos noté como cada centímetro de mi miembro se iba acomodando dentro de ella. Me encantaba el roce de mi pene con su coño y dejé que ella marcara el ritmo, lo hacía de forma muy lenta y notando como mi polla se perdía dentro de ella una y otra vez y viendo su pelo moviéndose al ritmo de sus movimientos.
M- ¿Te gusta como lo hago?
F- Si mucho, ¿pero tú estás bien?
M- Si.
Yo agarraba con todas mis fuerzas su culo mientras ella no paraba de gemir cada vez que mi pene se hundía dentro de ella, lentamente acariciaba todo su cuerpo mientras la miraba a los ojos y notaba como su pecho luchaba por salir de aquel bonito vestido, fue entonces cuando ella con sus manos se lo desabrocho, dejando sus bellos senos al alcance de mis manos y que empecé a acariciar lo que provocó en ella un placer inmenso.
M- Ohhhh...si...oh asi.
F- Me encanta, no pares por favor.
Decidí posar mi lengua sobre sus pezones que estaban totalmente duros y los recorrí mientras ella llegaba a un nuevo clímax, ahora sabía sin ningún tipo de duda que mi eyaculación no tardaría tampoco en llegar.
F- Melissa, no voy a aguantar más, lo siento.
M- No lo sientas, me gusta mucho como me tratas.
Acto seguido noté como ella hundió toda mi polla dentro de su coño y como todo mi liquido salió disparado hacía cualquier rincón de su vagina. Entonces no sé porque, si fue por el lugar o por tenerla entre mis brazos, noté como de mis ojos brotaba alguna que otra lágrima.
M- ¿Estás bien, que te pasa, porque lloras?
F- No sé, es que ha sido una de las pocas veces que al hacer el amor me he sentido así, ahora deberás pensar que soy un tonto y Carlos se va a reír de mí.
M- Él no se reirá de ti y es que nuevamente me has tratado de una manera dulce y en ningún momento me has hecho pensar que los dos estábamos haciendo algo malo.
Cogió mi cabeza y me besó nuevamente y realmente aquel beso me dejó atónito. Era una auténtica mujer de los pies a la cabeza, realmente en aquel momento entendí porque Carlos la amaba con locura y lo que yo había tenido con ella había sido único.
Nos vestimos y salimos de allí, ella me cogió de la mano mientras nos dirigíamos al coche, realmente por mucho que Carlos lo consintiera aquello era una infidelidad.
Durante el trayecto de vuelta me comentó que este parque era parte de un negocio y que muchas personas se lo querían comprar, pero él siempre comentó que era como tener un pequeño tesoro en el paraíso.
Pero al llegar al coche decidí preguntarle a Melissa sobre todo lo acaecido aquellos meses.
F- Melissa te quería preguntar una cosa, si quieres respóndemela o si no te callas.
M- Dime.
F- ¿Por qué has querido acostarte conmigo?
M- Porque me siento a gusto contigo y además yo no me acuesto con el primero que entra por la puerta y tú eres alguien muy especial para mí.
F- Quiero decir porque en este entorno y viendo que ayer te dije que no.
M- La noche en que Carlos me propuso acostarme con alguien me quede en shock, te imaginarás que para mí la proposición de mi marido fue extraña.
F- ¿Pero porque la aceptaste?
M- El padecía por mí y es que después del accidente, nada volvió a ser lo mismo y veía que él se desesperaba intentando contentarme, el día que tu viniste a cenar no lo tenía claro y es que pensar que me acostaría contigo es como si le estuviera poniendo los cuernos delante de su cara, pero la forma en que me trataste y como me mimaste, incluso lo del preservativo me demostró que tú estabas igual de nervioso que yo.
F- Piensa que la noche anterior le di vueltas al tema toda la noche.
M- Yo también y después de aquello, lograste algo en nuestro matrimonio.
F- ¿El que?
M- Las ganas de vivir y hacer cosas, pero también sentí que mi cuerpo había despertado nuevamente sexualmente y esto me daba miedo, pero entonces Carlos se dio cuenta y me dijo que no se enfadaría si quería tener otra cita, yo le dije que quería sorprender a la persona y que no se lo esperará.
F- ¿La persona era yo?
M- Eras tú, por esto te preguntábamos qué si tenías novia y es qué si hubieras tenido pareja, ni te lo hubiéramos comentado y no se lo hubiéramos pedido a nadie. Preparamos todo el viaje y fui al médico para que me dieran anticonceptivos y hasta aquí. Digamos que aquella vez fue Carlos quién lo quiso y esta vez lo necesitaba yo.
F- No me tienes que dar explicaciones.
M- Lo que te voy a decir es algo que se me hace complicado de decir, pero en tus brazos me siento como si estuviera con Carlos y ver que tu intentabas que no llegará esto, me dio a entender que para ti nuestra amistad, está por encima de todo y es por esto que sabiendo que eres una persona muy romántica he creído que este sitio era el indicado.
F- El lugar ha sido precioso y tenerte entre mis brazos ha sido maravilloso. Yo quiero que estéis felices los dos y no quiero que en nuestra relación de amistad existan malos rollos.
M- No le des más vueltas, ha sido bonito y nuestra amistad está por encima de todo.
Regresamos a casa sobre la una de la madrugada y vi que aquellos hombres salían de la casa, parecía que nuestra llegada y su salida habían sido pactadas.
C- ¿Cómo ha ido la cena?
F- Muy bien-sabía que estaba al tanto, pero tampoco era para vacilar-.
C- ¿Y el jardín que te ha parecido?
F- Un lugar muy bonito.
Fue entonces que saltó Melissa y por muy educado que fuera con mis contestaciones ella no se ando por las ramas.
M- Fer ha sido un caballero y nuevamente me ha tratado deliciosamente, tenemos un amigo que no nos merecemos, piensa que él siempre padece por nuestra amistad.
C- Tú no tienes que pensar esto, Melissa y yo sentimos que nadie como tú nos comprende. Piensa que es como si fueses yo, ella es feliz y yo también. Algunos dirán que soy un cornudo y que me gusta.
F- Yo pensé esto, me sabe mal decirlo.
C- Es normal que lo pensarás, pero tú es como si fueras la parte de mi cuerpo que no funciona y sé que tú tratas a Melissa de la mejor forma posible.
F- Sabes no lo voy a negar, disfruto mucho teniendo el cuerpo de ella entre mis brazos, pero otra parte piensa que estoy haciendo algo mal.
M- No tienes que pensar esto y como tú dices si valoras nuestra amistad, entenderás que esta noche ha sido única.
Mis amigos eran perfectos y yo en lo que hiciera falta estaría con ellos, quizás fue una encerrona lo del viaje, pero ver que me consideraban como alguien especial, esto no tenía precio. No sé cómo fue, pero Melissa me abrazó y entonces Carlos vino hacía donde estábamos nosotros y se unió a este abrazo. Hacíamos una piña y lo más triste es que al día siguiente me tenía que ir.
Me fui a descansar después de una noche bonita, pero extraña. El domingo lo pasamos todo el día en la casa: que si en la piscina, que si jugando a las cartas. En ningún momento comentamos nada de la noche anterior y es que no teníamos que darle más vueltas al tema.
Eran las siete de la tarde y el día empezaba a acabarse y volver al trabajo sería duro. Antes de despedirme quería darle las gracias por todo.
F- Nunca en la vida podré agradeceros unas vacaciones como estas.
M- No nos tienes que agradecer nada, nosotros te tenemos que dar las gracias a ti.
C- Es cierto, te hicimos una pequeña encerrona para que pudieras estar con Melissa.
F- Si y espero que no cambie nada entre nosotros tres.
C- Nada cambiará.
Me recogió un coche y me llevó al aeropuerto, despedirme de ellos viéndolos tan felices y tan enteros era perfecto, pero como dicen muchos la felicidad solamente es un estado momentáneo.
Mi vuelta a la rutina fue diferente y es que aquel descanso me ayudó a liberar tensiones. Durante aquellos días cuando tenía tiempo libre hablaba con ellos de un poco de todo y siempre me decían que me echaban de menos tanto ella como él.
Pero un quince de septiembre a eso de las doce del mediodía y estando en mi puesto de trabajo me sorprendió ver llegar a Carlos.
C- Haces cara de sorprendido.
F- Un poco, nunca te había visto por aquí.
C- Tú no sabes muchas cosas.
Hice una cara de atemorizado y la vio.
C- Te he vuelto a acojonar-y se echó a reír-.
F- Eres único.
C- Ahora necesito hablar contigo a solas, es algo importante y a la vez serio.
F- No será una broma.
C- Es algo muy importante lo que te tengo que contar.
Entramos en un despacho cercano y me senté ante él, con Carlos no sabía que podía ocurrir, pero su lenguaje corporal me daba a entender que debía ser algo serio.
C- No me andaré por las ramas, hace cierto tiempo me diagnosticaron un cáncer.
F- Pero tiene tratamiento, hay muchos adelantos.
C- No, como mucho me quedan dos o a lo más tres meses de vida.
F- Algo se puede hacer ¿y Melissa que opina de todo esto?
C- A ella se lo dije al día siguiente de que te fueras, no quería enturbiar aquellas vacaciones, ella se hace la fuerte, pero lo está pasando muy mal y ahora te voy a pedir que me hagas un gran favor.
F- Pídeme lo que quieres.
C- Necesito que cuides de Melissa el día que yo abandone este mundo.
F- Yo soy vuestro amigo, pero ella es una persona independiente y no puedo hacer nada por ella.
C - Yo sé que tú la cuidarás y no dejes que le hagan daño de ninguna manera.
F- Yo no quiero ocupar tu lugar, tu eres irrepetible.
C- Lo sé, pero por esto quise que os acostarais y es que quería saber qué si algún día faltaba yo, al menos ella tuviera un apoyo ni que fuera para poder hablar.
F- Me pides mucho.
C- Hoy le he dicho que te vendría a ver.
F- No temas, que yo no dejaré que le hagan daño.
C- Gracias.
Yo me tuve que contener mis lágrimas y es que mi mejor amigo me estaba diciendo que le quedaba poco tiempo de vida y que su alegría pronto se transformaría en debilidad y tristeza.
Aquella misma noche me llamó Melissa para contarme como lo estaban viviendo y me pidió que en estos meses siempre que pudiera estuviera a su lado.
Así lo hice y durante aquellos meses el deterioro de Carlos fue avanzando paulatinamente. Íbamos a cenar, estábamos horas en casa y todo lo que fuera para hacerlo feliz, pero un veinte de diciembre a las once de la noche, Carlos abandonaba este mundo a la edad de treinta y un años.
El entierro fue el día 22 de diciembre y fue muy triste, me tuve que quedar en la tercera fila (en una iglesia en la que no cabía ni un alfiler). Melissa estaba abatida y rota por el dolor de perder a su marido. Cuando llegamos al cementerio de Montjuic y lo enterraron en el Panteón de la familia vi como ella empezaba a llorar. Aquello era muy duro y entonces me acerqué a ella, iba a hacer lo que me había dicho él, ayudarla en este trance tan complicado de la vida.
F- Sé que no puedo hacer nada más, pero que sepas que para lo que me necesites, siempre me tendrás y a la hora que sea llámame.
M- Gracias-con lágrimas en sus ojos-, pero de momento intentaré tirar hacia adelante, el día de nochebuena voy a cenar a casa de mis padres, pero no sé si podré-volvió a llorar-.
F- Si que podrás y lo que te he dicho, lo que necesites y cuando necesites.
M- Gracias por haber estado con nosotros siempre y no solo en los buenos momentos, sino también en días como hoy.
La abracé y me despedí de ella. Me sentía vacío y es que Carlos era como un hermano y no un amigo y ver a su viuda rota por el dolor aún me entristecía más.
Durante aquellos días no tuve contacto con ella y es que no quería atosigarla y es que tampoco sabía que decirle.
El día de nochebuena lo pasé en casa de mis padres que invitaron a unos primos míos que esa noche la pasaban con nosotros, realmente no tenía ni ganas de hablar y menos de reír, pero aguanté como pude y es que no quería amargar la noche a los invitados de mis padres y es que yo pensaba en que había perdido a mi mejor amigo, pero Melissa había perdido al amor de su vida.
Sobre las doce de la noche regresé a casa y al salir del ascensor me la encontré sentada en el suelo delante de mi puerta y con los ojos totalmente rojos y su sombra de ojos estaba totalmente difuminada. No tuve tiempo de decir nada, ella se tiró a mis brazos y empezó a llorar nuevamente.
F- Tranquila mujer.
M- No puedo más, él lo era todo para mí y yo no podré aguantar más en este mundo.
F- Tranquila, entra y desahógate.
Llevaba un abrigo negro y un traje pantalón negro, pero verla llorar me destrozaba a mí también. Decidí entrar a dentro para que se serenará un poco.
F- ¿Quieres tomar algo?
M- No me entra nada, he ido a casa de mis padres y durante la cena he intentado aguantar. Esta noche he ido en taxi, no me sentía con ganas ni de conducir y además no quería volver a casa y es que esta noche no quiero estar sola. Si quieres me dejas dormir en el sofá.
F- No mujer, tú dormirás en la cama y yo ya me las arreglaré para dormir aquí, eso sí a cambio te tomarás algo para dormir, una tila o algo parecido.
M- Pero no me entra nada, pero bueno lo haré.
Se tomó la tila y se relajó. Se tumbó en la cama y en cuestión de minutos cayó rendida. Al quedarse dormida le quité los zapatos y le puse una manta encima para que no tuviera frío, realmente entendí las palabras de Carlos cuando me dijo que tendría que cuidar de ella.
Antes de intentar dormir en el sofá fui a verla a la habitación, su respiración era sosegada a pesar de haber llorado.
A las siete de la mañana me desperté y preparé café y unas tostadas, no quería atosigarla y es que ahora aún la valoraba más: era la viuda de mi mejor amigo y yo no era un buitre carroñero en busca de una presa, lo que quería era que ella estuviera mejor y que empezará a reordenar sus ideas.
Sobre las ocho y media de la mañana, noté su presencia y es que apareció con el pelo alborotado y sus ojos rojos de tanto llorar.
M- Buenos días Fer, espero no haberte molestado
F- A mí no me has molestado y ¿para qué piensas que están los amigos?
M- Ayer estaba hecha un lío, me sentía como si en ningún lugar estuviera a gusto y pensé que el único que podía comprender mi estado eras tú y por cierto gracias por quitarme los zapatos.
F- De nada.
M- Ahora para no molestarte más cogeré un taxi y me iré a casa.
F- ¿Sola?
M- Es como tendré que estar a partir de ahora y tengo que empezar a acostumbrarme.
F- Yo no soy nadie, pero tú en estas fechas tan señaladas no puedes estar sola.
M- A casa de mis padres no quiero ir, hoy vuelven a tener invitados y tendré que aguantar cómo todo el mundo intenta consolarme y yo después de lo de ayer no podré volver a soportarlo.
Estaba pensando como intentar que no se sintiera sola, cuando tuve una idea (descabellada), que quizás podría servir para algo.
F- Mira si no quieres salir, nos quedaremos todo el día aquí mirándonos los dos a la cara e intentando no llorar, o me puedes acompañar a comer a casa de mis padres.
M- Pero yo allí no creo que encaje.
F- Ellos no te atosigarán y después te llevaré a casa.
M- No por favor, a casa no.
F- ¿Y qué dirán la gente si se enteras que estás aquí conmigo?
M- Me importa poco, necesito alguien que en estos momentos me comprenda y si quieres me acompañas a casa, me ducho cojo unas cosas y me quedo aquí un par de días. No te pido más.
F- De acuerdo, de aquí a una hora avisaré a mis padres para decirle que vamos.
Después de desayunar llamé a mi madre y le comenté que traería una invitada, al principio se quedó un poco extrañada, pero al decirle que era Melissa lo comprendió al momento y me dijo que no había problema alguno.
Fuimos en mi coche hacía su casa y al llegar noté todos los momentos vividos durante aquellos últimos meses, ahora me parecía un lugar fantasmagórico, comprendí que no quisiera estar a solas en aquella casa, pero si alguien de su familia se enteraba de que estaba conmigo viviendo en mi casa quizás aquello mancillaría su reputación.
Salimos de allí con una maleta y varios enseres hacía casa de mis padres. Melissa había vuelto a repetir conjunto, pero cambiando el negro por el gris.
M- Seguro que no les enfadará que venga a comer-a escasos centímetros de la puerta del piso de mis padres-.
F- No, tú tranquila.
Abrí la puerta y allí estaban mis padres dando los últimos retoques a la mesa y entonces vino mi madre a verla y le dio un abrazo muy fuerte, seguido del pésame y le dijo que estaban allí para lo que ella necesitará, tanto ella como mi padre estaban a su entera disposición. Durante la comida y por extraño que fuera logramos arrancar de su rostro una sonrisa. Después de los postres Melissa me dijo que necesitaba descansar un rato y la acompañe a mi habitación; allí se quitó los zapatos y con el calor del radiador en cuestión de minutos se quedó dormida.
Al estar a solas con mis padres me comentaron que era normal que estuviera abatida y lo que les costaba más de entender era por qué ella quería estar conmigo y no con su familia. Yo les comenté que ese último año con ellos había sido muy especial y que yo había estado en los buenos y malos momentos junto a ellos y que ella junto a Carlos eran mis mejores amigos y que nuestra amistad era algo único.
Un par de horas más tarde se despertó y nos pidió disculpas por que se había ido a tumbar, no le dijimos nada y es que era normal en su estado.
M- ¿Puedo hablar un momento a solas contigo?
F- He hecho algo que te moleste.
M- Al contrario, me estas cuidando de una forma única.
F- ¿Entonces?
M- Es que lo que te voy a pedir es algo extraño.
F- ¿Qué es lo que necesitas?
M- Me podría quedar a dormir aquí durante unos días, diles a tus padres que no les molestaré y si ellos no quieren me iré a un hotel.
F- ¿Pero sabes que algún día tendrás que volver a casa?
M- Si lo sé-encogiéndose de hombros-
F- No creo que haya problema, ¿pero no se preocuparán tus padres?
M- Mañana se marchan de viaje y no podían anularlo, estoy sola y nadie se preocupa por mí.
F- Estoy yo para preocuparme de ti, ahora y siempre.
M- Gracias.
F- Pero yo me iré a dormir a mi piso, por qué tú necesitas tu espacio y mis padres están aquí para lo que necesites, si quieres algo me llamas y hablamos.
M- Gracias.
Lo hablé con mis padres y ella se quedó allí, mientras yo me fui a mi piso. Durante la noche nos pasamos casi una hora hablando por teléfono y ella se desahogaba conmigo y es que lo que más le molestaba es que sus suegros no la habían ni llamado y eso la hundía anímicamente.
Al día siguiente y como era festivo podría estar con ella, la llamé para si se veía con ánimos de ir a dar una vuelta y que la pasaría a buscar.
A la hora indicada la fui a buscar en el portal de la casa de mis padres, llevaba ese abrigo e iba algo más informal.
F- ¿Cómo has dormido?
M- Muy bien, tus padres me cuidan como si fuera su hija.
F- ¿Eso es malo?
M- Al revés me encanta.
F- Quizás lo que te diré ahora te sorprenda.
M- Dime.
F- No crees que si salimos a pasear y te ve alguien conmigo malpiensen de ti.
M- Que piensen lo que quieran, tú estuviste a nuestro lado en los buenos momentos y en los malos, por esto no tienes que padecer.
F- Es que me sentía intranquilo.
M- En estos momentos tu eres un apoyo único para mí y con eso me basta.
Cogimos el coche y nos fuimos a una zona de la ciudad que no nos recordará los momentos vividos durante aquellos días y aprovechamos para ir a tomar algo a una cafetería y entonces ella se comentó algo que me pilló con la guardia baja.
M- Sabes esta noche estando en tu casa y durmiendo en tu habitación, me he fijado en varias fotos que había allí y que en muchas de ellas salíamos los tres y me he fijado en una de muchas dónde tu me miras fijamente.
Aquella foto debería tener doce años por lo menos y era una mirada de alegría de estar juntos, por lo que ahora no entendía aquel pequeño interrogatorio.
F- Eran las típicas fotos tontas que nos hacemos.
M- Dime la verdad, ¿tú alguna vez sentiste algo por mí?
F- Antes de que conocieras a Carlos intenté intimar contigo, pero vi que Carlos y tú estabais hechos el uno para el otro, para mi esa ya era una gran felicidad y ser vuestro amigo es y ha sido un auténtico placer.
M- No lo sabía yo esto.
F- Pero éramos jóvenes y aquellas son típicas tonterías que se hacen.
M- Si es cierto.
Aquella conversación había sido extraña, pero no le di importancia alguna.
Nos fuimos a casa de mis padres a comer y ella se quedaría a dormir nuevamente allí. Yo tenía que ir a trabajar al día siguiente y seguir con mi rutina diaria.
Gracias a mis padres me enteré de que ella iba con ellos a comprar o pasear. Mis padres cuando se encontraban con alguien decían que era la hija de unos amigos suyos que había venido a pasar las navidades a casa.
Al final la tuve que acompañar a su casa y es que estaba tan bien con mis padres que decidió quedarse unos días más. El día 31 me sorprendió ella al venir a la oficina.
F- Hola ¿qué haces por aquí?
M- Vengo a controlar a mis empleados.
F- ¿Tus empleados?
M- Si, oficialmente eres mi empleado, Carlos a principios de junio se hizo con el ochenta por ciento de la empresa y por esto tú eres mi empleado.
F- ¿Entonces eres mi jefa?
M- Si.
F- ¿Y qué quiere que haga la jefa de la empresa?
M- Pues que esta tarde te la tomes libre para ir a cenar conmigo esta noche.
F- Pero… mis padres.
M- Ellos me dijeron que saldrías con estas y que sepas que ellos se van a cenar a casa de unos familiares y yo no me quiero quedar sola en una noche como esta.
F- De acuerdo, pero algo que no sea muy caro, que yo no me lo puedo pagar.
M- Te invitaré yo, por esto no temas.
F- De acuerdo.
Aquel día estaba nervioso, no estaría muy bien visto que una viuda y el mejor amigo del marido salieran a cenar juntos, aquello me parecía una locura y estuve a punto de tirarme atrás.
Fuimos a cenar a un restaurante bastante elitista y que parecía de alto copete: Melissa se había vestido con una falda negra y una blusa a juego, yo me había puesto un traje. Pensé que alguien la reconocería y entonces lo mínimo que le dirían sería "guarra"
Pero ella pensó en todo y reservo un espacio privado en el que nos atenderían perfectamente.
M- ¿Qué te parece el sitio?
F- Es muy bonito y seguro que te ha costado un pastón.
M- De que sirve el dinero si no tienes salud.
F- Bien cierto, pero es que me siento un poco a disgusto y no es por tu compañía, sino porque no hace ni dos semanas que Carlos nos dejó y no sé.
M- ¿Qué crees que pensaría él de esto?
F- Diría que disfrutemos.
Así lo hicimos y degustando platos de cocina de autor y unos postres deliciosos y llegó la hora: las doce en punto estaban a punto de llegar, había sido un año demasiado intenso y que había tenido un final agridulce por culpa de la muerte de Carlos. Cuando Melissa alzó la copa y propuso un brindis.
M- Por los amigos verdaderos que nunca te abandonan a pesar de los problemas.
F- Por mi querida amiga Melissa y por Carlos allá donde estés, nunca te olvidaremos.
Brindamos y los dos nos abrazamos, sobre la una de la madrugada la dejé en casa de mis padres y me fui a la mía, a pesar de que podía decir que sentía algo por ella, tenía que evitarlo. Seguramente con el tiempo encontraría alguien que la amará. Yo sería su amigo y estaría para lo que ella quisiera.
El día uno de enero lo pasamos en casa de mis padres. Nos dijo que agradecía todo lo que habíamos hecho por ella, pero que tarde o temprano se tendría que enfrentar a la soledad de su casa y que nunca nadie la había tratado tan bien como aquellos días y que no quería molestar más. Mi madre le respondió que no había sido una molestia y que para lo que necesitarán ella siempre sería bienvenida a su casa.
Ese mismo día la dejé en su casa y la vi nerviosa.
F- ¿Estás segura de que estarás bien?
M- No soy la primera mujer que se queda viuda en este mundo.
F- Perdón si te ha molestado mi pregunta.
M- No me ha molestado Fer, es simplemente que tengo que aceptar mi destino.
F- Para lo que me necesites y cuando me necesites llámame.
M- Estaré bien no temas, pero seguramente te llamaré.
F- Esperaré tu llamada.
Durante aquellos días en mis descansos hablaba con ella y me decía que estaba ocupada ordenando cosas y que se sentía sola, pero que lentamente iría haciendo. En su última llamada me comentó que el día diez teníamos que asistir a la lectura del testamento.
Llegué a la hora indicada (las once de la mañana) y vi a Melissa en el portal de un edificio del Paseo de Gracia.
M- Buenos día Fer.
F- Buenos días Melissa, estoy algo nervioso y es que yo no soy de la familia.
M- Si Carlos quiso que vinieras sería por algo.
F- Si es así.
Subimos y entramos en un típico despacho de abogados y allí estaban los padres de Carlos que me miraron un poco con desdén (mi simpatía por ellos era la misma) y a su nuera tampoco parecieron quererla mucho, ya que no le dieron ni un beso.
Entramos y nos sentamos en un amplio despacho, yo me situé en la parte más alejada y es que yo allí no pintaba nada.
Empezaron a leer el testamento y diciendo cuando se había hecho, estaba fechado justo hacía seis meses.
En él dejó una buena cantidad de dinero a Organizaciones benéficas y entonces vino la hora de repartir entre los presentes, hubiera deseado que él estuviera vivo más que lo que me pudiera dar.
A los primeros que nombró fue a los padres de él (sus padres estaban forrados y no creo que les viniera de aquí), les pertocó un seis por ciento de las acciones de la empresa de su hijo y dos millones de euros. La cara de los padres no era de alegría, por dios que gente más usurera.
Ahora era el turno de Melissa: a ella le dejaba todas las propiedades que eran: la vivienda en la que vivían, la casa de Sorrento y varios pisos, parkings y terrenos que tenía por varios lugares del mundo y lo más importante un 91 por ciento de la empresa que él había fundado junto con el dinero que tenía en las cuentas corrientes.
Cuando oí mi nombre: Realmente yo no pedía nada y tampoco esperaba mucho.
Mi amigo Carlos me dejó: Un tres por ciento de la empresa (vi una cara en los padres de él, que me dio miedo). Un piso en propiedad en una buena zona y que a partir de ahora sería uno de los jefes de mi empresa y no un simple trabajador.
Aluciné con lo que me dio Carlos, yo pensaba que con su amistad ya tenía bastante, pero vi que yo para él era algo más que un buen amigo.
Lo más triste de allí fue sin duda ver que los padres de Carlos se dirigieron a ella de una forma despectiva cuando se fue el abogado: "Melissa creo que ahora ya no nos ata nada a ti, así que a no ser que sea por temas de negocios contigo no tenemos nada de qué hablar"-dijo el padre de él-. Para mí también hubo un recadito "espero que te aproveche el dinero, es tu pago por ser su amigo", yo los hubiera matado "para mí era como un hermano y espero no verlos nunca más, tenían un hijo que no se lo merecían y a una nuera perfecta"-dije-.
Realmente me quedé a gusto, cuando se fueron Melissa no pudo más y volvio a llorar nuevamente.
M- Has visto lo que han dicho.
F- Déjalos estar, nunca les hemos caído bien, pero su comportamiento hoy ha sido indigno.
Cuando íbamos a salir del despacho el abogado volvió y nos hizo esperar allí unos segundos y nos hizo entrar en una sala donde había una tv y un dvd, nos indicó que Carlos había dejado un mensaje en video para nosotros y que lo escucháramos. Allí estábamos los dos atentos a que quería decirnos.
C- Buenos días, espero que dentro de lo que cabe estéis bien, decidí grabar este mensaje para deciros cosas que creo que de aquí en adelante serán importantes para vosotros: Melissa eres la mujer de mi vida y allá donde vaya siempre lo serás, hubiéramos sido unos magníficos padres, pero no pudimos y te mereces ser feliz con alguien a tu lado que te quiera y te comprenda.
Fer: Mi gran amigo y mi gran confidente y el único que logró que nuestra amistad permaneciera inalterada a pesar de todos los reveses que tuve y el único que logro que nuestro matrimonio sobreviviera y que en ningún momento por mucho que deseará a mi mujer siempre luchó por no romperlo. No sé si los dos con el tiempo sentiréis algo el uno por el otro, pero si ocurriera luchad por vuestra relación y no dejéis que las otras personas os arruinen la vida. No me arrepiento de nada de lo que hice, recordad lo que fuimos y dónde llegamos, un saludo y hasta siempre.
Cuando acabó el video yo ya no pude más y mis lagrimas empezaron a recorrer mi rostro, mientras Melissa se había quedado en silencio.
Lo que nos estaba diciendo es que si sentíamos algo el uno por el otro lo intentáramos. Ahora empezaba a entender cosas, realmente él quería que yo intimará con Melissa para que yo fuera su apoyo cuando él faltará y no un simple amigo, pero eso no era tan fácil como el imaginaba.
Melissa después de unos minutos me miró a los ojos y se dirigió a mí.
M- Ese mensaje me ha dejado algo descolocada, realmente Carlos me está diciendo qué si quiero tener algo contigo, él lo encontraría normal.
F- Pues parece que sí.
M- Lo que te voy a decir espero que no te moleste.
F- Dime.
M- Sobre todo no te enfades, pero necesitaría estar un tiempo si tener contacto contigo.
Realmente aquel video la había hecho posicionarse sin ninguna duda.
F- Lo comprendo, no temas que no te molestaré.
M- Gracias.
Nos despedimos de allí con dos besos y sin nada más que decir. Ahora me sentía extraño y es que todos aquellos momentos vividos con ella durante aquellos útimos meses parecían haberse desvanecido para siempre.
A partir de allí nuestro contacto bajó notablemente. Después de todo lo vivido yo no tenía ganas de quedar con nadie y es que ahora por motivos de laborales, viajaba más y aquello sin duda me ayudo. No podía decir que la amaba, pero sí que sentía algo por ella.
Mis padres tampoco comprendían él porque ella había dejado de ir a verlos, creían que habían hecho algo mal y me comentaron que aquellos días que estuvo con ellos fueron maravillosos a pesar de que ella había perdido a un ser querido y entonces mi madre me comentó que ella les ayudaba en cosas de la casa y que no entendían él porqué el contacto con ellos había desaparecido. Le comenté que no era esto, si no que ella había decidido volcarse en los negocios de su difunto marido (realmente no les diría la verdad).
A finales de mayo y después de un viaje de dos semanas en Madrid, me llamó mi madre para decirme que cuando tendría tiempo para ir a comer un día a casa. Les dije que ese domingo podía y noté cierta felicidad en mi madre al decírselo.
El viernes al llegar a casa me sentía solo, mi único contacto con Melissa había sido por correo electrónico y siempre hablando de temas de la empresa.
El domingo me llamaron mis padres para decir que iríamos a un restaurante de Castelldefels que les habían recomendado y que allí nos encontraríamos. Me extraño ir de restaurante, pero...
A la una llegué allí y esperaba encontrar a mis padres, cuando al entrar los vi y fui hacia ellos y como si fuera una aparición detrás de ellos apareció Melissa: Llevaba el pelo recogido y un vestido negro muy veraniego, pero para nada provocativo. Era la primera vez que nos veíamos desde el día del testamento y las cosas no habían salido precisamente del todo bien.
Cuando mi madre se dirigió a mi diciéndome unas palabras que se quedaron clavadas en mi mente "Escúchala y sobre todo no digas cosas de las que después de arrepientas".
Entonces Melissa se acercó hacía mí y mis padres se fueron a tomar algo.
M- ¿Te sorprenderá verme aquí?
F- Pues diría qué sí y es que después de tener un contacto mínimo, encuentro extraño verte aquí.
M- Hace tiempo que deseaba quedar contigo y es que he estado dándole vueltas a muchas cosas.
Yo estaba algo enfadado y es que pasar de simples correos a una conversación adulta había un mundo.
F- Creo que has tenido bastantes meses para quedar conmigo…
Creí que me había pasado con mis palabras, pero yo si sentía algo por ella y que tratará de esquivarme durante aquellos meses me molestó. Pero entonces recordé lo que me había dicho mi madre.
M- Mira Fer te comprendo, pero necesitaba aclarar mis ideas y tus padres me han ayudado en ello.
Ahora si que iba totalmente vendido a aquella comida, yo no sabía que entre ellos existía una relación y yo viviendo en la inopia.
F- ¿Y en que te han ayudado?
M- Necesitaba saber si la decisión que iba a tomar era la indicada. Cuando estuve con tus padres esos días entendí lo que era una familia y porque eres tan buena persona, aproveché que tú estabas fuera de viaje para quedar a comer con ellos y conocerte un poco más. A pesar de que yo te conocía perfectamente y es que realmente me sentía sola y necesitaba afecto y ellos me lo dieron.
F- ¿Y cómo has estado estos meses?, piensa que decidí no molestarte
M- Nuevamente me respetaste y te comportaste, no como muchas personas, piensa que muchos hombres sabiendo que era viuda intentaron sobrepasarse conmigo y entonces apareciste tú en mi mente y recordé que a pesar de todo no intentaste nada conmigo y todo lo que había dicho Carlos en aquel vídeo era cierto: Para mí no es fácil dar este paso, quizás pensaran que yo no amaba a Carlos y es que él para mí fue el único, pero contigo sentí algo durante aquellos días en Italia, incluso alguna vez estuve tentada de darte la mano, pero vi que tú querías vernos a mí y a Carlos felices. Realmente eres alguien especial y sé que tu sientes algo por mí y no lo puedo negar que me gustas-tenía un nudo en la garganta-.
No la veo en meses y es que entre mis padres y ella estaban compinchados, una parte de mi se sentía engañado, pero decirme que me quería era lo más bonito que me habían dicho en tiempo.
F- Todo lo que dices es muy bonito, pero tú eres la viuda de mi mejor amigo y estar contigo sería como una traición.
M- Lo sé, pero creo que lo que dijo Carlos era cierto y en parte creo que esa mujer que tú necesitas soy yo, por esto he tardado tanto tiempo en quedar y es que quería saber si tú sentías lo mismo que yo.
F- Cuando tú te fuiste y me dejaste allí me sentí triste y es que aquellos días contigo a pesar de tu dolor habían sido bonitos.
M- Para mí lo fueron y es que nadie entendió mi dolor como tú y es que habíamos perdido a una persona muy especial.
F- Yo también tengo que decirte que me gustas, pero estará mal visto si hay algo entre nosotros.
M- Yo lo he hablado con tus padres y ellos me dijeron que cada cosa a su tiempo y no temas tú estate tranquilo y nos tomaremos el tiempo que sea necesario. ¿Por cierto sabes que me dijo la señora de Positano?
F- ¿Qué?
M- Lo que me acabo de ayudar a decidirme, que me dijo que hacíamos muy buena pareja.
Se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla, era como si aquello fuera nuestra primera cita y es que realmente Carlos había trazado un plan perfecto: lo único que quería era que alguien amará a su mujer y por eso había diseñado "nuestras citas".
Fuimos a buscar a mis padres y ella los abrazo y es que sentía más ligada a ellos que a sus propios padres.
A partir de allí empezamos a quedar como buenos amigos: ir a tomar algo o simplemente viniendo a casa de mis padres dónde acabamos hablando de negocios. Todo aquello duró durante unos dos años y a partir de aquel momento decidimos que ya era el momento de que nuestra relación se oficializará. Un año después nos casamos y siempre teniendo en el recuerdo a Carlos. Un año más tarde nació Carla (costó que Melissa se quedará embarazada, pero lo logramos). Mis padres ganaron no a una nuera si no lo más parecido a una hija y yo logré estar al lado de una mujer perfecta (no solo físicamente). Dicen que el tiempo lo cura todo y los dos intentaríamos ser felices junto a nuestra hija y es que el simple hecho de conocernos en el instituto había marcado para siempre nuestros destinos. Melissa me amaba a mí y yo la amaba a ella.