Mi amigo es un ligón. 4º día: Playa y sexo

Así fue la primera vez que hice el amor en la playa.

Durante la mañana siguiente el trabajo se me hizo interminable, estaba cansado, había dormido poco y recordar lo que había pasado la noche anterior no me ayudaba a concentrarme en mi tarea. Rafa se dio cuenta en seguida y me vino a preguntar con curiosidad.

Con una habilidad pasmosa me supo sonsacar con pocas preguntas todo lo ocurrido la noche anterior. Enseguida nos reconocimos como una buena pareja de conquistas, el con su experiencia y yo con mi empuje y juventud. Dado que el comienzo no podía ser más exitoso, decidí que me iba a dejar aconsejar por él y que seguiría todas sus recomendaciones.

A duras penas superé el servicio de medio día, luego el descanso y el principio del servicio de cena. El tiempo pasaba, Brigit y su amiga no habían venido a la hora habitual, con lo que mi impaciencia iba en aumento.

Por fin, sobre las 22:00 aparece la despampanante Brigit, y su pecosa y pechugona amiga… pero… también las acompañaban dos chicos que no parecían un ligue cualquiera. Pronto los identifique como sus respectivos novios.

Era costumbre por aquel entonces, que muchas parejas de giris reservaran las vacaciones en la misma ciudad pero en distinto hotel. Luego las chicas se iban juntas a la misma habitación y los chicos hacían lo propio en la habitación del otro hotel.

Era una forma de tener libertad para tener los encuentros fuera de la pareja libremente, con la posibilidad de encuentros puntuales durante las vacaciones. Venian a follar y a aumentar sus experiencias sexuales.

Tras ver mi expresión de desagrado, Rafa me lo trató de explicar, pero yo no quise atender a las razones. Me sentí defraudado, humillado, utilizado… yo que me había enamorado de ella (jejeje), y así me correspondía, trayéndome a su novio. Era insoportable, y salvo en un par de ocasiones que no lo puede evitar, no me acerque a su mesa en toda la cena.

Tan grande era mi enfado que Brigit se puso muy triste y se le notaba, apenas habló con su novio y su amiga. Al marchar, tímidamente me hizo un gesto amigable con la mano y sus labios lanzaron un beso al aire por si lo quería recoger. Despechado no le quise corresponder.

Esa cuarta noche la dediqué por completo a encajar el inesperado golpe. Tras dar mil vueltas en la cama el cansancio pudo conmigo y me quede frito como un pez.

Al día siguiente ya lo vi algo distinto pero todavía estaba dolorido. Todo cambió cuando tras el servicio de mediodía me encaminaba hacia mi apartamento para disfrutar de las horas de descanso. En la puerta del restaurante me estaba esperando Brigit con su mejor sonrisa.

Tras unos instantes de recelo por mi parte nos entregamos uno al otro fundiéndonos en apasionados besos como si se tratase del reencuentro de una pareja estable. No quise preguntar nada, ni por su novio, ni nada de nada. Lo importante era que estaba allí conmigo.

Me propuso ir a la playa a darnos un baño los dos juntos, a lo que accedí encantado. Rápidamente me puse el traje de baño, cogí una toalla y cruzamos el paseo en busca de la arena.

Brigit llevaba un bikini diminuto. Un triángulo largo y estrecho por delante que se prolongaba en dos cordoncitos por encima de la cadera, y que se juntaban en la espalda para perderse en la raja del culo.

La parte superior era tan pequeña que parecía de una niña pues escasamente cubría los pezones. Enseguida se la quitó y me dejo boquiabierto al dejar sus turgentes pechos bajo el sol.

Jugamos con las palas en la orilla un rato. Yo me movía muy torpemente pues era incapaz de mantener a raya mi erección. La veía moverse con tanta soltura y plasticidad que me quedaba distrido y perdía de vista la pelota. Miraba extasiado las líneas de su cuerpo escultural, como sus tetas iban y venían en su pecho, y además no podía separar esa imagen con la de nosotros follando en su apartamento.

Quiso que nos diéramos un baño y nos adentramos en el mar. Brigit ya sabía que estaba empalmado como un burro, pero no hizo ninguna mención. Nadamos un poco mar adentro y cuando apenas hacíamos pie nos fundimos en un apasionado beso.

Me abrazó y enrosco sus piernas a mi cintura. Mientras nos seguíamos besando, hundí la mano en el agua y saque del bañador mi polla que estaba dura y tiesa como un palo. Ella la notó entre sus nalgas y me volvió a besar muy emocionada.

Me la cogí a la altura de los huevos y dirigí la punta hacia su entrepierna. Pronto separe el tanga y encontré el camino para meterla en su coño. Balanceados por las olas, y gracias a un sutil movimiento de sube y baja del cuerpo de Brigit, estuvimos haciendo el amor largo rato.

De vez en cuando se acercaba algún curioso a “investigar” pero nosotros estábamos tan abstraídos en nuestro abrazo amoroso que nada podía distraernos. Yo la tenía cogida por las caderas y conducía los movimientos regulando su ritmo, su intensidad y dirección. Mientras, Brigit me suspiraba al oído, me mordisqueaba la oreja o me daba un beso aplastándome los labios.

Teniéndola así ensartada creo que tuvo dos orgasmos seguidos. Por mi parte, no me llegue a correr ni una sola vez pues los movimientos eran intensos pero sin el ritmo y amplitud necesarios pues no queríamos llamar la atención del resto de la gente.

Para compensarme, ella me llenaba de besos muy agradecida y me prometió que después del servicio de cena vendría a por mí. Así que después trabajé varias horas con un fuerte dolor de hue… esperando a que viniera a mi rescate.

Con puntualidad británica vino a buscarme. Nos dimos varios besos y cogidos de la mano nos encaminamos hacia su apartamento. Antes de llegar nos paramos en un pub para tomarnos una copa. Aunque estábamos rodeados de gente ella solo me veía a mi y yo solo la veía a ella.

Con cierta prisa nos bebimos la consumición, nos dimos unos besos y nos fuimos al apartamento. Inmediatamente después de cerrar la puerta a nuestras espaldas nos lanzamos a una frenética carrera para desnudar lo antes posible al otro.

Nos besamos y volvíamos a quitar más ropa, hasta que terminamos los dos sobre la cama ella debajo y yo encima. Estaba tan excitado y tenía tantas ganas acumuladas que prácticamente se la metí con un par de empujones.

A Brigit se le escaparon varios gemidos de dolor ante tan impetuosa embestida. Una vez que la tuve dentro, ya me serené un poco y tome el control. Apoyé las palmas de las manos a la altura de su cuello con los brazos extendidos, dejando que solo mi pubis entrara en contacto con su cuerpo.

Ella se abrió de piernas y puso sus pies por encima de mis pantorrillas sujetándome con fuerza en esa posición. Empecé a mover mi cadera adelante y atrás para que, sin sacarla mi polla rozara intensamente dentro de su chocho.

Uy! Esto le gustaba mucho, y a mí me permitía regular el ritmo y la intensidad de manera que cuando notaba que me iba a correr, cambiaba de velocidad hasta que podía volver al ritmo anterior.

Así la folle casi una hora dándole tiempo a que se corriera dos veces. Luego quiso chupármela para lo que me hizo echarme sobre la cama, se arrodillo a mi costado y se puso a lamer y chupar golosamente. Esta debía ser su especialidad de adolescente pues lo hacía de maravilla.

Cuando notó que la fortaleza estaba a punto de sucumbir, se colocó de manera que al salir mi leche fuera a parar a sus tetas, lo que a mí me pareció formidable y me motivo a sacar hasta la última gota acumulada durante todo el maravilloso dia.

Nos echamos uno al lado de otro, bien acurrucados Yo con el brazo tras su espalda coloqué la mano en su cadera acariciándola muy levemente. Ella de costado, con la vulva estampada contra mi muslo y su brazo sobre mi vientre, jugueteando los dedos con el vello de mi pecho.

De vez en cuando nos dábamos un beso de agradecimiento y complacencia. Parecíamos dos tortolitos muy enamorados y complacidos. En esta situación, no recuerdo como fue pero nos quedamos dormidos profundamente.

La luz del sol ya entra por el blacón. La voz de una chica muy alterada y nerviosa nos despierta. Es la amiga de Brigit que atropelladamente le recrimina que yo esté allí con ella. Brigit le responde tranquila y pausada tratando de hacerla entrar en razón cosa que aparentemente no consigue.

Después de una corta pero acalorada discusión no consiguen acercar las posturas. Brigit como último recurso saca un argumento de peso, lentamente tira de la sabana que cubría nuestros cuerpos desnudos para mostrarme tal como soy.

Antes de que yo pueda hacer nada, me coge de la polla en ese momento totalmente flácida, para mostrarla como un verdadero trofeo y le dice varias frases que no logre entender,(Jovenes! Hay que estudiar idiomas).

La amiga de Brigit sale de la habitación gritando y maldiciendo, lo que provoca una risita floja de mi compañera de cama.

Días después deduje que su amiga se había ido con el cuento al novio de Brigit, y este tomó drásticas medidas, pues muy a mi pesar nunca más tuve noticias de mi primer ligue deverano.

Deverano.