Mi Amigo el Ko 07

Nuestro encuentro llega a su fin, Ko y yo rematamos la faena haciéndole un sandwich a una enloquecida Hilda. Fin de la historia (Trío con una madura).

Mi Amigo el Ko

NOTA: antes de continuar con esta historia quiero aclarar que todo los personajes son mayores de edad (algo que creí que ya estaba claro con anterioridad). Hago esta aclaración solo para ver si así si la publican, que ya es la quinta vez que lo envío.

Garganta de Cuero.

VII

Hilda se puso de pié y salió de la habitación para ir al baño, así desnuda como estaba, y yo, tirado en la cama, trataba de asimilar lo que acababa de pasar y como se lo iba a decir a mi mamá. Me preguntaba qué hacía el Ko para conseguir tantas mujeres y tan buenas, y sobre todo, para que se dejaran hacer lo que él quería. Feo no era, pero muy guapo tampoco, era grosero, patán y sinvergüenza, el tipo que vuelve realidad el refrán que dice "las mujeres quieren por mal". Así que se lo pregunté

  • Mirá… no es magnetismo, ni una habilidad mágica o algo de un superhombre ni ninguna otra mierdada más. Es solo darles lo que ellas quieren.
  • ¿Y cómo sabés vos lo que una mujer quiere? – le interrogué.
  • La verdad mano no sé, pero mirá, hay cosas que una mujer siempre va a querer… o por lo menos, hay cosas que a ellas les gustan de los hombres.
  • Por ejemplo
  • Bueno, les gusta que uno sea seguro de si mismo, inteligente y sensible… que en español es la misma mierda que decir macho, ingenioso y astuto y algo niño a veces… a las pisadas les encanta que uno se porte como un niño a veces.
  • Pero no creo que eso baste
  • No, nada que ver, pero por lo menos ya se dieron cuenta que existís y les llamás la atención. Luego ya entra la casaca para ver qué cosas piensan y qué quieren… pero la mayoría siempre quieren la misma mierda. – la palabra "mierda" era una de sus favoritas.
  • ¿Qué cosas?
  • Depende, depende dijo Pepito… depende de cómo es la hembra a la que le estás haciendo huevos, – es una expresión muy guatemalteca que puede traducirse como "cortejar" o "hacerle entrada" – por ejemplo, hay 2 tipos de mujeres: las putas y las santas. Las putas pueden querer 2 cosas, ser más putas o volverse santas. Y las santas lo mismo, que alguien las haga putas o seguir siendo santas. Si es puta, puede ser puta fina o puta corriente, la fina es una mierda porque solo quiere pisto y apariencias, la corriente generalmente quiere ser santa. También hay 2 tipos de mujeres santas, las finas y las corrientes. Las finas son presumidas y llenas de mierdadas las hijas de puta y
  • Como la puta fina
  • Ajá, si, pero sin ser puta… y la corriente es sencilla y más llevadera, pero romanticona hasta la verga. Y, ahí está… – se quedo callado.
  • ¿Ahí está qué?
  • ¡Ahí está mano, si sabés eso estás hecho!
  • ¡No, ni mierda, no puede ser tan fácil!
  • Ese es el primer error que cometemos los hombres, creer que es difícil. Si te querés coger a una pisada lo primero que le tenés que hacer es hablarle. Lo peor que te puede pasar es que te mande a la chingada, ¿y qué? La mandás a la mierda vos y ya. Pero a la mayor parte de hijueputas les da miedo. – tenía un buen punto, tengo que admitirlo.
  • Pero no ha de bastar solo con saber si es puta o santa, o si será presumida o sencilla.
  • ¡A bueno, no! Allí entra si sos casaquero, si les sabés hablar. Pero mirá, si son presumiditas o llenas de mierdas, se van a ir con el mejor, el que les hable más bonito, principalmente con el que tenga el mejor carro, el más alto, el mejor deportista, el que llame más la atención. Y si es sencilla, se va a ir con el más buena honda, el que las escuche, el tierno y demás muladas.
  • ¿Y lo de que si es puta o no?
  • Mirá, una puta siempre es caliente y por lo general se va con el más guapo o el que tiene más de todo como te dije. Son fáciles de conquistar, la verdad. Y las santas, pues esas quieren tener aventuras, han vivido tan cuidaditas que quisieran tener emociones fuertes
  • Por eso muchas chavas buenas se van con tipos pura mierda
  • ¡Ajá, así es! – escuchando los desvaríos machistas y clasistas del Ko, no pude evitar preguntarme "¿por qué soy amigo de este cerote?". Pero en el fondo tuve que admitir que ese su tan elemental y rudimentario razonamiento no estaba del todo exento de verdad.

  • ¿Y Hilda, ella qué es?

  • ¡Ah, Hilda!… pues ella es el caso de una puta caquera – "presumida" – que se casó y se quiso volver santa. Y ahora se cree una santa que empieza a portarse mal por puro aburrimiento.

Bueno, nos voy a aburrirlos más con esa plática, de esas en que 2 jóvenes calenturientos se meten el disfraz de filósofos. Los resumiré de esta forma, mi amigo el Ko era una pervertido al que le iba muy bien con las mujeres, pues sabía perfectamente como manejarlas, aun teniendo metidas esas ideas extrañas (o como diría un buen psicólogo, esas ideas de referencia) en la cabeza. La verdad es que poco me importaba como pensara, igual continuaba siendo mi mejor amigo. Pensando en eso estaba cuando Hilda volvió, se veía más fresca y descansada, pero aun se notaba en su mirada que tenía ganas de más.

  • ¿Te gustó mi sorpresa Hilda? – le preguntó Ko, como si no supiera de antemano la respuesta.
  • ¡Me encanto Carlitos… cabrón!
  • Fijate que… mirá… ¿harías algo más por mi hoy? – le preguntó meloso.
  • ¡Más todavía! ¡¿Más de lo que hemos hecho?!
  • Es un favor… pero no para mi… lo que pasa es que este cerote todavía es virgen… y pues, me preguntaba si no lo querías ayudar con ese pequeño problemita… – les juro que deseé que la tierra me tragara, ¡qué cerote, le estaba pidiendo favor de quitarme la virginidad que él creía que todavía tenía! Me debatía entre si pegarle o darle un gran abrazo.
  • ¿Querés que inicie a Ricardo? – le preguntó Hilda, algo escandalizada, pero con un brillo muy especial en los ojos – Mmmm… pues, la verdad, me da mucho morbo ser la primera en la vida de un joven tan guapo y potente… bueno, ¡manos a la obra! – no sabía si reír o llorar… aunque al final me sentí como un estúpido por mi confusión, ¡era una oportunidad única!

Hilda se arrodilló despacio, lentamente, exhibiendo para mi su cuerpo frondoso de hembra madura en celo. En 4 se me acercó y se quedó entre mis piernas, viéndome con ojos de fiera y sonrisa maquiavélica y retorcida, tomó la puta de mi pene con sus labios y comenzó con la mamada. Se tragó por completo mi falo flácido, chupándolo como si fuese una lombriz de goma, ensalivándolo abundantemente, permitiéndole ponerse duro entre su boca, sensación que rápidamente me puso al borde del orgasmo.

  • Mmmm (chomp, chomp)… me encanta sentir dentro de mi boca una buena verga poniéndose dura… Mmmm (chomp, chomp)… – dijo, sacándose mi falo de su boca por un momento.
  • ¡Bravo Ricky, ya estás duro otra vez cerote! – exclamó Ko al ver mi verga parada de nuevo, yo estaba en las nubes, era casi irreal, increíble.

Mi pene volvió a la cálida cavidad oral de la señora, que realmente era una devoradora de vergas, le encantaba mamar, se esmeraba en darme todo el placer que sus labios y lengua podían, le encantaba voltear a verme y encontrarse con que tenía los ojos trabados, en blanco. Tragaba más de la mitad de la longitud de mi tronco y se la sacaba despacio, succionando y lamiendo por todos lados al mismo tiempo, era toda una maestra.

  • Hilda, demostrale a este pisado hasta donde te podés tragar una verga… – dijo mi amigo.

Nuevamente una lúbrica sonrisa se dibujó en los labios de la madura y se metió mi pene de golpe, esta vez hasta que sus labios toparon con mis testículos y su nariz con mi vello púbico. ¡Lo más increíble fue cuando empezó a lamerme los huevos con la punta de su lengua, pensé que solo mi madre era capaz de tal cosa! La oía emitir sonidos afónicos y sordos, sus ojos se enrojecieron y varias lágrimas resbalaron por sus mejillas, pero no escupió mi falo sino hasta que ya no le fue posible aguantar más el aire. Tosiendo y gimoteando expulsó mi aparato, dejándolo brilloso y chorreando saliva. Me vio con orgullo y aun más calentura, a esa mujer le iba el sexo rudo.

Tomó un poco de aire y volvió a la carga, de nuevo mi largo y duro falo desapareció entre sus ávidas fauces por completo. Pero ahora llegó más lejos, suspiraba y gemía roncamente mientras volvía a engullirlo hasta alojarlo en su garganta, podría jurar que casi gruñendo, produciendo vibraciones deliciosas que recorrieron completo todo el tronco de mi paloma (esa técnica oral se llama "humming" ). Después comenzó a sacársela moviendo frenéticamente la cabeza de un lado a otro como si fuera una perra (nunca mejor usada esa palabra) despedazando un trozo de carne, provocando en mi palo intensos y deliciosos tirones que me estimulaban todavía más. Y luego, cuando mi pene nuevamente estuvo afuera chorreando babas, ella ya tenía un gesto de profunda excitación, como si fuese una especie de fiera famélica, como una psicópata demente mirando a su próxima víctima. En ese momento fue que conocí a la verdadera perra insaciable que estaba detrás de Hilda.

Hizo lo mismo 2 veces más, creo, y en cada una de ellas me llevó al borde de un rico orgasmo, pero ella siempre me lo cortaba. Tenía mucha experiencia realmente, era de verdad muy impresionante la forma en que controlaba mi placer, no me dejaba llegar más allá del punto sin retorno, me tenía totalmente en sus manos. Para el momento en que sacó mi pene de su boca por última vez, tanto su piel como sus ojos llorosos, estaba totalmente enrojecidos, sudábamos como cerdos y respirábamos agitados. Además ella tenía el pelo anárquicamente enredado, lo que aumentaba la imagen de perra caliente que ya tenía.

  • ¡Ricardo, ya no aguanto bebé, necesito que me cojás ya! – me dijo casi suplicándome mientras se daba la vuelta y quedaba en 4 patas frente a mi – Dale Ricky, meteme hasta las bolas… ¡cogeme como a una perra! – ¡Dios mío, Hilda estaba totalmente fuera de si!

Me meneaba las caderas de las formas más lascivas, asegurándose que tuviera una buena vista de su mojadísimo sexo, invitándome a penetrarla hasta el fondo. Yo también estaba más caliente que una estufa, así que me posicioné detrás de ella y acomodé mi pene en su entrada, la penetré rápidamente y hasta el fondo, arrancándole un largo aullido de satisfacción.

  • ¡¡¡AAAAAAAUUUUUUGGGGHHHHH!!! ¡¡¡QUÉ RICA TENÉS LA VERGA PATOJO!!! – me dijo y de inmediato comencé a embestirla con fuerza mientras el Ko nos veía sentado y haciéndose una placentera paja, lo papeles se habían invertido, ahora era yo el observado.

¡Ah, como lo disfruté, gocé del interior de esa mujer como un loco, estaba tan caliente y tan mojado, era fantástico! Cerré los ojos y dejé que mis demás sentidos mandaran, me centré en la deliciosa sensación de esa cálida gruta, apretándomela, me centré en la percepción del tacto de su piel, a pesar que solo la sujetaba de las caderas. Logré dejar mi mente en blanco, aislándome de todo lo externo, lo único que me importaba era esa hermosísima y putísima mujer, sus jadeos y gritos de placer que me pedían más y me repetían una y otra vez lo mucho que la estaba haciendo gozar.

Tan concentrado me encontraba entrando y saliendo de esa mujer que ni siquiera me di cuenta de cuando el Ko le metió la verga entre la boca, solo noté que se quedó callada súbitamente, al abrir los ojos me topé con mi amigo con los suyos en blanco. Je, je, era de esperarse, el Ko no iba a poderse quedar sentado sin hacer nada, estaba de rodillas frente a ella, atenazándola del pelo y de la nuca mientras le metía fieramente la verga hasta la garganta. Hilda se atragantaba y le costaba respirar, tenía arcadas y la escuchaba emitir sonidos sordos y guturales. Ko no le daba tregua, tan solo se la sacaba lo suficiente para dejarla tomar aire antes de metérsela de nuevo.

  • Cambiémosla de pose… hagámosle algo que le va a gustar mucho, estoy seguro… – el Ko la liberó de su gran talega y esta inmediatamente comenzó a toser, más roja que nunca y con el maquillaje todo corrido, dándole una imagen muy sensual (aunque vulgar y decadente) de mujerzuela esquinera. Ko la levantó con algo de brusquedad, saliéndoseme la verga de su interior (me cayó en los huevos que lo hiciera), luego me empujó hacia la cama – Ponete boca arriba Ricky… y vos perra, sentate encima suyo… – yo no tenía ni idea de qué pretendía, pero el gesto de sorpresa, expectación y algo de temor en la sonriente cara de Hilda me dijo que seguramente era algo bueno.

Me acosté en su cama con mi pene apuntando desafiante al techo. Hilda se apresuró a sentarse encima, metiéndoselo hasta el fondo para reiniciar la cogida de inmediato, con un rico sube y baja que me hizo ver las estrellas. Era una maestra, una magnífica y deliciosa perra, no parecía estar cogiendo, más parecía estar inmersa en una cadente y voluptuosa danza sobre mi. Juro que ni siquiera parecía que se estuviese esforzando, al contrario, parecía como si fuese la cosa más fácil para ella, ¡vaya que si era una perra!

  • ¿Te gusta Ricardo?… ¡¡¡AAAAHHHHHHH!!!… ¿te gusta como te cojo?… ¡¡¡A MI ME GUSTA TU COSOTA… ME ENCANTAAAAAGGGHHHH!!!

Detrás de ella el Ko me sonreía satisfecho y lleno de orgullo, "es mi perra" parecía decir con la mirada. Y él, como era de esperarse, no se conformó solo con ver: se le antojó hace un sándwich. Se arrodilló detrás de Hilda y la empujó, la mujer cayó sobre mi mirando con atención y deseo a mi amigo, quien aprovechando el enorme boquete que le dejó en el culo minutos antes le fue metiendo poco a poco la verga. No sé en qué momento se la había vuelto a untar con vaselina, pero entró en ella como cuchillo en la mantequilla mientras la mujer gemía y jadeaba roncamente.

  • ¡¡¡AAAAAAGGGHHHHH, OOOOOOHHHHHH!!!…¡¡¡MMMMMMGGGGGHHHHHH!!!… ¡Me vas a partir por la mitad Carlos, Dios mío!
  • Te gusta, ¿verdad perra?
  • ¡¡¡AAAAGGGGGGHHHHH, OOOOHHHHH, AAAAAGGGGGHHHHH!!! – Hilda ya no contestó, pues los 2 juntos comenzamos a embestirla en una perfecta (e inesperada y no ensayada) coordinación, ambos entrábamos y salíamos de ella al mismo tiempo.
  • ¡¡¡AAAAAHHHHH… PUTA MADREEEEEHHHH, AAAAHHHHH!!! – gemía yo, enloquecido de placer, pues sobre mi pene podía sentir perfectamente el del Ko taladrando a la mujer, separados apenas por una delgada membrana.

El sudor me cubrió por completo, mi piel morena se enrojeció y el tiempo se me fue como arena entre las manos. Sobre mi, Hilda resistía nuestros recios embates aun en 4, su cara estaba completamente desencajada, con un rictus vehemente que me hizo ver que ya no estaba presente, estaba volando muy lejos entre los vapores lascivos del sexo. Gemía a gritos con la boca abierta y los ojos en blanco, babeaba abundantemente sobre mi, tenía enredado todos sus cabellos y toda su piel empapada.

La habitación se había convertido en una sala de conciertos… de gritos, gemidos y jadeos, 3 voces que clamaban su gozo a viva voz. Pero claro, todo siempre tiene un principio y un fin, y el nuestro llegó casi al mismo tiempo, cuando Hilda tuvo su enésimo orgasmo la inundé con mi leche, que se le salía en gruesos goterones del interior de su intimidad. Ko acabó minutos después, inundando su recto con su espesa esperma. Los 3 quedamos tendidos sobre la cama, agotados y agitados, cubiertos de sudor pero muy satisfechos, aquella había sido la experiencia más rica y delirante de mi vida, y conociendo a mi amigo como lo conozco, supe de inmediato que habrían muchas más

FIN.

Ricardo David.

(Garganta de Cuero).

Pueden mandarme sus comentarios y sugerencias a mi correo electrónico, besos y abrazos.