MI AMIGO EL PINTOR (Primera Parte)

Hace unos 15 años hice una apuesta con un amigo, que uno de los dos se acostaba con un amigo en común que es pintor.

Hace unos 15 años hice una apuesta con un amigo, que uno de los dos se acostaba con un amigo en común que es pintor.

Alfredo es el nombre de mi amigo, con el que hice la apuesta. Iván, el del pintor. Para aquel entonces ellos tenían, respectivamente 34 y 45 años, yo tenía unos 27.

Iván es un tipo alto, 1.95, delgado, estilo rasta. Piel blanca, muy velludo, ojos grises y con los dreadlocks hasta la mitad de la espalda.

Alfredo, es administrador, trabajaba en un banco y siempre andaba como con ropa de trabajo, salvo los fines de semana, que lo que ven se le veía en mono y camiseta.

El día de la apuesta, estábamos bebiendo en casa de Iván, él, muy relajado, nos decía: Mi casa es su casa y aquí no hay problema alguno de nada.

Iván tenía una relación con una mujer que nosotros llamábamos Ana Cuaima. Terrible, cuando ella llegaba, se acababa la paz y hasta el más borracho, se le pasaba la pea.

Ese día Ana Cuaima, como otras veces, fue a formarle un peo a Iván, y le dijo que se iba a pasar unos dos meses en Medellín con su familia. Iván le dijo que se fuera, pero que se fuera de una vez y le dejara las llaves, porque él no se pensaba seguir calando sus malas vibras.

Ella agarró sus cosas, se fue, y como dijo Sabina: El portazo sonó como un signo de interrogación.

Después de ver que se largó hicimos una pausa como por 30 segundos, Iván nos miró, con los ojos como dos huevos fritos, y con una sonrisa que no era capaz de esconder y nos dijo:

SE FUE!!! SOY LIBRE AL FIN!!!

Nos abrazamos y celebramos un rato que por fin Ana Cuaima se había ido...

Alfredo ordenó unas pizzas, comimos, jodimos y como a las 22h00, Alfredo se ofreció a llevarme a casa.

Hablamos respecto a lo sucedido, Alfredo dijo:

Bueno, ya queda la cancha libre para seducir a Iván y ver quién gana la apuesta. Vamos a ver quién se lo tira primero.

Yo me reía y le dije:

Tú crees que Iván puede tener inclinaciones homosexuales? Mira sus retratos, mira lo que pinta, siempre que hay mujeres los hombres aparecen como sombras, detrás de ellas, como algo que está, porque tiene que estar... No los destaca, y en las veces que hemos salido con él, nunca ha volteado a ver un tipo, salvo que vea que le hace daño a una mujer, pero cuando ve una mujer, se vuelve como el lobo de las comiquitas.

Alfredo se rió...

Así estuvimos hablando hasta llegar a mi casa, y cuando estaba a punto de salir del carro, me dijo: Vamos mañana a la casa de Iván a ver cómo podemos ayudarlo? Y me lanzó un guiño.

Vamos! Mañana no tengo nada qué hacer.

Al otro día, recibo una llamada de Iván, diciendo que iba a necesitar ayuda en sacar un montón de cosas de su ex de la casa. Eran las 11h00, yo le dije que contara conmigo, pero que no le dijera a Alfredo, porque le había visto muy interesado en que se había ido Ana Cuaima, y pensaba que tenía posibilidad alguna con él, y para evitar incomodidades, prefería no tenerlo ahí.

Si quieres, te vienes en un taxi y te lo pago aquí, trae algo de ropa, para trabajo forzado, y algo para que salgamos a comer más tarde. No te olvides de empacar cepillo de dientes...

Sir, yes sir! Le dije yo en jodedera, y se rió.

Llegué donde Iván él estaba esperando sentado bajo un úcaro negro en el jardín, fumando un cigarrillo.

Pagué, me bajé, cuando me acerqué a la puerta, me hizo señas que pasara. Empujé y entré. Cuando vio mi bolso dijo: Se fue Ana Celeste y vienes tu a joderme la vida mudándote aquí?

Ehhh bueno, si quieres, me voy por donde vine.

No vale, relajado, qué pasa? El que debería estar sensible soy yo. A ver, vamos adentro.

Una vez adentro, se quitó la camisa a cuadros y la tiró sobre la mesa del comedor mientras se dirigía por el pasillo al cuarto. Quedó en franelilla, la cual se quitó en medio del pasillo y la tiró al suelo, como quien deja migas de pan.

Yo nunca había detallado los hombros, espalda y brazos de Iván hasta ese momento. Eran simplemente perfectos! Bien torneados, como si en algún momento se hubiera dedicado a entrenar en algún gimnasio. Me gustó lo que vi.

Hey! Vas a quedarte en la sala pensando? O me vas a dar una mano? Dijo Iván sacándome de mis pensamientos.

Voy!

Fui al cuarto y él estaba en boxers, no de esos que tienen spandex, de los sueltos, los que vienen con su abotonadura por delante. Color negro, con rayas verticales azul rey.

Yo me le quedé viendo y me dijo:

Pasa algo? Me vas a decir que nunca has visto un hombre en calzoncillos?

No, no es eso, dije agachando la mirada...

Entonces, qué puede ser? Te llama la atención lo que ves?

Ehhh... Bueno... Si...

Jajajaja tranquilo, así me vas a ver todos los días que estés aquí, incluso hasta desnudo, porque ya no está más... Cómo es que la apodaron ustedes? Ana Cuaima???

Jajajaja siempre quise hacer esto, andar desnudo en mi casa, sin cerrar cortinas, ni ventanas, que mi desnudez sea vista por quien desee verla, es más, esto ya me molesta...

Y se quitó el bóxer.

Pude ver una verga de unos 17 cm, medio erecta, pero bastante flácida aún, circuncidada, muy gruesa, venosa, unas bolas enormes fácilmente podía decir que cada testículo podía ser como un huevo de gallina. Se veían pesadas, subí la mirada por su abdómen, delgado, muy peludo, esos vellos negros, rizados, igual que los de su verga, que daban la impresión de jamás haber sido cortados, llegué a su pecho, perfectamente esculpido, sus vellos parecían unirse con su barba, cuando veo, él estaba sonriendo, como con cierto morbo. Se agarró la verga, levantándola un poco, mientras que con la otra mano, se estrujaba el pecho y me dijo:

Te gusto, verdad? Te gusta lo que ves. Mira bien...

Se dio la vuelta, vi su espalda perfecta nuevamente, vi sus nalgas hermosas, redondas, suculentas, peludas... Él se agachó hacia delante, dejándome ver su culo, rosado, afeitado, como si recibiera placer por esa vía...

Acércate, me dijo... Lame si quieres...

Me acerqué, toqué sus nalgas y empecé a lamer ese culo que en bandeja de plata tenía.