Mi amigo experimentando

En el cual le ayudo a mi amigo pelirrojo a relajarse luego de que hiciéramos un ácido (LSD)

Habíamos planeado el ácido, el huracán fue coincidencia. Había ido a visitar a mi amigo a su casa de playa, se había mudado durante la pandemia, ya estando ahí su esposa lo había dejado, demasiada energía sin control, la ansiedad y no poder concretar un plan a futuro lo habían llevado al borde. Pero era mi amigo, quería ver si estaba bien, habíamos quedado en que llegaría unos días, haríamos un ácido. Desde el viernes en la tarde que llegué estaba nublado, el reporte del clima decía que el huracán se iba a disipar antes de llegar a nosotros pero como siempre, se equivocaron y tomó más fuerza.

Pasamos todo el sábado en la mañana caminando, platicando, cocinando algo de almorzar, fumando marihuana a más no poder, perdiéndonos en música, afuera comenzó a llover y no me di cuenta, cada vez más fuerte. Lo peor de la tormenta nos pegó al mismo tiempo que el ácido. El mundo se miraba más brillante, los colores más fuertes, la electricidad se fue y no nos dimos cuenta, la casa era una casa fuerte, el huracán no nos preocupaba, era una playa después de todo, para ésta gente era una tormenta más. Quiso prender una vela, se tardó quizá minutos y quizá horas. Yo llevaba una camiseta vieja y estirada, unas bermudas y estaba descalzo. Él una camiseta sin mangas y un short de gym. Estabamos sentados en el suelo alrededor de una mesa en la sala, en el suelo. Mi amigo era delgado pero extremadamente fibroso, sus musculos se marcaban en una piel extremadamente blanca y delgada. Su nivel de grasa era bastante bajo. Era pelirrojo, siempre había querido jugar con su cabellera, ahora que estaba acá tenía el peinado de playa que hace el agua salada, todo levantado, no peinado pero si se notaba que le daba una cierta forma.

A mis ojos el vello que cubría su cuerpo parecían brasas sobre su piel, era fuego. Las drogas me hacían sentir amor, una conexión con él que nunca había sentido, habíamos vivido juntos hace mucho tiempo, queríamos las mismas cosas, teníamos las mismas ideas, ibamos en la misma dirección, pero él conoció a su novia que luego fue su esposa. Nos distanciamos y reconectamos cuando escuché las noticias. Estos dos días había sido retomar la amistad donde la habíamos dejado. Comencé a tocar los vellos de su brazo que estaba cerca de mi: "parece que estás agarrando fuego" le dije, "ya te pegó" me dijo mientras se reía. Sentía como su sangre circulaba por todo su cuerpo, imaginé el camino que llevaría, quería ver como llegaba a su pene, como llevaba ese fuego por todo el cuerpo, quería darle sexo oral. Seguí acariciando mientras bromeaba, creo que conscientemente sabía que lo estaba acariciando, "¿Te molesta que te toque?", "no, para nada, pero creo que si te pegó bien fuerte", "un poco" le dije. Acaricié más de su brazo. Escuché a la distancia cómo hablaba de que cuando todos lo habían abandonado yo seguí ahí. Lo interrumpe y le dije algo de que nuestras mentes funcionaban bien como una sola, puse nuestras cabezas juntas. "Lo siento que te toque" le dije, "no me molesta para nada", "¿te puedo abrazar?" le dije, "claro".

Su cuerpo estaba caliente, lo abracé, la posición era algo incómoda alrededor de la mesa, me daba palmadas en el hombro como quien quiere terminar el abrazo pero yo no me quería soltar. Olía a agua de mar y sudor, al fondo se sentía un suave olor a orines y cuerpo de hombre, quien sabe cuando había sido la última vez que se bañó; esa idea me excito más, quería oler sus axilas pelirrojas, lamerlas y dejarlas limpias. Quería lamer sus pies, meterme sus dedos en mi boca, chuparle los dedos mientras me metía su verga. No se cuando tiempo lo tuve abrazado. "¿Te molesta que te abrace?", le cuestioné, "no me molestas, dejá de preguntarme, me gusta sentirte así, siento que estamos palpitando al mismo tiempo", no creo supiera que mi palpitación era excitación y que mi pene estaba más lleno de sangre que el resto de mi cuerpo. Quería que me viera desnudo. Sin electricidad comenzamos a sentir el calor del abrazo, decía algo pero la lluvia no me dejaba escucharlo, lo solté suavemente, me paré en la oscuridad y me moví cerca de una ventana para ver la tormenta en la oscuridad de la noche. El mar brillaba, pero no era la tormenta eran las drogas, brillaba como una pintura, escuché que me hablaba pero no entendía lo que decía, lo volteé a ver e intente explicarle que no escuchaba, no se si me entendió pero se levantó y se sentó a mi lado, ligeralmente atrás de mi, viendo la ventana. Sentía su respiración cerca, quería darme vuelta y besarlo, lamerlo, ver si con su pene adentro latíamos al mismo tiempo como me dijo.

Sentí una mano en el hombro y una pierna que se había pasado detrás de mi espalda para envolverme. Después de un momento me recosté un poco sobre él, lo suficiente para que si estaba pendiente tomara el hint pero no lo suficiente para que no se pudiera razonar como una posición que busqué por comodidad si él no quería seguir. Sentí como me apretó más, me di la vuelta y me recosté sobre su pecho, su espalda contra la pared, sus brazos me abrazaron y sentí su respiración en mi cabeza. Mi cara daba a la ventana, la luz no era mucha pero era suficiente para delimitar a unos sentímetros de mi cara su pezón desnudo, que se había salido de la camiseta, duro, rosado, cubierto de vellos rojos, mi pene era el centro de mi cuerpo, lo sentía duro, no podía sentir el de él pero sentí sus manos dándome microcaricias en las partes desnudas de mi espalda. Seguí adelante, acomode mis manos y encontré un segmento desnudo de su torso, puse mi mano y comencé a acariciar milímetros. Reaccionó haciendo sus propias caricias más fuertes. Ese pezón que estaba frente a mi era todo lo que quería.Sentía su respiración siendo dirigida a mi oido, ésta era la invitación que quería.

Moví rápidamente mi cabeza y besé su pezón, sentí como se asustó ante el gesto pero no me retiró, gimió, seguí circulando su pezón con mi lengua, mi cuerpo colapsado encima del de él, mis brazos soportando mi cuerpo para seguir dándome gusto chupando su pezón. Sabía a mar y a piel que no se ha bañado. Me separé, me volví a recostar y le pedí disculpas. "No te tienes que disculpar" sus caricias era ahora completamente evidentes. Pero seguimos en silencio un largo rato.

"¿Hace cuanto no te bañas?" le pregunté, "¿para qué me voy a bañar si no salgo de la casa?", "no te estoy acusando, solamente te pregunto", "desde el lunes, que fue la última noche que dormí completa", "¿no has dormido desde el lunes?", "no, estoy demasiado ansioso, no logro dormir más de dos horas", "tenés que relajarte", "yo sé, pero fumar marihuana ya no me ayuda, no quiero tomar medicinas, quizá cuando se me baje el LSD puedo dormir", "yo te puedo ayudar a relajarte", le propuse automaticamente, mi cabeza gritó: "noooo", me levanté para ver su reacción, fue de sorpresa, "¿cómo me vas a ayudar a relajarme?", "yo tengo mis técnicas".

Regresé a besar su pezón, mientras buscaba el otro para acariciarlo, lo encontré y estaba duro y parado, lo apreté suavemente, dio un gemido que me exito más. Levanté mi cara y lo besé. Sus labios estaban secos, su aliento era fuerte pero la excitación y lo erótico del beso, mezclado con las drogas hacían que sintiera como si nuestras lenguas se estaban amasando juntas, uniendo. Me di cuenta que estaba en una posición donde él iba a poder sentir mi erección, pero no me molestó. Le tomé una mano y le levanté un brazo, me hundí en esas axilas que olían más a hombre de lo que imaginé. Las lamí, una y otra vez, hasta que sentí que estaban limpias, el simplemente gemía, se retorcía. Le levanté la camisa y vi un abdomen marcado, lamí cada uno de sus músculos, hasta que me encontré un grupo de vellos rojos, era la línea entre el hombligo y el pene, la bese, la lamí hasta el borde de su calzoneta. Volteé a verlo y su cara era de puro placer. Le bajé la camiseta, su pene era de un tamaño mediano, la verdad nunca me había imaginado un pene grande pero si sabía que iba a tener mucha energía. Sabía delicioso, a orines y sudor, no se la había lavado en días pero yo se la iba a dejar limpia. Lamí cada centímetro de su tronco, quería sacarle todo el sudor, él seguía gimiendo, me metí toda la punta a la boca, le di vueltas con mi lengua, gemía más, movía las piernas. Estábamos en la oscuridad pero la luz de afuera era suficiente para poder ver su cuerpo dándo vueltas de placer, sus músculos más marcados que nunca, sus tatuajes por todo el cuerpo y sus vellos rojos. Me quité el short y subí hasta besarlo de nuevo, metí mis dedos en su cabello y jugué con él.

Creo que con cada momento del encuentro, él iba aceptando más la idea del mismo, antes de que me diera cuenta me estaba acariciando, dirigiendo el beso, sosteniéndome la cara para besarme como el quería. Él estaba completamente desnudo, yo de la cintura para abajo. Le lamí el tatuaje del pecho, jugué un poco más con sus pezones, un poco más fríos que el restro del cuerpo por mi saliva, sensibles como me lo hizo saber su reacción al acariciarlos. Mi propio pene estaba chorreando lubricante, el de él estaba empapado con nuestros fluídos.

"¿Querés experimentarlo todo?" le pregunte, "claro, quiero saber como es metértela". Se acostó boca arriba, yo me senté sobre su pene y con mi mano lo dirigí, no necesitabamos lubricante gracias a mi saliva y lo que se había desborado de precum, dolió un poco pero las drogas hicieron que la sensación fuera diferente, sentí su pene entrar por todo mi cuerpo, le sentí textura las ventas, la diferencia entre el glande y el resto, la longitud, entró más fácil de lo que creí, "¿te gusta?" le pregunté cuando ya estaba toda su verga adentro de mi, "me encanta" me respondió y yo comencé a saltar para bombear su verga. El empezó a gemir relativamente rápido, "se siente bien apretado", "es que soy virgen" bromeé, "esto me gusta, siento como si mi pene fuera plastilina y me adapto a tu culo".

Estire mis brazos hacia atrás y acomodé mis piernas hacia enfrente, estaba montándolo como haciendo un puente sobre su pene, mi pecho hacia arriba y mi espalda sobre sus piernas, esto me permitía controlar el ritmo pero sentí como apoyó sus pies para el también bombear. "Me gusta demasiado", le dije, habíamos encontrado el ángulo perfecto para que él puediera estimular mi próstata. Mi pene estaba tan duro que se sentía entumecido, rebotaba de arriba a abajo. Sentí sus manos agarrarlo, torpemente lo masturbó.

"Creo que me voy a venir" advirtió, yo paré de moverme, no quería que se viniera todavía. "¿Quieres que sigamos?", quería saber si tenía su consentimiento, pero tambié quería saber si le estaba gustando. "Si, quiero venirme, pero no tengo condón", "venite adentro de mi", "no, me da pena", "yo quiero que me preñés", "ok, sigamos" y él comenzó a bombear mi culo. Cambiamos de posición, yo me acosté de posición fetal de lado y el de rodillas, él apretaba mis piernas y mi pene se estimulaba al chocar contra mi cuerpo todo sudado. "Dame duro" le dije, y comenzó a bombearme con toda su fuerza y velocidad. Yo sentía el éxtasis porque ya sabía hasta donde meterla para darme más placer.

No me decepcionó, podía ir a gran velocidad por mucho tiempo, lo vi sudado, despeinado y su rostro contorsionado por el placer. gemía más fuerte cada vez, le gritaba que no parara pero la tormenta afuera no dejaba que se escucharan mis gritos, me di cuenta de eso y le di rienda suelta a mi placer, sin preocuparme si los vecinos nos escuchaban. Siguió, siguió por unos 10 minutos sin parar, yo estaba bañado en mi propio lubricante, mi pene iba a explotar y todo lo que tomó fue escucharlo casi gritar del placer mientras su verga me rellenaba de su leche, al sentir el líquido caliente en mi culo mi pene explotó, si semen quedó atrapado entre mis piernas y pecho, seguía en posición fetal de lado. Él se desplomó a mi lado, yo me recoste en su brazo, encendió otro puro de marihuana mientras nos relajabamos luego de ese episodio.