Mi amigo me coge frente a mi pareja
Él me preguntaba a cada momentoTe gusta que te ponga crema? Yo solo respondía con gemidos Ahhh qué rico, sigue!! Después él decía Se me está parando la verga, no hay problema con tu pareja? Y yo le contestaba que en ese momento Tú sigue me vale madre lo que piense, ya estoy bien caliente!!!
MI AMIGO DE LA ESCUELA ME HACE EL AMOR DESPUÉS DE MUCHOS AÑOS
Hola soy Alexa, les voy a relatar algo que nos pasó a mi pareja y a mí. Para presentarme les diré que soy Abogada y que llevo una vida sexual muy activa, me encanta disfrutar del sexo en todas sus manifestaciones. Físicamente soy alta y delgada, el gimnasio hace maravillas con mis gluteos y piernas y me encanta vestir sexy. Trabajo en un despacho de abogados y viajo mucho. Tengo muchos amigos y me encanta ir a fiestas, bailo toda la noche y si se presenta la oportunidad no desaprovecho para tener sexo de manera placentera.
Este relato sucedió hace algún tiempo, mientras estaba con una pareja que tenía en ese entonces, que llamaré Juan, que aunque vivíamos juntos él era bastante liberal y abierto en su forma de pensar y no le importaba que me relacionara con otros chicos, aunque jamás habíamos tenido la oportunidad de hacer tríos o algo así.
Bien, después de esto comenzaré diciendo que era verano y el calor subía de manera sorprendente, el departamento en la colonia del Valle estaba caliente a pesar de que las ventanas estaban abiertas de par en par. La mañana transcurría suave y sin sobresaltos. En eso llama Carlos, un amigo de la escuela que tenía varios años que no veía, me dijo que recién llegaba de España y nos invitaba a su casa. Él se acababa de casar en Europa y la idea era que conociera a Martha su esposa española.
Sin pensarlo aceptamos y fuimos a su casa nueva, era enorme y tenía un gran jardín y piscina al centro, ideal para pasar ese día caluroso. Nos saludamos con mucho gusto y conocimos a Martha, una rubia espectacular mucho más joven que Carlos con un cuerpo hermoso y unos ojos enormes y pícaros. Platicamos animadamente en la casa mientras comíamos unos bocadillos y tomamos los clásicos whiskies, que me encantaban.
Carlos nos invitó a la alberca y aceptamos de mil amores, solo que no íbamos preparados con trajes de baño, obviamente no sabíamos que su casa tenía esa preciosa alberca, pero Martha nos sorprendió diciendo que no necesitábamos trajes de baño en su alberca, que podíamos entrar sin ropa, más natural. Esa invitación nos sorprendió mucho, no esperábamos eso. Nos miramos un momento y decidimos con una sonrisa probar esa nueva modalidad.
Carlos se desnudó como para probar que no había ningún problema, dejando ver su cuerpo moreno, delgado y musculoso, tenía muy velludos su pecho y su entrepierna, y aun así se notaba su pene circuncidado, largo y grueso. Caminó hacia nosotros sonriendo tratando de animarnos y notó que me puso nerviosa al tener su cuerpo desnudo tan cerca, lo miré de arriba abajo y me detuve un momento en sus genitales, le sonreí y ese gesto le indicó que no había problema en ello. Carlos me tomó del brazo y me llevó a la piscina, me ayudó a desnudarme por completo y salí caminando pausadamente solo cubierta con una toalla que encontré en un perchero, al llegar Carlos me hizo bromas y me pidió que dejara la toalla en uno de los camastros, y con un ademán me quité la toalla dejando ver mi hermosa desnudez, mis pechos enormes y carnosos, mis caderas amplias y unas piernas hermosas y torneadas. Carlos me tomó de la mano y me hizo girar como si bailara y los demás solo observaban mis opulentas nalgas, enormes y paraditas.
Aplaudimos y nos reímos, hicimos bromas de lo rápido que perdimos la inhibición a causa de los whiskies. Carlos me abrazó muy apretado que hizo que se juntaran nuestros cuerpos desnudos, eso nos excitó a todos, al menos a mí hizo que me palpitara rápidamente el corazón.
Fuimos por más whisky a una cantina a la orilla de la piscina y le dimos grandes tragos a nuestros vasos, yo lo necesitaba mucho, estaba muy excitada con esa situación que no teníamos prevista ni habíamos vivido nunca, mi pareja estaba allí y veía como mi mejor amigo y yo estábamos desnudos conversando muy quitados de la pena. En verdad yo no dejaba de admirar su gran verga morena y llena de venas, con la circuncisión se veía más grande su cabeza y su glande, en momentos daba brinquitos de excitación, Carlos notó que no quitaba mi mirada de su pene y se lo tocaba de vez en vez como tratando de que yo observara toda su hombría. Eso provocó que mi vagina que no estaba recién depilada empezara a mojarse a chorros.
En eso llega Martha, cubierta con una bata de gasa transparente que dejaba ver su hermoso cuerpo desnudo, sus pechos eran pequeños pero paraditos, delgadita con su vientre plano y sus nalgas hermosas, en verdad era una mujer espectacular. Ahora era Juan el que se puso nervioso de ver ese monumento a la belleza femenina, sin pensarlo se quitó la bata y se dirigió a Juan y le dijo que qué pasaba con él, que era el único que estaba vestido de todos y se ofreció ella misma a desnudarlo, se acercó y empezó por desabotonarle la camisa, misma que arrojó al piso, pasó al cinturón y se lo desabrochó. Mientras Juan hacía esfuerzos para no tener una erección, pero al bajarle el pantalón ella se agachó y la hermosa cara de Martha quedó muy cerca de sus genitales, al final ella se hincó y le quitó lentamente el bóxer que traía, asunto que lo puso más excitado y casi se le levanta el pene cerca de sus ojos.
Al fin estábamos todos desnudos y corrimos a la piscina, nos aventamos y jugamos un rato en el agua que estaba deliciosa. Nos acercamos a la orilla de la alberca y nos pusimos a platicar, Carlos cerca de mí y Juan muy cerca de Martha, que era muy inquieta para platicar y cada que volteaba le rozaba los genitales a Juan con sus nalgas redonditas, parecía que no lo hacía con intención pero esos movimientos lo excitaban y ya se le notaba un poco la erección.
Mientras Carlos me atendía muy bien invitándome whisky en cuanto se terminaba mi vaso. Me dijo que si le permitía ponerme bronceador ya que el sol estaba bastante fuerte, acepté y salimos de la piscina, tomé la mano de mi amigo y me invitó a que me tendiera en un camastro. Me puso boca abajo y mi desnudez se quedó al descubierto, mis pechos grandes se balanceaban a cada lado, mi plano vientre sentía mariposas por la excitación que sentía, crucé un poco las piernas para no exponer mi vagina desnuda con un leve crecimiento de pelillos alrededor, pensé que debí depilarme completamente pero no estaba planeado que ese día me desnudara ante Carlos, que hacía mucho que no veía. Ese momento me llevó a los tiempos de escuela cuando Carlos y yo habíamos tenido varios encuentros sexuales ocasionales, derivado de reuniones a estudiar en su casa o de trabajos en equipo. Esas son historias que más tarde o en otro relato les contaré.
Volviendo al camastro, Carlos empezó a ponerme la crema en los hombros y la espalda, bajó a las caderas y creí que no se atrevería a llegar más allá, pero me sorprendió cuando se puso más crema en las manos y las untó suavemente en mis nalgas, movía sus manos en círculos palpando su dureza y forma, se pasó a mis piernas que se abrieron un poco para dejarlo untar por su parte interna, yo tenía los ojos cerrados y disfrutaba mucho, me mordía los labios y gemía ligeramente. Carlos seguía acariciando todo mi cuerpo y movía sus manos entre mis piernas, tocando los pocos vellos púbicos y mis labios vaginales. Ya estaba mojando mi entrepierna de tan ricas caricias y se me escapaba de vez en vez un gemido ahogado, Carlos también estaba excitado ya que su pene crecía a cada caricia. Se subió al camastro en cuclillas entre mis piernas y yo las abrí para que cupiera entre ellas, así con mi vagina expuesta toda embarrada de crema bronceadora y mis propios jugos. Él se agachaba para alcanzar la parte superior de mi espalda y mis hombros, pero la posición que tenía hacía que su pene ya erecto rozara mis nalgas a cada movimiento, dejando el rastro de sus jugos embarrados en ellas que hacía más cálida la caricia. A cada caricia yo sentía como su verga dura iba resbalando entre mis nalgas, la crema bronceadora y sus propios líquidos pre seminales hacían que recorriera mi piel de una forma excitante, me ponía la piel chinita.
Él me preguntaba a cada momento— Te gusta que te ponga crema? Yo solo respondía con gemidos – Ahhh qué rico, sigue!! Después él decía – Se me está parando la verga, no hay problema con tu pareja? Y yo le contestaba que en ese momento – Tú sigue me vale madre lo que piense, ya estoy bien caliente!!!
Yo ya estaba excitadísima y aceptaba sus caricias levantando un poco las nalgas queriendo sentir más de la carne dura de Carlos, que poco a poco se atrevía a más, dejando ya su pene caliente en mi entrepierna.
Me pidió que me volteara, me levanté un poco y giré sobre el camastro, de inmediato me embarró los pechos de crema, acariciaba ya libremente los globos grandes de mis pechos y se entretenía con mis pezones que se levantaron al sentir su caricia. Mientras sus manos trabajaban en mis senos, su pene empezó a rozar mi vagina, que me hizo abrir las piernas y levantar las caderas para recibirlo. Poco a poco bajó sus manos hasta mi vientre plano (por el ejercicio en el gimnasio) y me tocaba mi ombligo dándome sus caricias con las manos llenas de crema, al bajar a mi monte de venus casi brinco de excitación, ya jadeaba y gemía como una perra en celo, mi vagina estaba súper mojada que hasta creía que se devoraría sus manos, pero él fue más allá… Tomó más crema en sus manos y las untó en mis labios vaginales, poco a poco les dio un masaje suave pero intenso que me hacía llegar casi al orgasmo. Tocó mi clítoris y allí ya de plano abrí mis piernas pidiendo que me penetrara! Le dije en su oído –Por favor ya méteme la verga, ya la quiero por favor!!! Él me contestó que abriera las piernas que me iba a enterrar toda su verga!!
Al fin Carlos se dejó caer sobre mi cuerpo y extendí los brazos para recibirlo, nos besamos llenos de excitación y levanté las piernas para dar facilidad a que su pene me penetrara, me arrancó un gemido al sentir el pedazo de carne caliente y duro de Carlos que me dejó ir de un solo golpe. Empezamos a jadear y a movernos sin control, él me agarraba las nalgas y me jalaba para meterse más en mi vagina, yo le jalaba los cabellos y arqueaba el cuerpo para sentirla más adentro, el espectáculo era erizante.
En la alberca, Juan estaba con el pene como periscopio y Martha se lo acarició por debajo del agua. Se abrazaron y se acariciaron un momento, ella le pidió que salieran y se pusieron en otro camastro. Caminaron desnudos y se sentaron en un camastro cerca de donde estábamos nosotros, ella se abrió de piernas y se clavó el pene de Juan de un solo golpe en su vagina mojada, empezó a cabalgarlo, Juan le besaba los pechos y la agarraba de las hermosas nalgas, le ensartaba su miembro hasta el fondo y ella gritaba, en ese momento solo se oían gemidos y gritos de las dos parejas intercambiadas teniendo sexo como locos.
Mientras Carlos y yo, ya teníamos un ritmo acelerado teniendo un orgasmo, él encima de mí y yo con las piernas encerrando su cuerpo. Martha y Juan a punto de terminar también en ese vaivén delicioso y frenético. Al final terminamos casi al mismo tiempo los cuatro gritando de felicidad. Nos quedamos un rato acariciándonos y riendo las dos parejas, después nos levantamos y nos juntamos los cuatro, sudando y sonrojados de excitación,
Me acerqué a Juan y me dio un beso, le acaricié su pene flácido que se levantó de inmediato en mis manos, se hinqué y se lo empecé a besar golosamente; Carlos aprovechó la ocasión y empezó a acariciarme las nalgas, igualmente se puso de rodillas y empezó a lamer mi ano, cosa que me pone como loca de gusto, tanto que empecé a girar las caderas recibiendo con gusto la lengua de Carlos, él se levantó y ya con su pene erecto de nuevo, me la dejó ir en la vagina por atrás, me tenían súper excitada y otra vez gemía con un miembro en mi boca y otro en mi vagina, Martha no se quedó inmóvil y se acercó a besar a Carlos, me acariciaba las nalgas y los testículos de Carlos. De repente se me ocurrió algo, pedía a Juan que se sentara en un camastro y me monté insertándome su pene, levantando sus nalgas le ofrecí el culo a Carlos, él no se hizo rogar y me untó más crema bronceadora y poco a poco se me la metió por mi orificio chiquito y negrito. Yo gemía como loca y gritaba que no se detuvieran, Martha nos besaba y se tocaba la vagina masturbándose. Todos explotamos en un orgasmo tremendo!
En verdad fue un gusto ver a Carlos y a Martha, seguramente los visitaremos con frecuencia.