Mi amigo ¿gay?- segunda parte

Una chica enamorada de su amigo gay aprovecha la primera oportunidad para llevárselo a la cama.

Mi amigo ¿gay?- Capítulo II

Recomendación de la autora: Ya ha pasado bastante tiempo desde la publicación de la primera parte de este relato, por lo que recomiendo que lo releáis. Lo podéis encontrar en mi perfil.

El móvil de Miguel sonó en el bolsillo de su dueño. Los papeles con los que este estaba trabajando cayeron al suelo.

Era un mensaje de texto. Julio quería ir al cine y se aseguraba de que esta vez su novio no le plantease ninguna otra excusa.

Miguel ya llevaba varios días intentando evitar a Julio, recordando constantemente lo sucedido con su amiga Ana.

Le desconcertaba que le hubiese gustado tanto, se suponía que era gay ¿no?, ¿entonces por qué deseaba tanto que se volviese a repetir aquella noche?

Consultó la hora con el reloj y decidió que ya era hora de recoger y de regresar a casa. Si se daba prisa podría prepararse para su cita con Julio antes de que Ana volviese a casa.


Ana llegó a casa y escuchó ruidos en la habitación de Miguel. Miró el reloj y supuso que había salido antes del trabajo, ventajas que da el ser jefe.

Dejó las bolsas que traía en la mesa de la cocina y empezó a hacer su parte de las tareas domésticas. Cuando acabo, decidió tomarse una ducha.

Dejó que el agua caliente relajase sus músculos después de un día de trabajo. Enjabonó el cabello mientras pensaba en todos los problemas que tenía últimamente.

El trabajo cada vez la agotaba más. Le agobiaba no tener tiempo libre para ella.

Por otra parte no podía quitarse de la cabeza aquel "Lo siento, pero estaba borracho" de Miguel.

Le dolía que Miguel le hubiese dicho que lo sentía, pues ella había disfrutado cada segundo de aquella noche. Solo el recuerdo de sus manos por su piel hacía que su temperatura corporal se levase unos grados.

Colocó una mano sobre su seno y apretó su pezón, que ya estaba duro como una piedra. Colocó la otra mano en el otro seno y repitió la acción.

Un gemido salió de sus labios mientras imaginaba que eran las manos de Miguel las que realizaban aquella caricia íntima.

Dejó resbalar su mano derecha por su abdomen mientras continuaba acariciándose su pezón con la izquierda. Cerró los ojos e imaginó la mano de Miguel descender y descender hasta encontrarse con su monte de venus, donde acarició sus rizos arregladitos y rizados por la humedad de la ducha.

La mano masculina abrió cuidadosamente los labios vaginales para poder rozar el clítoris de Ana, arrancándole a la chica un pequeño gemido de placer.

Las yemas del índice y el pulgar presionaron el delicado botón mientras que la otra mano seguía atormentando sus senos.

Ana se imaginó que era la boca de Miguel la que lamía y atormentaba su pezón erecto mientras ejercía mayor presión sobre su clítoris.

Tras unos minutos de agradable fantasía Ana dejó escapar un prolongado  gemido de placer mientras se apoyaba en la pared de la ducha pues las piernas le temblaban. Dejó que su espalda se deslizase hasta que se sentó y dejó que el agua continuase cayendo sobre su cuerpo mientras la figura de Miguel se desvanecía de su mente.

El agua fría la hizo reaccionar y rápidamente cerró la ducha y se enroscó en una toalla.


Miguel estaba buscando la cartera en su cuarto cuando escuchó la puerta principal abrirse. Masculló por lo bajo al comprender que Ana estaba en casa.

Continuó buscando lo que necesitaba para la cita de aquella noche hasta que al final lo encontró todo y se metió en el baño.

Se desvistió y se metió debajo de la ducha.

Mientras se bañaba escuchó que la ducha del baño contiguo, el de Ana, se abría.

Intentó no pensar en su sexy cuerpo desnudo a apenas dos metros de él, pero fue imposible y al poco rato ya estaba recordando todo lo que había hecho aquella noche.

Gruñó cuando se imaginó un gemido de los labios de Ana. Bajó su mano hasta su entrepierna, agarró su verga y empezó a acariciarla mientras intentaba recordar cada detalle de aquella noche.

De repente escuchó otro gemido y esta vez estuvo seguro de que no se lo había imaginado. Apoyó la cabeza contra la pared y escuchó atentamente, más excitado aún de lo que ya estaba.

Entonces escuchó varios gemidos provenientes del otro baño. Cerró los ajos y se concentró en aquellos sonidos mientras continuaba masturbándose.

No tardó mucho en escuchar un gemido mucho más alto y duradero que los demás y supo que Ana se estaba corriendo. Él no tardó mucho más y se corrió contra la pared de la ducha, donde el agua borraba rápidamente las evidencias de aquella travesura.

Continuará…