Mi Amigo el Ko 01

Buenos días, soy Garganta de Cuero con un nueva historia, que trata sobre la caliente relación incestuosa entre un joven y su insaciable madre, y su mejor amigo, un pervertido sinvergüenza.(Amor filial madre-hijo, voyerismo y exhibicionismo).

Mi Amigo el Ko

I

  • Son unos cerotes, unos desgraciados… ¡ni porque ya vamos de salida!
  • Si… se palan con los deberes que nos dejan ahora
  • ¡¿De qué putas sirve ser de 5to si igual nos van a seguir metiendo la verga?!

Íbamos caminando en dirección a nuestra casa, el Ko y yo, él venía retobando y protestando por la gran cantidad de trabajo que nos dejaban los profesores, creía que por ser ya de último año nos iban a tener consideraciones especiales (nada más lejano de la realidad). La verdad yo solo lo escuchaba a medias, más que todo por educación, pues mi mente estaba puesta en otras cosas… o en otra cosa.

¿Cómo podía ser tan caliente y pervertida? ¿Será que ya lo traía por la sangre? Y si así era, ¿lo traía yo también? Miles de ideas venían a mi cabeza para poder saber qué tan puta podrá ser realmente. Y por supuesto que ideas para comprobarlo se me venían muchas, cada una tan descabellada como morbosa. Sin embargo, tenía que ser sincero, cada vez que nos metíamos en algún juego pervertido perdíamos el control de tal forma que me daba miedo empezar algo y después no poder controlarlo. Era muy riesgoso llevarla a hasta sus límites, así que decidí ser precavido. Virtualmente me había dejado su vida en mi manos, hacía todo y cuanto yo le pedía, pero ya me estaba dejando de parecer tan bueno.

¿De quién estoy hablando?… pues de mi madre… pero bueno, supongo que lo mejor sería iniciar desde el principio, mi nombre es Ricardo David Centeno y les doy la bienvenida. Hace ya bastante tiempo que no escribo nada en esta página, pero hoy vuelvo con nuevas historias de mi vida.

Les haré un pequeño resumen: desde hace algún tiempo, mi madre y yo somos amantes. Esta historia la puede leer en mi primer serie titulada "Consolando a Mi Madre" , en donde les narro con lujo de detalles como fue que me inicié en el sexo con ella, una bellísima y reprimida mujer, muy abandonada por mi padre, y acabé convertido en su amante, novio y prácticamente marido, en fin, en el hombre de la casa. Paulatinamente me di cuenta que poseía una predisposición al sexo anormal, le gustaba que yo, la dominase y la tratase como a una cualquiera, que la insultara y humillara, en fin, le encanta sentirme sometida Pero como ya dije, llevarla a sus límites era un arma de doble filo que trataba de evitar.

  • Bueno pues mano, nos vemos
  • ¿No querés pasarte por mi casa más tarde?
  • No vos, hoy no puedo… ¡tengo una hembrita caliente para la refacción, je, je, je! – me reí con él, era un patán – A ver qué día aceptás mi propuesta
  • ¡Andá a la mierda! Vos y MacGyver son la misma paja… – volvimos a reía, luego nos despedimos en una esquina y el siguió para su casa y yo para la mía.

El Ko era un patán, como ya dije, y un sinvergüenza, pero un muy buen amigo a su manera. Yo seguí con mi camino metido en mis propios pensamientos, preguntándome quiénes estarían en casa en ese momento, pus si encontraba sola a mamá… ¡ja! Ya llevábamos varios días de no hacer nada así que me estaba muriendo de ganas. Metí la llave en la cerradura y abrí… y allí estaba mi madre

Llevaba una sencilla blusa blanca y una falda azul con florecitas que le llegaba a medio muslo. El pelo lo tenía agarrado en una sencilla cola de caballo y en los pies llevaba zapatillas de tacón, destapadas y abrochadas en sus tobillos. Aparte, estaba sentada en el suelo con las piernas abiertas, exhibiendo unas bragas bancas con encajes y tenía una cara de sexo que levantó mi adormecido amigo. Había colocado almohadas a los lados para posarse y poderme modelar con mayor comodidad.

Para quienes no la conocen se las voy a presentar, su nombre era María José Ovalle de Centeno, tenía 35 años, medía 1.70 y era una mujer bellísima con gran parecido a la preciosísima y buenísima modelo checa, Verónica Zemanova. Claro, mamá es algo más bajita y llenita y con la piel morena. Tenía cabello castaño, liso, que llevaba siempre a media espalda, ojos cafés y una suave y cuidada piel morena. Sus rasgos eran finos, con grandes y expresivos ojos, una nariz fina y labios gruesos que invitaban a besar. Sus senos eran grandes y firmes, colgaban con gracia sobre un tórax algo estrecho y se engalanaban con un par de aureolas oscuras, con 2 pezones pequeños en el centro. Sus nalgas eran redondas, paraditas y duras, y ocupaban la retaguardia de unas caderas anchas que sostenían una cinturita de avispa.

Por mi parte era su hijo mayor y ya estaba en mi última año de bachillerato, tenía 18 años recién cumplidos y, considero, era normal, tirándole guapo. Era delgado y con cuerpo atlético por los deportes. Mi cabello era negro rizado, lo usaba corto, mis ojos cafés y mi piel morena, con un rostro varonil, que heredé de mi padre, y de rasgos finos.

Me calenté de inmediato, como se podrán imaginar, mi madre era una mujer tan hermosa que podría derretir hasta a un iceberg con esas poses. Traté de acercarme, pero me detuvo con un ademán mientras me veía sonriente y pícara, estaba jugando y quería llevar la batuta, y por mi encantado.

  • ¿Cómo te fue mi amor, qué tal las clases? – me preguntó, mientras se recostaba en la pared y abría las piernas todavía más.
  • Pue… pues… bien, bien… como siempre
  • Qué bueno… es muy importante salir bien en las clases, – me dijo comenzando a sobarse las ingles con una mano – así vas a tener muchas buenas oportunidades en el futuro. – muy despacito se hizo a un lado las bragas enseñándome su sexo ya humedecido y pidiendo guerra.

Siguió platicándome de otras cosas que ya ni recuerdo, mis ojos y cerebro estaban fijos en esos dedos que se paseaban por encima de sus tiernos y calientes labios, acariciándolos e introduciéndolos adentro. Se los metía y se los sacaba, mostrándomelos brilloso, mojados, para luego, como una auténtica actriz porno, llevárselos a la boca y chupárselos como si fuesen pequeños penes. Con su otra mano se tocaba y restregaba los senos por encima de su blusa, sonriéndome de forma lasciva, mordiéndose los labios y lamiéndoselos despacio. No dejaba de observarme, se regocijaba viéndome excitado y con cara de idiota, sin saber qué hacer ni qué hacer.

Se dejó en paz el sexo, colocando sus bragas nuevamente donde debían estar, y empezó a levantarse la blusa, mostrándome un sostén blanco, también de encajes. Me sonreía con sorna mientras se restregaba las tetas y se iba subiendo la delgada blusa hasta que está abandonó su cuerpo. Al mismo tiempo, y con la otra mano, se iba bajando la falda, quedando al fin únicamente en su fina y sexy lencería.

  • ¿Te gusta como se mira tu vieja y cansada madre?
  • Si… – le dije embobado y mirándola, de vieja y cansada no tenía nada.
  • ¿Te gustaría venir y tocar todo esto mi vida?
  • Si… – dije y casi me le voy encima si no es porque me para.
  • No nene, esperate… tené paciencia

Muy despacio se bajó los tirantes del brasier, liberando finalmente sus hermosas mamas, grandes y firmes, con los pezones empinados y duros. Luego fue deslizando esa prenda hasta dejarla a mitad de su abdomen. Pero sus manos no se detuvieron y, avanzando despacio, alcanzaron el elástico de sus bragas, las cuales fue bajando también. Las dejó en sus tobillos, quedándose con las piernas abiertas y flexionadas. Aquel era todo un espectáculo, me revelaba su rosa y mojada raja en toda su plenitud. Con la vulva enrojecida, inflamada y húmeda, los labios apenas abiertos, dando una impresión casi virginal, y apenas un mechón de vellos en la parte superior de sus órganos genitales. Seguro que se depiló por la mañana, casi siempre la llevaba un poco más peludita.

Hizo algo que no me esperaba, inició un vigoroso frote sobre su sexo, pasándose con fuerza los dedos, arrancándose gemidos de placer que cada vez se hacia más fuertes. Se metía el dedo medio y lo sacaba brilloso de fluidos, 2 o 3 veces se lo llevó a la boca para saborearse a si mima y volver a comenzar de nuevo. Pasó luego a frotarse con el dedo índice, el anular y medio, sobándose vigorosamente toda su vulva, hinchada de sangre, palpitante y al rojo vivo, pidiendo a gritos una buena verga que la aplacase. Vi con claridad cuando se metía los mismos 3 dedos entre su canal vaginal, con lo que sus gemidos se hicieron más fuertes y francos. Se los metía y sacaba como si se estuviera cogiendo solita, mientras que con la otra mano se amasaba las chiches, apretando y pellizcando sus pezones. Veía a mi madre masturbarse de la forma más rica posible y yo allí parado, con cara de idiota y una erección descomunal.

Poco a poco se olvidó que yo estaba allí y se enfocó únicamente en su propio placer. Los frotes se hicieron más fuertes y rápidos, su respiración se aceleró y sus jadeos y gemidos se volvieron más audibles. Despacio fue deslizándose hacia abajo, cayendo encima de los cojines, quedando boca arriba y las piernas en alto y abiertas, con una mano entre ellas y la otra en cualquier otra parte de su cuerpo. Su piel se puso roja y comenzó a brillar por el sudor, sus ojos se ponían en blanco más a menudo y su cuerpo empezaba a temblar suavemente, hasta que estalló en un fortísimo orgasmo.

  • ¡¡¡AAAGGHHH, AAAGGHHH, AAAGGHHH, AAAGGGHHH!!! ¡¡¡¡OOOOOUUHHHH!!!! ¡¡¡¡AAAAAAAARRRRGGGGGGHHHHHH!!!! – gritó mientras seguía pajeándose con fuerza.

Quedó allí tirada, abierta y mostrando su sexo chorreado. Con exquisitez y parsimonia se lamía la mano que estuvo en contacto con esas suaves carnes, aun tenía los ojos cerrados y dibujaba una amplia sonrisa en los labios. Los abrió entonces, me vio y me sonrió, seguro casi se ría viéndome de pié allí más caliente que un motor viejo y sin saber qué hacer.

  • ¿Te gustó lo que viste mi vida? – me preguntó cambiando de posición, yo solo pude asentir con la cabeza y una mirada de tonto – ¿Te calienta ver a tu mami actuando como una perra? – se colocó en 4, yo volví a decir que si como un idiota – ¿Y tenerme así te gusta?
  • S…S… si… – logré decir por fin.

Puesta en 4, con ángulo de 45º hacia mi, me mostraba sus enormes y firmes glúteos y como se seguía restregando la pusa, sonriente, segura de tenerme más dominado que un pequeño perrito faldero. Se abría los labios mostrándome casi la totalidad de su canal vaginal, al mismo tiempo paraba la cola, dejándome ver esa maravilla de culo, moreno, redondo y bien parado. Se quedó quieta entonces, solo mirándome con cara pícara, a la expectativa. Bueno, no es que fuera un genio, pero tan mula tampoco podía ser, claramente me estaba invitando, ¡por fin!, a participar. Por lo que sin perder ni un segundo, me desabroché el pantalón, me lo bajé junto con el calzoncillo y me saqué la verga, dura y parada en toda su gloria. Me acerque y me puse detrás de ella, con mi amigo en la mano, el cual, como un feroz guerrero, se enterró hasta el fondo de ese conducto que me dio la vida.

  • ¡¡¡OOOOOUUUUUUGGGGHHHH!!! – gimió ella al sentirse ensartada por mi virilidad.

La agarré de las caderas y comencé a cogérmela con fuerza, clavándola hasta el fondo, sin darle tregua y a una alta velocidad. Mis caderas rebotaban contra sus hermosas nalgas estremeciéndonos los 2, ella se abrazaba con fuerza de las almohadas, con los ojos cerrados y apretados, gimiendo y con un rictus de placer y felicidad muy sensual en la cara. Vi su ano entre sus nalgas, que se abrían y cerraban al ritmo de mis embestidas. Las abrí y le metí un pulgar adentro, ella pegó un respingo. Mi otra mano fue hacia su cabello y se lo tomé como si fuesen riendas. Ella empezó a gemir más fuerte, casi a gritando y yo ya no podía más. Usualmente tengo mayor resistencia, pero el espectáculo que me dio me puso tan caliente que no aguanté más e inundé su vagina con una abundante varga de semen caliente.

  • ¡¡¡¡MAAAAAMAAAAAAAAGGGGHHHHH!!!! – bramé mientras me descargaba por completo dentro de ella. Mamá se dejó caer sobre las almohadas, yo lo hice sobre su cuerpo. Había sido increíble y delicioso, mi mami era una maravilla de mujer. Aun quise seguir pero no era prudente.
  • Mi amor, Julita ya va a venir del mercado… – me dijo, por lo que me resigné a parar, por nada del mundo quería que mi niñera de toda la vida entrara y viera a su nene consentido cogiendo como un desesperado con su propia madre.

Mi vida a su lado continuó dejándome grandes satisfacciones, no solo a mi, sino que a ella también. Pero la vida me tenía reservada muchas sorpresas que vinieron de donde yo nunca imaginé

Continuará

Ricardo David.

(Garganta de Cuero).

Pueden mandarme sus comentarios y sugerencias a mi correo electrónico, besos y abrazos.