Mi amigo ¿gay?- primera parte
Una chica enamorada de su amigo gay aprovecha la primera oportunidad para llevárselo a la cama.
Para Ana cada vez era más difícil estar al lado de Miguel. Cada toque, cada roce, cada encuentro... era muy imposible estar tan cerca y no recordar aquella noche.
Habían bebido, era sábado por de madrugada y habían entrado a con dificultad en el salón. Hacía ya bastante tiempo que no salían a ese tipo de eventos, pero el vigésimo octavo cumpleaños de ella era una buena ocasión para recordar los viejos tiempos.
No fueron capaces de llegar a sus habitaciones así que se dejaron caer uno encima del otro en el sofá.
Riendo Ana se quitó aquellos molestos tacones y le tiró por un poco de manta dejando a Miguel, que solo se había sacado la chaqueta, medio destapado y él, gruñón, volvió a tirar de ella mientras se daba la vuelta y quedaban cara a cara.
No tardaron en llegar al acuerdo de juntarse más y eso provocó que Ana se diese cuenta de que a su amigo se le marcaba una prominencia en la ingle.
A ella siempre le había gustado su amigo así que, aprovechando la ocasión y gracias a que la bebida le ayudaba a desinhibirse, después de asegurarse de que su vista no la traicionaba, se atrevió a acercar sus labios a los de Miguel.
Apenas fue un leve roce, pero este lo desencadenó todo. De repente la manta dejó de importar y cayó al suelo mientras Miguel, un poco torpe, volvía a juntar los labios.
Esta vez no fue un simple roce, Ana dejó los labios lo suficientemente abiertos como para que la lengua de Miguel pudiese entrar.
La mano de él no tardo en colarse bajo el vestido negro de ella y rozar la braguitas que ella tenía puestas.
Con un dedo las apartó un poco y rozó su sexo, notando lo húmeda que estaba.
Sacó la mano y con un poco de destreza se deshizo del vestido que hizo compañía a la manta en el suelo.
Con rapidez se quitó los pantalones y la colocó en su regazo de forma que sus sexos solo estuvieron separados por dos finas telas.
Entonces la agarró debajo de los muslos mientras ella le rodeaba el cuello y así se dirigieron, tambaleándose un poco a la habitación más cercana, a la de él.
Rápidamente se tumbaron en la cama y torpemente continuaron desvistiéndose.
Cuando acabaron Miguel se tumbó encima de ella y buscó con la mano dirigió su polla a su coño que estaba más que preparado para recibir aquella visita.
Una vez él estaba del todo metido en el chochito de ella empezó a moverse rápidamente. La chica rodeó la cintura de él con las piernas mientras intentaba acallar las voces de su interior.
Ana sabía que aquello solo era causa del alcohol, ella nunca gustaría a Miguel porque sus gustos eran diferentes, pero eso no evitó que al sentir como la verga de su amigo entraba y salía de ella de manera un poco brusca rozando su clítoris en el proceso provocasen que se corriese como pocas veces se había corrido.
Miguel no tardó mucho más que ella en correrse. Las contracciones en aquel coño y las uñas clavadas en su espalda no le dieron otra opción. Cuando acabó de vaciar su leche se desplomó encima de ella y no tardó en quedarse dormido. Ella no lo quitó de encima y esa noche se durmió con la polla de él media flácida en su interior.
La mañana siguiente él le dijo a Ana que lo sentía, después de eso la había intentado ignorar pero no era fácil cuando vivían en la misma casa. Él siempre había tenido claro que quería a los hombres. De hecho Ana era la primera mujer con la que se había acostado y le preocupaba lo mucho que le había gustado.
Por otra parte estaba su novio, Julio. Miguel nunca había sido bueno ocultando las cosas y no podía evitar pensar que pasaría cuando se lo contase.
Días después Ana se alegró, pero al mismo tiempo se entristeció, cuando se dio cuenta que no estaba embarazada. Le gustaría tener con ella a un Miguel en miniatura pero en aquel momento quizás no era lo mas apropiado.
Primero tendría que hacerle ver a su amigo, que, al menos, era bisexual. O eso intentaría.
CONTINUARÁ...
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